Elisa se abalanzó sobre mí para cubrirme la boca. No quería que hiciera ningún ruido, no quería que nos encontrara, pero yo sabía que ya era tarde. Sabía que, aunque nadie escuchara mi grito, sabían que yo estaba ahí. **Al fin me rescatarían.**Peleé con Elisa, aunque mis brazos esposados detrás de mi espalda me lo impedían, pero ella logró subirse sobre mí y apretar sus manos con fuerza alrededor de mi cara. — Cállate, estúpida — me dijo — . ¿Crees que es tu ridículo amante? ¿Crees que Nicolás está aquí? Nicolás no sería capaz de atacarme, y aunque yo le diera esa oportunidad, este tiene que ser otro de mis enemigos que me encontró. Así que cállate ahora mismo si no quieres que nos muramos las dos, porque créeme, si ellos vienen a matarme a mí, no duran un segundo en matarte a ti, aunque no sepan quién eres. Aunque, si es de los enemigos que tienen tu fotografía en vez de la mía, eso podría convenirme. Tal vez mi plan de hacerte pasar por mí pueda cumplirse esta misma mañana.Entonc
— ¡Nicolás! — murmuré.Mis ojos se llenaron tanto de lágrimas que tuve que parpadear un par de veces para que mi vista se aclarara, pero, en efecto, era él. Estaba ahí, de pie, delante de mí. Tenía un uniforme oscuro, como si fuese un militar sexy que había venido a rescatarme. Sostenía con fuerza un arma en la mano.Le apuntó a Elisa y ella le apuntó de vuelta.Entonces, toda la alegría que sentí en ese momento se transformó en pánico. No podía suceder eso. Estaba segura de que Elisa le dispararía y lo mataría en cualquier instante, porque a él no lo necesitaba con vida.Pero entonces, cuando pude ver en los ojos de la mafiosa que estaba a punto de jalar el gatillo, dos hombres más aparecieron por los costados. A estos no los reconocí, pero le apuntaron directamente a Elisa, a la cara. — Suelta esa arma ahora o te volaremos la cabeza — le dijo uno de los hombres.Tenía un tono de voz grueso y firme. Elisa parpadeó, confundida, y miró alrededor para ver si encontraba a alguno de sus
Me aferré al cuerpo de Nicolás mientras salíamos del bosque. Había contratado un grupo experimentado que había logrado mi rescate. De hecho, fue más fácil de lo que imaginamos. El hombre comenzó a cortar las ataduras mientras salíamos del lugar. — Está claro y es evidente que Elisa ya no cuenta con el mismo poder que antes — dijo Nicolás — . Al menos no en este país. Fue fácil someter a todos sus hombres.Yo volteé a mirar hacia atrás, donde un par de hombres traían prácticamente arrastrada a Elisa. Podía ver su cara de completa y absoluta decepción. Seguramente se sentía abandonada, sentía ultrajada, sucia y derrotada. Así de bien sabía sentirse, porque así estaba yo.Nunca me imaginé que las cosas podrían llegar a resultar de esa forma, pero ahí estábamos. Creyéndome que la pesadilla ya se había acabado. Podía ver ahora a Elisa como lo que en realidad era: solo una mujer ambiciosa y poderosa con mucha determinación. Y eso era todo. No era un ser inmortal, poderoso e indetenible. Ah
Mi cuerpo se sacudió levemente por el bamboleo de la camioneta sobre los huecos y las piedras que había en la carretera. La noche había caído y no podía distinguirse mucho alrededor. Nicolás conducía adelante, y otra de las camionetas con hombres iba atrás. En el asiento trasero, Elisa estaba en medio de dos hombres que sostenían sus armas con firmeza.Ella estaba ahí, observando fijamente hacia el frente sin mover uno solo de sus músculos. Y yo no podía apartar mi mirada del retrovisor. Estaba segura de que, en cualquier momento, intentaría algún movimiento para liberarse, y eso me mantuvo fuertemente concentrada gran parte del camino.Ya llevábamos una hora de viaje cuando Nicolás estiró su mano hacia mí y me apretó la pierna, indicándome que todo estaba bien, que todo *estaría* bien. Y yo asentí. Tenía que confiar en él, ¿no era así? Pero también tenía que confiar en mis instintos. Había pasado tiempo con Elisa. Habíamos peleado, nos habíamos insultado y nos habíamos intentado mata
