Mal pensados que son ¿Cuantos se equivocaron? 😂😂😂😂😂😂 No den nada por sentado en mis historias😄😄😄😄😄😄
—Tenemos un serio problema Ron. Uno bien gordo. —dijo Georgina cuando Sam contestó al teléfono.—Gin puedes decirle a Marcos, estoy en el centro de un tráfico infernal. Voy a llegar tarde a una reunión que tengo dentro de media hora con un proveedor para los tapizados de los coches deportivos y no estoy segura que pueda llegar a la que mi padre va a realizar a las once.—Ok, yo le digo a tu novio.—Gina —advirtió Sam. Conocía a Georgina Lucrecia Dankworth de arriba a abajo. No estaba tramando nada bueno— .Deja de buscarle las cosquillas a Marcos. Pareces sopita, no te ha hecho nada y tú vas a caerle encima como piratas a un barco.— ¡Al abordaje! —dijo riendo— Seré buena, Ron. Te doy mi palabra.—Ya claro. Tu palabra vale un pimiento cuando quieres salirte con la tuya. ¿Olvida el tema quieres? Gina no negó las sílabas de Sam. No podía. Nadie le hacía daño a una de las personas que más quería y se iba con viento fresco. Se las estaba guardando al papacito una por una. No era rencorosa
—Disculpa, ¿nos conocemos? —preguntó Eduardo a modo de saludo. No le había gustado un pelo como ese hombre había mirado a Georgina y a Alejandra y mucho menos la pregunta que había hecho. —A usted no tengo el placer, señor. Pero de las damas soy un viejo amigo. Muy querido. —expresó haciendo énfasis en la última palabra.—Soy Eduardo Montenegro. El dueño de todo este lugar y el padre de Alejandra, de Samantha y el casi padre de Georgina. Él es Marcos —dijo señalando hacia su derecha—, el vicepresidente de esta compañía y el otro es Benjamín. —Eduardo continuó con las presentaciones y vio de reojo como Marcos le daba una mirada fulminante al desconocido mientras estrechaba su mano. La reunión duró cerca de una hora. George Wells llevaba dos años desarrollando un prototipo de un tipo especial de cuarzo que le venía muy bien a la parte delantera de los autobuses. Y como ese tipo de transporte era una demanda alta y que se realizaba en grandes pedidos, lo mejor era que además de cómodos
Samantha iba casi corriendo de lo fuerte que la estaba halando Marcos. Después del puñetazo y de dejar a George tirado todo lo largo que era en el suelo del salón de reuniones, no le había dado tiempo ni saludar. La furia de Marcos salía en oleadas, lo podía sentir. — ¿Quieres calmarte? —fueron las primeras palabras de Sam nada más entrar en la oficina del vicepresidente y que Marcos trancara la puerta.—No. Le respondiste el beso, joder. Al tipo que te engañó. Viene te roba un beso y tú lo recibes con los brazos abiertos. Es que es el colmo, Samantha. —gritó enojado.—Fue la sorpresa del momento. Nunca imaginé que George hiciera negocios con nosotros cuando le va otro tipo de trabajos. Hace cinco años que no lo veía. Es normal que reaccionara así, pero lo alejé. O estabas tan ofuscado que no te diste cuenta de eso. Sam estaba empleando su tono suave para calmar a la bestia. Ella tenía un pequeño porciento de culpa. Sabía como actuaría de suceder al contrario. De que fuera a Marcos a
Marcos actúo con celeridad pero Andrew fue más rápido. Y logró alcanzar el cuerpo de su mujer antes de que chocara contra el piso. Sin demora la cargó en brazos y se dirigió al sofá con un Marcos muy preocupado siguiendo sus pasos.—Alcánzame un pañuelo, Marcos. —expresó Andrew después de coger su maletín y comprobar que la mujer que estaba inconsciente en el sofá no tenía nada más que la emoción del momento. — ¿Dime qué está bien? La veo muy pálida —le dijo Marcos en el mismo momento que le entregaba el pañuelo que tenía en el bolsillo trasero de su pantalón— .Joder, jamás me imaginé que reaccionaría así. —Se pondrá bien, Marcos. Solo ha sido la impresión. Quien te ha visto y quién te ve. El hombre que me dijo que nunca entregaría su corazón, de rodillas ante una mujer, literalmente. —Ella me importa, Drew. Hacía años que no me sentía tan vivo como en estos momentos. Hace años que pensé que vivir no valía la pena, pero esa mujer que ves ahí, me ha devuelto el alma.— ¿Y tu vengan
