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01// Conociendo a Dante

3 años habían pasado desde que Dante fue plantado en su boda, estuvo mal, destruido. La amaba, Pero ahora lo que sentía por esa mujer que alguna vez amó, es asco y odio. Jamás la iba a perdonar lo que le hizo, aunque suplicara. Dante se volvió malévolo, más frío y a las mujeres las usaba para satisfacer sus deseos sexuales. Desde aquel día, el ruso solo follaba, sin sentimientos de por medio.

Con su traje color vino ajustado a sus piernas, camisa blanca y corbata negra, sentado en su escritorio, encerrado en su oficina mirando el ordenador. Era el dueño de los bancos más conocidos de Moscú, siendo el hombre más famoso y conocido de su ciudad.

Dante tenía dos mundos, durante el día era el jefe de los bancos y por la noche era el líder de la mafia rusa. Sus manos ya estaban manchadas de sangre, torturaba de la peor manera a sus enemigos.

Su hermano Dimitri, era un ángel caído, como todos le llamaban. Era un chico con unos gustos distintos a los de su hermano, era bisexual y no le importaba serlo , solo lo sabían Sergey y su hermano, pero Dimitri era tan masculino que no se le notaba.

Dante se levantó de la silla y fue a servirse una copa y caminó con la tablet en sus manos hasta el sofá que se hallaba en su oficina. La puerta beige de su oficina fue abierta y por ella entró Dimitri, Dante miró y le vio con cara larga.

—¿A que viene esa cara? — preguntó, el mafioso mirando a su hermano.

—Tengo una secretaria muy estrecha. — bufó.

—Dimitri, Eres gay. — respondió, ruso.

—Bisexual, joder, os cuesta entenderlo. — exclamó. —La tiro los trastos y no se inmuta la muy descarada.

—Tal vez tenga novio o que no le gustas. — habló volviendo a mirar la tablet. —Caera, sólo dale tiempo.

—Eso espero, porque me tiene con los huevos adoloridos. — eso hizo que Dante se carcajeara.

—¿Has hablado con Sergey? — Dimitri, negó. —Luego le llamo, ¿A qué habías venido?

—Me aburría en mi oficina y he venido a verte. — Siseó.

—Yo estoy trabajando y en dos horas, tal vez, los bancos Ivanov, estén por todo el mundo. — exclamó contento. —Tú también deberías trabajar.

—Quiero descansar, ¿Vamos está noche por algunas mujeres? —Dante dejó de mirar la tablet y miró a su hermano.

—Ya sabes que no puedo decir que no a eso. — Sentenció. —Necesito sexo.

—Las mujeres no se resisten a ti.

—A mi no, a mis deseo sexual. — dijo con orgullo.

************

Cuando llegó la hora, Dante fue a la reunión. Al abrir vio a tres hombres en traje sentados en la mesa, el ruso cerró la puerta y los hombres le vieron.

—Buenas tardes, caballeros, perdonad mi retraso. — se disculpó el ruso.

—No se preocupe, señor Ivanov. — habló un hombre de unos 40 años, moreno y con algo de canas. —Soy Jerry Smith. — estrechó su mano y Dante lo recibió.

—Encantado, señor Smith.

—Yo soy Alfonso Hamilton. — se presentó el otro hombre.

—Yo soy Daniel Scott. — Este era el más joven, como de la edad de su hermano.

—Encantado, señores, por favor demos inicio a la reunión. — dijo el ruso sentándose en la silla frente a los hombres.

Los hombres eran europeos, de Alemania y Dante quería expandir sus bancos por el mundo y Alemania era una ciudad buena para hacer negocios. Todos sabían el pasado de Dante, gracias las revistas donde decían: «Dante Ivanov, el hombre más rico y conocido, fue plantado ayer por su novia, donde ella no había aparecido. Ahora nuestro rico y bello ruso, está soltero de nuevo» Dante lo veía mal, no podían respetar el dolor de nadie, estaban ahí como buitres para comerte.

Cuando terminó la reunión, Dante salió de la sala de conferencias y fue hasta su oficina, miró la hora y era ya momento de irse.

Salió de su oficina y si secretaria estaba sentada frente al ordenador.

—Señorita, Sabrina, yo ya me voy. Usted puede irse, tómese el día libre. — salió de allí sin dejar de contestar a la chica.

Sabrina Moría por su jefe, pero él ni la hora le daba. Ella era buena en su trabajo, pero Dante no la veía como mujer.

Cuando bajó hasta donde estaba sus escoltas y su hermano estaba ahí fumándose un cigarrillo. Él frío de Moscú era horrible, el viento se le hizo presente a Dante y fue hasta su auto, entró y Dimitri entró con él.

