173.

Estaba terriblemente agotada de todas esas emociones fuertes, de ese dolor y ese miedo. Sentí cómo el golpe de adrenalina me trepó por la garganta y me hizo doler la cabeza. Y sin que Kevin me dijera nada más, emprendí la marcha hacia donde había dejado a Nicolás.

— Él me dijo que estaba bien — le dije, mientras mis ojos se llenaban de lágrimas.

Corrí a toda velocidad, asustada y estresada. En medio del camino, dejé caer el arma al suelo. Ya no la necesitaba. Podía escuchar que al otro lado los disparos habían cesado. Pero mis rodillas temblaban. Ni siquiera me había dado cuenta de cuánto había logrado correr, pero me tomó varios minutos salir de nuevo a la carretera.

Las farolas de los autos eran las únicas que iluminaban el polvoriento sendero, y vi cómo un grupo de hombres estaba rodeando a Nicolás. Sentí un fuerte escalofrío. Salí corriendo hacia él, cayendo de rodillas sin importar si me lastimaba la piel. Aparté un par de hombres para que me dejaran entrar. Y entonces lo vi: pá
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