Connor
Han pasado una semana desde el enfrentamiento con Deanne, una semana que he evitado a mi familia, las visitas, las llamadas, los correos.
—Señor Morgan, ya me voy a retirar, ¿Quiere algo antes? —Levanto la mirada hacia Jenn que está con medio cuerpo detrás de la puerta de mi oficina. Niego en silencio y le hago una seña con mi mano de que puede irse. —No ha tocado su cena, ¿Quiere que le pida otra cosa?
Jenn había notado mi falta de apetito.
—No gracias. Puedes irte, nos vemos el lunes. —Jenn hace una mueca discreta con sus labios en desaprobación.
—Está bien, señor Morgan, que tenga buen fin de semana—y se retira. Dejo lo que estoy haciendo, aflojo mi corbata y tiro de ella, miro la
Deanne —Las ventas suben como espuma—escucho decir a mi gerente a cargo de mi restaurante. Maiara está al lado de Rita mirando la tableta recostada sobre el sillón que está en el rincón de mi oficina. Me cruzo de piernas y comienzo a sacar costos, revisando cada detalle de contabilidad. A tan solo tres días desde que...Cierro los ojos, ¿Cómo te has dejado llevar, Deanne? ¡Dios mío! Sigo recordando desde entonces lo sucedido en la oficina de Connor, estaba ardiendo sin darme cuenta, aprieto mis muslos, cinco años sin tener intimidad, llega Connor y parezco una... ¡Dios mío! ¡Contrólate Deanne!
Connor Me ajusto la corbata dos veces más. El nudo en el centro de mi estómago es grande, los nervios me han invadido, no sé cómo vaya a reaccionar mi hija al conocerme el viernes. Finalmente, después del enfrentamiento con nuestros abogados hace días, Deanne hoy me ha dado una fecha, el próximo viernes será un encuentro: Padre e hija. Sonrío como estúpido mientras vamos camino a la casa de mis padres. Dos días más Maiara, dos días más. —Señor Morgan—la voz de Marco me saca de mis pensamientos. Levanto la mirada y encuentro con él, con mi puerta abierta, bajo y me vuelvo ajustar mi corbata, subo los escalones de piedra rustica de la casa de mis padres, había llamado después de terminar la llamada con Deanne, necesito hablar con ellos. No espero a que la del s
Deanne Muerdo mi uña mientras los números bailan frente a mí, no puedo concentrarme. Sé que en una hora más, Connor llegará al restaurante. Ayer había llamado para proponer ese lugar para conocer a Maiara, así que me gustó la idea de que fuese en mi restaurante, en mi territorio, así no me sentiría incómoda. Estaría más tranquila, pero parece ser que no es así, los nervios desde esta mañana han aflorado con una fuerza impresionante. No había desayunado por lo mismo, desde entonces solo he tocado lo de la hora de mi comida. Levanto la
Connor Cierro la puerta detrás de mí, Omar mira en mi dirección, lo ignoro, cruzo el pasillo de la cocina a la salida, subo los escalones que me llevarán a la terraza y llego a la mesa donde se encuentran todos, Elliot me hace un gesto, pero no entiendo. — ¿Quieres galleta, Bro? —Entonces entiendo. Discretamente me subo la bragueta de mis pantalones. —No gracias. Disculpen la demora...—me siento a un lado de Jacey quien plática con mi madre de algo de la educación, Ellen habla con mi padre y Elliot. Miro hacia la entrada de la terraza, pero no veo a Deanne, recuerdo los botones que tiré de su camisa... Una sonrisa aparece en mis labios. —De tus maldades te debes de estar acordando, ¿No? —dice Ellen con
Deanne Después de presenciar el encuentro entre padre e hija, Connor agarra a Maiara en brazos y se sienta en la mesa, poniéndola en su regazo. —Deanne, te estamos esperando, ven...—Madeleine me señala sentarme a un lado de ella. Niego intentando buscar un pretexto para ir a terminar mis pendientes y darles privacidad en este encuentro, quiero que disfruten de mi hija.
Connor Veo como Deanne entra como tornado al restaurante. Sé qué está furiosa, pero más furioso estoy yo, ¿Cómo puede evitar que yo esté queriendo lo mejor para la educación de nuestra hija? -intento controlar mi enojo mientras mi hermano niega en desaprobación- — ¿Qué es lo que ganas con portarte así? Toma lo que Deanne pueda darte por el momento, gana terreno primero, no estás en plan de…—interrumpo a mi hermano. —Quiero participar en la educación de nuestra hija, ¿Qué parte no entiendes? Está bien, vuelvo a lo mismo, cometí un error, ya se habló, ella cedió, quiero que Maiara tenga una buena educación en el colegio privado donde su padre y sus tíos estudiaron desde pequeños, &i
Deanne Camino de un lado a otro, lanzo una mirada a Maiara, quien está entretenida mirando caricaturas, miro el reloj que adorna la sala, faltan cinco minutos antes de las nueve de la mañana. Cinco minutos y ya estará aquí, Connor es de los hombres más puntuales que he conocido, me cruzo de brazos, camino hasta el pasillo, me detengo en el espejo y me doy un vistazo rápido. —Calma, Deanne. Solo vendrá por la niña y tú terminaras tu trabajo. —Suelto un suspiro. Escucho un motor a lo lejos, cruzo el pasillo hasta la sala y me asomo por la ventana. Arrugo el entrecejo al no reconocer una camioneta. El motor se apaga, luego la puerta se abre y casi mis cejas llegan en lo alto por la sorpresa. Es Connor.&n
Deanne Montserrat Mürriell, es hija de padres ricos, la típica niña mimada y que tenía que conseguir todo lo que a ella le apeteciera, el solo imaginar que estaba fuera del psiquiátrico me pone nerviosa. Podría estar rondando nuestras vidas. Veo como Connor se sube al auto y se despide agitando la mano, había insistido en dejarnos en casa, pero hay mucho trabajo que hacer, son las tres de la madrugada. Agito la mano imitando el gesto por educación y termino de apagar las luces del local, camino hasta la parte trasera donde se encuentra la oficina, entro, cierro la puerta detrás de mí y llego al sillón, me dejo caer al mismo tiempo que suelto un suspiro. Maiara sigue dormida en el sillón vecino. Cierro los ojos por breves momentos, el cansancio se hace presente, recordándome q