Miro de nuevo la prueba de embarazo que tengo en mi mano, el resultado arroja –Positivo- ¿Cómo le diría a Connor que a tan solo tres meses de que nos hemos casado ya estaba embarazada? Connor había comentado que quería que pasara un año para luego planificar… ¿En qué momento ha pasado?
—Tiene que darle felicidad esta noticia—pongo una sonrisa, sabía muy en mi interior que Connor no tenía en nuestros planes un bebé, pero ahora es así. Cierro los ojos buscando dentro de mí algo que me de tranquilidad para poder enfrentarlo, al abrirlos miro el reloj que está en la mesa de noche, Connor no tarda en llegar de la oficina. Agarro aire y luego lentamente lo suelto para poder calmar mis nervios, cosa que no ayuda al ver en mis manos temblorosas la prueba de embarazado gritando –POSITIVO-. Me levanto de la orilla de nuestra cama y entro directo al baño, me lavo la cara y al terminar de secarme, me atrae mi reflejo pálido en el espejo. —Tú puedes.
Bajo las escaleras y me dirijo a la cocina a tomarme un vaso de agua para suavizar mi garganta, en el último escalón me detengo y me congelo al ver de espalda a Connor con el celular pegado a su oído. La respiración se entrecorta y mi mano se va a mi pecho, como si eso fuese a detener la velocidad con la que late mi corazón.
Cuando estoy a punto de darme la vuelta y regresar a la habitación, Connor se volvió hacia mí y su rostro se suaviza al mirarme.
—Revisa la propuesta y dame una respuesta mañana, buenas noches. —cuelga su celular y lo guarda en el interior de su americana, su mirada la pone en mí, me hace un recorrido de pies a cabeza y sonríe ampliamente. —Hola, señora Morgan.
No puedo responder a su saludo, no me muevo, ni siquiera creo poder respirar por unos segundos. Los latidos de mi corazón están a todo volumen dentro de mi cabeza. Los nervios me invaden más, paso saliva al sentir que mi garganta se ha secado más de lo que ya estaba.
“Deanne, reacciona” me grito dentro de mí.
—Hola...—susurro, la sonrisa de Connor se esfuma y camina hasta mí a paso veloz, me alcanza a sostener del rostro con sus manos y comienza a inspeccionarme.
— ¿Qué tienes? ¿Qué pasa? ¿Por qué estás tan pálida? —su preocupación me conmueve, puede ser el momento.
—Tenemos que hablar—Sus ojos grises muestran alerta.
— ¿Qué ha pasado? —insiste, preocupado, me suelta del rostro, atrapa mi mano y me lleva a la silla de la barra, me ayuda a sentarme como si no pudiera hacerlo yo misma en ese estado de shock.
—Connor...—susurro con voz temblorosa, él se pone frente a mí y deja caer sus manos a ambos lados de su cadera. Se ve tan atractivo... ¿Cómo será de padre?
— ¡Habla! —dice en un tono alto sacándome de mi breve ensoñación.
Nos miramos detenidamente por un momento casi eterno. Tomo aire y luego lo suelto lentamente, pongo una sonrisa amplia y feliz, realmente estoy feliz por nuestro hijo o hija. La emoción me empuja para casi gritarlo en su cara.
— ¡Estoy embarazada! —Sus ojos se abren de golpe a mis dos y únicas palabras. Arruga su ceño, muestra confusión, su respiración se agita poco a poco, una mano la pasa por su pelo cobrizo y me da la espalda. Luego regresa a mí. Noto más confusión, cierra los ojos y se cubre el rostro con ambas manos. Al separarlas comienza a caminar de un lado a otro, hasta que se detiene frente a mí.
— ¿Cómo puede ser posible esto? ¡Nos hemos cuidado! ¿Cómo es posible eso, Didi? ¿Cómo es que estás embarazada? —estoy a punto de contestar, pero me detengo al ver un gesto en su rostro. ¿Acaso su mirada es de ira? Se acerca a mí acortando en dos pasos la distancia que nos separa, me atrapa del brazo y me levanta de mi asiento.
Está en shock, pero un shock monumental.
