Pasados los cinco minutos, todos regresaron a la sala para escuchar la defensa de Elizabeth.
—Tomen asiento, Srta. Campbell, puede dar inicio a su defensa —dijo Miller.
—Sr. Cárter, por favor, suba al estrado —dijo Elizabeth con una seguridad que reflejaba su determinación de ganar.
—¿Sr. Cárter, por qué discutía con su esposa la noche anterior al homicidio?
—La discusión fue porque le dije a mi esposa que ya era hora de que mi cuñada se fuera a vivir a otro lado; necesitaba tener privacidad.
—¿Cómo reaccionó su esposa?
—Se molestó mucho, me preguntó el por qué de esa decisión, que si su hermana había hecho algo para molestarme.
—¿Su cuñada dijo que usted le propuso tener una relación, es eso cierto o falso?
—Es falso. No acostumbro a hablar de una dama, pero ya que es mi libertad la que está en juego, debo decir que todo comenzó hace unos meses; ella se me insinuaba. Incluso hace unos días, mi esposa salió a trotar, yo me estaba duchando y mi cuñada, completamente desnuda, trató de entrar a la ducha conmigo.
Nuevamente, el alboroto en la sala se hizo presente.
—Silencio, por favor, continúe.
—Sr. Cárter, ¿por qué no le dijo a su esposa lo que estaba sucediendo?
—No fui capaz. Era su hermana y tenía miedo de perder a mi esposa con las mentiras de su hermana.
—Igualmente, la perdió. ¿Usted, al llegar a casa y encontrar a su esposa muerta en la desesperación, derramó vino?
—No, solo entré y coloqué mi portafolio en el sofá, fui a la cocina, allí estaba mi esposa, y solo me incliné para ver si aún estaba con vida, la tomé y saqué la navaja de su cuerpo.
—¿Qué más sucedió?
—Como ya le dije al abogado, mi cuñada llegó, me vio con la navaja en la mano, comenzó a gritar y en un instante llegó la policía.
—En el trayecto a casa, ¿usted habló con su esposa o llamó a alguien? Trate de recordar, Sr. Cárter.
—Ahora que lo menciona, mi cuñada me llamó y me dijo que mi esposa había preparado una cena con mucho amor para mí, que no la fuera a dejar que la cena se enfriara y me preguntó en cuánto tiempo llegaría a casa. Le dije que en veinte minutos estaría en casa.
—Gracias, señor Cárter, puede volver a su lugar.
—Llame al detective Malón —dijo Elizabeth.
—¿Detective Malón, me puede decir cuánto tiempo le tomó ir de la estación de policía a la casa del Sr. Cárter?
—Nos tomó quince minutos en llegar.
—¿Aun el Sr. Cárter tenía el arma homicida en la mano?
—No, el arma estaba en el piso, el señor Cárter estaba en el suelo abrazando el cadáver de su esposa.
—¿Se encontró alguna otra evidencia que arrojara algún otro implicado?
—No, solo se analizó el arma con las huellas del señor Cárter, y el otro grupo de huellas por falta de un patrón completo no pudieron ser analizadas.
—Gracias, detective. Que suba al estrado la Sra. Parker.
—Sra. Parker, tenemos un gran dilema en cuanto al tema de quién seducía y acosaba a quién. ¿Me puede decir por qué no le contó a su hermana lo que sucedía con su cuñado?
—Sentí miedo de mi cuñado cuando se molestaba, se ponía como un ogro, temía por mi vida.
—Sra. Parker, si sabía que su hermana cenaría con su cuñado, ¿por qué regresó a casa?
—Es que se me había quedado el celular.
—Pero su cuñado dijo que usted lo llamó para que no dejara a su hermana esperando, incluso le preguntó en cuánto tiempo llegaría a casa; ¿cierto o falso?
—Sí, es cierto. —Respondió la Sra. Parker. —Entonces, ¿qué celular tenía que buscar en casa de su hermana? —preguntó Elizabeth.
—Es que yo tengo dos celulares y quería mostrarle unas fotos a mi amiga que tenía en el otro teléfono.
—Gracias, Sra. Parker, puede volver a su lugar. Que suba al estrado la Sra. Taylor.
—¿Sra. Taylor, desde cuándo son amigas usted y la Sra. Parker?
—Realmente soy amiga de su hermana, la Sra. Parker, y yo nos saludamos o hablamos cuando visitaba la casa Cárter.
—¿Pero ella solía hacerle visitas?
