LUCA
—¿Qué es lo que quiere Sergei de ti? ¿Para qué te ha llamado? —interroga Nikolay.
—No lo sé. Yo también lo quiero averiguar.
—Ten mucho cuidado, Luca. Sabes que él no es de fiar.
—Oh, no sabía que te importara —bromeo, él me fulmina con la mirada mientras se me escapaba una carcajada — Y dime tú, ¿aquí quién es de fiar? —agregué sin importancia.
—Luca, sabes a lo que me refiero.
Claro que lo sabía, yo más que nadie sabía el significado de la traición, la deslealtad de los que se dicen ser tu familia porque llevas su apellido. Pero, aun así, quería hacerlo, para llegar hasta él, al tío que le arrebato el imperio a su propio hermano, para hacerse más poderoso y gobernar en gran parte de rusia y así dejar su suciedad con ese poder.
Aquí los lazos de sangre no servían de nada, la ambición y el poder eran más grandes, que cualquier otra cosa.
—Sé perfectamente. No hace falta que siempre me estés recordando que ese hijo de puta se quedó con lo que le pertenecía a mi familia —mascullo con frustración —No es algo que no lleve en mi cabeza todo el tiempo, todos los días desde aquel día que los mataron. Con solo la idea de pensar que él tuviera que ver con sus muertes, con solo eso… me está consumiendo lentamente —doy un puño en la mesa que estaba frente a mí.
Haberme unido a Nikolay creo que fue el error más grande que había hecho. Desde el principio debí aceptar la oferta de Sergei, pero mi odio y mi duelo eran inmensos, tanto que no me dejaron aceptarlo y solo lo odie.
No tenía pruebas de que él había sido el asesino de mi padre y hermano, lo que si estaba seguro era que él se había quedado con el territorio Vasiliev, aunque una parte le correspondía a él, la otra le tocaba a papá y a su legado.
—Debes ser astuto y actuar con inteligencia. Si quieres recuperar lo tuyo, y quieres vengar sus muertes. Pero tú mismo te estás metiendo a la cueva del lobo.
—El mejor dicho es "si no puedes con tus enemigos únete a ellos" —extiendo los brazos, mientras sonrió divertido —Y eso es lo que haré, me uniré a Sergei Vasiliev, sin que se dé cuenta lo destruiré con mis propias manos.
—Solamente vete con cuidado. Piensa en que todavía tienes a alguien que te necesita. Siempre piensa en ella, aunque en estos momentos no sea consciente de todo lo que suceda a su alrededor —dice con un pesar que sé que le duele demasiado, como me duele a mí o mucho más que a él.
Sé que es duro para él ver a su hermana en ese estado, ver que ya no es la misma mujer de antes, que el dolor y la pérdida, la transformaron en lo que es ahora, en alguien que ni dejo una mínima pizca de lo que había sido en el pasado. Nina Nóvikov quedo inmersa en unos oscuros pensamientos, de los que no pudo salir desde ese día que ellos se fueron.
Por ella y por ellos es que debo hacer esto. Debo vengan su muerte y su sufrimiento. Sé que esto no los traerá de vuelta y que ella tal vez ya no será la misma. Sin embargo, lo tengo que hacer, porque es algo que les prometí, más a ella. Por la única mujer que ha sido parte de mi vida y que siempre amaré.
*****
Entrar a este lugar era como había dicho Nikolay, la cueva del lobo. Ya estaba aquí y no me podía echar para atrás.
Durante años me preparé para esto, después de haber rechazado su propuesta para unirme a su organización, no dejo de buscarme e insistir hasta que se cansó o eso creí por un tiempo hasta que volvió a buscarme para decirme que necesitaba de mis servicios para un nuevo trabajito.
Mi rango en la Bratva era un Boyevik que significa "guerrero" un Boyevik está encargado de una brigada, un grupo de soldados que deben servir a la Bratva. Mi papel primordial es reclutar, entrenarlos, prepararlos para que rindan adecuadamente y al finalizar enviarlos a sus tareas. No es por nada, pero mi equipo es el principal en fuerza de ataque, un mérito que me ha costado sangre y sudor estos ocho largos años.
