Mientras estaban celebrando al otro lado del campus, David y su padre tenían una fuerte discusión.
— ¿Me puedes explicar qué fue todo eso, David? Te estoy dando la mejor educación, comodidades, lujos para que seas el mejor abogado del país, incluso del mundo, y una chica te acaba de abofetear en un litigio ficticio. No quiero imaginar qué harías en uno real.
—Papá, es una tontería, no tienes por qué ponerte así. Como ya lo dijiste, es algo ficticio.
— ¿De qué rayos hablas? No es una tontería, David. ¿Dónde dejas nuestra reputación, nuestro apellido? ¿Cuidado con lo que haces o piensas, ese es tu futuro y el futuro de nuestra familia, así que basta de perder el tiempo, ¿se entendió?
—Sí, señor.
—Aún no puedo creer que te haya ganado una chica que solo está aquí por su inteligencia, que no tiene dinero ni un apellido de renombre.
— ¿Cómo sabes eso, padre?
—Supusiste que, porque estás aquí, no sé lo que hacen Alice y tú. Yo lo sé todo y te advierto, cuidado con lo que haces. Me voy, y ya crece, por favor haz honor de llevar el apellido Harper.
David estaba rojo de la rabia, no soportaba los malos tratos de su padre, por más esfuerzo y dedicación que pusiera en algo, jamás era suficiente.
— ¿Qué sucedió, David? Te he buscado por todas partes.
—Estaba en una amena plática con mi padre —contestó David de forma irónica.
—Ya me imagino lo que tuviste que soportar.
—Lo que no sé es quién le contó la vida de Elizabeth a mi padre. Sabe que es de bajos recursos, que no tiene un apellido de prestigio, y aunque no lo dijo, creo que sabe todo lo que ha pasado entre Elizabeth y yo.
— ¿De qué hablas que ha pasado entre ustedes que yo no sé? —preguntó Jackson.
—No seas tonto. Me refiero a las discusiones y la rivalidad por ser el mejor y esas cosas.
— ¡Ja, ja, ja, ok! Ya iba a buscar a Alice y a Francis para celebrar de que el príncipe se había enamorado de la plebeya.
En ese momento llegó Amaranta y dijo.
—Cuál es el chiste para yo también reírme y la plebeya de la que hablan no será la insoportable de Elizabeth. No puedo creer, David, cómo te dejaste ganar de esa manera y ahora tendrás que pasar por la humillación de que ella sea quien lidere el equipo en el Moot Court.
— ¿Amaranta, me puedes hacer un favor? —preguntó David.
—Obvio, ¿dime cuál? —Desaparece y déjame en paz —contestó David.
—Porque me tratas así, amor. No quise decir eso, pero es que me molesta que ella ande por allí sintiéndose la reina del universo y que para colmo de males se vaya de viaje contigo.
—Amaranta, hablamos en otro momento. Vamos, Jackson, tenemos que arreglar todo para el viaje.
Jackson y David se fueron a empacar, mientras tanto las chicas en su habitación ya se habían puesto en marcha empacando mientras platicaban.
—Estuvo genial este día, no sé si pueda dormir —dijo Alice.
—Es cierto, fue un gran día. Si vamos con esa fuerza al concurso, de seguro ganaremos, ¿verdad, Elizabeth? —exclamó Francis.
— ¿Eliza, dónde andas, estás allí? ¿Qué te sucede? Para haberle ganado a David, te ves como si no te importara o más bien como que si algo te preocupara —exclamó Alice.
—Sí, chicas, realmente no puedo dejar de pensar en David.
Cuando Elizabeth dijo esas palabras, rápidamente Francis y Alice formaron una algarabía.
—Yo sabía que todas esas peleas entre David y tú eran simplemente amor.
—Por Dios, Francis, de qué hablas. Dije que no dejaba de pensar. Por qué ya lo hemos visto en clase, en casos anteriores y siempre me da la pelea; en esta ocasión no mostró ese interés, más que todo fue técnico y con más soberbia que nunca se esforzó más por otras cosas que por el caso.
—Sí, Eliza, yo también lo noté. Sé que David es engreído y arrogante, pero hoy solo se esforzó en eso, como que quería impresionar a mi tío mostrando su arrogancia y no la defensa del caso.
