― ¡Adele, espera! ― me grita, pero a mí no me interesa nada que venga de su boca, sin embargo, él es más rápido y ágil que yo y me da alcance en poco tiempo, tratando de abrazarme para consolarme, pero su agarre me asquea.
― Estabas con esa tipa, Mario― le espeto molesta― ¿desde cuándo me estás viendo la cara de tonta? ― le grito con la sangra golpeándome la cabeza― se suponía que tú y yo...― trato de seguir hablando, pero me quedo sin aliento y ahora siento espasmos por todo mi cuerpo.
― ¿Quieres calmarte, eh, Adele? ― me dice y se pasa la mano por la cabeza― además, tú tienes la culpa de todo eso― me acusa y yo quedo perpleja.
― Yo no te dije que te revolcaras con esa rubia cabeza hueca― le digo toda cabreada― se suponía que tú y yo nos haríamos la marca hoy― le recuerdo, pero él solamente sabe reírse de mí.
― Pues, yo no te dije que eso iba a pasar hoy, solamente que podía pasar― me responde, burlándose de mí― todo porque eres una testaruda que no quiere acostarse conmigo.
― Sabes que eso está mal, que podríamos perder nuestros poderes de lobos, si es que hacemos una cosa como esa― le recuerdo, pero él solamente hace un bufido.
― Yo he estado con un montón de mujeres y no me ha pasado nada― me dice muy pagado de sí mismo el muy descarado― todo el mundo tiene relaciones sin hacerse la marca en esta manada y nada malo les ha pasado― me señala y trata de acercarse y abrazarme a la fuerza, pero lo empujo con toda la rabia que destila ahora mi loba, que quiere acabar con él.
― No, Mario, ya suéltame― le grito molesta, al ver que quiere besarme de todas maneras― te estabas revolcando con esa tipa, así que no te atrevas a tocarme con esas sucias manos― insisto y él ahora se ríe con ganas.
― Sabes que te quiero solo a ti― me responde― he tenido que acostarme con otras por tu culpa― me dice y las lágrimas vuelven a salir como dos enormes cascadas.
― Si me quieres, deberías marcarme y así solamente sería tuya― le contesto, pero él me mira ahora y se burla de mí.
― ¿Que tú quieres que yo te marque aquí y ahora? ― me dice con el ceño fruncido― somos muy jóvenes, Adele, ¿qué no te has dado cuenta? ― me señala y yo me siento llena de ira.
― Pues, eso era lo que se suponía que íbamos a hacer hoy― le recuerdo y él hace un bufido.
― Yo ya tengo demasiadas responsabilidades a esta edad, por ser hijo de alfa Boris, como para que tú quieras que nos unamos para toda la vida― me dice y ahora mi quijada quiere caerse, de lo sorprendida que estoy por lo que está diciendo este cara dura.
― Entonces, ¿qué se supone que quieres de mí? ― le digo todavía incrédula.
― Pues, qué más― me responde de lo más descarado― que podamos relajarnos, teniendo momentos apasionados, por supuesto― añade y trata de acercarse nuevamente, pero mi loba se apodera de mí esta vez y con la rabia corriendo en mis venas lo empujo y esta vez sí que logro echarlo a un lado.
― ¿Que yo sea como una de tus amantes? ― le suelto toda enojada, cuando lo veo en el suelo lastimado― no soy como el resto de tus amiguitas, Mario, yo soy la hija de Beta John y que no se te olvide― le digo con sorna.
― Entonces, no me sirves― me contesta de lo más grosero― prefiero liberar toda la presión por mi cargo con todas esas mujeres hermosas, que quedarme para toda la vida contigo― me asegura― yo soy el hijo de un alfa y tengo derecho a acostarme con todas las mujeres que yo quiera.
Entonces, siento un coraje que no sabía que tenía, ante sus palabras, porque no voy a seguir siendo humillada.
“Somos poderosas y no le tenemos miedo”, me asegura mi loba y destilamos rabia juntas.
― Pues, si tú no estás dispuesto a unirte a mí y que nos volvamos pareja, porque eres muy joven y tienes muchas responsabilidades según tú, no esperes a que yo me quede aguardando el día en que te decidas por mí, mientras tienes el desfile de amantes paseándose por tu cama― le espeto cabreada y hastiada― no te voy a permitir que todo el mundo me vea como tu burla, como si yo no valiera nada― le señalo y él ahora se ríe de mí.
― Y yo soy hijo de alfa Boris, el líder de la manada Darkmoon, la más poderosa de todas y no voy a permitir que la hija de un Beta intente siquiera decirme qué hacer o no― me suelta directo a la cara y su voz hace que mi cuerpo caiga en sumisión, sin embargo, hago todo lo posible por recomponerme.
