Quizás los que leen ambas historias se pregunten pq no puse está en pausa también. La razón es sencilla. Esta novela ya está finalizada. Un Rey a tu servicio no. Entonces no olviden recomendarla y comentar. Nos vemos y nos leemos. Estamos en la recta final.
Habían pasado treinta y seis horas desde la desaparición de la pequeña. Samantha estaba sin uñas y con amplias ojeras. Nadie había tenido ninguna noticia. Ninguna cámara las había localizado. Gina había trabajado en vano y los hombres de Manuel a pesar de no haber cesado su búsqueda, no habían encontrado nada. En la mansión Montenegro los rostros de todos estaban menguados. El no tener noticias era casi tan desesperante como la desaparición en sí.—Venga, gatica. Acuéstate un rato —dijo Marcos mientras la abrazaba. Estaban sentados en el sofá y el resto de la familia en distintas posiciones. —No puedo, Marcos. Lo único que hago es dar vueltas en la cama. Todo esto me ha caído de golpe. La quiero de vuelta. Quiero a mi hija aquí conmigo. —expresó Sam mientras hundía el rostro en el hueco de su hombro y las lágrimas corrían por sus mejillas Las miradas alrededor se tornaron sombrías al contemplar el tan grande dolor que mostraba esa imagen. La estancia se sumió en un silencio aterrad
Había pasado un día sin noticias de la pequeña. Habían recorrido varios orfanatos de alrededor pero San Francisco era inmenso y Estados Unidos, aún más. Ya habían dado parte a la policía y los hombres de la Bestia no habían parado de investigar. Todos estaban trasnochados y la desesperación pintaba cada uno de sus rostros. Nadie había encontrado nada. Sam sentía una apretazón en el pecho y lo único que hacía era llorar. Marcos no estaba mejor. Samantha no quería aceptar la realidad. Jamás aceptaría que no volvería a tener en brazos a su chiquita. La vida no podía ser tan puñetera para causarle un dolor semejante nuevamente. Había querido engañar a su madre y la engañada había sido ella. No sabía como había confiado aunque fuera un pequeño porcentaje en alguien tan superfluo. Llevaba dos días sin dormir y las pesadillas que había tenido en el pasado habían regresado con fuerzas. Sus gritos despertaban a toda la casa y Marcos no sabía que hacer. — ¿Qué necesitas, Marcos? ¿Quieres un
Sam sabía que pasaría mucho tiempo para que el temor se le fuera del cuerpo. Quizás sería anciana y todavía llamaría a su hija o a las personas alrededor para saber si estaba bien. No podía estar mucho tiempo alejada de la niña y habían instalado un despacho en su casa con todos los equipos necesarios para trabajar. Fax, correos, videocámara y una computadora de última generación. Eso había sido un mes atrás. Pero según Andrew eso no era sano. Y estaba hablando como médico y no como su hermano. Ella necesitaba salir, distraerse. Hacer que poco a poco, ese amargo trago fuera cediendo. Así que para evitar preocupar a Marcos y a su familia les había hecho caso y había regresado a la empresa. Esa primera vez cuando entró estuvo bien por los primeros diez minutos, después le entró una ansiedad que la tenía al borde de un ataque de nervios. Tuvo que encerrarse en el baño de las mujeres para calmarse, aunque la solución de Marcos todavía hacía que se le colorearan las mejillas. No habían s
Sam despertó rodeada de paredes blancas. Un vistazo a su alrededor le mostró a su madre dormida en una silla con una mano en la cama, como si estuviera velándola incluso en sueños y una vía casi vacía conectada a su brazo. Se dio cuenta que tenía un yeso en el brazo contrario y que le dolían varias partes del cuerpo. Estaba segura aunque no podía verse que tenía unos cuantos moratones. Sin embargo la cabeza era lo que peor sentía. La tenía como si una brigada de construcción estuviera haciendo una obra. Le dolía tanto que tenía mareo. Se giró hacia un lado para vomitar, pues sabía que apenas podría dar un paso cuando Patricia abrió los ojos. La acarició suavemente en la espalda mientras Sam expulsaba la bilis que tenía en el estómago. Su madre se encargó de limpiar ese estropicio y buscó a un médico que le pusiera un medicamento para el dolor. Andrew entró junto a una mujer de unos cincuenta años de color caramelo. Sonrió cuando la vio consciente pero Sam no pudo devolverle el gest