—Connor...—no deja que termine, me agita mientras ejerce fuerza en su agarre un poco más provocando dolor.
— ¡No! ¡Nada de Connor! ¡Dime! ¿Te has olvidado de tomar tu pastilla o es que este fue tu plan desde un principio de embarazarte y asegurar lo nuestro?
¿Es en serio? ¿Qué es lo que ha dicho? Entiendo que puede abrumarle la idea de que será padre, que esto es real, que un ser crece dentro de mí. ¿Qué? ¿Acaso no quería familia? Él sabía perfectamente que yo estaba ansiosa por formar una familia con él, pero se han adelantado nuestros planes… ¿Ahora, Didi? Siento como el escalofrío me recorre de pies a cabeza, sus ojos centellan más ira. Las lágrimas comienzan a caer por mis mejillas, pero el pensar que viene un bebé, algo dentro de mí sale en su defensa y me suelto bruscamente de su agarre y le señalo con el dedo índice.
—No te atrevas a volver a decir eso, es como si fuese una desalmada intentado amarrarte de alguna manera. ¡Estamos casados, Connor, por Dios santo! sabes que jamás haría algo así a propósito, estoy igual de asustada que tú, pero podemos hacerlo juntos. Yo veía en este matrimonio una familia, ahora...—me limpio las lágrimas de mis mejillas con el dorso de mi mano y lo encaro—…solo se ha adelantado.
— ¡Pero yo no quiero hijos! ¡No estoy listo para ser padre, Deanne! Te consumen y solo son pañales y m****a, desveladas, gritos…—Connor se cubre el rostro con ambas manos y lanza un grito de frustración, después las retira de su rostro bruscamente. —Tenía planes para los dos, estoy a punto de cerrar un gran contrato, íbamos a viajar por todo el mundo…
Niega en silencio.
Literalmente, lo entiendo. Ahora es que entiendo el miedo que provoca el pensar que seamos malos padres o no seamos lo suficiente para él o ella. Pero si solo nos diéramos la oportunidad de hablar tranquilos de nuestros miedos… No le faltaría nada, Connor tenía un patrimonio al igual que yo, era un empresario envidiable e inteligente que ha levantado un imperio, yo, vendí mi café-Restaurante para disfrutar nuestro matrimonio a petición de él, queríamos disfrutar nuestro amor. Hemos pasado por todo, incluyendo a su ex novia la psicópata de Montserrat, una mujer que nos había alejado con mentiras y situaciones muy incómodas, pensando ella que podría estar con Connor solo por dinero, pero no, lo nuestro es único. Entonces, el miedo de tener a este bebé, se esfuma, me emociona y estoy segura de que podemos. ¡Claro que podemos! ¡Somos capaces!
—Podemos hacerlo...—le extiendo mi mano cuando empieza alejarse de mí. Connor la mira detenidamente y luego posa su mirada en mi vientre.
—No puedo. Conozco a un doctor que puede encargarse del problema. —siento como mi cuerpo se tensa y comienza poco a poco arder de la ira al escuchar sus palabras. Mi mano se posa en mi vientre en forma protectora, cierro mis ojos y las lágrimas comenzaron a caer a brotones. —Didi...—susurra.
¿Se quiere deshacer de nuestro hijo? Abro mis ojos decidida…y decepcionada.
—No vas a tocar a mi bebé. ¡No voy a dejar que lo mates! —lo esquivo para poner distancia entre los dos, pero me alcanza a agarrar de mi muñeca antes de subir las escaleras.
— ¡No! ¡No me vas a dejar por "Eso”! —Me giro lentamente para encararlo, agito bruscamente mi brazo para soltarme del agarre y sin que él lo vea venir, la otra mano se estrella contra su mejilla, girando su rostro. Connor hace un gesto de dolor, se pone la mano en su mejilla y se vuelve hacia mí con sus ojos grises abiertos de par en par, abrumado, confundido, asustado a mi reacción.
—Didi, yo…—es como si saliera de un trance.
—"Eso" a lo que tú llamas, es tu hijo. No voy a permitir que le quites la vida. ¿Tú no lo quieres? Está bien, tienes miedo y yo estoy igual o peor. Pero creo que ya estamos demasiado grandes para tomar nuestras decisiones, tú acabas de tomar la tuya y yo la mía.
