ESTA HISTORIA TIENE MUCHO CONTENIDO FUERTE, HABRÁ PARTES EXPLÍCITAS Y PALABRAS DE TONO ALTO, SE CONSIDERA QUE EL ELECTOR SEA DE MENTE MADURA Y ABIERTA. NO ES APTA PARA MENORES.
ANYA ―No, Kissa, no la tomaré, no debo de hacerlo ―digo, evitando caer en eso. Si Serguéi se entera me mata. ― ¿Entonces dejarás que ese maldito se salga con la suya? ―exclamo molesta ― ¿Estás dispuesta en cargar en tu vientre un hijo del hombre que más odias en el mundo? ―No lo digas de esa manera, se escucha como si el niño tuviera la culpa. ― ¿Cuál niño? Ni siquiera estás embarazada, aun, y esperemos que por tu bienestar nunca salgas. ―No puedo ir en contra de sus órdenes, Kissa, debo obedecerle, si no terminare sepultada o peor aún, lanzada en cualquier parte, ya fallecida. ¿Eso quieres para mí? Estira su mano por encima de la mesa redonda donde estamos sentadas tomando un té, en una cafetería. Toma mi mano y la aprieta con un gesto tierno. ―Te quiero mucho, y lo sabes, por eso solamente quiero ayudarte ―me da una pequeña sonrisa, yo trato de responderle ese gesto, pero estoy tan vacía, tan apagada que ya ni siquiera puedo hacer una ligera mueca. ―Lo sé, y esta es una forma
LUCATan delicada y tan hermosa, puedo ver como esos ojos bellos albergan tanto dolor. ¿Qué demonios le han hecho a esta hermosa flor?—¿Estás bien? —pregunto, sin apartar mis ojos y mis manos de ella. Aún la tenía entre mis brazos.Ella solamente me observa, quisiera saber que es lo que piensa para averiguar que tanto la han dañado.Si pudiera protegerla…—Sí… —tartamudea, y trata de apartarse de mí después de haberse enderezado —Sí, disculpa —se repone.Me veo obligado a quitarle las manos de encima, pues ella misma puso distancia entre nosotros.—Lo siento. No quise seguirte, es solo que…¿Por qué demonios me disculpo?—Como le dije no es de su incumbencia, si me disculpa. —Vuelve su modo de mujer recta y seria.Se gira y se va sin decir algo más. Puedo entender por qué es así, el tener un marido cómo Serguéi es entendible porque usa una máscara sin emociones, pude verlo claramente en esa mirada, cómo si cargará mucho sufrimiento.¿Pero por qué demonios me han dado las ganas de cuid
LUCASeguía afectando por lo ocurrido en la clínica, mi madre atrapada en esa jodida enfermedad, sus demonios no la dejan razón.Odio verla en ese sitio, pero más odio verla perdida en la locura.Suspiro y me tomó un tiempo más en el auto antes de bajar y entrar en la mansión que antes fue mi hogar.Enfoco mi vista al frente, en eso veo pasar una silueta femenina que va a toda prisa hacia la parte trasera de la vivienda.Entre cierro los ojos para alcanzar a ver de quién se trata. La mujer camina precavidamente mientras se acerca a la cochera, observa para todos lados, cómo si se estuviera cuidando de algo o de alguien, claramente se ve después cuando abre la puerta y se introduce en el interior.Bajo lentamente del auto, no quiero hacer ningún ruido, aunque es muy poco probable que escuché lo que está pasando aquí hasta aquella distancia, ya que mi auto está algo retirado de la cochera.Me acercó con pasos silenciosos, la puerta de la cochera está medio abierta. Me inclino lo suficie
LUCAEs sumamente incómodo verla y no tomarla aquí mismo. Si quiero conseguir por lo que he venido, debo controlarme. Debo ser firme y aplacar mi jodido pene, que últimamente ha estado muy duro, siempre que la tengo cerca o incluso con solo mirarla, como ahora.Ahora se encuentra probándose vestidos y mirándose en un espejo de cuerpo completo, se ve jodidamente fabulosa. No he quitado mi vista de ella, mientras entra y sale de ese de los cubículos para cambiarse, yo la miro desde mi asiento.Llevamos más de una hora recorriendo tiendas de ropa, buscando un vestido, todos los que se ha puesto le han quedado de maravilla, no sé por qué no ha elegido uno.―Ese es el perfecto para ti, ―dije en voz alta, pero que solo ella podía escuchar.Era un vestido color azul zafiro, con una abertura en la espalda y en pierna.Salto en cuanto pronuncie esa palabra.― ¡Santo Dios! ―jadeó y se tocó el pecho con una mano, después de girarse. Me echo una mirada fulmínate. ― ¿Qué demonios haces aquí? Más b