—Estoy de acuerdo con ustedes. Además, cuando salían, tu tío le dijo que tenían que hablar, y se lo dijo en un tono nada amigable.
—Bueno, aprovecharé el viaje para charlar con mi primo, ya que no va a estar su sombra o mi tío. Terminemos esto para acostarnos a descansar, mañana tenemos que reunirnos para pautar todo lo del viaje.
Las chicas terminaron de empacar y se fueron a descansar, pues tendrían que reunirse con los demás para finiquitar el viaje. La mañana llegó, poco a poco cada una de las chicas fue despertando. Elizabeth entraba a la ducha, Alice preparaba el café mientras Francis buscaba qué ropa usar.
Después de estar listas, las tres amigas salieron al encuentro con David y el resto del grupo, pues tenían que concretar todo lo relacionado con el viaje.
— ¿Buen día, chicos, cómo amanecieron? —dijo Elizabeth.
—Buen día, Eliza —contestaron Jackson y Celena.
— ¿Dónde está David, Jackson? —Se despertó un poco tarde, pero ya viene Alice.
—Ok, vamos a comenzar y, cuando llegue el príncipe, que se ponga al corriente. Por aquí investigué un poco de qué se trata el concurso, su reglamento y unos vídeos. Y por aquí debe estar, en algún lugar de mi bolso, esta o estaba otra carpeta con unas preguntas y artículos que debemos repasar —dijo Elizabeth.
—Ok, perfecto, vamos viendo esta mientras tú consigues la otra carpeta.
Elizabeth buscó en todo el material que llevó y no encontró la información. Finalmente dijo:
—Chicos, tendrán que disculparme, iré a la habitación a buscar la otra carpeta. Ustedes revisen eso mientras regreso y así llamamos al Sr. Miller para planificar lo del vuelo y la reservación.
—Está bien, Eliza, así hacemos tiempo de que llegue David —dijo Alice.
Elizabeth, apresurada, fue a la habitación. Buscó en el cuarto, revisó otro bolso y no encontraba la carpeta que hacía poco tiempo había estado en sus manos. De pronto, recordó que antes de ir a desayunar, ella recogió las carpetas y las colocó en la mesa. Como estaba distraída, olvidó guardar esa y salió.
—Aquí estás, carpeta, te burlabas de mí mientras yo revisaba toda la habitación; qué loca, ahora hablo con una carpeta. Será mejor que me apresure, ya debe haber llegado su majestad, el rey de los engreídos —dijo Elizabeth con un tono burlón.
Elizabeth salió de la habitación de regreso a la cafetería donde se encontraba el grupo. De repente, escuchó risas y murmuraciones. Era Amaranta con sus amigas que observaban a Elizabeth.
—Mira, ella se cree una reina porque ganó el Litigio; vamos a ver si va a salir tan victoriosa en el concurso anual —vociferó Amaranta. —Y si ganan, es por tu David y por mi futuro, Jackson, amiga —dijo Nicole, la inseparable amiga y seguidora fiel de Amaranta.
—Claro, allí vamos a ver quién es quién. Lástima que no pude mover más mis influencias para poder acompañar a mi David, porque aunque muchas pobretonas hagan hasta lo imposible por meterse por los ojos a David, él es mío y de nadie más, igual que el título de reina de la universidad.
Elizabeth, tratando de contenerse y guardar la compostura al escuchar todas estas cosas, continuó caminando y, ya sin poderse contener, respondió:
—No me interesaba el reinado, pero como veo tanto sufrimiento por lo que pueda o no hacer o ganar, se ha despertado en mí cierto interés por participar, y quién quita, luego de quedarme con la corona, también me quede con el rey.
Luego se alejó lentamente cual modelo en pasarela y Amaranta quedó atrás haciendo berrinches y roja de la rabia al escuchar las palabras de Elizabeth.
Mientras tanto, en el cafetín, David saludaba a los muchachos.
—Buen día, ¿qué han discutido? Y Elizabeth, ¿dónde está? —preguntó David.
