El transcurso hasta el hospital fue bastante lento. De verdad hubiese preferido que las cosas avanzaran mucho más rápido, pero no podía acelerarlas. Antes de aterrizar, el helicóptero tuvo que pedir varias veces un permiso para poder acceder al helipuerto del hospital, y durante todo ese tiempo yo sentía que mi alma comenzaba a desgastarse. Podía ver con horror cómo el pulso de Nicolás se hacía cada vez más lento, a pesar de que la hemorragia se había detenido.Tal vez el hombre que lo atendió se había equivocado. Tal vez sí había logrado golpear un órgano interno la bala. Aquello me asustó. Yo no podía perderlo. No podía perder a Nicolás, porque si lo perdía no me quedaría nada más que mis trillizos. Y aunque había estado sola con ellos durante muchos años, ellos necesitaban a su padre. Y yo necesitaba al hombre que amaba. Lo necesitaba. No podía perderlo. Apenas lo había recuperado. Apenas había logrado cumplir mi sueño de que me amara de vuelta, así como lo había anhelado durante t
Las cosas no sabía cómo resultarían, pero no quise moverme ni un segundo de la puerta de la sala de espera del área de urgencias. Al otro lado estaban operando a Nicolás, y yo me sentía cansada y hambrienta. Me dolía todo el cuerpo, pero no quería irme de ahí.Kevin llegó un par de horas después. — Todo salió bien — me dijo — . Los hombres heridos ya fueron atendidos, pero tuvimos que huir y dejar a los hombres de Elisa que logramos abatir.Sinceramente no me importaba eso. No me importaba en absoluto los hombres de Elisa. Y no era por ser fría, pero tampoco me importaba mucho los hombres que Nicolás había contratado. Estaba fría. Me sentía entumecida de sentimientos, como si no fuese capaz de sentir nada. — Yo también estoy herido — dijo Kevin, cuando notó que yo ni siquiera le había preguntado por él. — Lo siento — me justifiqué — . Solo que... han sido días difíciles. — Lo sé — me dijo. Se sentó a mi lado en la silla y me abrazó — . De verdad lamento mucho que estés pasando por
Caminé hacia donde estaba el doctor y lo tomé por los hombros, prácticamente lo sacudí. — ¿Qué es lo que pasó con él? — le pregunté.El hombre apartó mis manos con delicadeza. — Tranquila, señora. El señor Nicolás Montalvo está bien. La bala no afectó ningún órgano, pero perdió muchísima sangre. Por suerte logramos estabilizarlo y, después de sacar la bala, hicimos unas transfusiones. Va a estar bien.Sentí en el cuerpo un enorme alivio, tan grande que arrancó por completo la poca adrenalina que quedaba en mi organismo. Me sentí débil y cansada. — ¿Va a estar bien? — pregunté, como si no hubiese creído lo que el hombre me contaba. — Sí, señora. Va a estar bien. — ¿Puedo verlo?El doctor negó. — No, aún no hemos terminado las transfusiones. Pero quería comentarles cuanto antes. Va a estar bien. Ahora, entiendo que deberé llamar a la policía. Siempre debemos hacerlo cuando hay un caso como estos. ¿Podría relatarme la historia de cómo a su esposo le dispararon?Yo volteé a mirar a
En efecto, Nicolás estaba muchísimo más pálido de lo que imaginé. Cuando entré a la habitación, casi ni pude reconocerlo, y aquello me asustó. Me balanceé sobre él y sus ojos oscuros se clavaron en los míos. Extendió sus manos hacia mí, pero se veía tan débil que tuve miedo de lastimarlo. De todas formas, me dejé abrazar por él. — Estoy bien — me dijo en cuanto logré apartarme un poco y lo miré a la cara — . Estoy bien. Te lo prometo.Me habían obligado a ponerme un ridículo traje azul con un tapabocas. Quería abrazarlo, quería sentir su piel y besarlo. — Lo siento... de verdad siento todo esto.Él me acarició despacio la mejilla con sus pálidos y fríos dedos. — No sé por qué me pides disculpas. Esto no es tu culpa. — Claro que lo es. Lo es porque fui yo la que inició esto. — Ya no importa — me dijo — . En serio, créeme cuando te digo que esto ya no importa. Lo importante es que sobrevivimos.Aún no le había dicho: "Elisa está viva". Pero yo no quería abrumarlo cuando apenas habí
