Llega el otoño; el color de las hojas de los árboles se torna en hermosas tonalidades de rojo, amarillo y naranja. Con él, un nuevo semestre comienza en la prestigiosa Universidad de Cherchill. Se escucha la algarabía de reencuentros entre amigos después de unas largas vacaciones, las anécdotas de todas las experiencias vividas, los nuevos ingresos y los estudiantes de intercambio. Entre ellos, una hermosa chica de cabello negro, ojos marrones y labios gruesos, de figura escultural.
Elizabeth es esta enigmática chica de mirada profunda, que al caminar pasa luciendo su real majestad y hace que todos se detengan a tan solo mirarla. Desde muy pequeña ha tenido que trabajar y estudiar porque a la edad de 7 años sus padres fallecieron. Ha crecido convirtiéndose en una luchadora siempre la mejor: primera en la clase, con las mejores notas, primera en los concursos, con una inteligencia envidiable. Desde entonces, su objetivo es graduarse y salir adelante de manera honrada.
A pesar de que por su belleza exótica y esa mirada que hipnotiza, han tratado de ofrecerle ayuda a cambio de su cuerpo, ella, con la suficiente belleza para tener a cualquier hombre adinerado a sus pies que cambie su situación económica, ha preferido conseguirlo todo con su propio esfuerzo, quedando ante los ojos de muchos como altanera y orgullosa.
Se preparan para dar la bienvenida a los nuevos estudiantes, Elizabeth está fascinada con su nueva casa de estudio. Comienza el recorrido por las instalaciones del campus: enormes columnas blancas en cada facultad, grandes ventanas con impresionantes mosaicos, los jardines llenos de árboles, bancos y fuentes, grupos de estudiantes sobre el césped, canchas de tenis, vóleibol y un espacioso campo de fútbol americano.
Todo parece ser perfecto; los ojos de Elizabeth no dejan de admirar tanta perfección. Sus ojos brillan como dos enormes luceros, es como estar soñando.
El recorrido está culminando; los delegados se forman para escoltar a los estudiantes que compartirán habitación en grupos de tres. El coordinador comienza a hacer el llamado, todos prestan atención para escuchar los nombres:
— Albert Viciconte, Roy Viciconte y Jackson Justiniani, pertenecen a la Casa Strauss, Habitación 201.
— Christopher Bachelet, Arthur Brown y Tomás Smith, Casa Reeve, Habitación 115.
— Celena Davies, Amaranta Johnson y Nicole Taylor, Casa Unter, Habitación 99.
— Sienna O’Neill, Allegra Allen y Geraldine Barker, Casa Unter, Habitación 100.
Continuaban asignando dormitorios; Elizabeth solo pensaba en cuándo llegaría su turno. Estaba agotada, tan solo quería tomar una ducha y dormir. Aún nombraban estudiantes; solo se podía escuchar la voz del coordinador haciendo el llamado a Francis Duff, Alice Harper, cuando de repente se escuchó —Elizabeth Campbell, Casa Neumann, Habitación 77. Suspiró y se unió a sus nuevas compañeras.
Se reanudó la marcha; las chicas ya se dirigían a su casa, conversaban y se reían, la distracción era total. Cuando de pronto, Elizabeth sintió que algo la embistió. Su bolso cayó al suelo junto a unas libretas que no le pertenecían. Se inclinó, recogió su bolso y tomó las libretas para entregárselas a su dueño amablemente, ya que, por distracción, no se fijó por dónde iba.
Alzando la mirada para devolver las libretas y disculparse, vio que se trataba de un chico alto, de cuerpo atlético y unos maravillosos ojos azules como el cielo. Sus miradas se entrelazaron, Elizabeth quedó enmudecida, no podía apartar su mirada de esos ojos azules.
Ese chico al que Elizabeth no dejaba de impactar con el azul de sus ojos era nada más que David Harper, hijo de un acaudalado magnate de la ciudad de Cherchill. Quien perdió a su madre cuando cumplió 12 años, quedando solo con su padre y una prima a quien se la habían dado en adopción a su familia unos parientes antes de morir. Un chico acostumbrado a tenerlo todo y nada a la vez.
