Connor
—Estaciona aquí—le ordeno a Marco. Estoy a las afueras de la mansión de mis padres, esperando la llegada de Deanne y de mi hija.
El nudo de la emoción se establece en el centro de mi estómago y no puedo controlarlo. Me paso ambas manos por el rostro masajeando la tensión que se ha estado instalando durante las últimas horas antes de decidir lo que haría, muy en contra de la advertencia de Deanne.
—El auto acaba de llegar, señor Morgan—me levanto de mi asiento bruscamente para mirar lo que acaba de informar Marco. El saab, se estaciona en el área de parqueo frente a una línea de árboles altos que decoran el estacionamiento de la mansión. En el centro está una fuente de piedra rustica y elegante. Me quedo observando el saab a lo lejos, no baja a
Deanne —Tranquila, Connor se irá, hablaré con él mañana...—Madeleine intenta tranquilizarme, intento reponerme al enfrentamiento de hace unos momentos, el nudo en mi garganta se extiende impidiendo que hable, Madeleine se da cuenta y en silencio y acompañado de una sonrisa cálida, me deja sola. Y se lo agradezco...—Iré a ver a Maiara... Estoy cerca de la entrada, la puerta se abre y por un momento creo que es Connor. Pero quién aparece con la mirada cabizbaja es Elliot. Cierra la puerta al girarse a ella y dándome la espalda, sin darse cuenta de mi presencia deja caer su frente contra la puerta. El momento es extraño, como si su dolor traspasara en mi dirección... — ¿Estás bien? —susurro y Elliot se gira hacia mí en una pose tensa.<
Connor Han pasado una semana desde el enfrentamiento con Deanne, una semana que he evitado a mi familia, las visitas, las llamadas, los correos. —Señor Morgan, ya me voy a retirar, ¿Quiere algo antes? —Levanto la mirada hacia Jenn que está con medio cuerpo detrás de la puerta de mi oficina. Niego en silencio y le hago una seña con mi mano de que puede irse. —No ha tocado su cena, ¿Quiere que le pida otra cosa? Jenn había notado mi falta de apetito. —No gracias. Puedes irte, nos vemos el lunes. —Jenn hace una mueca discreta con sus labios en desaprobación. —Está bien, señor Morgan, que tenga buen fin de semana—y se retira. Dejo lo que estoy haciendo, aflojo mi corbata y tiro de ella, miro la
Deanne —Las ventas suben como espuma—escucho decir a mi gerente a cargo de mi restaurante. Maiara está al lado de Rita mirando la tableta recostada sobre el sillón que está en el rincón de mi oficina. Me cruzo de piernas y comienzo a sacar costos, revisando cada detalle de contabilidad. A tan solo tres días desde que...Cierro los ojos, ¿Cómo te has dejado llevar, Deanne? ¡Dios mío! Sigo recordando desde entonces lo sucedido en la oficina de Connor, estaba ardiendo sin darme cuenta, aprieto mis muslos, cinco años sin tener intimidad, llega Connor y parezco una... ¡Dios mío! ¡Contrólate Deanne!
Connor Me ajusto la corbata dos veces más. El nudo en el centro de mi estómago es grande, los nervios me han invadido, no sé cómo vaya a reaccionar mi hija al conocerme el viernes. Finalmente, después del enfrentamiento con nuestros abogados hace días, Deanne hoy me ha dado una fecha, el próximo viernes será un encuentro: Padre e hija. Sonrío como estúpido mientras vamos camino a la casa de mis padres. Dos días más Maiara, dos días más. —Señor Morgan—la voz de Marco me saca de mis pensamientos. Levanto la mirada y encuentro con él, con mi puerta abierta, bajo y me vuelvo ajustar mi corbata, subo los escalones de piedra rustica de la casa de mis padres, había llamado después de terminar la llamada con Deanne, necesito hablar con ellos. No espero a que la del s
Deanne Muerdo mi uña mientras los números bailan frente a mí, no puedo concentrarme. Sé que en una hora más, Connor llegará al restaurante. Ayer había llamado para proponer ese lugar para conocer a Maiara, así que me gustó la idea de que fuese en mi restaurante, en mi territorio, así no me sentiría incómoda. Estaría más tranquila, pero parece ser que no es así, los nervios desde esta mañana han aflorado con una fuerza impresionante. No había desayunado por lo mismo, desde entonces solo he tocado lo de la hora de mi comida. Levanto la
Connor Cierro la puerta detrás de mí, Omar mira en mi dirección, lo ignoro, cruzo el pasillo de la cocina a la salida, subo los escalones que me llevarán a la terraza y llego a la mesa donde se encuentran todos, Elliot me hace un gesto, pero no entiendo. — ¿Quieres galleta, Bro? —Entonces entiendo. Discretamente me subo la bragueta de mis pantalones. —No gracias. Disculpen la demora...—me siento a un lado de Jacey quien plática con mi madre de algo de la educación, Ellen habla con mi padre y Elliot. Miro hacia la entrada de la terraza, pero no veo a Deanne, recuerdo los botones que tiré de su camisa... Una sonrisa aparece en mis labios. —De tus maldades te debes de estar acordando, ¿No? —dice Ellen con
Deanne Después de presenciar el encuentro entre padre e hija, Connor agarra a Maiara en brazos y se sienta en la mesa, poniéndola en su regazo. —Deanne, te estamos esperando, ven...—Madeleine me señala sentarme a un lado de ella. Niego intentando buscar un pretexto para ir a terminar mis pendientes y darles privacidad en este encuentro, quiero que disfruten de mi hija.
Connor Veo como Deanne entra como tornado al restaurante. Sé qué está furiosa, pero más furioso estoy yo, ¿Cómo puede evitar que yo esté queriendo lo mejor para la educación de nuestra hija? -intento controlar mi enojo mientras mi hermano niega en desaprobación- — ¿Qué es lo que ganas con portarte así? Toma lo que Deanne pueda darte por el momento, gana terreno primero, no estás en plan de…—interrumpo a mi hermano. —Quiero participar en la educación de nuestra hija, ¿Qué parte no entiendes? Está bien, vuelvo a lo mismo, cometí un error, ya se habló, ella cedió, quiero que Maiara tenga una buena educación en el colegio privado donde su padre y sus tíos estudiaron desde pequeños, &i