LUCANo había querido besarla, ni tocarla así; pero su cuerpo me llamaba, esos labios carnosos y bien marcados, son una tentación y se me ha hecho difícil controlarme.Debo tener la mente despejada, no puedo estar pensando en ella, en como doblarla en el lavamanos de ese baño y follarla, que grité mi nombre como lo hizo hace momento atrás cuando la hice venirse con mis dedos.Pero hay algo, no sé por qué Anya me permitió tocarla de esa manera. Como dijo, hay algo ahí, algo entre nosotros y si, se siente diferente.No, debo dejar de pensar en ella. Me debo concentrar en solo una cosa, en destruir a Serguéi, se suponía que a eso había venido, no a robarle a su mujer. Aunque esa idea no estaría mal.Hice a un lado esa idea de mi mente y comencé a buscar a Alan, no se miraba por ninguna parte. ¿Dónde demonio se había metido? Lo bueno era, que no habíamos venido solos, me había traído algunos de mis hombres e hice que Serguéi los aceptara como soldados novatos, le hice creer que eran reclu
LUCABogdanov, el rival actual de Alan, presentó a su sobrino Yakov, un tipo de cara hosca y mirada estúpida, un futuro general codicioso y hambriento de poder ansioso por pisar varias cabezas en la mafia. No le perdió nada a su estúpido tío. Estaba agradecido de que mi padre no me dejó en manos de Serguei porque ahora sería el mismo tipo de idiota. A Yakov le gustaba jactarse de los logros de su tío, haciendo creer a todos que era tan bueno como Bogdanov, pero solo era un fanfarrón mimado. ―Este es mi sobrino Luca―, Serguei me presentó como si fuera su gran orgullo, aunque él mismo no lo creía, todo era una fachada, supongo que para no parecer inferior frente a esos hombres. Todos los hombres en la habitación se miraron y luego dirigieron sus miradas al líder de la Bratva. No había necesidad de fingir un interés que no estaba allí; sabían que había aplastado a mi padre, su hermano, para tomar su lugar. Pero nadie dijo nada porque la élite fue quien lo mató, aunque también se sabía
ANYAApoyada con mis rodillas en el suelo y mi cabeza inclinada casi metida debajo de la cama, buscaba un pendiente que se me había extraviado hace días. Le pregunté a la mujer que hace la limpieza en mi habitación y no supo darme respuesta, pues ella no lo había visto por ningún lado. Así que me puse a buscar por mi cuenta.Escuche el sonido de la puerta abriéndose y después cerrándose, supuse que sería ella, viendo a ayudarme a buscar el pendiente, así que, sin salir de mi escondite, le hable.―Aún no lo encuentro, pero puedes ayudarme a buscarlo en el armario, quizás allí se me cayó.No tuve respuesta, sin embargo, me mantuve en la misma posición hasta que sentí unas manos en mi trasero.― ¿Pero, que…? ―jadee asustada y trate de enderezarme, pero ese cuerpo me lo impidió.―Quédate quieta ―siseo, Serguéi. Tiro de mi cabello y con su otra mano rasgo el tirante de mi vestido haciendo que me levantara del suelo. ―Espero que esta vez sí dejes que tome lo que es mío, si no ya sabes qué p
ANYAEn eso, afloje el agarre del mango del cuchillo y este cayó al suelo haciendo un ruido de cuchillas contra el azulejo. Otro ruido en el pasillo se oyó, y después varios pasos acercándose.Luca tiró de mi brazo y me llevo hacia un armario, es algo reducido para el tamaño de su cuerpo. Cerró detrás de él y me acorralo contra la pared.―Shhh ―me hizo un gesto con su dedo índice para que no hiciera el mínimo ruido.De nuevo se escucharon las pisadas, ahora dentro de la cocina. Varias voces de algunos soldados murmuraron, sabe que cosas, algo de buscar en las otras habitaciones cercanas.Luca y yo nos quedamos quietos y en silencio mientras los hombres salían de la cocina. No me di cuenta de la proximidad de nuestros pechos, su cuerpo pegado al mío. Sentí su respiración en mi cabeza, incluso podía escuchar sus latidos.Bajó su cabeza al instante que yo levante la mía, nuestros labios también estaban a casi un roce de tocarse. Sin embargo, no me beso, levantó una de sus manos y comenzó
