El interior del avión era austero, era diseñado para llevar solo carga, no pasajeros, así que no tenía nada de lujoso. No me costó nada acomodarme en el, estaba acostumbrado a este tipo de espacios. Nos ubicamos en la parte trasera, con Dante aún cubierto por la lona; su cuerpo se mantenía inerte.Alan se dejó caer en el suelo justo a lado mío, soltando un suspiro pesado. Pasó una mano por su rostro, limpiando las huellas del sudor acumulado durante la frenética salida.—¿Y ahora qué? —preguntó, su tono agotado pero teñido de curiosidad.Miré por la pequeña ventana, observando cómo el desierto se alejaba poco a poco, transformándose en un horizonte amplio y vacío. Era la primera vez en horas que podía respirar sin sentir el peso constante del peligro, pero sabía que eso no iba a durar mucho tiempo.—Ahora seguimos el plan que ambos acordamos —respondí, con una calma que no sentía realmente—. Llegaremos a Oymyakon. Desde allí, podremos reagruparnos y decidir qué hacer. Vang tiene conta
Llegamos a Oymyakon. Vang nos había llevado a un campamento apartado, un lugar donde solo estaba su equipo. Hasta ahora, este era el sitio más seguro al que podíamos aspirar. Estábamos muy lejos de cualquier base militar rusa, lo que significaba que ningún soldado podría encontrarnos fácilmente ni alertar a la Bratva de la presencia de intrusos que, sin duda, serían considerados una amenaza para ellos.Sabía que Serguéi estaba pisándome los talones. No hacía falta que me lo dijeran; desde el momento en que sacamos el cuerpo de Dante de aquel lugar, todo comenzó a irse a la mierda. Cada paso que dábamos parecía empujarnos más cerca del borde del abismo.¿Y todo esto para qué? Esa pregunta seguía rondándome la cabeza, una respuesta que aún no tenía. Solo esperaba que el plan que Alan había propuesto funcionara como él aseguraba. De lo contrario, ambos terminaríamos enterrados bajo esta tierra helada y cubierta de nieve, sin dejar rastro.Ahora lo siguiente era contactar a la gente de Da
Alan estaba sentado frente a mí, con los brazos cruzados y el ceño fruncido, claramente molesto.—¿Por qué diablos le diste nuestra ubicación exacta a ese jodido italiano? —me espetó, rompiendo el silencio que había entre nosotros. Su tono era cortante, casi acusador.Lo miré fijamente, manteniendo la calma que sabía que él no tenía en este momento.—Porque era la única forma de que viniera —respondí, con un tono más frío del que pretendía. —Además, es él quien nos sacará de este lugar, ¿lo has olvidado?Alan negó con la cabeza, su frustración evidente.—Si recuerdo el maldito plan. Pero, ¿y si nos traiciona? ¿Y si le dice a la Bratva dónde estamos? No es como si pudiéramos confiar ciegamente en este hombre. Suspiré, inclinándome hacia delante.—Eso no va a pasar, Alan —dije, firme pero tranquilo. —Recuerda que la Bratva también quiere a Dante muerto. Si llegan a dar con nosotros, no solo acabarán con nosotros, sino también con él. Rizzo no correría el riesgo de perder a su líder. E
LUCAEl viento helado de Oymyakon rugía con más fuerza cuando salimos de la tienda. La nieve bajo mis botas crujía con cada paso que daba, mientras Iván caminaba a mi lado, en completo silencio. Enzo y Leo iban unos pasos detrás de nosotros, con sus rostros pétreos y miradas calculadoras. Alan nos seguía de cerca, su mandíbula tensa y la desconfianza ardiendo en sus ojos. Sabía que no le gustaba la idea de que nos pusiéramos en manos de la mafia italiana, pero en este punto no había otra opción.El helicóptero seguía en el mismo punto donde aterrizó, con el rotor aún girando lentamente. Los hombres de Vang se mantenían a la distancia, observándonos con atención, listos para actuar si algo se salía de control. A pesar del trato que habíamos hecho, ninguno de nosotros confiaba completamente en el otro.Iván se detuvo junto al helicóptero y giró para mirarme.—No podemos quedarnos aquí más tiempo, tenemos que movernos rápido —dijo con su voz ronca—. No quiero correr riesgos innecesarios