—No, esa noche ella me llamó y me dijo si no me importaba que fuera a mi casa porque ella quería darle privacidad a su hermana y a su cuñado y le dije que no había problema.
—¿Cuánto tiempo permaneció la Sra. Parker en su casa?
—Ella duró como veinte minutos aproximadamente y después me dijo que iría a casa a buscar algo para mostrarme.
—¿Notó algo extraño en el comportamiento de la Sra. Carter?
—A decir verdad, me pareció raro porque cuando salió de la casa me asomé a la ventana y vi que sacó un teléfono desechable y comenzó a hablar con alguien.
—Gracias, Sra. Taylor.
Elizabeth se había metido en papel, brillaba con luz propia, era impresionante verla allí de pie haciendo todas esas preguntas, los invitados estaban admirados, mantenía tanto control y espontaneidad, era como si diariamente estuviera en una sala de juzgado y no en una clase extracurricular; hasta el padre de David la veía con fascinación.
Elizabeth continuó llamando a la testigo que faltaba, una joven chica que ganaba su mesada paseando los perros de varias residencias, entre ellas la residencia Cárter.
—Srta. Delko, ¡tengo entendido que trabaja para la familia Cárter!
—Sí, yo saco a dar paseos a Taz, el cachorro de la Sra. Cárter.
—¿A qué hora vas por Taz?
—Llego a las 7:55 pm y regreso a las 8:40 pm.
—¿Cuándo fue por Taz, quién la recibió?
—La Sra. Cárter. Me dijo que tomara rápido a Taz y lo sacara porque estaba muy alterado.
—¿Y le dijo a qué se debía?
—No, pero antes de tocar a la puerta, la Sra. Cárter y su hermana tenían una discusión y Taz ladraba mucho; después que salimos de la casa, ellas aún discutían fuertemente.
—Puede regresar a su lugar.
—Nuevamente, pido a la Sra. Parker que regrese al estrado.
—Sra. Parker, recuerde que está bajo juramento y que dar falso testimonio acarrea una pena de 5 años o más.
— ¿Por qué discutían su hermana y usted?
—La discusión fue porque creyó en las injurias de mi cuñado, me dijo que me alquilaría un apartamento para que me mudara, que ella me visitaría y estaría pendiente.
— ¿Y por eso la mató? —Objeción, señoría. Añadió David está culpando a mi cliente sin ninguna prueba.
—Abogada Campbell, si tiene algún interés, abórdelo —dijo el juez Miller.
—Sí, señor juez, tengo un propósito. — No hay lugar, prosiga —dijo el juez.
—Señora Parker, sabía que recientemente fue hallado su teléfono desechable en el cual aparecen discados el número del Sr. Cárter y el 911.
—Y, también, algo que pasaron por alto los del laboratorio de criminalística fue abrir la cacha de la navaja, donde siempre quedan células epiteliales de la persona que no tiene el cuidado necesario al abrirla.
— ¿A dónde quiere llegar, abogada Campbell?
—Señoría, las células epiteliales encontradas dentro de la navaja son de la Sra. Parker. Si revisamos en este momento su mano, encontraremos una lesión. No obstante, en el teléfono estaban las huellas de la Sra. Parker, huellas que cotejamos con las que no se pudieron analizar por no tener un patrón completo, y esta vez sí concuerdan.
— ¿Mi última pregunta: por qué lo hizo, Sra. Parker?
—Lo hice porque ella siempre fue la mejor, lo tenía todo: la mejor casa, el mejor empleo, el mejor esposo y ese imbécil que me despreciaba. Cuando comenzamos a discutir, le dije a mi hermana que intentaría quedarme con su esposo, pero él no quiso y ella comenzó a reírse. Le lancé el vino a la cara y ella me dio una cachetada. Luego ella se volteó, yo saqué la navaja, la llamé y cuando volteó comencé a apuñalarla.
—Saqué la navaja de su cuerpo, limpié mis huellas y volví a introducir la navaja en el cuerpo de mi hermana, pero, aun así, quedó una huella.
—Señoría, esa ha sido todo, mi defensa; he terminado.
—Se declara a la Sra. Parker culpable, sentenciada a 30 años de prisión —dijo el juez. Ya finalizada la práctica, el profesor Miller se acercó al grupo.
—Chicos, tengo que felicitarlos, todos estuvieron geniales; sin embargo, David no sé qué te pasó, pero te faltó fuerza en la acusación; por otra parte, Elizabeth, sin palabras, me quito el sombrero y como ya saben, la universidad va a participar en el Moot Court anual y allá quiero a los mejores, es decir, los quiero a ustedes, así que prepárense que ahora estarán en el mismo equipo y viajan pasado mañana. ¡Éxitos!