—No estás pensando claramente—murmura.
Dejo caer ambas manos en mi cintura, bajo la mirada a mis pies y suelto una risa irónica, levanto la mirada a Connor quien sigue sin moverse con la mano en su mejilla y la quijada tensa.
—Creo que nunca en mi vida, he pensado con claridad, Connor. ¿Dónde está el hombre que tanto amo? No eres tú, el miedo te consume poco a poco y no puedo estar con alguien quien está a favor de quitar la vida a un ser inocente…y lo peor del caso, tu propia sangre. —me giro y subo las escaleras en dirección a nuestra habitación.
— ¡Deanne! —escucho su grito a lo lejos, acelero el paso por el pasillo y entro a toda prisa a la habitación en dirección al armario, debajo de todos los vestidos elegantes que cuelgan encuentro mi maleta que había comprado en nuestra luna de miel, la dejo en medio del sillón minimalista que está en medio del gran armario, abro todos los cajones en busca de mi ropa, zapatos y mis ahorros. Cuando estoy a punto de cerrar la maleta, la puerta de la habitación se abre bruscamente acompañado de mi nombre de la boca de Connor. Se escucha furioso.
— ¡Deanne! —cierro la maleta y salgo con ella ignorando a Connor quien esta alterado en la entrada, entro al baño y busco mi cepillo de dientes, luego mis artículos personales y finalmente recojo el cable de mi celular, estoy a punto de enfrentarlo, él se tensa. — ¡No me vas a dejar!
Sonrío intentando controlarme.
— ¿Ah, sí? Sólo mírame—Lo esquivo, pero él pone resistencia, me bloquea la puerta para salir. —Hazte a un lado.
Pero no contesta, atrapo el picaporte de la puerta e intento abrir, pero su cuerpo apenas se mueve. Las lágrimas vuelven a caer en el silencio que se ha hecho, siento el ardor en mi pecho al ver al hombre en esa posición, ¿Cómo tener un corazón así de oscuro y frío? Bien dicen que ni casados se termina de conocer a la gente, quiero llorar y gritarle en su cara que ha provocado en mí un odio que no podría describir. Su respiración es inestable, veo un brillo en sus ojos cristalinos, podría ser que sea arrepentimiento, pero es tarde, me ha roto sus palabras. ¿Cómo puede siquiera pensar en abortar a su hijo? ¡Es su hijo! Cierra los y las lágrimas caen por sus mejillas rojizas.
—No puedo creer que esto esté sucediendo—susurra cargado de dolor.
Y se hace a un lado dejándome abrir la puerta.
—Mucho menos yo...—abro la puerta y salgo con mi maleta hecha un mar de llanto, las lágrimas obstruyen mi visión, intento limpiarlas. Bajo con cuidado las escaleras y Marco llega agitado y con cara de preocupación. Mira mi maleta y luego me mira a mí.
—Señora Morgan...—niego mientras me cubro la boca para callar el jadeo del dolor que quiere salir a la superficie.
—Sólo llévame a un hotel, el más lejos de aquí—Marco afirma a toda prisa, Mica, la esposa de Marco, llega a toda prisa, me mira y sus ojos se cristalizan.
—Me iré con usted—dice Mica intentando tranquilizarme, Marco y ella se lanzan una mirada fugaz y afirman rápidamente.
—No. Estaré bien, necesito estar sola.
Ella insiste, pero niego repetidamente.
—Estaré para usted cuándo me necesite…—le doy una pequeña sonrisa.
— ¡Deanne! ¡Deanne! —Los gritos de Connor nos hacen mirar en dirección a la segunda planta.
—Vamos rápido, no quiero verlo. —digo en dirección a Marco.
Se escuchan pasos a gran velocidad, presiono el botón del elevador a toda prisa, Mica desaparece, Marco tiene mi maleta en su mano y al ver a Connor enfurecido se pone frente a mí para protegerme.
—Señor Morgan, deténgase. —Marco intenta frenarlo.
