Nueva York
3 días antes del viaje.La alarma de Elisabeth sonó, ella con pereza abrió sus ojos y lo apagó. Se levantó de la cama y fueron directa al baño, encendió la llave de la ducha y se desnudó, se adentró y el agua empezó a tocar su cuerpo.Eli desde que perdió a su hermano mayor, su corazón sufrió, se marchitó. Le lloró, le añoró y le sigue echando de menos. Aunque hayan pasado 3 años de su muerte, le sigue llorando.Cuando tenía 13 años la diagnósticaron problemas cardíacos, desde cada vez se sentía más débil, más agotada y desde hace exactamente una semana, que tenía desmayos continuamente, hoy tenía una cita. No podía ocultar su miedo, pero tenía que hacerse Chequeos cada cierto tiempo.Cuando acabó, enredó una toalla en su cuerpo y otra en su cabello, salió del baño y empezó a vestirse.Con un pantalón vaquero ajustado a sus piernas, una camisa y chaqueta de cuero. Salió de la habitación y cuando llegó al salón sus padres estaban sentados en la mesa.—Buenos días, padres. — saludó ella con una sonrisa.—Buenos días, cariño. — saludó su padre y ella le dió un beso en la mejilla. —¿Cómo te encuentras?—Bien, pero agotada. — respondió sirviéndose el café.—Vamos a ver qué nos dice el médico. — ella asintió.Cuando acabaron de desayunar, sus padres y ella salieron de la casa. Eli no podía dejar su miedo de lado, algo la decía que la cita de hoy no iba a ser buena. Sus padres estaban igual que ella, pero no podían decírselo, quería que viera que ellos la iban a animar.Cuando llegaron, en la sala de espera, esperando a ser llamados por el doctor, ella se tumbó en el hombro de su padre.—Tengo miedo, papá. — dijo en un susurro.—No lo tengas, mi niña. Nosotros estaremos aquí y Abby también. — su padre la dejó un beso en la cabeza.Pero ella no podía de otra manera, el miedo era su enemigo, estaba clavando en su cuerpo como un tatuaje. Ella no quería morir, quería vivir, enamorarse, casarse y tener hijos. Pero eso ella, lo veía imposible.La voz de la una mujer la sacó de sus pensamientos, alzó la vista y vio una mujer morena, con el uniforme de enfermera.—Pasa, Elisabeth. — dijo la mujer amablemente, ella y sus padres caminaron hasta la consulta.Al entrar, vio a su médico, un hombre algo canoso, de unos 50 años.—Hola, Elisabeth, ¿Cómo estás? — saludó el médico estrechando su mano.—Mas o menos. — respondió. —Últimamente Estoy con más mareos, desmayos y más agotada. — el médico asintió.—Siéntense, por favor. — dijo con una sonrisa. — verás Eli, he revisado tus últimas pruebas. No voy a ocultarte nada, tú situación cada vez empeora más.—¿Qué quiere decir? — dijo su padre.—Su corazón es cada vez más débil, las pastillas llega un momento que no hacen nada. — Eli dejó caer sus lágrimas. —Te subiré la dosis para desminuir los mareos y desmayos.—¿Cuánto tiempo me queda? — preguntó y todos la miraron.—Eli...—¿Cuánto? — lo interrumpió.—No lo sabemos con facilidad, pero como mucho... — la miró. —Seis meses. — ella y su madre llegaron. —Intentaremos encontrar un corazón.—Papá, yo no quiero morir. — rogó llorando.—No morirás. — la abrazó. —Si tengo que dar mi corazón, lo doy. — ella lloró en los brazos de su padre.—¿Por qué la enfermedad me tocó a mí? — pensó ella.No podía más, no podía soportar que iba a morir. Pero con el destino no se podía luchar, el destino de cada persona no se puede decidir o luchar, es algo que la vida te da.Durante el camino, Eli lloraba, su madre iba detrás con ella, la abrazaba y lloraban juntas. La madre, estaba mal, perdió a un hijo y ahora estaba apunto de perder a otro. No sabían que hacer, ellos pensaban en ser su donante, Pero tampoco era fácil, para eso tenían que ser compatibles.Cuando llegaron a la casa, Eli abrazada a ella misma caminaba hasta el interior de su hogar. Se sentó en el sofá y sus padres en cada lado de ella.