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Hiedra
No puedo respirar.
Su calor me envuelve.
Su presencia me abruma.
Y, sin embargo, en vez de huir… mi cuerpo lo busca.
Es una locura. Un peligro.
Pero también una certeza.
Lo siento en mi sangre. En mis huesos.
—Detén… —susurro, mi voz temblando mientras me alejo.
Lyam me observa con una sonrisa ladeada.
—¿Detener qué, Ivy?
Kael se inclina hacia mi oído, su voz como un susurro ardiente.
—Dinos lo que sientes.
Cierro los ojos. Niego con la cabeza.
No puedo. No debo.
Pero entonces, Soren da un paso.
Su mirada me atraviesa.
—Esto no es una elección —murmura.
Alza la mano. Sus dedos rozan mi mejilla.
Una descarga atraviesa mi piel, me sacude entera.
Retrocedo, jadeando.
—Es una certeza.
El suelo desaparece bajo mis pies.
Y dentro de mi pecho, algo se rompe.
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Lyam
Ella sigue luchando.
Pero ya lo sabe.
Su cuerpo nos reconoce.
Su alma nos llama.
Extiendo la mano y rozo su cuello con la yema de los dedos.
Se estremece violentamente.
—¿Lo sientes, Ivy?
Sus labios se entreabren, pero no dice nada.
Tomo su barbilla, la obligo a mirarme.
—Eres nuestra.
Ella niega con la cabeza, sus ojos brillan… ¿de rechazo?
No. Es miedo.
Un miedo teñido de deseo.
Y eso… es aún más embriagador.
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Kael
Está en llamas.
Y quiero verla arder hasta las cenizas.
Me acerco por detrás.
Mi pecho roza su espalda.
Ella se tensa, su respiración se desordena.
Deslizo los dedos por su cintura.
—¿Por qué sigues resistiéndote?
Se muerde el labio.
—Porque no quiero…
Río, bajo y lento.
—Miente otra vez, Ivy.
Siento su confusión.
Su vacilación.
Un solo suspiro podría bastar.
Una caricia.
Un murmullo.
Una verdad que no quiere escuchar.
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Soren
Veo el miedo en sus ojos.
No al peligro.
Sino a lo desconocido.
Al vértigo antes de caer.
Tomo su muñeca.
Su piel reacciona al instante.
Se sobresalta, sin aliento.
—Deten…
Su voz se rompe.
Aprieto un poco más.
—¿Detener qué, Ivy?
Ella sacude la cabeza, perdida.
—De molestarme.
Sonrío, apenas.
—No somos nosotros.
Frunce el ceño.
—¿Entonces qué es?
La miro fijamente.
—Eres tú.
Contiene el aliento.
Y en ese instante… sé que está perdida.
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Hiedra
Tiemblan mis piernas.
Mi cuerpo me traiciona.
Mis pensamientos se diluyen.
Pero lo peor…
Es que ya no quiero escapar.
Lyam se acerca. Sus ojos arden.
—Déjalo ir, Ivy.
Kael roza mi cuello con sus dedos.
Un estremecimiento brutal me recorre.
—Deja de mentirte.
Soren está ahí, impasible, imponente.
—Acepta lo que ya habita en ti.
El silencio cae.
Mi corazón late demasiado fuerte.
Y entonces…
Me rindo.
Cierro los ojos.
Y en la oscuridad, siento sus presencias cerrarse a mi alrededor.
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Hiedra
Pierdo el equilibrio.
Me envuelven. Me consumen.
Me arrastran a un abismo sin retorno.
Y ya no lucho.
El silencio vibra entre nosotros.
Como una promesa.
O una sentencia.
—Mírame —susurra Lyam.
Alzo la vista.
Sus ojos me sostienen.
Su mano acaricia mi mejilla, lenta, posesiva.
Una emoción me atraviesa. Me quiebra.
—Dime que no sientes nada —dice.
