Capítulo 3 – El equipo
Hiedra
Corro.
El aire nocturno me azota la cara, pero no puedo escapar de su presencia.
Están ahí.
En todas partes.
En mi aliento entrecortado, en el calor que no abandona mi piel, en la emoción que aún me atraviesa.
Me marcaron.
Y me aterra.
Me hundo en el bosque, la oscuridad devorando mis pasos desbocados. El corazón me late con tanta fuerza que temo que se me salga del pecho.
—Corre todo lo que quieras…
La voz de Kael resuena. Está cerca. Demasiado cerca.
Me doy la vuelta, pero no hay nadie.
Solo la oscuridad vibrando. El silencio, opresivo.
Una risa se desliza a mi izquierda.
—Entraste, ¿verdad?
Es Lyam esta vez.
Aprieto los dientes.
—¡Salgan de mi cabeza!
—No estamos ahí —susurra Soren, su voz apenas un aliento tras mi espalda.
Me congelo.
Están aquí.
Su presencia me envuelve como una sombra viva.
Cierro los ojos un instante, tratando de recuperar el control. Pero al abrirlos, Lyam está justo frente a mí.
Sin ruido. Sin advertencia.
Solo él.
—Déjate ir.
Retrocedo… y tropiezo con Kael.
Sus manos se aferran a mis caderas, impidiéndome huir.
—No somos nosotros quienes te retenemos, Ivy.
El murmullo de Soren me hace estremecer.
—Eres tú.
Mi respiración es errática.
Mienten.
Juegan conmigo.
Pero mi cuerpo no distingue la diferencia.
Estoy en llamas.
—¿Qué me hicieron?
Kael se ríe, su aliento roza mi cuello.
—No hicimos nada.
Lyam acaricia mi mejilla con la yema de los dedos.
—Siempre estuvo en ti.
Hiedra
Lucho, pero no me detienen.
Me dejan pelear.
Como si supieran que no puedo escapar.
—Basta…
Pero mi voz no tiene fuerza.
Soren posa su mano sobre mi brazo. Un simple contacto, y me ahogo.
—¿Por qué negar lo evidente?
Mis labios tiemblan.
—Porque esto no debería ser posible.
Kael aprieta su abrazo, apenas un poco.
—Y sin embargo…
No termina la frase.
No hace falta.
El silencio habla por él.
Mi cuerpo habla por mí.
Lyam me observa. Su mirada es fuego líquido.
—Eres nuestra.
Una emoción me sacude.
Porque, a pesar de todo…
Sé que dice la verdad.
Hiedra
Me arde el aire en los pulmones.
La tensión es tan densa que podría cortarla con un cuchillo.
Su presencia me rodea, me envuelve, se cierne sobre mí.
Mi cuerpo tiembla. No de frío. No de miedo. De algo más profundo. Más instintivo.
Debería correr.
Pero mis piernas se niegan a moverse.
Lyam está frente a mí, implacable, dominante. Su mirada dorada me atraviesa. Su olor me embriaga.
Kael permanece detrás, como una sombra ardiente que me roza sin tocarme. Juega con mis nervios, con mis sentidos.
Soren aún no se ha movido, pero siento su mirada clavada en mí, analizando cada emoción, cada latido descontrolado.
Cierro los ojos. Un intento desesperado de control.
Fracaso.
—Sigues luchando —susurra Kael, su voz un veneno dulce en mi oído.
—Es inútil —agrega Lyam, avanzando un paso.
Mi garganta se cierra.
—Esto no es real…
Soren sonríe. Frío. Afilado.
—¿Crees que puedes mentirle a tu cuerpo?
Tomo aire con dificultad.
Tienen razón.
Lo siento.
Hay fuego en mi interior. Implacable. No debería estar ahí.
Pero lo está.
Lyam levanta la mano.
Un gesto mínimo.
Y me derrumbo por dentro, como si un hilo invisible me atara a él.
Mis labios se entreabren, buscando aire.
—Lo sientes, ¿verdad?
Una emoción me atraviesa.
No quiero contestar.
Porque lo sé.
Porque lo siento.
Kael ríe, despacio, detrás de mí.
—Es fascinante verte resistirte… cuando ya te has rendido.
Mi corazón retumba.
—No me he rendido —susurro.
Soren se acerca finalmente, borrando el espacio entre nosotros.
—Entonces mírame a los ojos y dilo.
Me congelo.
Su mirada es un abismo. Una noche sin fin que me llama desde dentro.
Quiero apartar la vista.
Pero no puedo.
Porque, en el fondo…
No quiero.
Lyam acerca su mano a mi rostro. Sus dedos apenas rozan mi piel.
Una ola de calor me invade, me deja sin aire.
Estoy paralizada.
Kael desliza sus dedos por mi cadera.
—Déjate ir.
Mi mente grita que no.
Mi cuerpo grita que sí.
Hiedra
Estoy en llamas.
Es insoportable.
Cada respiración, una tortura.
Cada emoción, una daga.