—No dejaré que esté sea el final. — habló el padre. —Yo me haré los análisis, para saber si soy compatible.—No quiero eso, yo os quiero a mi lado. — sollozó. —Tengo que ser consciente que este es mi destino y viviré al máximo, el que me quede.—Escúchame, Eli. — dijo su madre. —Ya perdí a un hijo y no perdere a otro.—Le echo de menos, Alexander sabría que decirme. Extraño sus abrazos, sus consejos, su voz. Daría lo que fuera por escucharle, aunque fueran 5 minutos. — lloró.—Alexander desde el cielo nos cuida, te cuida.—Yo... Durante el camino a casa, decidí hacer un viaje con Abby. — sus padres sonrieron. —Siempre quise conocer Moscú, iré unas semanas.—Me parece bien, ve a decírselo a Abby y yo haré la reserva del avión y el departamento. —dijo su padre y Ella asintió, salió del salón.Cuando llegó a su cuarto, cogió su móvil y marcó el número de su amiga.—Hola, amiga mía. — dijo la voz de Abby.—Hola, cariño. — saludó. —Tengo algo que contarte.—Soy todo oídos.—Ven a casa, te digo aquí.—Perfecto, estoy en 30 minutos.—Ok, adiós. — colgó.Abby era su mejor amiga, creciendo juntas y era su cuñada. Estaba con su hermano, llevaban de noviazgo 4 años y estaban enamorados y la muerte de Álex la afectó mucho. Desde que él murió, ella no quiso estar con nadie, no estaba preparada para ello.**********—Ya estoy aquí, preciosa. — dijo con una sonrisa, Eli la abrazó con todas sus fuerzas. —¿Que pasa?—Abby, me han dado seis meses de vida. — Eli soltó sus lágrimas.—No, no es cierto. — negaba repetidas veces, Eli asintió. —Tú eres fuerte, debemos tener Fe.—He pensando, tal vez te guste hacer un viaje, las dos juntas. — Abby sonrió.—Claro, ¿Dónde? — preguntó con ilusión.—A Moscú. — Abby abrió sus ojos como platos.—Cuenta conmigo, ¿Cuando nos vamos?—En 3 días. — Abby asintió.—Perfecto, un día antes del viaje me quedo aquí. — Eli asintió sonriendo.**************El día del viaje.Seis de la mañana y la chicas ya tenían que despertarse, su vuelo salía a las nueves y media de la mañana para Moscú. Cuando despertaron cada una hacia una cosa, una se duchaba y la otra organizaba lo que quedaba para llevarse. Estaban emocionadas, ese viaje sería inolvidable y más para Elisabeth.Eli antes de irse, fue al dormitorio de su hermano. Dónde muchas noches ella entraba, dormía en su cama y olía su perfume. En el mueble había un cuadro con una foto de su hermano y ella sonriendo, Eli caminó hasta la foto y la cogió entre sus manos.Ambos sonreían, él era moreno, con algo de barba, ojos verdes y hermoso. Eli acarició la imagen de su hermano y soltó las lágrimas.—No sabés cuanto te extraño, cuando falleciste, te llevaste mi corazón. Mi corazón se marchitó como una rosa cuando no se riega, ni se cuida. — una gota de lágrima cayó en la foto. —Daría mi vida, si así podría abrazarte de nuevo. Mi Alexander, mi hermano mayor, te amo y siempre te amaré.Con el cuadro en la mano salió de allí y lo guardó en su bolso. Con las maletas bajó al salón, sus padres aún dormían y no quería despertarles, así que les dejo una nota.El claxon del taxi las alertó y salieron de allí, hacia un poco de frío y más a esa hora. El taxista las ayudó a meter las maletas en el maletero.—¿A donde os llevo, señoritas? — preguntó el taxista mirándolas por el retrovisor.—Al aeropuerto. — respondió Eli y el hombre arrancó.Ella miraba por la ventanilla del coche, las calles ya se empezaban a llenar de gente y autos. Se iría 2 semanas a Moscú a disfrutar la vida y más cuando es una ciudad que ella ansiaba conocer.Cuando llegaron al aeropuerto, las chicas estuvieron esperando al avión, ya habían empaquetado sus maletas y todo. Elisabeth miró si reloj y marcaban las 09:00 fue cuando el altavoz llamó a los pasajeros con destino a Rusia, subieron al avión y ella sonrió. Por con iba a conocer Rusia, esa ciudad que tenía su fama por las fuertes tormentas de nieve, por esas comidas y cuidad.El avión empezó a despegar y Eli veía como el avión se alejaba de la carretera y veía como iba subiendo de altura. Ahora tenía que esperar unas horas para llegar a esa hermosa ciudad. No sabe cuándo quedó dormida.