Bienvenidos a esta historia de deseo y amor prohibido.
Deseo Prohibido es el primer libro de la saga "Dominio Ruso" podría decir que es una historia independiente y no es necesario leerla o leerla en orden con la trilogía "Infierno" sin embargo, para entender algunas cosas si lo es.
Y es necesario leerla toda hasta el final porque algunas cosas saldrán en la saga "Legado De Sangre" más en el segundo. Recuerden que el contenido que escribo es ficticio, solo inventado por mí, algunas son sacadas de mi imaginación y unas que otras investigadas, pero nada de lo escrito aquí es real. La historia tiene contenido adulto y lenguaje ofensivo, también algunas escenas fuertes.***ANYA
Había cumplido dieciocho años cuando mis padres me vendieron a un hombre mayor, obligándome a casarme con él y ser su mujer.
Para mí la vida terminó desde ese día, ya nada sería igual. Desde que pusieron a ese hombre en mi vida comencé a conocer el verdadero infierno, y no es que no lo hubiese conocido antes, pero desde ese día todo fue como una pesadilla de la que nunca logré despertar.
Serguéi Vasiliev, el demonio de la Bratva. Un ser despreciable y ruin, que no solo hacía sufrir a sus adversarios, sino también a su joven esposa.
Lo odiaba con todo mi ser. Él fue mi perdición, pero de forma, ya que termine por convertirme en una mujer fría y sin sentimientos, y lo peor aún, completamente vacía por dentro.
Mi juventud fue arrebatadora por años. Él ahora era el dueño de mi libertad y de todo lo mío, bueno lo poco que quedaba de mí. De que me servía vivir entre lujos si lo que más quería y anhelaba, me fue arrebatado hace siete años. Esto no se lo deseaba ni mi peor enemigo.
Anya Smirnov, ya no era nada, a comparación de la joven de antes. Esta la de ahora es solo una mujer dura y amargada, viviendo en la soledad de estas paredes frías y sin matices, era lo único que me podía ofrecer este castillo lujoso que para mí era una celda de oro, aterradora como lo era su dueño.
No conocía el amor y ni siquiera había experimentado el cariño de una persona y mucho menos de un hombre. Pero todo cambió cuando llegó él. Luca Vasiliev. El sobrino de mi esposo. Él vino para ponerle pasión, emoción y amor a mi vida. Convirtiéndose en algo prohibido, en el deseo pecaminoso de una mujer casada, encarnado en un hombre perfecto.
Pero esto era un gran peligro, para ambos en realidad lo era; sin embargo, a ninguno de los dos nos importó, y lamentablemente eso solo nos llevo directamente a la muerte.
ANYA5 años antes.—¡Anya!—grita Narkissa, al entrar a mi dormitorio, me di cuenta de que estaba molesta —¡¿Cómo demonios es que dejaste que te vendieran con ese monstruo?!Nadie comprendía que era algo que yo no podía evitar, tenía que aceptarlo y ya. Jamás me dieron la opción de elegir y la verdad no sé si la quería o no. Salirme de este encierro y entrar a otra cárcel venía siendo lo mismo, solo que con un hombre a lado mío, uno que es un desconocido para mí. —Sabes que no tengo voz ni voto en esto —digo en un tono triste y pesado. Estaba haciendo mi último equipaje, la mala noticia ya me la habían dado y solo me quedaba hacer esto, para marcharme para siempre de esta jaula de oro y entrar a otra.—En que siglo creen que vivíamos. Mis tíos no pueden hacerte esto, me rehusó a que te vayas con ese monstruo. —Para ellos así será, ellos son los quedan las órdenes. Narkissa se acerca y me arrebata las prendas de ropa que tenía entre mis manos. —¡Por Dios no seas estúpida! -me quede
ANYA.Actualidad.A mis veintitrés años ya tenía la vida acabada, de hecho desde antes. Desde que mi padre me vendió al despiadado ruso Sergei Vasiliev, mi vida se había terminado.Ser su esposa era un infierno, uno que no le desearía a nadie. Por culpa de él es que había dejado de ser la Anya dulce y feliz del pasado, ahora no había nada, solo un vacío enorme y frío.Sergei Vasiliev, me había arrebatado mi vida y mi inocencia, pero lo peor de todo fue porque mi familia me entrego al mejor postor como si fuera un objeto.Quisiera odiarlos, pero no podía, con el único que lo hacía era con ese maldito abusador que se decía ser mi esposo. No justificaré lo que mis padres me hicieron, eso nunca, ¿por qué quién en su sano juicio vende a su hija? Absolutamente, nadie que la amaría, y ahí es cuando me di cuenta de que ellos amaban más sus propiedades, su reputación y hasta sus vidas, que la mía. Eso sí dolía y hasta me rompía por completo, aunque el maltrato de ese hombre también dolía, lo
LUCA—¿Qué es lo que quiere Sergei de ti? ¿Para qué te ha llamado? —interroga Nikolay.—No lo sé. Yo también lo quiero averiguar.—Ten mucho cuidado, Luca. Sabes que él no es de fiar.—Oh, no sabía que te importara —bromeo, él me fulmina con la mirada mientras se me escapaba una carcajada — Y dime tú, ¿aquí quién es de fiar? —agregué sin importancia.—Luca, sabes a lo que me refiero.Claro que lo sabía, yo más que nadie sabía el significado de la traición, la deslealtad de los que se dicen ser tu familia porque llevas su apellido. Pero, aun así, quería hacerlo, para llegar hasta él, al tío que le arrebato el imperio a su propio hermano, para hacerse más poderoso y gobernar en gran parte de rusia y así dejar su suciedad con ese poder.Aquí los lazos de sangre no servían de nada, la ambición y el poder eran más grandes, que cualquier otra cosa.—Sé perfectamente. No hace falta que siempre me estés recordando que ese hijo de puta se quedó con lo que le pertenecía a mi familia —mascullo c
