Deanne
Años después...
—Tienes que prometer que vas a llamar. —le pido a Maiara a punto de romperme en llanto, esta noche partiría hacia su luna de miel. Había sido una hermosa ceremonia en la orilla de la playa, así como la segunda vez que nos dimos el “sí” yo y su padre.
—Prometo hacerlo. Pero recuerda, es mi luna de miel. —ella sonríe, aparecen esos hoyuelos que había heredado de mí.
—Lo sé…es que todo ha pasado tan rápido…—ella suaviza su rostro y se sienta a mi lado en la orilla de la cama, deja la maleta a sus pies, alcanza mi mano y me sonríe.
—Eres la mejor mamá…
— ¿Y yo? —miramos hacia la puert
Miro de nuevo la prueba de embarazo que tengo en mi mano, el resultado arroja –Positivo- ¿Cómo le diría a Connor que a tan solo tres meses de que nos hemos casado ya estaba embarazada? Connor había comentado que quería que pasara un año para luego planificar… ¿En qué momento ha pasado? —Tiene que darle felicidad esta noticia—pongo una sonrisa, sabía muy en mi interior que Connor no tenía en nuestros planes un bebé, pero ahora es así. Cierro los ojos buscando dentro de mí algo que me de tranquilidad para poder enfrentarlo, al abrirlos miro el reloj que está en la mesa de noche, Connor no tarda en llegar de la oficina. Agarro aire y luego lentamente lo suelto para poder calmar mis nervios, cosa que no ayuda al ver en mis manos temblorosas la prueba de embarazado gritando –POSITIVO-. Me levanto
Deanne Los rayos del sol comienzan a infiltrarse por mi ventanal, entreabro mis ojos y la cortina blanca comienza a ondear por la brisa de la mañana. —Cinco minutos más—me digo a mí misma, cierro los ojos. La lista de mis actividades matutinas en el restaurante invade mi mente como un recordatorio de todoooo el trabajo que tengo que hacer hoy, incluyendo la visita al mercado del otro extremo de la ciudad cerca del muelle. "El muelle" Intentaba no aparecer mucho por ahí, ya que desde hace cinco años intento no ir a esa parte de la ciudad, si no tuvieran las mejores verduras en calidad, no tendría que ir y no tendría esa posibilidad de cruzar con mi pasado. ¿El pasado? Sí y es Connor Morgan, mi ex esposo.  
Connor — ¿Tienes el nuevo prototipo? —Me cruzo de brazos mientras espero respuesta de Steve. Él asiente emocionado. —Lo tengo casi completo, claro, aún falta unos ajustes mínimos y listo—se acomoda los lentes tipo hípster qué se empiezan a deslizar por el puente de su nariz. Con un movimiento de su dedo índice lo acomoda sin inmutarse siquiera. —Me parece que...—Detengo mis palabras cuándo tocan la puerta del taller de Steve, me giro para saber quién nos interrumpe y la que se asoma es Jenn, mi asistente personal. Puedo ver un destello de preocupación en su rostro. ¿Ahora qué mierdas pasa? Tardé casi una hora para poder desocuparme y tener tiempo de venir. — ¿Ahora qué pasa, Jenn? Ella i
Deanne —El salmón luce perfecto—digo al ver las porciones cortadas para los platos de la noche. La pasta luce exquisita. — ¡Mami! ¡Mami! —Me giro a la entrada de la cocina y pude ver a Maiara correr hacia mí, la tomo de los brazos y la cuelgo a mi cadera, le beso las mejillas y ella ríe. —Mami ya va a terminar, ¿Ya comiste? —ella niega con una sonrisa. Miro a Rita quien carga la mochila de Maiara y emboza una sonrisa. —Se ha tomado el desayuno y en la escuela me han informado que poco ha comido—Rita, la niñera de Maiara le lanza una mirada fingiendo regaño, Maiara se esconde en mi cuello. —Tienes que comer, Maiara, estás en pleno crecimiento. Vamos, ¿Quieres espagueti? —Maia
Connor — ¿Por qué no puedo ir? ¡Es mi hija! —espeto furioso al teléfono. Ellen tartamudea al darme una respuesta, pero no termina de hablar cuando cuelgo. Todo lo que está sobre mi escritorio es lanzado al suelo por mi arrebato. Me paso las manos por mi cabello y tiro de el con furia, me acerco al mueble de las bebidas y me sirvo en un vaso de cristal dos dedos de mi whisky. Lo tomo de un trago todo y me vuelvo a servir. —Bah, no puedes ir Morgan, o no llevará a tu hija a conocer a sus abuelos. Cierro los ojos y al abrirlos las lágrimas luchan por salir. Termino de tomar lo que queda en mi vaso y luego decido tomarme toda la botella, salgo a la terraza, me siento en la pequeña sala que adorna un rincón, subo los pies a la mesa del centro y sigo bebiendo. Los recuerdos llegan a mí arañando mi coraz
Deanne —A las ocho está bien. Nos vemos mañana—cuelgo la llamada con Ellen Morgan, me dejo caer en el gran sofá de la sala de estar. La pantalla plasma de 42 pulgadas está frente a mí y a los lados los muñecos de Maiara. El corazón late desbocado, los nervios me invaden. ¿He hecho bien en aceptar una cena en casa de los Morgan para que conozcan a Maiara? Cierro los ojos al mismo tiempo que me dejo caer mi cabeza contra el respaldo del sillón y suelto un gran pero gran suspiro. —Ellos no tienen la culpa de que Connor le ocultara la verdadera razón de nuestro divorcio. ¿Puede que también haya culpa mía en esto? Pude llamar y... Agito mi cabeza y me cubro el rostro, frustrada. No tomaré eso. No tengo la culpa y todo es culpa de Connor. Él había decidido hacerlo as&iacut
Connor —Estaciona aquí—le ordeno a Marco. Estoy a las afueras de la mansión de mis padres, esperando la llegada de Deanne y de mi hija. El nudo de la emoción se establece en el centro de mi estómago y no puedo controlarlo. Me paso ambas manos por el rostro masajeando la tensión que se ha estado instalando durante las últimas horas antes de decidir lo que haría, muy en contra de la advertencia de Deanne. —El auto acaba de llegar, señor Morgan—me levanto de mi asiento bruscamente para mirar lo que acaba de informar Marco. El saab, se estaciona en el área de parqueo frente a una línea de árboles altos que decoran el estacionamiento de la mansión. En el centro está una fuente de piedra rustica y elegante. Me quedo observando el saab a lo lejos, no baja a
Deanne —Tranquila, Connor se irá, hablaré con él mañana...—Madeleine intenta tranquilizarme, intento reponerme al enfrentamiento de hace unos momentos, el nudo en mi garganta se extiende impidiendo que hable, Madeleine se da cuenta y en silencio y acompañado de una sonrisa cálida, me deja sola. Y se lo agradezco...—Iré a ver a Maiara... Estoy cerca de la entrada, la puerta se abre y por un momento creo que es Connor. Pero quién aparece con la mirada cabizbaja es Elliot. Cierra la puerta al girarse a ella y dándome la espalda, sin darse cuenta de mi presencia deja caer su frente contra la puerta. El momento es extraño, como si su dolor traspasara en mi dirección... — ¿Estás bien? —susurro y Elliot se gira hacia mí en una pose tensa.<