—Eli. — la voz de su amiga la despertaba. —Ya hemos llegado. — Eli abrió sus ojos y se levantó.Detrás de las pasajeros caminaba para salir del avión, por las ventanillas del aeropuerto de Moscú, se veía todo nevado, todo estaba blanco, era hermoso. Rusia tenía su fama y ahora Eli entendía el porqué.—Es hermoso. — dijo Eli.—¡Bienvenida a Moscú, amiga...Dante despertó y fue al baño, encendió la llave de la ducha, se quitó el boxer y se metió en ella. El agua empezó a golpear su cuerpo desnudo, mojándole completamente. Cuando acabó, enredó una toalla en su cintura y salió del cuarto baño. Fue hasta su clóset y escogió un traje color gris oscuro y camisa negra. Cuando ya estaba arreglado salió de allí, al llegar al salón, su hermano estaba ya sentado tomándose un café.—Buenos días. — saludó el rubio. —¿Cuando te has despertado? — preguntó mirando su reloj.—Hace un rato, he bajado hace 10 minutos. — respondió. —Sergey, hoy no viene, está enfermo.—¿Enfermo? — dijo extrañado. —Vaya, estará enfermo de tanto follar.—Probablemente. — este asintió.Los hermanos, salieron de la mansión y montaron en el auto de Dante, el ruso arrancó y salió de allí. Rumbo al trabajo, Dante estaba concentrado en la carrera y Dimitri en su móvil. Cuando llegaron al edificio, los rusos salieron del coche y entraron al interior del lugar. Las chicas, al verlo
Un día más en Moscú y Eli iba conociendo cada rincón de la ciudad, aunque hiciera frío, ella no iba a dejar de conocerlo. Moscú era frío, pero bonito, la comida era riquísima. Desde que chocó con el ruso, no volvió a verle, había pasado solo un día, pero todas formas, Moscú era enorme y era poco probable que se volvieran a ver.Hoy saldrían de fiesta, Abby la había convencido de hacerlo y ella no tuvo otra que aceptar. Eran las seis de la tarde y juntas estaban tiradas en el sofá viendo una película.—Dentro de poco, hay que arreglarse. — habló Abby sacando a Eli de su trance.—Si, pero tampoco iremos muy destacadas, hace frío. — Abby sonrió.—En la discoteca sudaremos. — Eli negó divertida. —Entre alcohol y baile.—Y hombres. — terminó la americana.—No, hombres no, ya sabes que no. — Eli se puso seria y la miró. —Sabes que aún no estoy preparada.—Abby, tarde o temprano tendrán que conocer a alguien. — Abby negó, pasará el tiempo que pasará, Alexander jamás saldrá de su corazón.—No
En la mansión del ruso, Dante estaba en el despacho con Sergey y su hermano. Tomándose una Copa y fumando. Aún no le había llegado ninguna información de la americana y no podía saber nada de ella, solo su nombre. Su decisión de secuestrarla ya estaba tomada, Dante la mandó a vigilar y saber sus movimientos.—¿Saldremos hoy, putitas? — preguntó Sergey, los hermanos me miraron.—Por mi si. — respondió Dimitri. —Un poco de fiesta, no viene mal.—Yo también me apunto. — los chicos sonrieron.El teléfono de Dante sonó y vio un mensaje de su escolta, abrió el mensaje y vio una fotografía de Eli vestida saliendo de casa."Saldrá de fiesta."Leyó el mensaje de su escolta, Dante no respondió, directamente le llamó.—¿Sabés dónde saldrá? — preguntó yéndose al balcón.—No, señor, pero la seguiré y luego le informo. —Perfecto. — colgó.Entró al despacho guardando su teléfono.—Yo me voy a la ducha. — dijo saliendo de allí sin dejar responder a los chicos.Llegó a su dormitorio y se fue al baño.