ANYANo tuve otra opción que regresar a mi habitación frustrada, pero aterrada, solo de pensar que ese maldito vuelva a poner sus manos sobre mí, me hacía temblar de pies a cabeza, y no de una manera agradable.Cerré la puerta de golpe y fui al baño, a darme una ducha y enjuagar mi boca, para quitar todo rastro de su asqueroso aroma. Una vez que termine de ducharme, vestí y me fui directo a mi cama.No quería saber nada de nada, solo meterme debajo de las mantas y cerrar los ojos, no abrirlos hasta que está pesadilla haya pasado, pero sabía que eso era imposible. Debía obedecer su orden, si no quería que me fuera peor.Suspiré derrotada y abrí el pequeño cajón de mi mesita de noche y saque mi celular; necesitaba hablar con alguien aunque no me desahogará, y la única persona correcta era mi prima. Narkissa siempre ha estado para mí, en los momentos trágicos y no tan trágicos.Seleccionó el contacto y automáticamente la llamada procede, no tarda ni tres segundos cuando ya tengo a Kissa
LUCA— Su organización está aliada a la élite oscura, ¿estás seguro de que quieres trabajar para él?— Lo sé, y no tengo otra opción. Tengo que hacer este trabajo para ganarme su confianza.— ¿Y la mejor opción es asaltar los territorios del Diablo?— Da igual, es otra escoria más para este mundo. De todos modos me acabo de enterar por Serguéi, que el Diablo está muerto.Nunca lo odié ni nada, de hecho ni lo hice en el mundo, y de todas maneras ya estaba muerto. No tuve la desdichada de conocerle en persona, con todo lo que supe sobre él, tenía suficiente.El Diablo fue muy bueno en lo suyo, por ello le decían el peor demonio de Europa. Tenía entendido que fue muy leal con los suyos, aunque siempre jodió las tradiciones y se hizo de sus propias reglas, formando así su organización y un gran liderazgo. Y apegado siempre a sus únicos y fieles colegas, a los que llamó su familia.Tenía entendido que el Diablo nunca cumplía con el reglamento de las familias italianas, las cuales se acostu
ANYANo sé por qué no me aparte en el instante que se acercó y me abrazo, me deje llevar, sentí un alivio como si eso me hubiese hecho mucha falta.Luego de unos minutos, cuando caigo en cuenta de lo que estaba haciendo o más bien de lo que estábamos haciendo los dos, me retiro bruscamente de él.Ni siquiera lo conozco.Limpio mis mejillas y mis ojos para no dejar ningún rastro de mis lágrimas en mi cara. No dirijo mi mirada a él, es mejor.―Todo está bien ―trato de sonar segura en mis palabras y que no se me escuche la voz rota por el llanto de hace un momento ―Llévame de vuelta a casa ―le ordeno firmemente, me encamino a la salida de la clínica sin esperar una respuesta suya.El camino, devuelta a casa, se vuelve diferente al anterior, una atmósfera cargada de incomodidad. No debí haberme lanzado a sus brazos y llorar como una niña. ¿Qué pensará de mí?, ¿de cuándo acá me importa lo que piense el personal de mi persona?Retiro mis pensamientos y me concentro en el camino de lado de m
AVISO: ESTE CAPÍTULO ES ALGO FUERTE, LO DEJO A ELECCIÓN DE USTEDES SI QUIEREN LEERLO. *** ANYA ― ¿Cuánto tiempo más se supone que tardaras en ese baño? ―resuena fuerte la voz de Serguéi, del otro lado de la puerta ―No me hagas derribar la puerta, Anya ―pronuncia mi nombre en amenaza. ―Solo dame unos segundos más ―me atrevo a pedir, me las arreglé para no sonar aterrada. Me estoy muriendo de miedo por dentro. Quiero salir de aquí y correr lejos de esta cárcel infernal, estoy a punto de hacer o más bien de dejar que haga conmigo lo que quiera. Sé que no era la primera vez que Serguéi se aprovechara de mí, sin embargo, eso no borra el temor que siento siempre que estoy con él. Y ahora es distinto, ahora que él quiere un heredero y que está dispuesto a conseguirlo de cualquier forma que sea, el pánico incrementa. Respiro hondo, luego de refrescarme la cara con un poco de agua tibia. Abro los ojos y me veo en el espejo que está enfrente de mí. ¿Qué paso con la Anya de antes, esa que s
ANYA ―No, Kissa, no la tomaré, no debo de hacerlo ―digo, evitando caer en eso. Si Serguéi se entera me mata. ― ¿Entonces dejarás que ese maldito se salga con la suya? ―exclamo molesta ― ¿Estás dispuesta en cargar en tu vientre un hijo del hombre que más odias en el mundo? ―No lo digas de esa manera, se escucha como si el niño tuviera la culpa. ― ¿Cuál niño? Ni siquiera estás embarazada, aun, y esperemos que por tu bienestar nunca salgas. ―No puedo ir en contra de sus órdenes, Kissa, debo obedecerle, si no terminare sepultada o peor aún, lanzada en cualquier parte, ya fallecida. ¿Eso quieres para mí? Estira su mano por encima de la mesa redonda donde estamos sentadas tomando un té, en una cafetería. Toma mi mano y la aprieta con un gesto tierno. ―Te quiero mucho, y lo sabes, por eso solamente quiero ayudarte ―me da una pequeña sonrisa, yo trato de responderle ese gesto, pero estoy tan vacía, tan apagada que ya ni siquiera puedo hacer una ligera mueca. ―Lo sé, y esta es una forma