Adele Regreso a casa, después de pasarme horas descargando toda mi rabia en una bolsa de boxeo, atormentada por mi loba. “Pareja, pareja”, dice sin cesar, como si tuviera una obsesión fijada en lo que nos ha traído problemas, para empezar. “Creo que te has olvidado de que tuvimos una y la rechazamos, porque nos engañó con todas las mujeres de la manada, por lo que sé”, le espeto molesta, pero ella no me entiende. “Nuestra pareja está aquí”, solo sabe responderme, “deberíamos regresarnos y buscarlo”, asegura y yo respiro profundo. “Y por prestarle atención a nuestra pareja, hemos terminado en la miseria y exiliados de nuestra manada”, le recuerdo enojada. “Nuestra pareja es importante, busquémosla, debe estar cerca”, me dice con ansias, lo cual me cabrea todavía más. “Pues, yo no tengo tiempo para eso”, le aseguro, pero me sigue ignorando, así que le espeto, “necesitamos que la familia viva en paz y cómoda, no una pareja que solo nos traerá problemas, ¿o quieres que mis hermanos
― ¡Miserable Adele, ya verás! ―me grita y me da una bofetada que me deja en el suelo, pero, no conforme con eso, aprovecha que estoy en desventaja y me da una patada tras otra. ― Déjame en paz―le pido, mientras que yo estoy protegiendo con mi cuerpo la última botella de leche especial que le queda al bebé entre las manos. “Acabemos con ella de una vez”, me exige mi loba, “nuestra familia está sufriendo por su causa”, espeta, queriendo salir por cada poro de mi piel, “somos más poderosas que ella, la primogénita de un Beta poderoso”, insiste y estoy a punto de ceder ante mi loba, pero me contengo. “Los ancianos la han escogido como la futura Luna de la manada y si nos metemos con ella, nuestra familia será echada nuevamente al frío bosque”, le recuerdo, “además, podemos romper la botella con la leche especial del niño”. “Pero, si estamos siendo humilladas”, me reclama con rabia, “ella es inferior a nosotras, porque es la sexta hija de un alfa”, me recuerda, pero no puedo cederle el
Punto de vista neutro. En cuanto el Beta John ha visto a su hija medio desmayada en ese vestido harapiento de sirvienta, golpeada como si fuera una esclava, se sintió avergonzado, por haberla sometido a tal humillación. Pero esto no se iba a quedar así, hoy mismo iría a hablar con el alfa de la manada para que le diera un empleo de lo que fuera, para que su hija no se viera obligada a pasar necesidades. ― ¡Papá! ―le grita Adele, quien ha corrido detrás de él, luego de recuperarse del desmayo por los golpes― ¡por favor, no hagas una locura! ―le pide toda angustiada. ―Yo soy el jefe de esta familia, quien debería mantenerlos a todos y no debería permitir que mi hija mayor dé la cara por mí y se vea humillada―le dice con rabia en la voz. Y es cierto. “Si tan solo pudiera borrar ese día de mi memoria”, se dice, recordando la razón por la cual alfa Boris lo ha despojado de todo y lo ha desterrado de su hogar ancestral. ― ¡Por favor, papá, razona! ―le pide su hija nuevamente―de seguro
―Si te refieres a lo que ha pasado hace un rato en la cocina, puedes estar tranquilo―le indica Noel y mi madre se muestra molesta, como si le ofendiera todo lo que está diciendo el menor de sus hijos. ―Pero, ella no es una mujer cualquiera―le recuerda―ella es la hija de alfa Boris y eso nos traerá problemas con esa manada―indica, sin embargo, a mí me importa un bledo―además de que ha sido escogida por los ancianos de la manada para ser la siguiente Luna, volviendo esta manada en la más fuerte, con su sangre alfa. ―Pues, puede que tengas razón, madre, pero como la déspota que es, se merece que la haya humillado así―le contesta Noel a mi madre, quien se ve sorprendida―no podemos permitirle que trate así a nadie en esta manada―le señala―los sirvientes creerán que esa será la manera en que los trataremos de aquí en adelante―le hace ver, pero mi madre mueve la cabeza de lado a lado. ―Pero es que te excediste, Noel, porque la has encerrado en su habitación, como si fuera una niña pequeña―