—He hablado con Sergey. — Habló Dimitri. —Nos espera en casa.

—¿Dónde estaba? — preguntó el ruso.

—Estaba con una mujer. — respondió y Dante asintió.

Cuando llegaron a la mansión, Sergey estaba sentado en el sofá con una copa en la mano mirando la televisión, Dante se acercó y se puso a su lado.

—¿Qué tal con la mujer? — preguntó curioso Dante.

—Bien, pero era una sosa en la cama. — dijo serio. —No sé movía, no me hacía nada, era una m*****a piedra.

—¿Qué mujeres te buscas? — bromeó el ruso. —Yo una mujer así, no la quiero.

—Pues menos mal, pero está ni correrme me ha hecho. — bufó, Dante y Dimitri se rieron.

—Pues alégrate, que esta noche salimos a por mujeres. — dijo Dimitri emocionado.

—Para ti hombres. — Dante rió

—Otro, que soy bisexual. — volvió a repetir fastidiado.

—Como sea. — exclamó. —Vamos arreglarnos.

—Dante, son las ocho de la tarde. — sentenció Sergey.

—Cuanto antes lleguemos, mejor. — Siseó.

Dante se alejó del salón y fue hasta el dormitorio y fue al baño. Encendió la llave de la ducha y se desnudó, entró en ella y el agua empezó a golpear su cuerpo desnudo. Mojando cada poro de su piel, el vapor del calor inundaba el baño, el calor relajaba cada músculo de su cuerpo.

Apagó la llave de la ducha, enredó una toalla en su cintura, salió del baño y vio a una muchacha del servicio colocando su ropa, Dante la escaneo de arriba abajo y se acercó a ella. La dio la vuelta y de un solo movimiento rompió su camisa desde los botones, dejando sus pechos de ella al descubierto, Dante mordió su labio con lujuria.

Se quitó la toalla y dejando su miembro duro frente a ella.

—Ponte de rodillas, ya sabes que hacer— ella se agachó y con las manos masajeó su pene y luego se lo metió en su boca, la chica lamía su pene mojándola con su saliva.

Dante la sujetaba de la cabeza, para atraerla más hasta él. Dante fue más rápido, la muchacha se atragantaba, pero él ruso no la prestaba atención, él jadeaba apunto de correrse. Últimos movimientos y se corrió, con la respiración agitada, se alejó.

—Vete. — la chica salió de allí cubriéndose.

Dante fue hasta su clóset y escogió un traje azul marino, camisa negra y zapatos italianos. Se miró en el espejo, peinó su cabello con sus manos y salió de su habitación.

************

En el club, las mujeres se paseaban en tanga, Dante, Sergey y Dimitri, estaban en la zona VIP bebiendo. Dante empezó a esnifar la cocaína y sintió el polvo blanco entrar por su nariz. Se tomó un poco de su bebida y se acercó a la barandilla del local y desde arriba veía a la gente bailar, una mujer bailaba en la barra americana y Dante la miraba con deseo, ver su trasero moverse. Necesitaba tenerla encima de él y que botara sin control, esa rubia, con piernas delgadas.

Se disculpó con los chicos y bajó hasta la pista. Se acercó hasta la chica y ella le sonrió. Dante era bellísimo y saltaba a la vista, su cabello rubio, sus ojos azules y su cuerpo fuerte y entrenado.

Cuando la chica acabó, Dante la siguió y se encerraron en el Camerino.

El ruso tiro a la chica en el sofá dorado que había en la habitación, ella sentada y Dante se acercó a ella se puso enfrente y ella desabrochó sus pantalones. Empezó a chupar su pene y Dante echó su cabeza hacia atrás, sintiendo el placer que esa rubia le daba.

Dante saco el preservativo de su pantalón y se lo colocó en su pene, la giró y la puso a 4 patas, escupió en su mano y mojó su vagina, cogió su pene entre sus manos y la introdujo en su interior. Empezó a follarla con brusquedad y los gemidos de ella empezaron a escucharse, sentía placer al sentir como el ruso la penetraba. Era una máquina en la cama y eso cada mujer que pasó por él, lo confirmaban.

La dio un azote en el culo, la agarro de la cintura y la follo más fuerte, hasta que se liberó soltando su semen llenando en condón. Salió de ella, se deshizo del preservativo y lo tiró a la papelera y se subió los pantalones.

—¿Repetiremos? — preguntó la chica.

—No. — salió de allí dejando a la chica desnuda.

Así era su vida, follar y deshacerse de ellas. Y sus deseos eran únicos y ninguna lo iba a cambiar.

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