Todos se retiraron de la sala, Elizabeth y sus amigas estaban felices al ver cómo ella le había cerrado la boca a David no solo frente a la universidad, sino también frente a su padre; ahora David iría al concurso comandado por Elizabeth, solo reían y festejaban.
Mientras estaban celebrando al otro lado del campus, David y su padre tenían una fuerte discusión.— ¿Me puedes explicar qué fue todo eso, David? Te estoy dando la mejor educación, comodidades, lujos para que seas el mejor abogado del país, incluso del mundo, y una chica te acaba de abofetear en un litigio ficticio. No quiero imaginar qué harías en uno real.—Papá, es una tontería, no tienes por qué ponerte así. Como ya lo dijiste, es algo ficticio.— ¿De qué rayos hablas? No es una tontería, David. ¿Dónde dejas nuestra reputación, nuestro apellido? ¿Cuidado con lo que haces o piensas, ese es tu futuro y el futuro de nuestra familia, así que basta de perder el tiempo, ¿se entendió?—Sí, señor.—Aún no puedo creer que te haya ganado una chica que solo está aquí por su inteligencia, que no tiene dinero ni un apellido de renombre.— ¿Cómo sabes eso, padre?—Supusiste que, porque estás aquí, no sé lo que hacen Alice y tú. Yo lo sé todo y te advierto, cuidado con lo que haces. Me voy, y ya
"Ring, ring, ring" sonaba la ruidosa alarma del reloj una y otra vez anunciando que el día había llegado. Las chicas corrían de un lado al otro, salían del baño, iban a la cocina, entraban al cuarto, y así cada una se fue vistiendo. Alice, como siempre, usaba un vestido holgado que no reflejaba su figura. Francis llevaba una cómoda braga con zapatos deportivos, mientras que Elizabeth, siempre radiante, optó por unos cómodos jeans con una camisa de tela suave y blazer, acompañados de zapatos blancos.Ya listas para salir, tomaron el equipaje y bajaron al encuentro con el resto del grupo. Al llegar, la limusina negra que los llevaría al aeropuerto estaba esperando. Los demás estaban colocando las maletas en el portaequipaje, mientras David trataba de zafarse del cuello de Amaranta.—Buen día —dijeron las chicas.Inmediatamente, todos voltearon a verlas mientras Amaranta se aferraba más a David.—"Guau", tú siempre radiante, Eliza, pareces modelo. Siempre captas las miradas de todos, vis
En la mañana, Alice, quien siempre se despertaba muy temprano, pasó por la habitación de David. Al abrir cuidadosamente la puerta, observó a Elizabeth con su cabeza apoyada en el brazo de David. Sorprendida, no dudó en sacar su celular y tomar una foto. Al capturar la escena, el flash del celular se reflejó y Elizabeth sobresaltada se despertó.—Alice, ¿qué sucede? —preguntó Elizabeth asustada.—Nada, solo pasé a ver cómo estaban. Lamento haberte asustado. —respondió Alice.Al escuchar la plática, David salió de entre las sábanas. En ese momento, Jackson y los demás pasaban por allí y vieron a David parado frente a ellos en bóxer. Todos veían a Elizabeth y a David con picardía, como con ganas de hacer bromas, pero Elizabeth estaba tan sonrojada que se retiraron sin decir nada.Elizabeth tomó su ropa y la toalla, y entró al baño. Cuando salió, David esperaba su turno para entrar.—El baño es todo tuyo. —dijo Elizabeth mientras tomaba sus cosas para salir de la habitación.En el comedor
Después de llegar al hotel, los chicos tomaron una ducha, descansaron y comenzaron a empacar antes de sentarse a disfrutar de una serie de películas antes de ir a dormir; pues parte de su premio estaría esperándolos.La alarma del celular comenzó a sonar "ring, ring", todos sintieron que había amanecido en un abrir y cerrar de ojos. Recordando que estarían un mes en una isla del Caribe, dejaron a un lado el sueño y el cansancio. Entraban y salían del baño, iban de un lado a otro terminando de recoger las cosas. Pasaron de ser abogados respetables a un grupo de estudiantes despreocupados dispuestos a disfrutar al máximo la vida.—Es hora de irnos, la limusina está esperando. —dijo David.—Listo, vamos, la diversión aguarda. —añadió Christopher.La limusina se puso en marcha, llegaron al aeropuerto, abordaron el jet y en un instante habían llegado a un paraíso terrenal.Allí ya estaba un guía esperando por ellos.—Bienvenidos a Jamaica, mi nombre es Zidane. Durante su estancia en la isl
