Capítulo 51:
—Disculpa, ¿nos conocemos? —preguntó Eduardo a modo de saludo. No le había gustado un pelo como ese hombre había mirado a Georgina y a Alejandra y mucho menos la pregunta que había hecho.

—A usted no tengo el placer, señor. Pero de las damas soy un viejo amigo. Muy querido. —expresó haciendo énfasis en la última palabra.

—Soy Eduardo Montenegro. El dueño de todo este lugar y el padre de Alejandra, de Samantha y el casi padre de Georgina. Él es Marcos —dijo señalando hacia su derecha—, el vicepresidente de esta compañía y el otro es Benjamín. —Eduardo continuó con las presentaciones y vio de reojo como Marcos le daba una mirada fulminante al desconocido mientras estrechaba su mano.

La reunión duró cerca de una hora. George Wells llevaba dos años desarrollando un prototipo de un tipo especial de cuarzo que le venía muy bien a la parte delantera de los autobuses. Y como ese tipo de transporte era una demanda alta y que se realizaba en grandes pedidos, lo mejor era que además de cómodos
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Entonces con que se quedan. Con el puñetazo o con el besito.

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