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Capítulo 7 - La huella del vínculo

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Ivy

El silencio entre nosotros está cargado de demasiadas cosas.

De deseos inconfesables.

De verdades que me niego a escuchar.

De algo más fuerte que yo.

Sus presencias me envuelven. Lyam, dominante e implacable. Kael, juguetón y esquivo. Soren, frío e implacablemente paciente.

Me observan como una presa, pero no es el miedo lo que hace temblar mi aliento.

Es esa sensación insidiosa que se enrosca a mi alrededor.

— Suéltame, susurro, sin creerlo.

Ninguno de ellos se mueve.

Kael desliza un dedo a lo largo de mi brazo.

— ¿De verdad quieres que paremos?

Su voz es una caricia contra mi piel.

Mi cuerpo me traiciona. Cierro los ojos, un escalofrío incontrolable recorriéndome.

Están demasiado cerca. Demasiado ardientes.

Y yo... estoy a punto de hundirme.

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Lyam

Ella es magnífica en este intermedio, al borde de la rendición.

Siento su respiración entrecortada, su piel temblando bajo nuestra proximidad.

Ella lucha.

Quiere huir.

Pero ya está atrapada.

Deslizo una mano en su cabello, obligándola a mirar hacia mí.

— Deja de resistirte, Ivy.

Su mirada se aferra a la mía, una mezcla de desafío y pánico.

— Yo...

No termina su frase.

Porque lo sabe.

No quiere que esto se detenga.

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Kael

Acaricio su cadera con la punta de los dedos.

Un temblor recorre su cuerpo.

Es tan sensible...

— Puedes seguir fingiendo, Ivy...

Mi boca se acerca a su oído, mi aliento rozando su piel.

— ... pero tu cuerpo no sabe mentir.

Se muerde el labio, las mejillas ardiendo.

Sonrío.

Ella está perdida.

Y lo sabe.

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Soren

Ella intenta seguir luchando.

Pero veo la forma en que respira, la manera en que su cuerpo reacciona a cada contacto.

Es nuestra.

No quiere admitirlo.

Pero lo siente.

La observo en silencio, dejando que Lyam y Kael la perturben aún más.

Luego, suavemente, extiendo la mano.

Mis dedos rozan su garganta, deslizándose lentamente sobre su piel.

Ella estremece, su respiración se detiene un instante.

Finalmente, gira la cabeza hacia mí.

Nuestras miradas se cruzan.

Está en la cuerda floja.

Un suspiro.

Un latido.

Y caerá.

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Ivy

Me ahogo bajo la intensidad de este momento.

Sus toques son una quemadura, sus miradas una trampa en la que he caído sin darme cuenta.

Quiero negar.

Gritar que no soy de ellos.

Pero mi cuerpo me traiciona.

Me estremezco bajo sus manos, mis párpados se cierran a pesar de mí.

Y sé.

Sé que, haga lo que haga, es demasiado tarde.

Ya he cedido.

Ivy

El aire está cargado de electricidad.

Estoy atrapada en este espacio cerrado, rodeada por Lyam, Kael y Soren.

Su calor es insoportable.

Mi respiración es entrecortada, mi corazón late demasiado fuerte.

Debería huir. Gritar. Pero mis piernas están ancladas al suelo.

Algo en mí se aferra a su presencia.

Y eso es lo más aterrador.

Kael se acerca primero. Lentamente. Como un depredador que saborea el momento.

— Tiemblas, Ivy.

Desliza un dedo bajo mi mentón, obligándome a mirarlo.

Desvío la mirada.

— Mírame, insiste, su voz baja y suave.

Me niego.

Sé que si lo hago, me hundiré aún más.

Pero Lyam ya está aquí. Detrás de mí.

Su aliento roza mi nuca.

— ¿Aún luchas?

Mi mandíbula se tensa.

Él ríe suavemente, un sonido grave y vibrante que resuena en mi vientre.

Siento una mano en mi muñeca.

Soren.

No dice nada, pero su agarre es firme.

— Sientes esta quemadura, susurra Kael.

Rozando mi brazo, me estremezco.

— Es normal.

Su mirada se intensifica.

— Eres tú quien la ha provocado.

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Lyam

Ella nos rechaza.

Pero su cuerpo cuenta una historia diferente.

Está ardiendo bajo nuestras miradas, bajo nuestras presencias.

Y lo sabe.

Deslizo una mano por su cadera, mis dedos aplicando una presión mínima.

Ella se estremece.

— Ivy, susurro.

Ella cierra los ojos, su pecho subiendo rápidamente.

Está al borde del abismo.

Puedo sentirlo.

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Kael

Pongo mi mano en su mejilla.

Está caliente. Demasiado caliente.

Sus labios están entreabiertos, su respiración es entrecortada.

— ¿Por qué te niegas a admitir lo que está sucediendo?

Su garganta se aprieta.

Lo sabe.

Sabe que algo en ella nos reconoce.

Pero aún no está lista para aceptarlo.

Así que decido empujarla un poco más lejos.

Deslizo mis dedos a lo largo de su clavícula.

Un escalofrío violento la recorre.

Abre los ojos, asustada.

Y ahí es cuando lo veo.

La rendición.

Está perdida.

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Soren

Soy el último en hablar, pero no el último en actuar.

Extiendo la mano y toco su piel con la punta de los dedos.

Ella no retrocede.

Su aliento tiembla, su cuerpo está en alerta.

Está atrapada entre nosotros, y lo siente en cada fibra de su ser.

Coloco mis labios sobre su muñeca.

Ella se queda paralizada.

Un silencio.

Luego... inhala violentamente.

El escalofrío que la atraviesa es contundente.

Es nuestra.

Ya no puede luchar.

Y, en el fondo, creo que ya no quiere.

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Ivy

Estoy en llamas.

Sus toques son brasas sobre mi piel, sus voces susurros que se infiltran en mi mente.

No puedo respirar.

No puedo pensar.

Estoy perdida.

Y en esta pérdida, una sola verdad se impone ante mí.

Ya me han marcado.

Y nunca podré escapar de ellos.

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