No puedo hablar.
Porque sería mentir.
Y él lo sabe.
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Kael
La deseo.
Pero no sólo su cuerpo.
Quiero su rendición.
Su aliento tembloroso.
Ese instante antes de la caída.
Me deslizo tras ella.
Su espalda contra mi pecho.
Ella se tensa, intenta alejarse.
La sujeto suavemente por la cintura.
—Deja de huir, Ivy.
Mi voz le acaricia el oído.
Un soplo cálido.
Ella inspira de golpe, como si se ahogara.
Siento su corazón. Su miedo.
Su deseo.
Y sonrío.
Ya está atrapada.
No por nosotros.
Sino por sí misma.
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Soren
Tiembla entre nosotros.
No por debilidad.
Sino por lo que se niega a aceptar.
Me acerco.
La tensión emana de ella como fuego.
—Sé que no lo entiendes —susurro.
—¿Qué debería entender?
Alzo la mano.
Toco su cuello.
Se congela.
Luego, tiembla.
—Que no es debilidad, Ivy.
Sus labios se abren. Nada sale.
La miro fijamente.
—Es un llamado.
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Hiedra
Un llamado.
La palabra resuena en mí.
Golpea algo que creía enterrado.
No puedo. No debo.
Pero cuando Lyam roza mi cuello,
cuando Kael susurra mi nombre,
cuando Soren me mira como si ya fuera suya…
Me rindo.
Un suspiro tembloroso escapa de mis labios.
Su presencia es un huracán.
Invasiva.
Y lo peor es…
Que no quiero que desaparezcan.
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Lyam
Se abre.
Vacila.
Se pierde.
Y es lo más hermoso que he visto.
Levanto su rostro hacia mí.
—No mientas más, Ivy.
Ella frunce el ceño.
Lucha con sus demonios.
Pero ya es tarde.
Nos pertenece.
Y lo sabe.
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Kael
Río suavemente contra su piel.
—Mírate…
Ella gime, su respiración se quiebra.
—Te estás cayendo, Ivy.
Ella cierra los ojos. Niega.
—No…
Rozo sus sienes con los labios.
Apenas un aliento.
—Sí.
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Soren
Se entrega.
Lento.
Preciso.
Un estremecimiento en su aliento.
La tensión cede.
Aún no lo admite.
Pero ya nos eligió.
Me acerco.
Toco su piel…
Y esta vez…
No se aleja.
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Hiedra
Estoy perdida.
Y en su abrazo ardiente, lo comprendo.
No quiero que me encuentren.
---IvyEl silencio entre nosotros está cargado de demasiadas cosas.De deseos inconfesables.De verdades que me niego a escuchar.De algo más fuerte que yo.Sus presencias me envuelven. Lyam, dominante e implacable. Kael, juguetón y esquivo. Soren, frío e implacablemente paciente.Me observan como una presa, pero no es el miedo lo que hace temblar mi aliento.Es esa sensación insidiosa que se enrosca a mi alrededor.— Suéltame, susurro, sin creerlo.Ninguno de ellos se mueve.Kael desliza un dedo a lo largo de mi brazo.— ¿De verdad quieres que paremos?Su voz es una caricia contra mi piel.Mi cuerpo me traiciona. Cierro los ojos, un escalofrío incontrolable recorriéndome.Están demasiado cerca. Demasiado ardientes.Y yo... estoy a punto de hundirme.---LyamElla es magnífica en este intermedio, al borde de la rendición.Siento su respiración entrecortada, su piel temblando bajo nuestra proximidad.Ella lucha.Quiere huir.Pero ya está atrapada.Deslizo una mano en su cabello, oblig