David solo podía pensar: "¿De dónde habrá salido esa chica tan torpe? No se puede negar que es hermosa, pero indiscutiblemente torpe" — cuando por fin Elizabeth logró pronunciar palabras, le dijo:
— Aquí tienes tus libros, disculpa, siento haberte tropezado.
David, ese chico que nada lo inmutaba, que hacía que cualquiera temblara a su lado; ese chico envidiado por algunos y deseado por muchas; el chico popular, estaba en una situación donde todas las miradas se centraban en él; mientras que él no podía apartar su mirada de Elizabeth.
David contestó de manera déspota y maleducada; mientras se cuestionaba lo que le pasaba con esa torpe mujer: — ¿Por qué eres tan torpe? creo que te equivocaste de lugar, La Universidad de Cherchill no se hizo para torpes y perdedores. Aquí solo estamos los mejores. La próxima vez, fíjate por dónde caminas, aunque no creo haya próxima vez.
Todos los que seguían a David reían y miraban a Elizabeth como un bicho raro, especialmente Amaranta Anzillioni, quien, por tener un compromiso arreglado con David, se consideraba su sombra, acostumbrada a hacerle la vida un infierno a quien se atraviese en su camino.
Elizabeth estaba roja, su cara se veía como si fuera a explotar, cuando ya se disponía a responder los insultos lanzados por David, escuchó una voz que le dijo: — Vamos, Elizabeth, no les hagas caso, hemos tenido un largo y maravilloso día. No permitas que te lo arruinen — dijo Francis Duff.
Francis, una chica proveniente del sur de Francia, de gran inteligencia, adinerada, enamoradiza y un tanto alocada, pero con gran respeto por la amistad.
— Francis tiene razón, Elizabeth — acotó Alice, prima hermana de David y compañera de habitación de Elizabeth.
Alice fue dada en adopción a los padres de David cuando solo tenía siete meses. Ambos se han criado como hermanos y se tienen mucho cariño, aunque no comparte la forma de comportarse de David. Alice es generosa, soñadora, introvertida e insegura, todo lo opuesto a su querido primo.
— Tienen razón, chicas. No dejaré que este momento tan insignificante arruine mi día, pero pueden estar seguras de que no permitiré una nueva humillación; en esta selva de cemento sobrevive el más fuerte y esa soy yo — dijo Elizabeth.
— Eso es verdad, Elizabeth. No podemos dejar que todos pretendan limpiar el piso con nosotras; aunque no vas a negar que el muy engreído está superguapo y esas miradas que se dieron fueron de impacto — dijo Francis de forma pícara y certera.
— Ay, por favor, Francis, ese es un pobre idiota, y disculpa que lo diga, Alice, porque es tu primo, pero es la verdad. Ni siquiera me fijé en su cara — respondió Elizabeth.
Las tres chicas, ya en la habitación, comenzaron a desempacar y a ordenar sus pertenencias mientras platicaban de la familia, los amigos y todo lo que habían dejado atrás. Después de tanto arreglar, cada una tomó una ducha para irse a dormir y descansar, para asistir al primer día de clase.
