Dante Ivanov
Dante Ivanov
Por: Lorena G Muñoz
Prólogo

3 años atrás:

El maravilloso día, con el sol radiante de Moscú, ese día primaveral. Hoy había llegado el día para el ruso, hoy iba a dar el «si, quiero» después de años de relación con ella, después de haber vivido tantos momentos con ella, quería hacerla su esposa. Se miraba en el espejo de cuerpo entero, viendo su reflejo en el. Con su esmoquin negro, que le quedaba como anillo al dedo, marcando sus piernas y glúteos. La sonrisa no podía ocultarla, estaba feliz, por haber dado el paso.

Dante podía ser despiadado, ruin e incluso ser destructivo. Pero con ella era un ángel, le daba todo lo que a ella se le encaprichaba.

Unos toques en la puerta, hizo que el ruso dejará de mirarse en el espejo y centrarse en la puerta, que poco después fue abierta. Por ella entró una mujer de avanzada edad, de unos 55 años, rubia y muy elegantes. Dante sonrió al verla y era la mujer que le dió la vida, la mujer intentó no llorar por ver a su hijo mayor a punto de casarse.

—Estas hermoso, hijo mío. — dijo, la mujer acercándose para abrazarle. —Aún no me creo que te cases.

—Madre, aún te queda Dimitri. — respondió.

—Ese es un caso perdido. — Dante, sonrió. —Quiero que me hagas abuela.

—Eso más adelante, madre. — exclamó.

—Vamos, que ya están los invitados y solo falta la novia. — Dante abrió la puerta y dejó que su madre saliera primero.

Cuando llegaron al salón, los invitados estaban ahí, tomando una copa de champagne. Dante observaba el lugar y se sentía completo, aunque algo nervioso, pero es normal en un día como este, ¿No? El padre y el hermano de Dante se acercaron a él con una sonrisa.

—Enhorabuena, hijo. — dijo, el padre y le dio un abrazo. —Te deseo lo mejor.

—Gracias, padre. Aunque no negaré que estoy nervioso. — se sincero.

—Eso es normal, son los nervios de la boda. — explicó su padre calmándole.

—Hermanito, dentro de poco tiempo serás un hombre casado, se acabaron las mujeres. — bromeó, Dimitri.

—Yo dejé las mujeres hace mucho tiempo, a ver cuándo te casas tú. — Dimitri, negó asustado, haciendo que el ruso sacará una pequeña carcajada. —¿Dónde está Sergey?

—Esta en el despacho haciendo unas cosas. — Dante, asintió.

Habían pasado 40 minutos y la novia no aparecía, ya estaban desesperados y Dante el que más. No paraba de mirar el reloj de su muñeca, se estaba preocupando.

—¿Por qué no viene Danielle? — le susurró, a su amigo Sergey.

—Tranquilo, las novias suelen retrasarse. — respondió.

—No lo sé, esto es raro. — sentenció, preocupado. —Sé que se retrasan, pero no casi una hora.

—Llámala. — Dante, hizo caso a su amigo y sacó su teléfono, marcó el número de la novia.

—Danielle, ¿Dónde estás? — habló, cuando escuchó que descolgaban. —Te estamos esperando.

—Lo siento, Dante, no iré. No estoy preparada para casarme. — Dante no daba crédito a lo que escuchaba. —Lo siento de verdad, espero que me perdones.

—Danielle, no vuelvas a cruzarte en mi vida, porque de lo contrario, te mato. — colgó.

La rabia, la ira, se apoderaron de él. Se sentía traicionado, engañado ahora iba a estar en la boca de todos, sabía que mañana todos saldría a la luz en las revistas y siendo portada. ¿Por qué le traicionó, si la dio todo? ¿Por qué hay mujeres tan miserables y malas? Dante se sentía así, utilizado.

Su familia lo miraba con preocupación, Dante solo miraba el suelo.

—¿Que pasa, Dante? — preguntó, Sergey.

—Saca a todo el mundo, la boda se cancela. — salió de allí yendo a su despacho, cerró la puerta de un portazo y empezó a beber

Tenía ganas de llorar de la rabia, si eso era un castigo de Dios por todos los errores que él cometió, le habia dado un palo muy gordo. Definitivamente tendría que ser un castigo por lo que él hizo, pero así, de este modo, Dios o el karma, habían dado en la diana.

En eses momento su vida se destruyó como un castillo de naipes, donde ahora todo lo que había planeado se había ido a la m****a y todo por una mujer que no le valoró.

La puerta fue abierta y entró Sergey y su hermano pequeño, vieron a Dante beber copa tras copa.

—¿Qué ha pasado Dante? — preguntó, Dimitri.

—Ella se arrepintió y me dijo que no estaba preparada para casarse. — respondió. —La muy puta me dejó a minutos de la boda.

—Dante, beber no te va a servir de nada. — exclamó, Sergey. —De esa mujer era de esperarse.

—Dante Ivanov vuelve y esta vez el amor y los sentimientos están fuera de mi diccionario. — le dio un trago a la copa. —Dimitri tiene razón, las mujeres no se han acabado, ahora el sexo, será mi satisfacción.

«Adiós al Dante romántico.» pensó.

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