IvyEl silencio se alarga, denso, eléctrico.No puedo moverme.Sus miradas me rodean, sus alientos me rozan, sus presencias me aplastan.Cada fibra de mi ser grita que resista.Pero algo, en el fondo de mí, vacila.Un instinto primitivo. Salvaje.Algo antiguo, enterrado.Y ellos… ellos lo saben.Lyam es el primero en romper el silencio.— ¿Todavía luchas?Su voz grave ruge en el aire como un trueno.Apreté los dientes.Sí. Lucho.Pero mi cuerpo lo traiciona.Mi respiración es demasiado rápida. Mi pulso late con un ritmo frenético.Ellos lo sienten.Y eso es lo peor.Kael esboza una sonrisa. Una sonrisa peligrosa, una sonrisa de depredador que sabe que su presa está atrapada.— Ivy…Se acerca lentamente, felino, amenazante.— Mírame.Cierro los ojos.Pero lo siento todo.Lyam detrás de mí, su pecho ardiente contra mi espalda.Soren a mi derecha, silencioso pero implacable.Kael frente a mí, sus dedos rozando mi brazo, creando escalofríos incontrolables.— Nos sientes, susurra.No es un
IvyArdo.Su presencia me oprime, me envuelve, me consume.Lyam, Kael, Soren.Tres sombras a mi alrededor, tres fuerzas que me retienen, me atraen, ya me poseen sin necesidad de tocarme.O quizás eso es, precisamente, lo peor.Su control.El poder que tienen sobre mí.El escalofrío que recorre mi cuerpo cuando Lyam roza mi mejilla con la yema de sus dedos.Cuando Kael susurra en mi oído, su voz un veneno dulce.Cuando Soren me mira como si ya supiera lo que va a suceder.Como si siempre lo hubiera sabido.Y yo…Yo me ahogo.— Ivy…Lyam pronuncia mi nombre con esa gravedad que hace vibrar cada nervio de mi cuerpo.Quiere una respuesta.Quiere que ceda.Que diga en voz alta lo que mi cuerpo ya grita.Pero no puedo.Si hablo, caigo.Si caigo… no habrá vuelta atrás.— Dilo, Ivy, susurra Kael deslizando sus dedos a lo largo de mi brazo.Tiemblo violentamente.Es una tortura exquisita, un descenso hacia algo que ya no controlo.Algo prohibido.Algo inevitable.---KaelElla tiembla.Lucha.
IvyEstán por todas partes.Su calor me envuelve, sus alientos deslizan sobre mi piel como una promesa prohibida. Ya no sé dónde termina mi cuerpo y dónde comienzan los suyos.Lyam. Kael. Soren.Un murmullo. Una quemadura. Una posesión.Sus dedos rozan mi piel, su presencia me asedia. Cierro los ojos un instante, creyendo poder retomar el control, pero es un error.Porque solo estoy cayendo más bajo.— Nos perteneces, Ivy, murmura Lyam en mi oído.Mi corazón explota en mi pecho.— Dilo.Su aliento quema mi cuello, sus dedos se cierran sobre mi cadera. Kael traza una línea invisible a lo largo de mi brazo mientras Soren, silencioso, me observa, las pupilas oscuras, ávidas.Están esperando.Una palabra.Una sumisión.Me muerdo el labio. Debería decir que no. Luchar.Pero la verdad es que ya no tengo fuerzas.Me han atrapado y nunca quise escapar.---KaelElla tiembla bajo mis dedos.Su aliento es corto, su piel incandescente.Podría empujarla más. Provocarla, llevarla a ese instante en
---IvyYa no me reconozco.O tal vez sí.Quizás esta fiebre que me consume siempre ha estado ahí, oculta bajo la superficie, simplemente esperando ser despertada.Y ellos la han despertado.Lyam, Kael, Soren.Sus presencias me envuelven, me aprietan, me absorben hacia un punto de no retorno.Debería luchar aún. Oponer un último esfuerzo de resistencia.Pero mis músculos se niegan a moverse. Mi respiración se acelera, incontrolable.— Ivy…La voz de Lyam me llega como un eco distante.Levanto la vista hacia él, atrapada en la intensidad de su mirada.— Déjate llevar.Un escalofrío me recorre.Kael roza mi cadera con la yema de los dedos, juega con la barrera invisible que he intentado erigir entre nosotros.— ¿Por qué te obstinas?Su aliento acaricia mi nuca. Cierro los ojos, incapaz de escapar de esta tensión que aumenta, que se estira entre nosotros como un hilo a punto de romperse.Soren, en silencio, me observa. No necesita hablar. Sus gestos son más elocuentes que cualquier palab
