Capítulo 30

Alan estaba sentado frente a mí, con los brazos cruzados y el ceño fruncido, claramente molesto.

—¿Por qué diablos le diste nuestra ubicación exacta a ese jodido italiano? —me espetó, rompiendo el silencio que había entre nosotros. Su tono era cortante, casi acusador.

Lo miré fijamente, manteniendo la calma que sabía que él no tenía en este momento.

—Porque era la única forma de que viniera —respondí, con un tono más frío del que pretendía. —Además, es él quien nos sacará de este lugar, ¿lo has olvidado?

Alan negó con la cabeza, su frustración evidente.

—Si recuerdo el maldito plan. Pero, ¿y si nos traiciona? ¿Y si le dice a la Bratva dónde estamos? No es como si pudiéramos confiar ciegamente en este hombre.

Suspiré, inclinándome hacia delante.

—Eso no va a pasar, Alan —dije, firme pero tranquilo. —Recuerda que la Bratva también quiere a Dante muerto. Si llegan a dar con nosotros, no solo acabarán con nosotros, sino también con él. Rizzo no correría el riesgo de perder a su líder. E
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