― Hijo de alfa o no, me importa un bledo― me burlo de él― yo soy la primogénita del beta de la manada, en cambio tú eres el quinto hijo del alfa― me río con ganas, ante su prepotencia― búscate a tus amantes y revuélcate con todas ellas.
― ¡Ja! ― me responde todo pagado de sí mismo, así que no me aguanto más y estoy a punto de decir las palabras, las que acabarán con toda su prepotencia sobre mí.
― Entonces, si así lo quieres― le digo con una sonrisa de satisfacción― yo, Adele, hija del Beta John de la manada Darkmoon, te rechazo a ti, Mario, hijo del alfa Boris, el líder de la manada Darkmoon, como mi pareja― le espeto con toda mi rabia, con mi corazón roto en mil pedazos, pero lo más importante, con mi amor propio― ahora ve, lárgate con tus amantes y no quiero que intentes acercarte siquiera.
Entonces, veo cómo Mario cae al piso, en cuanto termino de hablar, como si le faltara el aire.
― ¡Ayúdame, Adele! ― me pide y no sé ni qué hacer.
De repente siento algo de culpabilidad, en cuanto veo a Mario en el piso."Su lobo está muriendo", me dice mi loba interior y yo me quedo paralizada, así que trato de levantarlo como puedo, con la fuerza de mi loba corriendo por mis venas y lo llevo directo a su habitación, en donde todavía está la rubia con que se estaba revolcando Mario. ―Pero ¿qué le ha pasado? ―pregunta toda inquieta, tratando de llenarlo de atenciones, pero yo la miro y mi loba quiere acabar con ella, así que me mira toda temerosa.―Ve de inmediato a buscar ayuda―le grito con mi poder en la voz y ella deja de lloriquear y enseguida se va.Entonces, veo que Mario está recuperándose poco a poco y se da cuenta que está en su recámara y me mira como si no entendiera nada.― ¿Qué ha pasado? ―inquiere todo desconcertado.―Que te has desmayado, luego de que te rechacé―le contesto, pero antes de que él pueda decirme nada más, llega uno de los sanadores de la manada, para ver lo que le está ocurriendo.―Tiene poco poder
―Mario está ahora consciente y quiere verte―me dice el sanador y yo respiro profundo por toda la calamidad que se ha desatado.―Enseguida voy―le digo con un asentimiento de cabeza y él me sonríe.―Solamente, ten cuidado con lo que dices, porque todavía su conexión con su lobo es débil―me advierte y yo siento como se me forma un nudo en la garganta.Así que paso a su habitación, olvidándome de que tengo que ir con mi padre, pero, a lo mejor pueda salvar toda esta situación, si es que hablo con Mario y que razone con su padre, después de todo, él quería romper nuestro compromiso y eso fue lo que hice.Una unión a la cual él no le había puesto importancia, así que estuvo bien que lo hiciera, para su felicidad y mi humillación, al ser una cornuda de la cual todo el mundo se burlaba.― ¿Estás bien? ―le digo en cuanto lo veo.― ¿Qué, ahora te vas a burlar de mí? ―me espeta todo cabreado, aunque todavía se nota que está batallando por recuperarse―casi no lo escucho―me dice y no le entiendo―a
Entonces, Mario viene hasta mí para mirarme directo a la cara, con esa sonrisa asquerosa que solo destila lujuria.― Vamos, Adele, estoy seguro de que quieres que tu familia esté bien― me dice y jamás me hubiera imaginado que este hombre ahora me provocara tantas nauseas― un momento de placer, a cambio de que tu familia vuelva a ser la de antes.Y es cuando mis nauseas se vuelven rabia y lo escupo a la cara, lo que le cae a Mario peor que si lo hubiera abofeteado.― Pues, esta es mi respuesta, a ver si lo entiendes de una buena vez― le digo con la ira recorriendo por cada poro de mi piel― ya te rechacé y te rechazaré mil veces más, hasta que entiendas que ni muerta vuelvo contigo― le aseguro, pero él se abalanza sobre mí, dándome una cachetada tras otra, delante de mi padre, quien está a punto de moverse de donde está para molerlo a puñetazos, lo cual traería más problemas a toda la familia con alfa Boris.Así que hago lo único que se me ocurre que puede parar a Mario.― Yo, Adele, hi
Las pulsaciones de mi corazón se aceleran con cada minuto que nos encontramos en la trampa, al igual que al resto de mi familia.Entonces, los niños empiezan a llorar, por la caída y los revisamos, para comprobar que no estén lastimados, pero, hay algo más y es el temor que se puede respirar en el pequeño hoyo en el que hemos venido a caer.― Silencio― nos susurra una voz en el hoyo y me doy cuenta de que es uno de los socios Beta de mi padre― los guardas están muy cerca y nos pueden escuchar― señala y no tardamos en escuchar unos pasos que están acercándose.Sin embargo, me siento aliviada al oírlo hablar, ya que ha venido la ayuda de la que papá tanto nos habló y siento cómo mi respiración se torna más tranquila, ya que nos encontramos en manos amigas.Entonces, escuchamos a la guarda que corre en tropel y se detienen justo arriba de nosotros, sintiendo nuestro olor, sin embargo, parece que escuchan algo a lo lejos, el aullido del alfa Boris, que se viene acercando y queda cerca de