—Ella no tarda en llegar, de todas maneras aquí hay una información con las normas del concurso, unos vídeos, entre otras cosas que estamos revisando —contestó Alice.
—Pensé que, señorita perfección, iba a ser la primera en estar aquí —añadió David.
En ese momento, Elizabeth entró a la cafetería. David ya estaba allí, revisaba la información que Elizabeth había buscado.
—Chicos, aquí está la carpeta, hola, David, buen día —dijo Elizabeth.
—Buen día, por fin, su majestad, la princesa Elizabeth decide honrarnos con su presencia. Son las 8:30 a. m., ¿a esta hora es que usted aparece? —continuó David con su sarcasmo.
— ¿Disculpa? Para tu información, bebito de papi, estoy aquí desde las 7:30 a.m., traje la información que está en tus manos y regresé a la habitación porque olvidé la otra parte. Luego me topé con la reina de la estupidez y su combo, y ahora estoy aquí dándole explicaciones a un engreído de lo peor que si llego tarde y me está haciendo reproches, sin antes verificar si las estupideces que piensa son ciertas o no —dijo Elizabeth un poco ofuscada.
—Ya paren, ustedes se empeñan en agredirse cada vez que se ven y el destino conspira para que tengan que hacer todo juntos y son tan iguales que ni lo notan. Las mismas palabras para referirse al otro son las mismas en todo se parecen, no entiendo por qué no se casan —añadió Francis.
Luego de eso, todos se quedaron en silencio revisando la información que Elizabeth les había entregado. De vez en cuando, una que otra mirada se escapaba entre Elizabeth y David.
Continuaron dialogando sobre la normativa del concurso, de la postura, seguridad y dominio que debía tener cada uno; incluso llegaron a hacer pequeños ensayos. Finalmente, solo quedaba llamar al Sr. Miller para que concretara el vuelo y el hospedaje.
—Bueno, chicos, yo creo que es todo lo que teníamos que revisar. Ahora llamemos al Sr. Miller —sugirió Jackson.
—¿Para qué tenemos que llamar a Miller? —preguntó David.
—Para finiquitar lo de los pasajes y el hospedaje. Eso tiene que hacerse hoy, ya que mañana tenemos que viajar a Nueva York.
—Ya eso está listo; hablé con mi papá y me voy a llevar el jet privado de la familia. En cuanto a la reservación, le pedí a la secretaria de mi papá que llamara al hotel Plaza y reservara la suite lateral. Allí nos hospedaremos, lo mejor para lo mejor —dijo David.
—Se da cuenta, su majestad, de que este engreído también pone dedicación y empeño en lo que realmente le importa —continuó David.
—Excelente, David, bien hecho —añadió el grupo.
—Y tú, Elizabeth, ¿no dices nada? —preguntó David, esperando un gesto de aprobación.
—¿Qué te puedo decir? Me sorprende la forma en que pones el mundo a tus pies con una llamada, y qué gracias. Ahora tengo una pregunta: ¿todos dormiremos en la misma habitación? —preguntó Elizabeth.
—Eres algo extraña haciendo cumplidos, pero igual lo acepto. Ahora, en respuesta a tu pregunta, sí estaremos todos en una suite conectada a varias habitaciones donde tendremos baños, sala de estar, comedor, terraza al aire libre, etc. —dijo David sonriendo.
—Ok, gracias por despejar mi duda —contestó Elizabeth con asombro.
—Bueno, chicos, ya está todo listo. Por mi parte, iré a descansar para recargar energías. Mañana hay que salir temprano.
—Sí, tienes razón, Jackson. Será mejor quedarnos en la habitación descansando. Mañana vienen por nosotros a las 7:00 am para llevarnos al aeropuerto. Así que todos a descansar y a terminar de empacar lo que haga falta —dijo David.
Los chicos guardaron las cosas que tenían sobre la mesa y salieron después de atravesar parte del campus para llegar a las habitaciones. Se despidieron.
Ya en la habitación, las chicas bromeaban y se reían mientras preparaban la comida. Todas estaban muy emocionadas y asustadas. La noche llegó y con ella la curiosidad de saber lo que el destino les tenía preparado.