Un mes tal vez sería tiempo suficiente para entender que Elisa ya no buscaría nada. ¿No era verdad? Me pregunté una y otra vez, pero la verdad es que no tenía ni idea. La paranoia me tenía al límite. Me senté en la que no habíamos abandonado la casa que había conseguido Doña Esmeralda para protegernos. Nicolás no me había permitido regresar a Floralvo, a pesar de que era completamente requerida en el lugar. Pero tenía miedo. Realmente tenía miedo de que Elisa apareciera de nuevo en cualquier momento con otro mini ejército, y que esta vez sí lograra acabar con la vida de Nicolás.Ese día, mientras me preparaban para la dichosa entrevista, mis dudas y mi paranoia no hacían más que aumentar. — ¿Ahora todo el mundo sabrá que me van a entrevistar? — pregunté.Nicolás asintió mientras ordenaba unos papeles sobre su escritorio. Había bajado un poco de peso después de la cirugía y su recuperación, no solo por el trauma que había pasado, sino por el estrés con todo lo que sucedía en la empres
Mientras preparaban completamente el set para comenzar la entrevista, entre las en mis dedos con los de Nicolás, mi mano estaba sudada, pero él no se apartó. — Ya encontraron a la hija de Elisa — el negó — . Desde el principio no había estado de acuerdo con esa decisión, pero Kevin y Luis lo convencieron de lo contrario. Era necesario tener esa ventaja. — De ser necesaria, no la hemos encontrado — sinceramente tengo la esperanza de que nos lo hagamos, porque no sé qué vamos a hacer después de eso. Tenemos una pista en Rumanía, tal vez, pero solo tal vez. Así como encontramos los fondos que desviaban Elisa para pagar el ancianato de su abuela, encontramos cómo también desviaba fondos a una familia allá. No fue fácil: pasaba por varios testaferros y fue difícil rastrearlo. Pero no encontramos un motivo lógico para que Elisa enviara dinero mensual a una familia en un país tan lejano y tan extranjero. Pensamos que, tal vez, solo tal vez, su hija pueda estar allá. — Sus enemigos — pregu
Me quedé prácticamente paralizada, literalmente paralizada, observando a la mujer que estaba ahí en la primera fila. Pero entonces las luces se enfocaron nuevamente en mí y fueron tan intensas que ya no pude verla con claridad. — ¿Estás bien, Evangeline? — me preguntó la entrevistadora.Yo abrí los ojos hacia ella, apartando mi mano de la cara, la que intentaba cubrir la luz para volver a ver en la fila de enfrente. — Sí, sí... tal vez no era ella. Seguramente no lo era. Solo era una mujer que se parecía. Aunque Elisa no tenía un rostro especialmente común... es que... en fin, coincidencias. No podía ser. ¿Qué carajos hacía Elisa como público privado en una entrevista como esa? No tenía ningún sentido. No tenía ningún sentido porque no era real. Ella no estaba ahí.Eso era lo que yo quería convencerme, diciéndome a mí misma una y otra vez: *"Ella no está aquí, ella no está aquí"*. Me repetí. — Entonces... nos contabas sobre el día en que enterraron a Doña Amara Montalvo...Respiré
Apreté con fuerza la mano de la entrevistadora. La luz de un relámpago iluminó el pasillo. —¿Qué está pasando? —preguntó la mujer. Pero yo sabía perfectamente qué era lo que estaba pasando. Sabía que Elisa había regresado, y había regresado por mí. Ni siquiera sabía exactamente qué, pero estaba claro que quería algo. Estaba claro que tal vez su plan aún seguía en marcha. Por eso arruinó la entrevista, porque afectaba la continuidad de su carrera. Pude escuchar unos tacones que se acercaban. Yo sabía que me encontraría con su perfecto rostro en cualquier segundo. Así que apreté con fuerza la mano de la entrevistadora y le dije: —Es mejor que se vaya ahora. La mujer me miró con los ojos abiertos. La tormenta de afuera arreciaba, el lugar se oscureció. Ok, eso me hizo recordar la noche en la que escapé de la cárcel, en la que la tormenta y el fuego se unieron para cambiar mi vida para siempre. Esta vez, la tormenta afuera parecía que estuviera dispuesta a destruir todo el mundo. Tal