Me encantaron los votos. Y un misterio resuelto😲😲😲😲😲😲😲
— ¿Pero qué carajos es esto, Sam? —Las palabras de Eduardo hicieron que su hija por fin conectara su mirada. Había furia en su expresión pero debajo se podía apreciar el dolor. Para que Eduardo Montenegro dijera una palabrota y sobre todo para que no la llamara por el apodo que le había puesto nada más nacer, la ira debía estar a rebosar en su sistema.—Tengo pruebas, papá. Contraté a un hacker. No había dicho nada porque no tenía culpables y también porque no quería poner en sobre aviso a nadie. Pero es la pura realidad.—Niña pero esto es una infamia —protestó Justin—, sin mis ahorros tu padre no hubiera comenzado esta empresa. Sin mí, no hubiera salido adelante. Siempre lo he apoyado en todo—Por esa misma razón me encantaría que me dijeras que te motivó. Porque las pruebas no mienten. Tú empezaste todo esto y Ryan te cubría en los balances económicos. Quien mejor para cubrir un robo millonario que el contador principal. —Sam quería permanecer calmada pero no podía. Justin Blake hab
Después de que seguridad se llevara a Justin y a Ryan la reunión terminó. Sam sabía que dar a conocer semejante secreto causaría asombro e incertidumbre, jamás pensó que causaría tanto dolor. Ver esa mirada desolada en el rostro de su padre la hizo sentirse en ruinas. Y aunque había hecho lo correcto, por primera vez desde que había vuelto, se preguntó, si todo había valido la pena, al fin y al cabo, el nuevo modelo lo había implantado ella.—Quitas esos pensamientos de tu cabeza, gatita. —le dijo Marcos haciendo que sus miradas se encontraran. Una mano la sujetaba por la barbilla y otra por la cintura.—Pero...—Pero nada —Volvió a interrumpir Marcos— .Tus padres te necesitaban aquí, tú necesitabas estar de regreso. Y yo seguiría sin conocer a la mujer de mis sueños si no hubieras vuelto. Hicimos lo correcto, Sam. Puede que esto afecte a la empresa, que estoy seguro que lo hará, puede que tu padre no pueda levantar cabeza en meses, pero saldrá de esta. Todos saldremos de esta. No te e
Las acciones descendieron casi hasta el punto de no retorno. Para muchos era inconcebible que los jefes de tan altas esferas hubieran sido los causantes de un robo millonario. Y aunque habían intentado que esa noticia no saliera de las paredes de Montenegro Co. alguien lo había filtrado a la prensa. Habían salido en primera plana dos días después. Y aunque Samantha sabía que todo eso sería olvidado en unas semanas o cuando hubiera otra noticia, tener varias decenas de reporteros, cámaras y micrófonos delante, no era trago de buen gusto. Estaba al mandar al demonio al siguiente que le preguntara y a romper algo cuando seguridad la ayudó a entrar en la empresa. Debido a todos esos chismes, todo estaba siendo noticia. Había periodistas en frente de la Mansión Montenegro y dos días atrás habían cercado a Marcos y Benjamín en sus casas. Razón de más, para ser más precavidos en su relación. A Sam no la habían cogido saliendo con Marcos y subiéndose a su coche, porque ese día precisamente, s
Tuvo que pasar otro mes para que Montenegro Co. volviera a su cauce. Los accionistas se habían calmado un poco cuando Sam entregó los veinte millones. Pero ni loca, había dicho quien lo había obtenido, ni como. Gin siempre sería un as bajo la manga. Sin embargo su padre había lanzado un pisapapeles contra la ventana cuando Sam le dijo a nombre de quien estaba la cuenta. Le había sorprendido mucho la actitud de su papá, cuando ella sabía que ese nombre era ficticio. Quizás había sido tensión acumulada porque después de eso, todo había regresado a la normalidad. El tiempo había ido poniéndose cada vez más frío y se anunciaban fuertes nevadas pero la nieve todavía no había hecho acto de presencia. Marcos y Sam había dado una última vuelta en la moto. En ese viaje habían escogido a Mary. La moto blanca había resplandecido en la fría noche y así habían celebrado el cumplimiento de otro mes más. Y a pesar de que llevaban casados casi tres meses, Sam no había encontrado las palabras para d