"Ring, ring, ring" sonaba la ruidosa alarma del reloj una y otra vez anunciando que el día había llegado. Las chicas corrían de un lado al otro, salían del baño, iban a la cocina, entraban al cuarto, y así cada una se fue vistiendo. Alice, como siempre, usaba un vestido holgado que no reflejaba su figura. Francis llevaba una cómoda braga con zapatos deportivos, mientras que Elizabeth, siempre radiante, optó por unos cómodos jeans con una camisa de tela suave y blazer, acompañados de zapatos blancos.Ya listas para salir, tomaron el equipaje y bajaron al encuentro con el resto del grupo. Al llegar, la limusina negra que los llevaría al aeropuerto estaba esperando. Los demás estaban colocando las maletas en el portaequipaje, mientras David trataba de zafarse del cuello de Amaranta.—Buen día —dijeron las chicas.Inmediatamente, todos voltearon a verlas mientras Amaranta se aferraba más a David.—"Guau", tú siempre radiante, Eliza, pareces modelo. Siempre captas las miradas de todos, vis
En la mañana, Alice, quien siempre se despertaba muy temprano, pasó por la habitación de David. Al abrir cuidadosamente la puerta, observó a Elizabeth con su cabeza apoyada en el brazo de David. Sorprendida, no dudó en sacar su celular y tomar una foto. Al capturar la escena, el flash del celular se reflejó y Elizabeth sobresaltada se despertó.—Alice, ¿qué sucede? —preguntó Elizabeth asustada.—Nada, solo pasé a ver cómo estaban. Lamento haberte asustado. —respondió Alice.Al escuchar la plática, David salió de entre las sábanas. En ese momento, Jackson y los demás pasaban por allí y vieron a David parado frente a ellos en bóxer. Todos veían a Elizabeth y a David con picardía, como con ganas de hacer bromas, pero Elizabeth estaba tan sonrojada que se retiraron sin decir nada.Elizabeth tomó su ropa y la toalla, y entró al baño. Cuando salió, David esperaba su turno para entrar.—El baño es todo tuyo. —dijo Elizabeth mientras tomaba sus cosas para salir de la habitación.En el comedor
Después de llegar al hotel, los chicos tomaron una ducha, descansaron y comenzaron a empacar antes de sentarse a disfrutar de una serie de películas antes de ir a dormir; pues parte de su premio estaría esperándolos.La alarma del celular comenzó a sonar "ring, ring", todos sintieron que había amanecido en un abrir y cerrar de ojos. Recordando que estarían un mes en una isla del Caribe, dejaron a un lado el sueño y el cansancio. Entraban y salían del baño, iban de un lado a otro terminando de recoger las cosas. Pasaron de ser abogados respetables a un grupo de estudiantes despreocupados dispuestos a disfrutar al máximo la vida.—Es hora de irnos, la limusina está esperando. —dijo David.—Listo, vamos, la diversión aguarda. —añadió Christopher.La limusina se puso en marcha, llegaron al aeropuerto, abordaron el jet y en un instante habían llegado a un paraíso terrenal.Allí ya estaba un guía esperando por ellos.—Bienvenidos a Jamaica, mi nombre es Zidane. Durante su estancia en la isl
Llovía cada vez más fuerte y el oleaje golpeaba brutalmente el bote. Elizabeth y David se aferraban al bote con todas sus fuerzas para no caer al mar; sin darse cuenta, con el vaivén de las olas, se habían quedado sin remos.Los terribles truenos estremecían todo con su estruendo y el viento azotaba el bote de manera implacable.Después de varias horas, la lluvia cesó. A lo lejos se veía cómo el sol se asomaba. Exhaustos, Elizabeth y David dormían en el bote.A medida que el sol llegaba a su punto máximo, el calor y la deshidratación se hicieron presentes. Ambos despertaron por el inmenso calor; hambrientos y sedientos, Elizabeth recordó que en su bolso llevaba agua y barras energéticas, que ahora eran su única opción para no deshidratarse. De inmediato comenzó a buscar dentro del bote.Era inútil, su bolso no estaba. Quizás había caído al mar mientras la tormenta los golpeaba.—Ya no aguanto, tengo mucha sed. No puedo más. Tomaré agua de mar. —dijo David, inclinándose para tomar agua