Comienza un nuevo día. Los rayos del sol se asoman ligeramente por la ventana de la habitación. Elizabeth abre sus ojos y rápidamente se pone en marcha. Toma su toalla y se dirige al baño. Se lava los dientes y entra a la ducha mientras la escena de lo ocurrido con David invade su mente. No hace más que pensar en esas palabras. Su cara vuelve a tornarse roja cuando siente que tocan a la puerta.— Es Alice, ¿vas a tardar mucho? — No, ya casi termino. Dame un momento y salgo — Ok, perfecto — contestó Alice.Elizabeth se cubrió con la toalla y salió. Abrió el closet y dijo: —Hoy debo impactar. Sacó un conjunto blanco de dos piezas: un pantalón largo ceñido al cuerpo y un blazer manga larga con vuelos y dobladillo. Para terminar, sacó unas hermosas sandalias de aguja con tirantes delgados y un bello bolso de mano. Comenzó a vestirse y cuando casi terminaba, se sentó frente al espejo, aplicó sobre su suave y delicado rostro un cálido maquillaje y por último peinó su cabello, diciendo: —Est
Jackson se marchó. Todo sería más agradable si David, Elizabeth, las chicas y yo compartiéramos juntos como amigos; esta división es tan absurda. Espero que después del juego todo mejore", pensó. —Tal vez si muevo un poco las piezas, pueda hacer que esos dos se acerquen sin que se maten, reflexionó mientras continuaba rumbo a la práctica.Al mismo tiempo, Elizabeth, Francis y el resto de las animadoras organizaban una nueva coreografía. Era algo movido, sexy y urbano, con muchos movimientos increíbles. Amaranta las observaba con tanta molestia que sus ojos destellaban una malicia indescriptible. No toleraba que después de tanto tiempo siendo la capitana del equipo de animadoras, una recién llegada se quedara con su puesto. Hizo el último intento de hablar con la entrenadora, pero solo consiguió una respuesta negativa, la cual Amaranta no aceptaba. Prefería dejar el equipo a ser dirigida por Elizabeth.Amaranta tomó sus cosas y salió de la práctica. Era obvio que había perdido la capit
El momento que todos esperaban con ansias finalmente había llegado. Elizabeth y David se enfrentarían; la sala de sesiones estaba preparada, todo perfecto y pulcro. David y su equipo llegaron temprano para finiquitar algunos puntos. Elizabeth, que pasó la noche sin poder dormir, pasa frente a todos luciendo su real majestad con un elegante traje Chanel rosa con negro de blazer y falda, combinado con unos zapatos altos negros. Las miradas, puestas en su envidiable belleza, con gran sutileza y serenidad, sonriendo, dice:—Buen día, ¿cómo están? ¿Ya todos están preparados?—Estoy nerviosa —contestó Alice—. No hay problema, todo estará bien. Además, ¿cuántas veces practicamos? —respondió Francis.—Sí, practicamos mucho, Francis, pero no es igual si no sabemos qué tiene preparado la parte acusadora.—No se preocupen, chicas, todo estará bien. Este caso lo ganamos, pero por muchas acusaciones que tengan en contra, no podrán ganar. Probaré la inocencia de mi cliente —dijo Elizabeth sonriendo
Pasados los cinco minutos, todos regresaron a la sala para escuchar la defensa de Elizabeth.—Tomen asiento, Srta. Campbell, puede dar inicio a su defensa —dijo Miller.—Sr. Cárter, por favor, suba al estrado —dijo Elizabeth con una seguridad que reflejaba su determinación de ganar.—¿Sr. Cárter, por qué discutía con su esposa la noche anterior al homicidio?—La discusión fue porque le dije a mi esposa que ya era hora de que mi cuñada se fuera a vivir a otro lado; necesitaba tener privacidad.—¿Cómo reaccionó su esposa?—Se molestó mucho, me preguntó el por qué de esa decisión, que si su hermana había hecho algo para molestarme.—¿Su cuñada dijo que usted le propuso tener una relación, es eso cierto o falso?—Es falso. No acostumbro a hablar de una dama, pero ya que es mi libertad la que está en juego, debo decir que todo comenzó hace unos meses; ella se me insinuaba. Incluso hace unos días, mi esposa salió a trotar, yo me estaba duchando y mi cuñada, completamente desnuda, trató de e