Diciembre hizo que el concepto de frío se conociera con fuerza. Habían caído varias nevadas y los días que habían sido apacibles, se veía una capa blanca adornando todo como si fuera una postal. Un tiempo maravilloso. Para quedarse en las frías sábanas y rodeada de fuertes brazos. Al menos eso quería Sam cuando levantarse cada mañana era un mal necesario. Se alegraba que después de Navidad se recesara un poco el trabajo. No se detenía. Pero si bajaba el ritmo.—Gatica, tenemos una cena de negocios esta noche. Mildred acaba de confirmármelo. —dijo Marcos nada más entrar por la puerta de la oficina que ocupaba su mujer.—Sí, ya lo sé. Gin me lo dijo hace media hora. Necesito un descanso. Unos días en que lo que menos se piense, sea en trabajo.—Tengo una cabaña —expresó misterioso—, estaba pensando en tomarnos unos días. Está alejada, pero es muy confortable.— ¿No hay cobertura? —preguntó Sam emocionada.—No. Esta cerca del lago Tahoe. Medio escondida dentro del bosque. Pocos saben de s
Mientras Marcos acariciaba a Sam después de un maratón sexual y estaban a punto de dormirse, a lo lejos se escuchó las campanadas de las doce de la noche, esas que indicaban que muy pronto ese año acabaría y daría comienzo al siguiente. Un treinta y uno de diciembre que quedaría atrás para siempre.—Felicidades dobles, gatica. —dijo con la voz ronca— ¿Cómo es posible que si no llego a fijarme en el acta de matrimonio, no hubiera sabido que es tu cumpleaños?—Me adapté a que como este era un día de fiesta y uno no paraba del amanecer al anochecer, callarme. Cuando niña me molestaba, después me dio igual. De todas formas los regalos siempre me los han dado y la diversión es inagotable.—Pues muy mal. Uno no celebra los veinticinco en cualquier momento. Un cuarto de siglo, Sam. Deberías estar orgullosa.—Y lo estoy. Soy muy feliz. En estos momentos me siento plena y no deseo nada más.—Pues yo agradezco mucho que entraras en mi vida y sí, deseo algo más. Ver crecer este vientre —dijo colo
Marcos no había sentido tanto miedo en su vida como cuando lo llamaron del hospital. Esas palabras habían hecho que dejara a Eduardo que le estaba contando que habían sentenciado a Justin y a Ryan a veinticinco años, con la palabra en la boca. Nunca en su vida había agradecido tanto, cuando salió de la oficina como alma que lleva el diablo y lo menos que había encontrado, era tráfico. A Sam la habían trasladado a una habitación pues después de que habían conseguido reanimarla la primera vez, había vuelto a desmayarse, golpeándose la cabeza con una camilla que pasaba. Marcos la había encontrado en una cama totalmente inconsciente y con la camisa rosada que traía, empapada en sangre. Pensó que le daría un soponcio cuando vio esa imagen. Y ese miedo profundo que apretaba su corazón no se había marchado, ni siquiera cuando había visto, como esos ojos que amaba habían pestañeado y se habían abierto.— ¿Todo bien, gatica? —preguntó ansioso. La enfermera le había dicho que no era nada. Que s
Sam había regresado a su apartamento para esperar a su hermano. Para contarle todo lo que había descubierto. Por Gin sabía que Andrew se estaba quedando todas las noches ahí. Marcos había hecho una paella de mariscos, pero no le había quitado la vista de encima a Sam. Esa noticia aniquilaría a cualquiera y aunque su mujer poseía una fuerza interna asombrosa, estaba seguro que se encontraba en la cuerda floja. —Cielo —la llamó Marcos—, vas a desgastar la alfombra persa. ¿Quieres dejar de caminar de un lado para otro?—Estoy nerviosa. —Fuiste a casa de personas que nunca habías conocido para hacer preguntas y te pone nerviosa hablar con alguien con quien has compartido muchas veces. Puedes que no conozcas lo suficiente a Andrew pero conoces a Gin. ¿Crees que tu amiga saldría con una persona que no escucha, que es obstinada sin razón, que no entiende?—No. Por supuesto que no lo creo. Y me siento feliz, Marcos. La felicidad no me cabe en el pecho pero también siento rabia. Siento ra