Sé cuál es la frustración de papá. Y eso es que hasta hace una semana, él era un hombre muy rico, capaz de sustentar a su familia, a quienes nos consentía, dándonos todos los lujos que quisiéramos. En cambio, ahora lo ha perdido todo, incluyendo el favor de su alfa y, para colmo, tiene que armarse de paciencia para que el alfa de esta manada que está de luto le dé audiencia. Algo que jamás le hubiera pasado, si siguiera siendo el mismo Beta influyente, capaz de conseguir que un alfa lo atendiera, fuera la manada que fuera. Pero no nos vamos a desanimar por eso, porque puede que el destino de mi familia se encuentre en mis manos, así que me voy directo a casa de mi primo, junto con mi padre, pues sé que tengo que impresionar a los ancianos. ―Creo que esto te servirá―me dice la mujer de mi primo, quien está buscando su mejor atuendo, para que sea elegida de inmediato. ―No deberías prestarme una ropa tan fina―le digo con algo de pena, al ver lo entusiasmada que está en buscar entre
Adele Regreso a casa, después de pasarme horas descargando toda mi rabia en una bolsa de boxeo, atormentada por mi loba. “Pareja, pareja”, dice sin cesar, como si tuviera una obsesión fijada en lo que nos ha traído problemas, para empezar. “Creo que te has olvidado de que tuvimos una y la rechazamos, porque nos engañó con todas las mujeres de la manada, por lo que sé”, le espeto molesta, pero ella no me entiende. “Nuestra pareja está aquí”, solo sabe responderme, “deberíamos regresarnos y buscarlo”, asegura y yo respiro profundo. “Y por prestarle atención a nuestra pareja, hemos terminado en la miseria y exiliados de nuestra manada”, le recuerdo enojada. “Nuestra pareja es importante, busquémosla, debe estar cerca”, me dice con ansias, lo cual me cabrea todavía más. “Pues, yo no tengo tiempo para eso”, le aseguro, pero me sigue ignorando, así que le espeto, “necesitamos que la familia viva en paz y cómoda, no una pareja que solo nos traerá problemas, ¿o quieres que mis hermanos
― ¡Miserable Adele, ya verás! ―me grita y me da una bofetada que me deja en el suelo, pero, no conforme con eso, aprovecha que estoy en desventaja y me da una patada tras otra. ― Déjame en paz―le pido, mientras que yo estoy protegiendo con mi cuerpo la última botella de leche especial que le queda al bebé entre las manos. “Acabemos con ella de una vez”, me exige mi loba, “nuestra familia está sufriendo por su causa”, espeta, queriendo salir por cada poro de mi piel, “somos más poderosas que ella, la primogénita de un Beta poderoso”, insiste y estoy a punto de ceder ante mi loba, pero me contengo. “Los ancianos la han escogido como la futura Luna de la manada y si nos metemos con ella, nuestra familia será echada nuevamente al frío bosque”, le recuerdo, “además, podemos romper la botella con la leche especial del niño”. “Pero, si estamos siendo humilladas”, me reclama con rabia, “ella es inferior a nosotras, porque es la sexta hija de un alfa”, me recuerda, pero no puedo cederle el
Punto de vista neutro. En cuanto el Beta John ha visto a su hija medio desmayada en ese vestido harapiento de sirvienta, golpeada como si fuera una esclava, se sintió avergonzado, por haberla sometido a tal humillación. Pero esto no se iba a quedar así, hoy mismo iría a hablar con el alfa de la manada para que le diera un empleo de lo que fuera, para que su hija no se viera obligada a pasar necesidades. ― ¡Papá! ―le grita Adele, quien ha corrido detrás de él, luego de recuperarse del desmayo por los golpes― ¡por favor, no hagas una locura! ―le pide toda angustiada. ―Yo soy el jefe de esta familia, quien debería mantenerlos a todos y no debería permitir que mi hija mayor dé la cara por mí y se vea humillada―le dice con rabia en la voz. Y es cierto. “Si tan solo pudiera borrar ese día de mi memoria”, se dice, recordando la razón por la cual alfa Boris lo ha despojado de todo y lo ha desterrado de su hogar ancestral. ― ¡Por favor, papá, razona! ―le pide su hija nuevamente―de seguro