Capítulo 50:

—Tenemos un serio problema Ron. Uno bien gordo. —dijo Georgina cuando Sam contestó al teléfono.

—Gin puedes decirle a Marcos, estoy en el centro de un tráfico infernal. Voy a llegar tarde a una reunión que tengo dentro de media hora con un proveedor para los tapizados de los coches deportivos y no estoy segura que pueda llegar a la que mi padre va a realizar a las once.

—Ok, yo le digo a tu novio.

—Gina —advirtió Sam. Conocía a Georgina Lucrecia Dankworth de arriba a abajo. No estaba tramando nada bueno— .Deja de buscarle las cosquillas a Marcos. Pareces sopita, no te ha hecho nada y tú vas a caerle encima como piratas a un barco.

— ¡Al abordaje! —dijo riendo— Seré buena, Ron. Te doy mi palabra.

—Ya claro. Tu palabra vale un pimiento cuando quieres salirte con la tuya. ¿Olvida el tema quieres?

Gina no negó las sílabas de Sam. No podía. Nadie le hacía daño a una de las personas que más quería y se iba con viento fresco. Se las estaba guardando al papacito una por una. No era rencorosa
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