Esa tarde Sam se la pasó al lado de Marcos. No paró de hablarle. De contarle todo lo que había hecho. Le dijo que Paula cada vez estaba más preciosa aunque no era objetiva al ser su madre. Le contó de como iban las cosas por la empresa y de la visita de adiós definitivo que le había hecho a su madre. En ningún momento soltó su mano. Y cuando las palabras fueron insuficientes debido a sus sollozos siguió acariciándolo. Brindándole su fuerza aunque se sentía exhausta. Demostrándole que estaba ahí y que ni siquiera las grandes fuerzas de la naturaleza la separarían de su lado. Se marchó al anochecer y solo porque Andrew la obligó. Sin embargo a la mañana siguiente estaba ahí a las nueve. Laura la relevaría por la tarde. Pues aunque Sam no quisiera separarse de la cama de su marido, tenía responsabilidades. Miles de familias dependían de sus decisiones. Paula dependía de ella. —Oye, guapetón estoy pensando en buscarme un amante. Alguien tiene que resolver mis necesidades y Paula nece
El sábado amaneció con un sol radiante aunque Sam sintió agujetas y caminaba medio raro. La carcajada de Marcos hizo que su mujer le diera un puñetazo. — ¿Qué te pasa, gatica? Te veo medio extraño. —No te pongas en mala con la cocinera que cierro el grifo hasta nuevo aviso y no me verás ni en pintura. -NA. Te encanta estar entre mis brazos —El almohadazo le dio en plena cara— .No me dejaste terminar, cariño. Y a mí disfrutar entre los tuyos. — ¿Qué pretendes, Marcos? Estás muy zalamero. Y cuando las personas de alrededor tuyo quieren algo se comportan así. Desde ya te digo que no pienso volver a la cama. La noche ha sido buena pero no crea que pueda regresar ahí. Tener tantos orgasmos seguidos no puede ser aconsejable para nadie.— ¡Buena! ¡Buena! Vamos, gatica. Hay adjetivos más bonitos para describir nuestro encuentro nocturno —Ante las cejas alzadas de Sam, Marcos sonrió. Había picado— .Ejemplo: espléndida, extraordinaria, inolvidable, venga que te dejé temblando para que digas
Cuatro años después—Oye papi y si no les gusto. Marcos sonrió ante la pregunta de su hija. Estaban en la entrada de la escuela y tenía algo de miedo a lo desconocido. No era lo mismo la guardería que una escuela en toda regla. Recorrió con la mirada a esa niña que lo tenía enamorado desde la primera vez que la había visto. Ese cabello rubio y esos profundos ojos azules hechizarían a cualquiera. Esa pequeña brujita los tendría comiendo de su mano en un abrir y cerrar de ojos.—Ya verás como enseguida haces amiguitos. Además el año que viene vas a tener a tus hermanos y a tu primo.—Pero ahora voy a estar solita.—Tú solo sonríe y te prometo que todo sucederá. Tu sonrisa hace magia, Paula.— ¿De verdad? —preguntó inocentemente.—Venga, dame un beso y échale garras. No olvides que eres una campeona. La decisión en la cara de su hija lo hizo sentir extremadamente orgulloso. Tenía valor y eso era algo que había heredado de Samantha. La valentía de enfrentarse a las situaciones adversas
Bueno, llegamos al final. Espero que les haya gustado tanto leerla como a mí me gustó escribirla. Espero que el amor de Sam y Marcos los haya tenido al borde de la silla muchas veces.Gracias. Gracias a tod@s aquell@s que me siguieron. Gracias a aquell@s que incluso vivieron a instalar la app de buenovela para poder leer esta historia. Gracias a aquell@s que iniciaron este viaje conmigo en esta app y continuaron conmigo hasta el final. No tengo palabras.No se si saben pero esta novela está participando en un concurso. Entonces pensarán ¿y qué? ¿Qué puedo hacer yo? Pues si pueden hacer mucho. Pueden recomendarla y dejar una reseña pequeña o grande afuera. Voy a escribirle una historia a Amber. Se me ocurrió mientras escribía esta. No será ninguna continuación de esta pero volverán a ver al guapetón y a la gatica. Pero no será por ahora.Mientras tanto les queda Un Rey a tu servicio para que lean y opinen. Les recuerdo que tengo un grupito en el face para tod@ aquel que quiera unirse.