— ¡No! ¡Me va a abandonar! ¡Y todo por...! —lanza una mirada de ira. — ¿En serio me vas a dejar por alguien a quien no conoces ni has visto en tu vida?
No me deja responder, él se acerca y mi dedo sigue presionando el botón del elevador.
—Connor tienes que calmarte—la voz de Marco suena dura y fría, es la primera vez que le ha llamado por su nombre. —La estás asustando y si tengo que protegerla de ti, lo haré sin pensarlo.
Connor se detiene.
Su pecho sube y baja rápido.
— ¿Qué es lo que quieres de mí, Deanne? —su pregunta me hace sentir una punzada de dolor en mi pecho. —No quiero un hijo. No estoy listo y no sé si algún día lo estaré. Si recapacitas, estaré esperando por ti.
¿Qué quiere decir? ¿Cree que voy a abortar? ¡Está loco! La ira aparece y empieza a hacer ebullición en mi sangre. Esquivo a Marco y decidida corto la distancia entre Connor y yo, ambas manos con las palmas abiertas las dejo caer contra su pecho con brusquedad, él se sorprende por mi fuerza y retrocede dos pasos.
— ¿Qué es lo que quiero de ti? ¿Quieres saber qué es lo que quiero de ti...AHORA? —remarco con ira y dureza la última palabra. —Quiero el divorcio y si es posible no verte el resto de mi vida. Eso es lo que quiero...
Se escucha la llegada del elevador privado. Me giro y camino decidida al elevador, Marco entra a mi lado y presiona el botón.
Connor se dirige hacia nosotros, pero las puertas se han cerrado frente a él.
Así como las de mi corazón y las de mi vida...
Deanne Los rayos del sol comienzan a infiltrarse por mi ventanal, entreabro mis ojos y la cortina blanca comienza a ondear por la brisa de la mañana. —Cinco minutos más—me digo a mí misma, cierro los ojos. La lista de mis actividades matutinas en el restaurante invade mi mente como un recordatorio de todoooo el trabajo que tengo que hacer hoy, incluyendo la visita al mercado del otro extremo de la ciudad cerca del muelle. "El muelle" Intentaba no aparecer mucho por ahí, ya que desde hace cinco años intento no ir a esa parte de la ciudad, si no tuvieran las mejores verduras en calidad, no tendría que ir y no tendría esa posibilidad de cruzar con mi pasado. ¿El pasado? Sí y es Connor Morgan, mi ex esposo.  
Connor — ¿Tienes el nuevo prototipo? —Me cruzo de brazos mientras espero respuesta de Steve. Él asiente emocionado. —Lo tengo casi completo, claro, aún falta unos ajustes mínimos y listo—se acomoda los lentes tipo hípster qué se empiezan a deslizar por el puente de su nariz. Con un movimiento de su dedo índice lo acomoda sin inmutarse siquiera. —Me parece que...—Detengo mis palabras cuándo tocan la puerta del taller de Steve, me giro para saber quién nos interrumpe y la que se asoma es Jenn, mi asistente personal. Puedo ver un destello de preocupación en su rostro. ¿Ahora qué mierdas pasa? Tardé casi una hora para poder desocuparme y tener tiempo de venir. — ¿Ahora qué pasa, Jenn? Ella i
Deanne —El salmón luce perfecto—digo al ver las porciones cortadas para los platos de la noche. La pasta luce exquisita. — ¡Mami! ¡Mami! —Me giro a la entrada de la cocina y pude ver a Maiara correr hacia mí, la tomo de los brazos y la cuelgo a mi cadera, le beso las mejillas y ella ríe. —Mami ya va a terminar, ¿Ya comiste? —ella niega con una sonrisa. Miro a Rita quien carga la mochila de Maiara y emboza una sonrisa. —Se ha tomado el desayuno y en la escuela me han informado que poco ha comido—Rita, la niñera de Maiara le lanza una mirada fingiendo regaño, Maiara se esconde en mi cuello. —Tienes que comer, Maiara, estás en pleno crecimiento. Vamos, ¿Quieres espagueti? —Maia