ANYA Mi cuerpo se destensó un poco cuando se disipó el miedo, pero mi corazón latía con furia, aunque ahora por un motivo distinto. Camine hasta el centro del salón donde varios invitados estaban bailando, con Luca por detrás de mí. Era incómodo que siguiera mis pisadas, ya que no podía aplacar mis nervios. A Luca no parecía molestarle nada, ni siquiera se preocupó por una reacción negativa de Serguéi, si ese le hubiese dicho que no podía acercarse a mí, sin embargo, para Serguéi, eso era lo de menos. Era su esposa de apariencia y solo eso. Por un lado, estaba tranquila de que me haya dejado ir; sin embargo, por el otro no podía verle hago bueno, y no es que no me guste estar cerca de su sobrino, al contrario. Luca es todo lo agradable que quiero tener a mi lado, pero también es todo lo que no debo tener. Cuando me detuve, caminó hacia mí, decidido y seguro de sí mismo, con la intención de recordarme porque acepté este baile con él. Soy buena bailando, aunque llevo tiempo sin hacer
ANYA Trate de mantenerme a flote mientras me ahogaba en él. Su lengua deslizándose contra la mía, sus dedos en mi cuello, su cuerpo fuerte y caliente me enjaulaba contra la puerta. Sabía que esto no estaba bien, pero no me importaba, porque se sentía grandioso. Sea como fuera, me sentía en la cima mientras estaba entre sus brazos. ¿Pero por qué estaba asustada? Había una conexión inexplicable entre Luca y yo. Tal vez era por eso, tenía miedo a sentir y no solo eso, sino a que Serguéi se enterara e hiciera algo contra mí o contra su sobrino. «Yo no tengo permitiendo sentir deseo o incluso enamorarme de otro hombre.» Mis dedos lo alcanzaron, inquietos y desesperados por más contacto entre nosotros. ―Luca… ―murmulle su nombre entre nuestras bocas. Su camisa oscura se ciñe a su torso y brazos, suele llevar los tres primeros botones de arriba desabotonados, así que me da facilidad para llegar pronto a sus musculosos bíceps. Es firme y muy caliente. Con las puntas de mis dedos recorr
LUCANo había querido besarla, ni tocarla así; pero su cuerpo me llamaba, esos labios carnosos y bien marcados, son una tentación y se me ha hecho difícil controlarme.Debo tener la mente despejada, no puedo estar pensando en ella, en como doblarla en el lavamanos de ese baño y follarla, que grité mi nombre como lo hizo hace momento atrás cuando la hice venirse con mis dedos.Pero hay algo, no sé por qué Anya me permitió tocarla de esa manera. Como dijo, hay algo ahí, algo entre nosotros y si, se siente diferente.No, debo dejar de pensar en ella. Me debo concentrar en solo una cosa, en destruir a Serguéi, se suponía que a eso había venido, no a robarle a su mujer. Aunque esa idea no estaría mal.Hice a un lado esa idea de mi mente y comencé a buscar a Alan, no se miraba por ninguna parte. ¿Dónde demonio se había metido? Lo bueno era, que no habíamos venido solos, me había traído algunos de mis hombres e hice que Serguéi los aceptara como soldados novatos, le hice creer que eran reclu
LUCABogdanov, el rival actual de Alan, presentó a su sobrino Yakov, un tipo de cara hosca y mirada estúpida, un futuro general codicioso y hambriento de poder ansioso por pisar varias cabezas en la mafia. No le perdió nada a su estúpido tío. Estaba agradecido de que mi padre no me dejó en manos de Serguei porque ahora sería el mismo tipo de idiota. A Yakov le gustaba jactarse de los logros de su tío, haciendo creer a todos que era tan bueno como Bogdanov, pero solo era un fanfarrón mimado. ―Este es mi sobrino Luca―, Serguei me presentó como si fuera su gran orgullo, aunque él mismo no lo creía, todo era una fachada, supongo que para no parecer inferior frente a esos hombres. Todos los hombres en la habitación se miraron y luego dirigieron sus miradas al líder de la Bratva. No había necesidad de fingir un interés que no estaba allí; sabían que había aplastado a mi padre, su hermano, para tomar su lugar. Pero nadie dijo nada porque la élite fue quien lo mató, aunque también se sabía