Lyam por fin apoya su mano en mi mejilla.
El contacto es un choque eléctrico.
Me tambaleo.
Quiero huir.
Quiero caer en sus brazos.
Quiero rendirme.
Quiero luchar.
—Basta…
Mi voz es un susurro sin fuerza.
Kael responde, su aliento cálido contra mi pie
l:
—No.
Cierro los ojos. Mi aliento es errático.
Estoy atrapada.
Y lo sé.
El aire arde.
Está cargado. Lleno de una energía que no comprendo. Que me atraviesa. Que me desarma.
Tiemblo.
No es miedo.
No.
Es otra cosa.
Algo inexplicable.
Peligroso.
Capítulo 4 – Bajo su agarreHiedraLyam me arregla. Sus ojos dorados arden con una intensidad que me inmoviliza.Avanza. Lento. Con esa seguridad aplastante que me hace querer huir… o lanzarme sobre él.—Mírame —susurra.No quiero.Quiero desaparecer.Pero mis ojos se elevan, lo encuentran.Y ya está.Caigo.En ese abismo incandescente que me abre sin decir una palabra.En ese vínculo invisible que me envuelve, que me asfixia y me abraza al mismo tiempo.Sonríe. Casi satisfecho.—Entonces…Calor tras mi espalda.Kael.Su presencia es un veneno. Una trampa.Ni siquiera necesita tocarme para que mi piel se estremezca con su aliento.—Eres tan reactiva, Ivy…Su voz me roza el cuello como una caricia.Cierro los ojos. Mi respiración se descontrola.—No…—No mientas —interrumpe Soren, su voz profunda corta el aire.Él también se acerca. Más lento. Más contenido.Pero su mirada es una promesa que me desarma.Me estudia. Cada temblor. Cada latido desbocado de mi corazón.—Sientes el vínculo,
---Capítulo 5 – La intoxicación del enlace---HiedraMi aliento es corto.Mi piel arde bajo sus miradas.Están allí, rodeándome, como un círculo de fuego que espera, paciente, que la presa se rinda.Pero no soy una presa.Me niego a serlo.Y aun así... mi cuerpo me traiciona.Lyam.Kael.Soren.Su sola presencia hace vibrar algo en mí. Algo primitivo. Salvaje. Desconocido.Algo que me aterra.—Para… —susurro, con la voz hecha cenizas.Kael se ríe. Esa risa suya, baja, ronca, peligrosa, hace que mi estómago se contraiga.—¿Parar qué, Ivy?Está detrás de mí. Su pecho contra mi espalda.Su mano recorre mi brazo, lenta, hasta enredar sus dedos con los míos.—¿Parar de tocarte?—¿Parar de darte lo que deseas? —murmura en mi oído.Me enojo.Quiero escapar.Pero también... quiero rendirme.Entonces Soren irrumpe con su voz de acero.—Ella todavía pelea.Su mirada me atrapa. Oscura. Incisiva.—¿Para qué?Mi garganta se cierra.¿Para qué...?Porque esto es una locura.Porque es imposible.Po
--Capítulo 6 - El Despertar del Enlace---HiedraNo puedo respirar.Su calor me envuelve.Su presencia me abruma.Y, sin embargo, en vez de huir… mi cuerpo lo busca.Es una locura. Un peligro.Pero también una certeza.Lo siento en mi sangre. En mis huesos.—Detén… —susurro, mi voz temblando mientras me alejo.Lyam me observa con una sonrisa ladeada.—¿Detener qué, Ivy?Kael se inclina hacia mi oído, su voz como un susurro ardiente.—Dinos lo que sientes.Cierro los ojos. Niego con la cabeza.No puedo. No debo.Pero entonces, Soren da un paso.Su mirada me atraviesa.—Esto no es una elección —murmura.Alza la mano. Sus dedos rozan mi mejilla.Una descarga atraviesa mi piel, me sacude entera.Retrocedo, jadeando.—Es una certeza.El suelo desaparece bajo mis pies.Y dentro de mi pecho, algo se rompe.---LyamElla sigue luchando.Pero ya lo sabe.Su cuerpo nos reconoce.Su alma nos llama.Extiendo la mano y rozo su cuello con la yema de los dedos.Se estremece violentamente.—¿Lo sien
---IvyEl silencio entre nosotros está cargado de demasiadas cosas.De deseos inconfesables.De verdades que me niego a escuchar.De algo más fuerte que yo.Sus presencias me envuelven. Lyam, dominante e implacable. Kael, juguetón y esquivo. Soren, frío e implacablemente paciente.Me observan como una presa, pero no es el miedo lo que hace temblar mi aliento.Es esa sensación insidiosa que se enrosca a mi alrededor.— Suéltame, susurro, sin creerlo.Ninguno de ellos se mueve.Kael desliza un dedo a lo largo de mi brazo.— ¿De verdad quieres que paremos?Su voz es una caricia contra mi piel.Mi cuerpo me traiciona. Cierro los ojos, un escalofrío incontrolable recorriéndome.Están demasiado cerca. Demasiado ardientes.Y yo... estoy a punto de hundirme.---LyamElla es magnífica en este intermedio, al borde de la rendición.Siento su respiración entrecortada, su piel temblando bajo nuestra proximidad.Ella lucha.Quiere huir.Pero ya está atrapada.Deslizo una mano en su cabello, oblig