Mientras Elizabeth dormía, David estaba atento a cualquier cosa que se moviera. Era la primera noche que pasaban en ese lugar expuesto, casi a la intemperie, ya que el refugio que habían construido estaba hecho de hojas, ramas y lianas.David, a pesar de no tener todos los lujos a los que estaba acostumbrado, sentía una enorme tranquilidad al estar lejos de su padre, de Amaranta y de toda la responsabilidad que pronto estaría en sus manos.Ese paraje era hermoso, tan hermoso como lo era esa testaruda y peleona chica que estaba dormida frente a él.Allí, dormida en ese sitio, se veía tan indefensa. David pensó: "Provoca tomarla en mis brazos, abrazarla fuertemente para que se sienta tranquila y segura".—Qué diablos estoy pensando. Creo que el sitio, la falta de comida y el cansancio están nublando mi cerebro. —dijo David.—Me acostaré a un lado y dormiré antes de que sigan saliendo esos locos pensamientos. Total, sea lo que sea que haya estado rondando debe estar lejos porque no veo n
Al bajar del avión, la limosina negra del padre de David esperaba por el grupo para trasladarlos a la universidad.Cuando la limosina llegó al campus, una multitud con pancartas y globos aguardaban en el jardín para recibirlos.—Los chicos quisieron hacerle un recibimiento, es un lindo gesto. —dijo Miller.—Disculpe, profesor, pero creo que el recibimiento es solo para David, las pancartas tienen su nombre por todos lados. —respondió Christopher.—Bueno, chicos, cuando me solicitaron el permiso, me hablaron de un recibimiento para el grupo, seguramente Amaranta quiso hacerlo más especial para David. —contestó Miller. —Bueno, vamos, esperan por ustedes.La primera en bajar de la limosina fue Elizabeth, algunos compañeros se acercaron y la felicitaron por ganar el concurso anual y por llegar a salvo de esa isla donde se habían perdido ella y David.Luego salieron Jackson y Alice y se unieron a Elizabeth y así el resto fue dejando la limosina. Finalmente salió David. Amaranta corrió hast
El día comenzó entre exámenes, exposiciones y discusiones en el aula; los votos para dar a conocer quién sería reina de la universidad estaban siendo contados después de las clases.Después de que culminarán las asignaturas, por el parlante anunciaron que todos los alumnos se reunieran en el auditorio, ya que en minutos contarían los votos. Todos estaban a la expectativa, finalmente anunciaban que la nueva reina de la universidad y del baile era Elizabeth Campbell. Todos aplaudían y felicitaban a Elizabeth mientras Amaranta tomando a David del brazo, salía del auditorio.—Bueno, chicas, vamos a los vestidores, tenemos práctica dentro de media hora. —dijo Alice.—Tú nunca has estado tan animada cuando vamos a una práctica, así que te traes en manos, ¿qué sucede? Cuéntanos. —dijo Francis.—Hay, ya tú lo sabes, Francis, y bueno, Eliza, no había tenido oportunidad de contarte que Jackson y yo estamos saliendo.—Me alegra mucho, Jackson, y tú son dos bellas personas, se merecen el uno al o
La semana transcurría normal, la emoción y los preparativos para el gran baile eran el tema principal de todos los estudiantes.David y Elizabeth continuaban viéndose después las prácticas en la vieja cabaña, allí pasaban la tarde y en ocasiones gran parte de la noche.Mientras tanto, Amaranta, muy apegada a su plan, comenzaba a dudar de cuán interesado estaba David. No le daba prueba alguna de haber conquistado a Elizabeth, por el contrario, casi siempre después de cada práctica tenía algo importante que hacer y ya eso no le estaba gustando.Por su parte, David en la cita anterior le había dicho a Elizabeth que ese fin de semana visitaría a su padre y hablaría con él sobre el compromiso con Amaranta.Llegó el fin de semana, David se marchó a casa de su padre. Por su parte, Alice y Francis convencían a Eliza para qué las acompañará a elegir los vestidos para la fiesta y así dejaría de pensar en David y lo que diría su padre.Después de tanto insistir, Eliza decidió ir de compras. Ocup