Mientras estaban celebrando al otro lado del campus, David y su padre tenían una fuerte discusión.— ¿Me puedes explicar qué fue todo eso, David? Te estoy dando la mejor educación, comodidades, lujos para que seas el mejor abogado del país, incluso del mundo, y una chica te acaba de abofetear en un litigio ficticio. No quiero imaginar qué harías en uno real.—Papá, es una tontería, no tienes por qué ponerte así. Como ya lo dijiste, es algo ficticio.— ¿De qué rayos hablas? No es una tontería, David. ¿Dónde dejas nuestra reputación, nuestro apellido? ¿Cuidado con lo que haces o piensas, ese es tu futuro y el futuro de nuestra familia, así que basta de perder el tiempo, ¿se entendió?—Sí, señor.—Aún no puedo creer que te haya ganado una chica que solo está aquí por su inteligencia, que no tiene dinero ni un apellido de renombre.— ¿Cómo sabes eso, padre?—Supusiste que, porque estás aquí, no sé lo que hacen Alice y tú. Yo lo sé todo y te advierto, cuidado con lo que haces. Me voy, y ya
"Ring, ring, ring" sonaba la ruidosa alarma del reloj una y otra vez anunciando que el día había llegado. Las chicas corrían de un lado al otro, salían del baño, iban a la cocina, entraban al cuarto, y así cada una se fue vistiendo. Alice, como siempre, usaba un vestido holgado que no reflejaba su figura. Francis llevaba una cómoda braga con zapatos deportivos, mientras que Elizabeth, siempre radiante, optó por unos cómodos jeans con una camisa de tela suave y blazer, acompañados de zapatos blancos.Ya listas para salir, tomaron el equipaje y bajaron al encuentro con el resto del grupo. Al llegar, la limusina negra que los llevaría al aeropuerto estaba esperando. Los demás estaban colocando las maletas en el portaequipaje, mientras David trataba de zafarse del cuello de Amaranta.—Buen día —dijeron las chicas.Inmediatamente, todos voltearon a verlas mientras Amaranta se aferraba más a David.—"Guau", tú siempre radiante, Eliza, pareces modelo. Siempre captas las miradas de todos, vis
En la mañana, Alice, quien siempre se despertaba muy temprano, pasó por la habitación de David. Al abrir cuidadosamente la puerta, observó a Elizabeth con su cabeza apoyada en el brazo de David. Sorprendida, no dudó en sacar su celular y tomar una foto. Al capturar la escena, el flash del celular se reflejó y Elizabeth sobresaltada se despertó.—Alice, ¿qué sucede? —preguntó Elizabeth asustada.—Nada, solo pasé a ver cómo estaban. Lamento haberte asustado. —respondió Alice.Al escuchar la plática, David salió de entre las sábanas. En ese momento, Jackson y los demás pasaban por allí y vieron a David parado frente a ellos en bóxer. Todos veían a Elizabeth y a David con picardía, como con ganas de hacer bromas, pero Elizabeth estaba tan sonrojada que se retiraron sin decir nada.Elizabeth tomó su ropa y la toalla, y entró al baño. Cuando salió, David esperaba su turno para entrar.—El baño es todo tuyo. —dijo Elizabeth mientras tomaba sus cosas para salir de la habitación.En el comedor
Después de llegar al hotel, los chicos tomaron una ducha, descansaron y comenzaron a empacar antes de sentarse a disfrutar de una serie de películas antes de ir a dormir; pues parte de su premio estaría esperándolos.La alarma del celular comenzó a sonar "ring, ring", todos sintieron que había amanecido en un abrir y cerrar de ojos. Recordando que estarían un mes en una isla del Caribe, dejaron a un lado el sueño y el cansancio. Entraban y salían del baño, iban de un lado a otro terminando de recoger las cosas. Pasaron de ser abogados respetables a un grupo de estudiantes despreocupados dispuestos a disfrutar al máximo la vida.—Es hora de irnos, la limusina está esperando. —dijo David.—Listo, vamos, la diversión aguarda. —añadió Christopher.La limusina se puso en marcha, llegaron al aeropuerto, abordaron el jet y en un instante habían llegado a un paraíso terrenal.Allí ya estaba un guía esperando por ellos.—Bienvenidos a Jamaica, mi nombre es Zidane. Durante su estancia en la isl