Connor — ¿Por qué no puedo ir? ¡Es mi hija! —espeto furioso al teléfono. Ellen tartamudea al darme una respuesta, pero no termina de hablar cuando cuelgo. Todo lo que está sobre mi escritorio es lanzado al suelo por mi arrebato. Me paso las manos por mi cabello y tiro de el con furia, me acerco al mueble de las bebidas y me sirvo en un vaso de cristal dos dedos de mi whisky. Lo tomo de un trago todo y me vuelvo a servir. —Bah, no puedes ir Morgan, o no llevará a tu hija a conocer a sus abuelos. Cierro los ojos y al abrirlos las lágrimas luchan por salir. Termino de tomar lo que queda en mi vaso y luego decido tomarme toda la botella, salgo a la terraza, me siento en la pequeña sala que adorna un rincón, subo los pies a la mesa del centro y sigo bebiendo. Los recuerdos llegan a mí arañando mi coraz
Deanne —A las ocho está bien. Nos vemos mañana—cuelgo la llamada con Ellen Morgan, me dejo caer en el gran sofá de la sala de estar. La pantalla plasma de 42 pulgadas está frente a mí y a los lados los muñecos de Maiara. El corazón late desbocado, los nervios me invaden. ¿He hecho bien en aceptar una cena en casa de los Morgan para que conozcan a Maiara? Cierro los ojos al mismo tiempo que me dejo caer mi cabeza contra el respaldo del sillón y suelto un gran pero gran suspiro. —Ellos no tienen la culpa de que Connor le ocultara la verdadera razón de nuestro divorcio. ¿Puede que también haya culpa mía en esto? Pude llamar y... Agito mi cabeza y me cubro el rostro, frustrada. No tomaré eso. No tengo la culpa y todo es culpa de Connor. Él había decidido hacerlo as&iacut
Connor —Estaciona aquí—le ordeno a Marco. Estoy a las afueras de la mansión de mis padres, esperando la llegada de Deanne y de mi hija. El nudo de la emoción se establece en el centro de mi estómago y no puedo controlarlo. Me paso ambas manos por el rostro masajeando la tensión que se ha estado instalando durante las últimas horas antes de decidir lo que haría, muy en contra de la advertencia de Deanne. —El auto acaba de llegar, señor Morgan—me levanto de mi asiento bruscamente para mirar lo que acaba de informar Marco. El saab, se estaciona en el área de parqueo frente a una línea de árboles altos que decoran el estacionamiento de la mansión. En el centro está una fuente de piedra rustica y elegante. Me quedo observando el saab a lo lejos, no baja a
Deanne —Tranquila, Connor se irá, hablaré con él mañana...—Madeleine intenta tranquilizarme, intento reponerme al enfrentamiento de hace unos momentos, el nudo en mi garganta se extiende impidiendo que hable, Madeleine se da cuenta y en silencio y acompañado de una sonrisa cálida, me deja sola. Y se lo agradezco...—Iré a ver a Maiara... Estoy cerca de la entrada, la puerta se abre y por un momento creo que es Connor. Pero quién aparece con la mirada cabizbaja es Elliot. Cierra la puerta al girarse a ella y dándome la espalda, sin darse cuenta de mi presencia deja caer su frente contra la puerta. El momento es extraño, como si su dolor traspasara en mi dirección... — ¿Estás bien? —susurro y Elliot se gira hacia mí en una pose tensa.<
Connor Han pasado una semana desde el enfrentamiento con Deanne, una semana que he evitado a mi familia, las visitas, las llamadas, los correos. —Señor Morgan, ya me voy a retirar, ¿Quiere algo antes? —Levanto la mirada hacia Jenn que está con medio cuerpo detrás de la puerta de mi oficina. Niego en silencio y le hago una seña con mi mano de que puede irse. —No ha tocado su cena, ¿Quiere que le pida otra cosa? Jenn había notado mi falta de apetito. —No gracias. Puedes irte, nos vemos el lunes. —Jenn hace una mueca discreta con sus labios en desaprobación. —Está bien, señor Morgan, que tenga buen fin de semana—y se retira. Dejo lo que estoy haciendo, aflojo mi corbata y tiro de ella, miro la