No grité. Asustada, tomé los hombros de Nicolás y lo sacudí para que me hablara, pero parecía conmocionado. Abría y cerraba los ojos, y la luz de la luna era escasa como para yo poder analizarlo bien. Me puse de pie y volteé a mirar hacia atrás. Elisa seguía ahí, de pie, con las manos caídas a los costados del cuerpo como si se hubiese paralizado. — Esto no terminará — dijo la mujer — . Te prometo, Evangeline, que esto no terminará. No importa lo que ya sabes de mí. Si esto llega a saberse... Te juro que voy a matarte. Y ya no me importa si podría hacerte pasar por mí. Voy a matarte porque sí, por el puro placer de hacerlo.Nicolás comenzó a quedarse quieto. Lo tomé por los hombros y lo sacudí nuevamente. Entonces pude sentir en su torso un chaleco antibalas. Claro que sí. Estaba segura de que eso lo había salvado. Pero aún así podía percibir el olor a sangre que emanaba de él.Yo volteé a mirar a Elisa. Pude notar que mi mirada seguramente se debió haber visto amenazante, ya que lev
Estaba terriblemente agotada de todas esas emociones fuertes, de ese dolor y ese miedo. Sentí cómo el golpe de adrenalina me trepó por la garganta y me hizo doler la cabeza. Y sin que Kevin me dijera nada más, emprendí la marcha hacia donde había dejado a Nicolás. — Él me dijo que estaba bien — le dije, mientras mis ojos se llenaban de lágrimas.Corrí a toda velocidad, asustada y estresada. En medio del camino, dejé caer el arma al suelo. Ya no la necesitaba. Podía escuchar que al otro lado los disparos habían cesado. Pero mis rodillas temblaban. Ni siquiera me había dado cuenta de cuánto había logrado correr, pero me tomó varios minutos salir de nuevo a la carretera.Las farolas de los autos eran las únicas que iluminaban el polvoriento sendero, y vi cómo un grupo de hombres estaba rodeando a Nicolás. Sentí un fuerte escalofrío. Salí corriendo hacia él, cayendo de rodillas sin importar si me lastimaba la piel. Aparté un par de hombres para que me dejaran entrar. Y entonces lo vi: pá
El transcurso hasta el hospital fue bastante lento. De verdad hubiese preferido que las cosas avanzaran mucho más rápido, pero no podía acelerarlas. Antes de aterrizar, el helicóptero tuvo que pedir varias veces un permiso para poder acceder al helipuerto del hospital, y durante todo ese tiempo yo sentía que mi alma comenzaba a desgastarse. Podía ver con horror cómo el pulso de Nicolás se hacía cada vez más lento, a pesar de que la hemorragia se había detenido.Tal vez el hombre que lo atendió se había equivocado. Tal vez sí había logrado golpear un órgano interno la bala. Aquello me asustó. Yo no podía perderlo. No podía perder a Nicolás, porque si lo perdía no me quedaría nada más que mis trillizos. Y aunque había estado sola con ellos durante muchos años, ellos necesitaban a su padre. Y yo necesitaba al hombre que amaba. Lo necesitaba. No podía perderlo. Apenas lo había recuperado. Apenas había logrado cumplir mi sueño de que me amara de vuelta, así como lo había anhelado durante t
Las cosas no sabía cómo resultarían, pero no quise moverme ni un segundo de la puerta de la sala de espera del área de urgencias. Al otro lado estaban operando a Nicolás, y yo me sentía cansada y hambrienta. Me dolía todo el cuerpo, pero no quería irme de ahí.Kevin llegó un par de horas después. — Todo salió bien — me dijo — . Los hombres heridos ya fueron atendidos, pero tuvimos que huir y dejar a los hombres de Elisa que logramos abatir.Sinceramente no me importaba eso. No me importaba en absoluto los hombres de Elisa. Y no era por ser fría, pero tampoco me importaba mucho los hombres que Nicolás había contratado. Estaba fría. Me sentía entumecida de sentimientos, como si no fuese capaz de sentir nada. — Yo también estoy herido — dijo Kevin, cuando notó que yo ni siquiera le había preguntado por él. — Lo siento — me justifiqué — . Solo que... han sido días difíciles. — Lo sé — me dijo. Se sentó a mi lado en la silla y me abrazó — . De verdad lamento mucho que estés pasando por