ANYAMe estremecí de pies a cabeza cuando sentí sus manos, las tenía por todas partes de mi cuerpo y ni siquiera hice el mínimo intento para apartarlas de mi cuerpo.Quería esto, lo había anhelado desde la primera vez que me tocó, y ahora sentía un fuego más abrazado que el anterior, y eso indicaba que nada ni nadie iba a impedir esto que estaba sucediendo.—Luca, no —aun así me atreví a replicar, pero era más un “no pares”.Finalmente, paró todo y se alejó de mí. Creía que tal vez lo hizo por el “no” que use antes, el aire frío de repente entró entre nosotros, lo único que se escuchaba era el sonido de la lluvia que había cesado un poco y nuestras respiraciones profundas.De repente un miedo me invadió. No quería que se alejará, no quería que me abandonará, quería que me siguiera tocando, que me besará y me hiciera suya.De nuevo cerró la distancia entre nosotros. Me rodeó la cintura, esta vez lo hizo con cuidado, parecía querer llevar las cosas lentamente.Con su otra mano, me tomó
ANYABajé las manos en busca del botón y la cremallera de su pantalón para quitárselo, cuando lo encontré, Luca sostuvo mi mano, pero no me retiró de ahí.—Espera —volvió a hablar. —No traigo ningún condón.Recordé, que yo ya no me estaba cuidando como antes, las píldoras me las quito el ginecólogo con el que Serguéi me envió.—Entonces, ¿qué haremos? —me mordí el labio, inquietamente.—Demonios —siseó. —Estoy limpio, pero…Sabía que le preocupaba, un embarazo. Yo era lo que más evitaba, lo que menos quise en mi vida, tener un hijo, pero de Serguéi. ¿Pero uno de Luca? Apenas estábamos comenzando, a lo que fuera que tuviéramos, esto apenas iba iniciando y tener un bebé ahora, no podía ser posible, más bien nunca podría ser.Estaba por levantarme, ahora sabía que era un capó de auto en el que me encontraba recostada. Luca se dio cuenta y con su cuerpo evitó que me bajará.—Al demonio con el jodido condón —pronunció con un tono firme.Tomó de nuevo mi boca y me beso hasta que nuestros la
LUCAEl jet aterrizó en un pequeño aeropuerto ubicado cercas de Marruecos. El sol se encontraba a toda plenitud, y su intensidad hacía que ardiera mi piel como los mil infiernos. Esto era el maldito infierno y yo había llegado a él. Alan se paró a mi lado, ya había bajado también del jet.Habían pasado unos cuantos días desde aquel día que hice mía a la mujer de mi tío. Y ahora me encontraba al otro lado del mundo, buscando el maldito problema que me ordeno Serguéi que resolviera. —Este calor se siente como el infierno —se quejó a mi lado mientras se retiraba las gafas de sol de los ojos para limpiarse el exceso de sudor de la cara. —Demonios, no tengo ni un minuto que salí del aire acondicionado y ya estoy sudando como ebrio panzón.—Deja de quejarte como niña —le dije, pero no en modo de regaño sino de burla. Se me hacía gracioso verlo sufrir y refunfuñar por algo tan simple como el clima.Por supuesto, ambos estamos acostumbrados a temperaturas bajas, en Rusia es así, mayormente h
LUCA—¡El desgraciado de Bruno dijo que me iba a ayudar si le decía dónde estaba su primo! —exclamaba Narkissa, mientras explicaba, luciendo desquiciada. —¡Yo no lo traicioné! ¡Bruno me traicionó a mí!¿Qué ella no sabía que Bruno era enemigo de Dante? Eso hasta la gente que vivía en el desierto lo sabía. La verdad yo no no me tragaba esa.—A mí no me interesa saber qué hiciste para llamar su atención —le dijo Yakov. —Yo estoy aquí para terminar el trabajo que Snake no completó.—¿Qué? —expresó con los ojos muy abiertos. —¿Me estás diciendo que si Dante está vivo, tú lo asesinarás? —Yakov asintió como si le estuvieran hablando de algo simple, como del clima.Alan y yo nos intercambiamos una mirada cargada de incertidumbre mientras observábamos a Narkissa y a Yakov. Había algo más en juego de lo que inicialmente habíamos previsto, y ahora estábamos atrapados en medio de un conflicto del cual no teníamos todos los detalles.—Esto se está complicando más de lo que esperábamos —murmuró Al