Seis de la mañana y Dante sabía que seguramente sus hombres estaban haciendo su trabajo y volvió a mirar el reloj.Eli salía de la discoteca con su amiga entre risas, se alejaba del lugar. Hasta que un auto negro paró frente a ella, salieron varios hombres, ellas querían correr pero fue demasiado tarde. Un hombre cogió a Eli por detrás, las puso un trapo en la boca, ellas luchaba, pero quedaron dormidas y las metieron en la furgoneta.Uno de ellos escribió a Dante.El teléfono de Dante sonó y él lo miró."Ya las tenemos, señor.""Perfecto, no las hagan daño, no se tocan ninguna." le advirtió"Si, señor."Horas después, Eli abrió sus ojos algo aturdida. El dolor de cabeza que tenía, la hizo hacer una mueca de dolor. Cuando abrió sus ojos, se dio cuenta que no era su habitación, ni su cama. La habitación era demasiado grande, miró toda la habitación con atención. Era elegante, con toques beige y blancos. Con cuidado se levantó de la cama y fue hasta el balcón y vio un jardín enorme y mu
Eli se había quedado petrificada, la confesión del ruso la dejó en shock. No tenía pinta de mafioso, pero como dice el dicho: "las apariencias engañan." Pero el hombre que le gustaba era mafioso y eso no seria bueno, ella había escuchado mucho sobre la mafia y sabía que era peligro. No sabía si llorar o tranquilizarse, ¿Por qué le pasaba esto a ella? ¿Por qué el hombre que le gustaba, era mafioso? —¿Me matarás? ¿Me violaras? —preguntó. —¿Me venderás? — Dante negó, iba acercarse, pero ella retrocedió. —No te acerques, solo contéstame.—No te haré nada de eso. — respondió sincero. —No te haré daño, sé que tal vez cometí el error de secuestrarte, pero no sabía cómo conquistarte. — ella sonrió con ironía.—Esa excusa es muy mala. — exclamó. —Te hubieras acercado como todo el mundo, pidiéndome el número o invitándome a comer. —Eso no se cómo va, lo olvidé. — Siseó. —No te haré daño, Eli. Solo déjame acercarme a ti y conquistarte.—Eso es imposible. — él negó. —Si, yo solo te puedo ofrec
—¿Qué pasa? — preguntó cerrando la puerta.—Secuestraste a la chica, sin mirar su informe antes. — exclamó serio. —Solo recemos, para que no la dé un infarto.—¿Por qué dices eso? —preguntó ya furioso.—Léelo. — le lanzó el papel y Dante lo cogió.«Elisabeth Watson, nació en Nueva York. Su padre es el dueño de las empresas de arquitectura más famosa de la ciudad, hace 3 años su hermano murió en un accidente de tráfico. Eli fue diagnosticada con problemas de corazón, hace los 10 años, tiene una falla cardíaca, cada vez su salud empeora más y necesita un transplante de corazón. Al estar tanto tiempo en espera, desgraciadamente, Elisabeth tiene 6 meses de vida. La chica, disfruta de sus últimos meses de vida viajando.» Lo leyó para él.Dante releía el papel, ella estaba enferma, por eso ella le había dicho lo de la amistad, lo de envejecer juntos. ¡Dios! La había quitado su libertad. Llamadle egoísta, pero no quería dejarla.—¡¿Sabés lo qué has hecho?! —gritó Dimitri y Dante se impresio
Si en él, estaba en hacerla vivir, lo haría sin importarle el dinero, la quería en su vida.Se levantó del césped y se metió dentro. Caminó hasta su habitación, cuando entró vio a Eli en el balcón mirando la parcela. Se acercó a ella y cuando Eli se dió la vuelta, vio a Dante de rodillas con la mirada puesta en el suelo.—Dante, ¿qué haces? — preguntó, ella extrañada.—Perdóname, jamás imaginé que estuvieras enferma. —confesó, Eli se agachó a su alturas y le cogió de la ambas mejillas para que la mirará. Eli vio los ojos de Dante, cristalizados.—Dante cometiste un error, pero estoy bien. — él negó—No lo estás, tienes tus días contados. —exclamó. —No me digas que lo estás, cuando no es así, yo te quité tu libertad.—Dante, no me has quitado nada. — él asintió. —Estoy enferma, pero viviré al máximo.—No me digas eso. —él la miró y acarició su mejilla. —Yo conseguiré un corazón. —ella abrió sus ojos como platos, sus ojos se cristalizaron.—Dante, es imposible. — él sonrió de lado.—Ten
Dante llegó a su despacho y no había nadie, su amigo talvez se había ido y Dimitri aún seguiría enfadado. Pero tenía razón, el ruso se dejaba llevar por sus impulsos y no pensaba. Pero ella le había dado una oportunidad y no iba a desperdiciarlo.Poco después la puerta de su despacho fue abierta y Dante miró y abrió sus ojos como platos. Jamás esperaba esa visita, después de todo, volvió como si nada hubiera hecho. Ella volvió como si fuera la dueña de la casa y ese derecho lo perdió hace mucho y jamás lo recuperará, él no olvida ni perdona.—¿Qué haces aquí? ¿Cómo has estrado? — preguntó, con reproche y ella caminó hasta él.—Cariño, he vivido aqui durante años, conozco este lugar muy bien. — respondió con una sonrisa.—¿A qué has venido? — preguntó serio.—A recuperar a mi prometido y mi hogar. —Dante se carcajeo.—Exprometido y este hogar lo perdiste cuando decidiste plantarme. — ella tragó saliva. —Ahora Vete.—He venido a recuperarte y no me iré. — Siseó. —Tú eres mío, sé que aú