LUCANos subimos a la camioneta sin más palabras. Iván se sentó en el asiento del copiloto, mientras Leo conducía. Enzo se quedó con Alan y conmigo en la parte trasera, vigilándonos de cerca.El camino fue largo y silencioso. A través de la ventanilla, el bosque pasaba como una mancha oscura e interminable, interrumpida solo por los faros de otros vehículos en la distancia.Finalmente, tras lo que parecieron horas, llegamos a una cabaña en medio del bosque. No era grande, pero estaba bien resguardada y rodeada de árboles altos que bloqueaban la vista desde el aire.Leo estacionó el auto y Enzo abrió la puerta para que bajáramos.—Aquí se quedarán hasta que tengamos todo listo para Italia —anunció Enzo, señalando la entrada—. No salgan, no llamen la atención y no intenten nada estúpido.Alan soltó un bufido, pero entramos sin rechistar.La cabaña estaba bien acondicionada. Había calefacción, una sala con sofás de cuero oscuros y una mesa con comida servida. Pero lo que más me llamó la
Bienvenidos a esta historia de deseo y amor prohibido.Deseo Prohibido es el primer libro de la saga "Dominio Ruso" podría decir que es una historia independiente y no es necesario leerla o leerla en orden con la trilogía "Infierno" sin embargo, para entender algunas cosas si lo es. Y es necesario leerla toda hasta el final porque algunas cosas saldrán en la saga "Legado De Sangre" más en el segundo.Recuerden que el contenido que escribo es ficticio, solo inventado por mí, algunas son sacadas de mi imaginación y unas que otras investigadas, pero nada de lo escrito aquí es real. La historia tiene contenido adulto y lenguaje ofensivo, también algunas escenas fuertes.***ANYAHabía cumplido dieciocho años cuando mis padres me vendieron a un hombre mayor, obligándome a casarme con él y ser su mujer.Para mí la vida terminó desde ese día, ya nada sería igual. Desde que pusieron a ese hombre en mi vida comencé a conocer el verdadero infierno, y no es que no lo hubiese conocido antes, pe
ANYA5 años antes.—¡Anya!—grita Narkissa, al entrar a mi dormitorio, me di cuenta de que estaba molesta —¡¿Cómo demonios es que dejaste que te vendieran con ese monstruo?!Nadie comprendía que era algo que yo no podía evitar, tenía que aceptarlo y ya. Jamás me dieron la opción de elegir y la verdad no sé si la quería o no. Salirme de este encierro y entrar a otra cárcel venía siendo lo mismo, solo que con un hombre a lado mío, uno que es un desconocido para mí. —Sabes que no tengo voz ni voto en esto —digo en un tono triste y pesado. Estaba haciendo mi último equipaje, la mala noticia ya me la habían dado y solo me quedaba hacer esto, para marcharme para siempre de esta jaula de oro y entrar a otra.—En que siglo creen que vivíamos. Mis tíos no pueden hacerte esto, me rehusó a que te vayas con ese monstruo. —Para ellos así será, ellos son los quedan las órdenes. Narkissa se acerca y me arrebata las prendas de ropa que tenía entre mis manos. —¡Por Dios no seas estúpida! -me quede
ANYA.Actualidad.A mis veintitrés años ya tenía la vida acabada, de hecho desde antes. Desde que mi padre me vendió al despiadado ruso Sergei Vasiliev, mi vida se había terminado.Ser su esposa era un infierno, uno que no le desearía a nadie. Por culpa de él es que había dejado de ser la Anya dulce y feliz del pasado, ahora no había nada, solo un vacío enorme y frío.Sergei Vasiliev, me había arrebatado mi vida y mi inocencia, pero lo peor de todo fue porque mi familia me entrego al mejor postor como si fuera un objeto.Quisiera odiarlos, pero no podía, con el único que lo hacía era con ese maldito abusador que se decía ser mi esposo. No justificaré lo que mis padres me hicieron, eso nunca, ¿por qué quién en su sano juicio vende a su hija? Absolutamente, nadie que la amaría, y ahí es cuando me di cuenta de que ellos amaban más sus propiedades, su reputación y hasta sus vidas, que la mía. Eso sí dolía y hasta me rompía por completo, aunque el maltrato de ese hombre también dolía, lo