Connor
Horas antes...
Llevábamos horas esperando una noticia acerca del paradero de Deanne y de Maiara, pero nada, camino de un lado a otro, la ansiedad ha crecido casi a punto de volverme loco.
—Tranquilo…—dice mi hermano, me vuelvo hacia él y puedo ver más preocupación.
— ¡No me digas que me quede tranquilo mientras Deanne y Maiara están quien sabe en donde! ¡Corriendo peligro! —mi voz se quiebra. —Quizás…—mi madre se levanta de su lugar y se acerca a mí.
—No te atrevas a siquiera pensarlo, ellas estarán bien, si hay que pagar pagaremos, estamos todos aquí para ayudarte. Debes tener fe, Connor, ella…y mi nieta estarán a salvo. Verás que las encontraremos, vivas y sana
Connor Suelto un jadeo de sorpresa y alivio al ver a Deanne sacando toda el agua por su boca, su pálida piel sigue siendo más blanca que un papel, quiero estar cerca de ella pero Marco me dice que debo de dejar a los paramédicos hacer su trabajo, ¿En serio? ¡Yo mismo tuve que hacer primeros auxilios cuando se han rendido a la primera! mi corazón se va a salir de mi pecho, al verla moverse y responder, crece un sentimiento de alivio. —Didi…—susurro de nuevo, mis manos tiemblan.Los paramédicos siguen revisando sus signos vitales, la suben a la ambulancia y yo voy detrás de ellos. Me vuelvo hacia Marco y sabe cuál es mi preocupación. —Yo me encargaré de Maiara. Lo sigo junto con el equipo de seguridad. —las puertas de la
Connor Deanne le brillan los ojos, vestía un corto vestido de encaje en color crema, su cabello ondeaba por la brisa de la tarde. Estábamos frente al mar, nos estábamos dando una segunda oportunidad, de nuevo estamos juntos, ahora haría las cosas bien, me había arrepentido de mis errores, de mis acciones, pero ahora tenía una oportunidad para recompensarlo el resto de nuestras vidas. —Puede besar a la novia…de nuevo. —dice el padre que no casó por primera vez hace años. Rodeo a Deanne por la cintura y la acerco a mí. Ella levanta sus ojos y sonríe al mismo tiempo que sus mejillas se sonrojan. —Puedes besarme…luego contemplarme, señor Morgan. —dice ella pícaramente. Eso me hace sonreír. —desvío
DeanneAños después... —Tienes que prometer que vas a llamar. —le pido a Maiara a punto de romperme en llanto, esta noche partiría hacia su luna de miel. Había sido una hermosa ceremonia en la orilla de la playa, así como la segunda vez que nos dimos el “sí” yo y su padre. —Prometo hacerlo. Pero recuerda, es mi luna de miel. —ella sonríe, aparecen esos hoyuelos que había heredado de mí. —Lo sé…es que todo ha pasado tan rápido…—ella suaviza su rostro y se sienta a mi lado en la orilla de la cama, deja la maleta a sus pies, alcanza mi mano y me sonríe. —Eres la mejor mamá… — ¿Y yo? —miramos hacia la puert
Miro de nuevo la prueba de embarazo que tengo en mi mano, el resultado arroja –Positivo- ¿Cómo le diría a Connor que a tan solo tres meses de que nos hemos casado ya estaba embarazada? Connor había comentado que quería que pasara un año para luego planificar… ¿En qué momento ha pasado? —Tiene que darle felicidad esta noticia—pongo una sonrisa, sabía muy en mi interior que Connor no tenía en nuestros planes un bebé, pero ahora es así. Cierro los ojos buscando dentro de mí algo que me de tranquilidad para poder enfrentarlo, al abrirlos miro el reloj que está en la mesa de noche, Connor no tarda en llegar de la oficina. Agarro aire y luego lentamente lo suelto para poder calmar mis nervios, cosa que no ayuda al ver en mis manos temblorosas la prueba de embarazado gritando –POSITIVO-. Me levanto
Deanne Los rayos del sol comienzan a infiltrarse por mi ventanal, entreabro mis ojos y la cortina blanca comienza a ondear por la brisa de la mañana. —Cinco minutos más—me digo a mí misma, cierro los ojos. La lista de mis actividades matutinas en el restaurante invade mi mente como un recordatorio de todoooo el trabajo que tengo que hacer hoy, incluyendo la visita al mercado del otro extremo de la ciudad cerca del muelle. "El muelle" Intentaba no aparecer mucho por ahí, ya que desde hace cinco años intento no ir a esa parte de la ciudad, si no tuvieran las mejores verduras en calidad, no tendría que ir y no tendría esa posibilidad de cruzar con mi pasado. ¿El pasado? Sí y es Connor Morgan, mi ex esposo.  
Connor — ¿Tienes el nuevo prototipo? —Me cruzo de brazos mientras espero respuesta de Steve. Él asiente emocionado. —Lo tengo casi completo, claro, aún falta unos ajustes mínimos y listo—se acomoda los lentes tipo hípster qué se empiezan a deslizar por el puente de su nariz. Con un movimiento de su dedo índice lo acomoda sin inmutarse siquiera. —Me parece que...—Detengo mis palabras cuándo tocan la puerta del taller de Steve, me giro para saber quién nos interrumpe y la que se asoma es Jenn, mi asistente personal. Puedo ver un destello de preocupación en su rostro. ¿Ahora qué mierdas pasa? Tardé casi una hora para poder desocuparme y tener tiempo de venir. — ¿Ahora qué pasa, Jenn? Ella i
Deanne —El salmón luce perfecto—digo al ver las porciones cortadas para los platos de la noche. La pasta luce exquisita. — ¡Mami! ¡Mami! —Me giro a la entrada de la cocina y pude ver a Maiara correr hacia mí, la tomo de los brazos y la cuelgo a mi cadera, le beso las mejillas y ella ríe. —Mami ya va a terminar, ¿Ya comiste? —ella niega con una sonrisa. Miro a Rita quien carga la mochila de Maiara y emboza una sonrisa. —Se ha tomado el desayuno y en la escuela me han informado que poco ha comido—Rita, la niñera de Maiara le lanza una mirada fingiendo regaño, Maiara se esconde en mi cuello. —Tienes que comer, Maiara, estás en pleno crecimiento. Vamos, ¿Quieres espagueti? —Maia
Connor — ¿Por qué no puedo ir? ¡Es mi hija! —espeto furioso al teléfono. Ellen tartamudea al darme una respuesta, pero no termina de hablar cuando cuelgo. Todo lo que está sobre mi escritorio es lanzado al suelo por mi arrebato. Me paso las manos por mi cabello y tiro de el con furia, me acerco al mueble de las bebidas y me sirvo en un vaso de cristal dos dedos de mi whisky. Lo tomo de un trago todo y me vuelvo a servir. —Bah, no puedes ir Morgan, o no llevará a tu hija a conocer a sus abuelos. Cierro los ojos y al abrirlos las lágrimas luchan por salir. Termino de tomar lo que queda en mi vaso y luego decido tomarme toda la botella, salgo a la terraza, me siento en la pequeña sala que adorna un rincón, subo los pies a la mesa del centro y sigo bebiendo. Los recuerdos llegan a mí arañando mi coraz