Capítulo cuarenta y dos

—Mira que al final siempre termino obteniendo lo que quiero.— Alonso se estaba colocando la camisa de nuevo.

—Pudrete.— Le dijo ella con un tono de desprecio, —Lo obtuviste porque te lo permití.

—Vaya...— El amplió la mirada. Al mismo tiempo que encendía un nuevo cigarrillo y se sentaba en una silla de madera en forma de caja, —¿Con qué así son las cosas?

—Lo quería hacer y por eso las cosas sucedieron entre ambos.

—Ni una palabra de esto a nadie.— Él se paseó por el lugar y se detuvo con los ojos cerrados en el centro. Después abrió los ojos y clavo su mirada en Leticia, —Nosotros seguimos llevando a cabo nuestro plan.

—Me tengo que ir y te pido que tengas cuidado con las locuras que haces, Alonso.— Ella comenzó a caminar hasta la salida de ese taller abandonado, —Mira que quizás el que te saco de la cárcel no lo vuelva a hacer o quizás esa misma persona te entregue a las autoridades.

—En lo primero quizás tengas toda la maldita razón. Pero en lo segundo dudo mucho que sea así.— Al
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