El sofocante verano fue cediendo el paso a la frescura del otoño. Los árboles cambiaron sus trajes verdes por los dorados, marrones y delicados naranjas y las noches pasaron a ser más largas. La relación de Marcos y Samantha se fue consolidando y ya no escondían su romance. Trataban de ser discretos en la empresa pues no querían dar pasos a rumores mayores. Sin embargo, nada más poner un pie afuera de la corporación, sus manos se unían como si fueran un todo indisoluble.—Te tengo una buena noticia y una mala ¿Cuál quieres primero? —le dijo Gina a Sam cuando estaban a punto de salir a almorzar.—La buena. Si me dices que atrapaste al ladrón te subo el salario.—Pues no, no lo he atrapado. Es demasiado sigiloso y con respecto a mi sueldo, sabes que tengo dinero de sobra. Y ese conocimiento lo tienes, porque posees casi el mismo porcentaje que yo y porque manejas mis cuentas. Sam le guiñó un ojo a Gina descaradamente. Desde los dieciocho ella manejaba las cuentas de ambas. Consultaba
Ocho días después Samantha y Georgina no habían regresado. Las cosas se habían ido complicando y de los cinco días que habían pronosticado habían que tenido que utilizar tres más. — ¿Cuándo vuelves, gatica? Llevas mucho tiempo fuera. —dijo Marcos por la vídeo llamada.—Lo lamento guapetón. Estaré ahí en un abrir y cerrar de ojos.—Pues estoy abriendo y cerrando los ojos continuamente y no te veo. —respondió enojado.—Venga ya. No seas así, Marcos, cuando tú eres exactamente igual.—Quiero verte. Y me muero por tocarte. ¿Qué traes puesto? Ante sus palabras Sam se quedó atónita. Sus ojos dorados se abrieron hasta doblar su tamaño. Sin embargo eso no impidió que sus manos se quitaran la bata de baño que traía puesta y mostrara un picardía rojo intenso.— ¡Joder! —exclamó ansioso— .Nena eres preciosa. Ya tengo material para un par de días aunque, como sentir tu piel junto a la mía no hay nada. ¿Por cierto, cuántos hombres trabajan en tu empresa? Que no se te olvide que tú eres mía. An
Capítulo 56: Tres días después de que Sam hubiera vuelto de Inglaterra, ella y Marcos se encaminaron a Las Vegas. Y aunque Nevada estaba al lado de California las casi dos horas en avión hicieron mella en Sam que todavía no se había recuperado del viaje anterior. No importaba que el avión fuera de primera, ni que solo fueran ellos y la tripulación. Solo bastaron pocos segundos para que utilizara el hombro de Marcos como almohadón y se quedara profundamente dormida. Una caricia en la cara la despertó. Y ver tan cerca esos potentes ojos azules que mostraban una amalgama de tonalidades hizo que a su rostro asomara una amplia sonrisa.— ¿Qué tal el sueñecito, gatica? ¿Cómo estás?—Cansada. Muy cansada. Si me dejan puedo seguir durmiendo. —Es que dos viajes tan seguidos agotan a cualquiera. Esas palabras hicieron que Samantha se espabilara del todo y le diera una dura mirada a Marcos. —Ya estuviera recuperada si me dejaras dormir. Creo que he dormido ocho horas en estos tres días. —
—Prometo amarte, respetarte, serte fiel. Estar contigo en todo lo que la vida da y en todo lo que la vida quita. Ser un compañero dedicado y hacer de tus días una experiencia inolvidable. Prometo darte todo de mí, para que nunca te arrepientas de este momento. Soy tuyo, gatica, hoy y siempre. —Y a cada palabra que salía de la boca de Marcos, una lágrima corría por la mejilla de Sam. En el momento que Marcos le había dicho al cura que los votos los dirían ellos, Sam lo había mirado azorada. No sabía si sus nervios permitirían que dijera una palabra a derechas. Pero ver la mirada de Marcos cargada de amor mientras recitaba cada frase, había valido la pena. Inmensamente. —Su turno, señorita —dijo el Padre en cuanto Marcos acabó su maravilloso discurso. Sam carraspeó. Abrió la boca una vez, dos, y la volvió a cerrar sin que saliera palabra alguna. Era increíble que una importante ejecutiva que hablaba en reuniones con una simplicidad increíble, que sabía varios idiomas, que tenía facili