---IvyCaigo.No sé si es hacia ellos o hacia dentro de mí.Todo lo que sé es que ya no puedo luchar. No más.El peso de sus miradas, de sus manos, de sus alientos me clava en el lugar, me consume, me reduce al estado de una criatura febril y hambrienta.Quería resistir. Mostrarles que podía mantener el control.Pero ya no hay control.Solo están ellos.Lyam se acerca, su mirada oscura anclada en la mía.— Dilo, Ivy. Dilo que nos quieres.Mi garganta se cierra. La palabra arde contra mis labios. Pero está ahí. Listo para estallar.Kael desliza sus dedos por mi nuca, subiendo lentamente hasta mi mandíbula.— Deja de luchar… Confiesa.Soren no dice nada. Solo se limita a observarme. Implacable. Silencioso. Pero lo siento. Siento su voluntad pesar sobre la mía, aplastante.Cierro los ojos.Y caigo.— Los quiero…Un suspiro. Un murmullo.Pero es suficiente.---LyamLa palabra cae, frágil, incierta.Y, sin embargo, resuena en mí como una victoria total.Sonrío. Una sonrisa oscura, carnic
IvyNo sé cuánto tiempo he estado caminando.El mundo a mi alrededor ha perdido sus contornos.El bosque se extiende infinitamente, poblado de sombras móviles, de murmullos apenas audibles.El hombre – o la bestia, ya no lo sé – me arrastra en silencio. Su mano envuelve la mía con una fuerza tranquila. Inflexible. Irreal.Debería resistirme. Huir. Gritar.Pero lo sigo.Lo sigo como si toda mi vida no hubiera sido más que un largo camino hacia ese momento.El viento se desliza por mi cabello. El olor de la tierra húmeda, de las hojas muertas, de la sangre seca me revuelven el estómago.Y, sin embargo, mi cuerpo pide más.Más de él. Más de esa presencia que me envuelve, me devora.— ¿A dónde me llevas? susurro.Su voz resuena en la noche.— A casa.Un escalofrío me recorre.— ¿Quién eres… realmente?Se vuelve hacia mí. Su rostro es hermoso. Terriblemente hermoso. Pero inhumano.Su piel parece vibrar con un brillo febril. Sus ojos… esos ojos dorados me consumen.— Somos los que te espera
Capítulo 1 – El llamado de la lunaHiedraEl bosque respira. Cada rama cruje como si escondiera un secreto. El aire está cargado de humedad, resina y algo más… algo antiguo. Camino sin hacer ruido, mi aliento entrecortado, los pasos livianos como sombras. La noche abrasa, densa, sofocante. Como si el mundo entero contuviera la respiración.No debería haber venido.Lo siento en los huesos.Algo me sigue.Aferro la tela de mi vestido. Mi corazón golpea con violencia. No veo nada, pero lo percibo: una presencia que me acecha. Invisible. Salvaje. Implacable.Un crujido entre las hojas.Me detengo en seco.La oscuridad se espesa a mi alrededor. Mi garganta se cierra. Quiero correr, girar sobre mis talones, escapar. Pero mis piernas se niegan.Y entonces los veo.Tres pares de ojos brillan en la penumbra.Sombras vivas, deslizándose entre los troncos como depredadores en cacería. Lentamente emergen de la nada.No son hombres.Son bestias.La luna revela sus siluetas. Altos. Desnudos. Irreal