Deanne
Muerdo mi uña mientras los números bailan frente a mí, no puedo concentrarme. Sé que en una hora más, Connor llegará al restaurante. Ayer había llamado para proponer ese lugar para conocer a Maiara, así que me gustó la idea de que fuese en mi restaurante, en mi territorio, así no me sentiría incómoda. Estaría más tranquila, pero parece ser que no es así, los nervios desde esta mañana han aflorado con una fuerza impresionante. No había desayunado por lo mismo, desde entonces solo he tocado lo de la hora de mi comida. Levanto la
Connor Cierro la puerta detrás de mí, Omar mira en mi dirección, lo ignoro, cruzo el pasillo de la cocina a la salida, subo los escalones que me llevarán a la terraza y llego a la mesa donde se encuentran todos, Elliot me hace un gesto, pero no entiendo. — ¿Quieres galleta, Bro? —Entonces entiendo. Discretamente me subo la bragueta de mis pantalones. —No gracias. Disculpen la demora...—me siento a un lado de Jacey quien plática con mi madre de algo de la educación, Ellen habla con mi padre y Elliot. Miro hacia la entrada de la terraza, pero no veo a Deanne, recuerdo los botones que tiré de su camisa... Una sonrisa aparece en mis labios. —De tus maldades te debes de estar acordando, ¿No? —dice Ellen con
Deanne Después de presenciar el encuentro entre padre e hija, Connor agarra a Maiara en brazos y se sienta en la mesa, poniéndola en su regazo. —Deanne, te estamos esperando, ven...—Madeleine me señala sentarme a un lado de ella. Niego intentando buscar un pretexto para ir a terminar mis pendientes y darles privacidad en este encuentro, quiero que disfruten de mi hija.
Connor Veo como Deanne entra como tornado al restaurante. Sé qué está furiosa, pero más furioso estoy yo, ¿Cómo puede evitar que yo esté queriendo lo mejor para la educación de nuestra hija? -intento controlar mi enojo mientras mi hermano niega en desaprobación- — ¿Qué es lo que ganas con portarte así? Toma lo que Deanne pueda darte por el momento, gana terreno primero, no estás en plan de…—interrumpo a mi hermano. —Quiero participar en la educación de nuestra hija, ¿Qué parte no entiendes? Está bien, vuelvo a lo mismo, cometí un error, ya se habló, ella cedió, quiero que Maiara tenga una buena educación en el colegio privado donde su padre y sus tíos estudiaron desde pequeños, &i
Deanne Camino de un lado a otro, lanzo una mirada a Maiara, quien está entretenida mirando caricaturas, miro el reloj que adorna la sala, faltan cinco minutos antes de las nueve de la mañana. Cinco minutos y ya estará aquí, Connor es de los hombres más puntuales que he conocido, me cruzo de brazos, camino hasta el pasillo, me detengo en el espejo y me doy un vistazo rápido. —Calma, Deanne. Solo vendrá por la niña y tú terminaras tu trabajo. —Suelto un suspiro. Escucho un motor a lo lejos, cruzo el pasillo hasta la sala y me asomo por la ventana. Arrugo el entrecejo al no reconocer una camioneta. El motor se apaga, luego la puerta se abre y casi mis cejas llegan en lo alto por la sorpresa. Es Connor.&n
Deanne Montserrat Mürriell, es hija de padres ricos, la típica niña mimada y que tenía que conseguir todo lo que a ella le apeteciera, el solo imaginar que estaba fuera del psiquiátrico me pone nerviosa. Podría estar rondando nuestras vidas. Veo como Connor se sube al auto y se despide agitando la mano, había insistido en dejarnos en casa, pero hay mucho trabajo que hacer, son las tres de la madrugada. Agito la mano imitando el gesto por educación y termino de apagar las luces del local, camino hasta la parte trasera donde se encuentra la oficina, entro, cierro la puerta detrás de mí y llego al sillón, me dejo caer al mismo tiempo que suelto un suspiro. Maiara sigue dormida en el sillón vecino. Cierro los ojos por breves momentos, el cansancio se hace presente, recordándome q
Connor Había prometido a Deanne hacer todo de mi parte para evitar que Montserrat se acercara a nosotros, había pensado una y otra vez la manera de que no sucediera. La había dejado en el departamento y yo… estaba frente al departamento de ella. Mi corazón estaba acelerado, tenía la ira corriendo por mis venas, cierro los ojos e intento controlarme. Bajo, entro al edificio y después al elevador. Mientras subo pienso una y otra vez mis palabras, mi advertencia. Estaba una orden de restricción de no acercarse a nosotros pero parece ser que la está esquivando. Las puertas del elevador se abren y suelto un fuerte suspiro antes de salir. Camino unos cuantos pasos y me detengo frente a su puerta. Mi personal de seguridad había confirmado que estaba aquí, que no había salido y estab
DeanneHabía entrado en pánico con la llamada de Montserrat. Lo primero que vino a mi mente fue venir a casa de los padres de Connor. Quizás después de tranquilizarme y poner en orden mi cabeza, decida algo. Connor había hablado con Alan, ahora era una persona importante dentro de la policía, le había dicho que mantuviéramos la calma, que mandarían un carro para cuidar la casa, cierro los ojos e intento masajear el horrible dolor de cabeza que tengo, el restaurante estaba en cenizas, mi casa ya no era segura, ¿Por qué me siento tan así? Como si en cualquier momento ella haría algo en contra de nosotros. Miro a Maiara dormida plácidamente en la cama, la madre de Connor nos instaló en la habitación de huéspedes. Miro hacia la entrada y seguía Connor con el celular al oído, luego de uno
Deanne Había visto el brillo gris en aquellos ojos, mi corazón se agita frenéticamente por sus palabras, la forma en que lo ha dicho me hace que la piel se me ponga de gallina. Siento como mi garganta se seca en un instante. —Connor—advierto sutilmente pero él niega. —Solo digo que es nuestra habitación, sé qué llevará tiempo ganar de nuevo tu corazón…—Connor se acerca un poco más a mí, atrapa mi mano y posa sus labios contra mi palma. Trago saliva. Mi mirada se plasma en la suya. Tiemblo. Las palabras se esfuman. Deja un segundo beso, pero se retira lentamente sin dejar mi mirada.