Poco antes de que padre y Yerik murieran, mi rango como soldado ascendió al de un Boyevik, mi desempeño se notó con el entrenamiento duro que me sometí día con día. Quería ser el mejor y demostrárselo a mi padre y hermano.
Aunque fuera hijo de una cabecilla de la Bratva mi destino fue comenzar desde cero. Pero al ser el segundo al mando de la familia me correspondía ser un Sottocapo, como lo llaman los malditos italianos. Un Sottocapo, es la mano derecha del que gobierna, como quien dice su sucesor si llegara a faltar. Y Yerik recientemente había tomado el mando unos pocos meses antes de que lo asesinaran.
En ese tiempo yo rechacé mi puesto por ideas mías de no querer vivir en las sombras de mi hermano. Porque así había sido desde que tenía uso de razón.
—Llegamos, señor —avisa uno de mis hombres.
El helicóptero descendió en la pista de vuelo en los territorios Vasiliev. Regresar a este sitio solo me traía recuerdos, una mezcla de sentimientos buenos y no tan gratos, y eso es lo que ahora me hace despreciar este lugar.
Un Cadillac negra con vidrios polarizados y blindado esperaba a unos cuantos metros de distancia desde donde había aterrizado el helicóptero. Una vez abajo, veo venir a uno de los guaruras más allegados a Sergei. Baran, recuerdo que ese era su nombre, el maldito asesino sádico, su perro fiel.
Me saluda con un asentimiento de cabeza, que más bien era un "sígueme"
No recibo órdenes de nadie, y menos de un puto perro faldero. Pero como supuestamente había venido con las manos abajo y en son de paz, no debía armar un caos. No por este momento.
Subimos al vehículo, luego lo ponen en marcha para llegar pronto a nuestro destino, la mansión Vasiliev.
Al llegar, bajo seguido de los hombres de Sergei, solo Baran es el que me dirige hasta el interior de la mansión. Este lugar no ha cambiado en nada, aunque lo remodelaron por fuera y por dentro, sigue teniendo ese algo que le pertenecía a mi familia.
—Te está esperando, ya conoces el camino —me señala Baran; el corredizo que lleva al despacho de Sergei, que en algún momento fue de mi padre.
Después de asentir camino directo hasta esa puerta. Entrar allí me iba a remover muchos recuerdos, como la imagen de mi viejo sentado en donde había sido su lugar antes de morir.
La puerta se abre completamente con brusquedad, a unos pasos de llegar. Salgo de mis pensamientos cuando una mujer pasa por mi lado y golpea accidentalmente su hombro con mi brazo. Por un instante me detengo mientras la miro.
—¡Qué no tienes ojos o qué! Fíjate por dónde vas m*****a sea —dice en un tono furioso pero sin dirigir sus ojos a mi rostro.
Por unos segundos se detiene para refunfuñar aprovecho para ver su rostro. Y descubro su belleza dejándome embrujado. Su piel es blanca como la porcelana y su melena azabache larga ondulada. Es la perfección hecha en mujer, lo que cualquier hombre desearía tener en su cama.
Pero ella en ningún momento colocó sus ojos en mí, ni siquiera por un segundo para saber a quién le echo la culpa de su descuido. Me había perdido en sus labios rosados hasta que note humedad sus mejillas. ¿Estaba llorando?
No lo pude comprobar porque siguió su camino y desapareció al girar por el pasillo, la seguí con mis ojos cosa que quise hacerlo también con mis pies para descubrir porque lloraba.
Al dar el primer paso para seguirla, una voz me hizo quedarme rígido nuevamente, pero esta vez de otra manera. En una rigidez fría que tuve que ir haciendo a un lado, sin embargo, no quería que se dieran cuenta de la verdad por mi regreso.