Un mes después Mariah Escucho que alguien toca a la puerta, pero no quiero responder, porque de seguro es uno de los sirvientes apestosos de esta inmunda manada, de la cual ya estoy harta, y si no fuera porque ya tengo ganado el puesto de Luna, ya me hubiera largado al lado de mi padre, a quien extraño, al igual que a mis hermanos, en especial a Mario, quien es muy unido a mí. Entonces, respiro profundo, resignada a tener que verle la cara a gente como el guarda que no me deja ni a sol ni a sombra, como si fuera una presidiaria de la casa de la manada. ¡No me dejan hacer absolutamente nada sin que alguien esté husmeando detrás de mí! Supongo que todo esto es obra del miserable de Noel, quien no solo me ha castigado por darle su merecido a esa desgraciada de Adele, sino que cree que es mejor que yo delante del alfa. ¡Yo voy a ser la nueva Luna y él debería saber cuál es su lugar por aquí! Y es cuando recuerdo lo único que me ha dado satisfacción en esta manada y eso es el haberle
Dos semanas después. Adele. ―Hoy es el día en que se hará la presentación―me recuerda la anciana nodriza y yo asiento con la cabeza―y tu gran prueba, además―me señala, lo que hace que sienta frío de repente, temblando de pie a cabeza. ―Ya verá que no tendrá ningún tipo de queja de mí, sino todo lo contrario―le aseguro y ella suspira con pesar. ―Lamentablemente, soy muy vieja para ir a la ceremonia―me indica con tristeza―pero sé que mi pequeño lo hará muy bien, tal y como lo hizo su padre y el padre de su padre, también―señala y veo cierto brillo en sus ojos blanquecinos por la ceguera. Y es cuando siento un peso en mi corazón, porque sé que esta mujer ha dedicado toda su vida a los alfas durante ya más de seiscientos años. Pero, pondré todo mi empeño para que se sienta tranquila de que ha dejado su labor en buenas manos. Y, sin embargo, tengo una razón más para hacer todo esto, un deseo egoísta porque todo salga bien y que el alfa esté complacido con mi labor y así pueda ped
Noah ―Ya veo que estás listo―me dice mi madre en cuanto entra a mi habitación―nos están esperando ya en el gran salón―me recuerda, pero, a pesar de todo lo que puede acarrear, sigo reusándome a ir a la ceremonia. Y es que esto se sigue sintiendo mal, a pesar de que todo el mundo diga que es lo que evitará una guerra a manos de gente tan caprichosa y miserable como la mujer con la cual tengo que unirme hoy. Totalmente opuesta a quien era mi Luna y ahora me pregunto si los ancianos se han dado cuenta de eso, que esa mujer no pertenece aquí y que, a pesar de su sangre de alfa, eso no la hace una mejor persona. Me siento un condenado. ―Vamos, Noah, es tiempo―me anima mamá, mientras me toma del brazo, arrancándome de la ventana. "Nuestra pareja está allá abajo", insiste mi lobo en decir, como se la ha pasado ya más de un mes torturándome. "No quiero ir a ver a Mariah", le digo molesto, "ya déjame en paz", le espeto hastiado. “Tenemos que ir y pronto”, insiste con una ansiedad que en
Punto de vista neutro. ― ¡Suéltenme, desgraciados! ―espeta Mario como un enajenado―mi hermana ha sido humillada y este miserable está con Adele, en lugar de preocuparse por Mariah, su nueva Luna―le grita a los guardas, que lo están sosteniendo como pueden, ya que es más fuerte que ellos, pero no lo suficiente, como para luchar contra el agarre de Noel, el segundo hijo de un alfa, quien guarda las leyes antiguas como si fuera un tesoro y es por ello por lo que su lobo es mucho más fuerte que el de cualquiera. Es cuando se escucha una gran carcajada por parte de este. ―Entonces, ya veo de dónde este insolente ha pensado que puede atacar al alfa de esta manada, sin ningún tipo de respeto―dice Noel con sorna, mientras le presenta el filo de su espada en el cuello, dejando que descienda un hilo de sangre―anda, atrevido, intenta tocar a mi alfa y verás cómo te enfrentas a la muerte―lo reta, pero Mario se lo está pensando mejor, en cambio, mira a su hermana, quien sigue lamentándose en el