IvyEl silencio se alarga, denso, eléctrico.No puedo moverme.Sus miradas me rodean, sus alientos me rozan, sus presencias me aplastan.Cada fibra de mi ser grita que resista.Pero algo, en el fondo de mí, vacila.Un instinto primitivo. Salvaje.Algo antiguo, enterrado.Y ellos… ellos lo saben.Lyam es el primero en romper el silencio.— ¿Todavía luchas?Su voz grave ruge en el aire como un trueno.Apreté los dientes.Sí. Lucho.Pero mi cuerpo lo traiciona.Mi respiración es demasiado rápida. Mi pulso late con un ritmo frenético.Ellos lo sienten.Y eso es lo peor.Kael esboza una sonrisa. Una sonrisa peligrosa, una sonrisa de depredador que sabe que su presa está atrapada.— Ivy…Se acerca lentamente, felino, amenazante.— Mírame.Cierro los ojos.Pero lo siento todo.Lyam detrás de mí, su pecho ardiente contra mi espalda.Soren a mi derecha, silencioso pero implacable.Kael frente a mí, sus dedos rozando mi brazo, creando escalofríos incontrolables.— Nos sientes, susurra.No es un
IvyArdo.Su presencia me oprime, me envuelve, me consume.Lyam, Kael, Soren.Tres sombras a mi alrededor, tres fuerzas que me retienen, me atraen, ya me poseen sin necesidad de tocarme.O quizás eso es, precisamente, lo peor.Su control.El poder que tienen sobre mí.El escalofrío que recorre mi cuerpo cuando Lyam roza mi mejilla con la yema de sus dedos.Cuando Kael susurra en mi oído, su voz un veneno dulce.Cuando Soren me mira como si ya supiera lo que va a suceder.Como si siempre lo hubiera sabido.Y yo…Yo me ahogo.— Ivy…Lyam pronuncia mi nombre con esa gravedad que hace vibrar cada nervio de mi cuerpo.Quiere una respuesta.Quiere que ceda.Que diga en voz alta lo que mi cuerpo ya grita.Pero no puedo.Si hablo, caigo.Si caigo… no habrá vuelta atrás.— Dilo, Ivy, susurra Kael deslizando sus dedos a lo largo de mi brazo.Tiemblo violentamente.Es una tortura exquisita, un descenso hacia algo que ya no controlo.Algo prohibido.Algo inevitable.---KaelElla tiembla.Lucha.
IvyEstán por todas partes.Su calor me envuelve, sus alientos deslizan sobre mi piel como una promesa prohibida. Ya no sé dónde termina mi cuerpo y dónde comienzan los suyos.Lyam. Kael. Soren.Un murmullo. Una quemadura. Una posesión.Sus dedos rozan mi piel, su presencia me asedia. Cierro los ojos un instante, creyendo poder retomar el control, pero es un error.Porque solo estoy cayendo más bajo.— Nos perteneces, Ivy, murmura Lyam en mi oído.Mi corazón explota en mi pecho.— Dilo.Su aliento quema mi cuello, sus dedos se cierran sobre mi cadera. Kael traza una línea invisible a lo largo de mi brazo mientras Soren, silencioso, me observa, las pupilas oscuras, ávidas.Están esperando.Una palabra.Una sumisión.Me muerdo el labio. Debería decir que no. Luchar.Pero la verdad es que ya no tengo fuerzas.Me han atrapado y nunca quise escapar.---KaelElla tiembla bajo mis dedos.Su aliento es corto, su piel incandescente.Podría empujarla más. Provocarla, llevarla a ese instante en
---IvyYa no me reconozco.O tal vez sí.Quizás esta fiebre que me consume siempre ha estado ahí, oculta bajo la superficie, simplemente esperando ser despertada.Y ellos la han despertado.Lyam, Kael, Soren.Sus presencias me envuelven, me aprietan, me absorben hacia un punto de no retorno.Debería luchar aún. Oponer un último esfuerzo de resistencia.Pero mis músculos se niegan a moverse. Mi respiración se acelera, incontrolable.— Ivy…La voz de Lyam me llega como un eco distante.Levanto la vista hacia él, atrapada en la intensidad de su mirada.— Déjate llevar.Un escalofrío me recorre.Kael roza mi cadera con la yema de los dedos, juega con la barrera invisible que he intentado erigir entre nosotros.— ¿Por qué te obstinas?Su aliento acaricia mi nuca. Cierro los ojos, incapaz de escapar de esta tensión que aumenta, que se estira entre nosotros como un hilo a punto de romperse.Soren, en silencio, me observa. No necesita hablar. Sus gestos son más elocuentes que cualquier palab