ANYANo tuve otra opción que regresar a mi habitación frustrada, pero aterrada, solo de pensar que ese maldito vuelva a poner sus manos sobre mí, me hacía temblar de pies a cabeza, y no de una manera agradable.Cerré la puerta de golpe y fui al baño, a darme una ducha y enjuagar mi boca, para quitar todo rastro de su asqueroso aroma. Una vez que termine de ducharme, vestí y me fui directo a mi cama.No quería saber nada de nada, solo meterme debajo de las mantas y cerrar los ojos, no abrirlos hasta que está pesadilla haya pasado, pero sabía que eso era imposible. Debía obedecer su orden, si no quería que me fuera peor.Suspiré derrotada y abrí el pequeño cajón de mi mesita de noche y saque mi celular; necesitaba hablar con alguien aunque no me desahogará, y la única persona correcta era mi prima. Narkissa siempre ha estado para mí, en los momentos trágicos y no tan trágicos.Seleccionó el contacto y automáticamente la llamada procede, no tarda ni tres segundos cuando ya tengo a Kissa
LUCA— Su organización está aliada a la élite oscura, ¿estás seguro de que quieres trabajar para él?— Lo sé, y no tengo otra opción. Tengo que hacer este trabajo para ganarme su confianza.— ¿Y la mejor opción es asaltar los territorios del Diablo?— Da igual, es otra escoria más para este mundo. De todos modos me acabo de enterar por Serguéi, que el Diablo está muerto.Nunca lo odié ni nada, de hecho ni lo hice en el mundo, y de todas maneras ya estaba muerto. No tuve la desdichada de conocerle en persona, con todo lo que supe sobre él, tenía suficiente.El Diablo fue muy bueno en lo suyo, por ello le decían el peor demonio de Europa. Tenía entendido que fue muy leal con los suyos, aunque siempre jodió las tradiciones y se hizo de sus propias reglas, formando así su organización y un gran liderazgo. Y apegado siempre a sus únicos y fieles colegas, a los que llamó su familia.Tenía entendido que el Diablo nunca cumplía con el reglamento de las familias italianas, las cuales se acostu
ANYANo sé por qué no me aparte en el instante que se acercó y me abrazo, me deje llevar, sentí un alivio como si eso me hubiese hecho mucha falta.Luego de unos minutos, cuando caigo en cuenta de lo que estaba haciendo o más bien de lo que estábamos haciendo los dos, me retiro bruscamente de él.Ni siquiera lo conozco.Limpio mis mejillas y mis ojos para no dejar ningún rastro de mis lágrimas en mi cara. No dirijo mi mirada a él, es mejor.―Todo está bien ―trato de sonar segura en mis palabras y que no se me escuche la voz rota por el llanto de hace un momento ―Llévame de vuelta a casa ―le ordeno firmemente, me encamino a la salida de la clínica sin esperar una respuesta suya.El camino, devuelta a casa, se vuelve diferente al anterior, una atmósfera cargada de incomodidad. No debí haberme lanzado a sus brazos y llorar como una niña. ¿Qué pensará de mí?, ¿de cuándo acá me importa lo que piense el personal de mi persona?Retiro mis pensamientos y me concentro en el camino de lado de m
AVISO: ESTE CAPÍTULO ES ALGO FUERTE, LO DEJO A ELECCIÓN DE USTEDES SI QUIEREN LEERLO. *** ANYA ― ¿Cuánto tiempo más se supone que tardaras en ese baño? ―resuena fuerte la voz de Serguéi, del otro lado de la puerta ―No me hagas derribar la puerta, Anya ―pronuncia mi nombre en amenaza. ―Solo dame unos segundos más ―me atrevo a pedir, me las arreglé para no sonar aterrada. Me estoy muriendo de miedo por dentro. Quiero salir de aquí y correr lejos de esta cárcel infernal, estoy a punto de hacer o más bien de dejar que haga conmigo lo que quiera. Sé que no era la primera vez que Serguéi se aprovechara de mí, sin embargo, eso no borra el temor que siento siempre que estoy con él. Y ahora es distinto, ahora que él quiere un heredero y que está dispuesto a conseguirlo de cualquier forma que sea, el pánico incrementa. Respiro hondo, luego de refrescarme la cara con un poco de agua tibia. Abro los ojos y me veo en el espejo que está enfrente de mí. ¿Qué paso con la Anya de antes, esa que s