Llovía cada vez más fuerte y el oleaje golpeaba brutalmente el bote. Elizabeth y David se aferraban al bote con todas sus fuerzas para no caer al mar; sin darse cuenta, con el vaivén de las olas, se habían quedado sin remos.Los terribles truenos estremecían todo con su estruendo y el viento azotaba el bote de manera implacable.Después de varias horas, la lluvia cesó. A lo lejos se veía cómo el sol se asomaba. Exhaustos, Elizabeth y David dormían en el bote.A medida que el sol llegaba a su punto máximo, el calor y la deshidratación se hicieron presentes. Ambos despertaron por el inmenso calor; hambrientos y sedientos, Elizabeth recordó que en su bolso llevaba agua y barras energéticas, que ahora eran su única opción para no deshidratarse. De inmediato comenzó a buscar dentro del bote.Era inútil, su bolso no estaba. Quizás había caído al mar mientras la tormenta los golpeaba.—Ya no aguanto, tengo mucha sed. No puedo más. Tomaré agua de mar. —dijo David, inclinándose para tomar agua
Mientras Elizabeth dormía, David estaba atento a cualquier cosa que se moviera. Era la primera noche que pasaban en ese lugar expuesto, casi a la intemperie, ya que el refugio que habían construido estaba hecho de hojas, ramas y lianas.David, a pesar de no tener todos los lujos a los que estaba acostumbrado, sentía una enorme tranquilidad al estar lejos de su padre, de Amaranta y de toda la responsabilidad que pronto estaría en sus manos.Ese paraje era hermoso, tan hermoso como lo era esa testaruda y peleona chica que estaba dormida frente a él.Allí, dormida en ese sitio, se veía tan indefensa. David pensó: "Provoca tomarla en mis brazos, abrazarla fuertemente para que se sienta tranquila y segura".—Qué diablos estoy pensando. Creo que el sitio, la falta de comida y el cansancio están nublando mi cerebro. —dijo David.—Me acostaré a un lado y dormiré antes de que sigan saliendo esos locos pensamientos. Total, sea lo que sea que haya estado rondando debe estar lejos porque no veo n
Al bajar del avión, la limosina negra del padre de David esperaba por el grupo para trasladarlos a la universidad.Cuando la limosina llegó al campus, una multitud con pancartas y globos aguardaban en el jardín para recibirlos.—Los chicos quisieron hacerle un recibimiento, es un lindo gesto. —dijo Miller.—Disculpe, profesor, pero creo que el recibimiento es solo para David, las pancartas tienen su nombre por todos lados. —respondió Christopher.—Bueno, chicos, cuando me solicitaron el permiso, me hablaron de un recibimiento para el grupo, seguramente Amaranta quiso hacerlo más especial para David. —contestó Miller. —Bueno, vamos, esperan por ustedes.La primera en bajar de la limosina fue Elizabeth, algunos compañeros se acercaron y la felicitaron por ganar el concurso anual y por llegar a salvo de esa isla donde se habían perdido ella y David.Luego salieron Jackson y Alice y se unieron a Elizabeth y así el resto fue dejando la limosina. Finalmente salió David. Amaranta corrió hast
El día comenzó entre exámenes, exposiciones y discusiones en el aula; los votos para dar a conocer quién sería reina de la universidad estaban siendo contados después de las clases.Después de que culminarán las asignaturas, por el parlante anunciaron que todos los alumnos se reunieran en el auditorio, ya que en minutos contarían los votos. Todos estaban a la expectativa, finalmente anunciaban que la nueva reina de la universidad y del baile era Elizabeth Campbell. Todos aplaudían y felicitaban a Elizabeth mientras Amaranta tomando a David del brazo, salía del auditorio.—Bueno, chicas, vamos a los vestidores, tenemos práctica dentro de media hora. —dijo Alice.—Tú nunca has estado tan animada cuando vamos a una práctica, así que te traes en manos, ¿qué sucede? Cuéntanos. —dijo Francis.—Hay, ya tú lo sabes, Francis, y bueno, Eliza, no había tenido oportunidad de contarte que Jackson y yo estamos saliendo.—Me alegra mucho, Jackson, y tú son dos bellas personas, se merecen el uno al o