ANYA ―No, Kissa, no la tomaré, no debo de hacerlo ―digo, evitando caer en eso. Si Serguéi se entera me mata. ― ¿Entonces dejarás que ese maldito se salga con la suya? ―exclamo molesta ― ¿Estás dispuesta en cargar en tu vientre un hijo del hombre que más odias en el mundo? ―No lo digas de esa manera, se escucha como si el niño tuviera la culpa. ― ¿Cuál niño? Ni siquiera estás embarazada, aun, y esperemos que por tu bienestar nunca salgas. ―No puedo ir en contra de sus órdenes, Kissa, debo obedecerle, si no terminare sepultada o peor aún, lanzada en cualquier parte, ya fallecida. ¿Eso quieres para mí? Estira su mano por encima de la mesa redonda donde estamos sentadas tomando un té, en una cafetería. Toma mi mano y la aprieta con un gesto tierno. ―Te quiero mucho, y lo sabes, por eso solamente quiero ayudarte ―me da una pequeña sonrisa, yo trato de responderle ese gesto, pero estoy tan vacía, tan apagada que ya ni siquiera puedo hacer una ligera mueca. ―Lo sé, y esta es una forma
LUCATan delicada y tan hermosa, puedo ver como esos ojos bellos albergan tanto dolor. ¿Qué demonios le han hecho a esta hermosa flor?—¿Estás bien? —pregunto, sin apartar mis ojos y mis manos de ella. Aún la tenía entre mis brazos.Ella solamente me observa, quisiera saber que es lo que piensa para averiguar que tanto la han dañado.Si pudiera protegerla…—Sí… —tartamudea, y trata de apartarse de mí después de haberse enderezado —Sí, disculpa —se repone.Me veo obligado a quitarle las manos de encima, pues ella misma puso distancia entre nosotros.—Lo siento. No quise seguirte, es solo que…¿Por qué demonios me disculpo?—Como le dije no es de su incumbencia, si me disculpa. —Vuelve su modo de mujer recta y seria.Se gira y se va sin decir algo más. Puedo entender por qué es así, el tener un marido cómo Serguéi es entendible porque usa una máscara sin emociones, pude verlo claramente en esa mirada, cómo si cargará mucho sufrimiento.¿Pero por qué demonios me han dado las ganas de cuid
LUCASeguía afectando por lo ocurrido en la clínica, mi madre atrapada en esa jodida enfermedad, sus demonios no la dejan razón.Odio verla en ese sitio, pero más odio verla perdida en la locura.Suspiro y me tomó un tiempo más en el auto antes de bajar y entrar en la mansión que antes fue mi hogar.Enfoco mi vista al frente, en eso veo pasar una silueta femenina que va a toda prisa hacia la parte trasera de la vivienda.Entre cierro los ojos para alcanzar a ver de quién se trata. La mujer camina precavidamente mientras se acerca a la cochera, observa para todos lados, cómo si se estuviera cuidando de algo o de alguien, claramente se ve después cuando abre la puerta y se introduce en el interior.Bajo lentamente del auto, no quiero hacer ningún ruido, aunque es muy poco probable que escuché lo que está pasando aquí hasta aquella distancia, ya que mi auto está algo retirado de la cochera.Me acercó con pasos silenciosos, la puerta de la cochera está medio abierta. Me inclino lo suficie
LUCAEs sumamente incómodo verla y no tomarla aquí mismo. Si quiero conseguir por lo que he venido, debo controlarme. Debo ser firme y aplacar mi jodido pene, que últimamente ha estado muy duro, siempre que la tengo cerca o incluso con solo mirarla, como ahora.Ahora se encuentra probándose vestidos y mirándose en un espejo de cuerpo completo, se ve jodidamente fabulosa. No he quitado mi vista de ella, mientras entra y sale de ese de los cubículos para cambiarse, yo la miro desde mi asiento.Llevamos más de una hora recorriendo tiendas de ropa, buscando un vestido, todos los que se ha puesto le han quedado de maravilla, no sé por qué no ha elegido uno.―Ese es el perfecto para ti, ―dije en voz alta, pero que solo ella podía escuchar.Era un vestido color azul zafiro, con una abertura en la espalda y en pierna.Salto en cuanto pronuncie esa palabra.― ¡Santo Dios! ―jadeó y se tocó el pecho con una mano, después de girarse. Me echo una mirada fulmínate. ― ¿Qué demonios haces aquí? Más b