Capítulo 3 “No llega el Olvido”
CAMIL DE LA FUENTE
No hay quien pueda olvidar completamente a una persona que significó tanto. Puedes creer que las superaste al tiempo de no verla, aún así su sombra te perseguirá aunque no quieras, y te será imposible no reencontrarla en todas partes, buscando su cara en cientos de desconocidos.
Sin dudas la volverás a encontrar en un detalle, en una fragancia, en un lugar que es mejor evitar por lo triste de los recuerdos; la encontraras en una canción, en un libro, en una frase… y será como revivir la historia otra vez, la pasión, el mismo dolor, y más fuerte aún el desamor.
Hay personas que como él, como Farid…que caben incluso en una letra.
Me resigné que a pesar de que él no me amó nunca me libraría de su imagen, mi hija era un recordatorio de él, de lo qué pasó entre nosotros, y eso lo hace especial. Su recuerdo era algo de lo que no me liberaría, creo que por eso nunca intenté borrarlo.
Por supuesto que una cosa es no tratar de olvidarlo, y otra bien distinta es que «él» aparezca aquí, en mi trabajo, donde cualquiera pudiera preguntarme por mi hija y él escucharlo.
Me concentro en terminar de suturar su corte y lo hago yo misma, por la consideración que siento por él. Fue especial, él más especial de todos, y lo seguirá siendo por Emira; pero ahora mismo lo que necesito es que salga por la puerta de urgencias, se marche a su hotel, en par de días se vaya de la ciudad y que se olvide que existo.
—¡Listo! ya quedó— masculle satisfecha de cómo quedó mi trabajo. Para ser sincera no creí poder lograrlo, las manos me temblaban por los nervios, y suturar el cuero cabelludo es demasiado difícil, pues la piel es demasiado dura.
—Si, hiciste una gran trabajo— comentó Marta que seguía plantada tras de mi. —A este bombón no le quedará más que una pequeña cicatriz.
Decidí ignorar el comentario, pero tenía que reconocer que al padre de mi hija los años le habían hecho solo bien. Ahora solo me preocupaba que mi amiga no hubiera visto a Farid completamente sin estar yo estorbando en medio, y ya lo estaba llamando bombón. Cuando descubriera su rostro sabría lo que era un hombre totalmente irresistible.
—Con un acetaminofen cada ocho horas a penas sentirás él dolor— recomendé —Nada de sol, nada de esfuerzo físico, y mucho menos actividades cómo conducir, puede ser peligroso en caso que te de un mareo o algo así. Por lo demás todo estará bien, así que ya te puedes ir.
Sé que no era lo más cordial, pero Marta y Melissa tenían la lengua demasiado larga, y Farid era demasiado sexy como para que no trataran de congraciarse con él, o en el peor de los casos: tratarían de congraciarme a mi. Suficiente que hubieran hablado de Dave frente al padre de mi hija.
Lógicamente también estaba muriéndome del miedo de que Marta y Melissa asociaran a Farid con Emira. Solo había que ser un poco observador para notar que tenían los ojos idénticos. Mis amigas conocías demasiado bien a mi hija como para pasar por alto ese «insignificante» detalle.
—Aún no me quiero ir, Camil — informó Farid alzándose de hombros— Más bien seria… ¡no me puedo ir!
Me quede como en shock… No podía ser que él estuviera en Atlanta solo para verme a mi… no era posible.
¡Santo Dios!
¡Tenía que tranquilizarme!… «¡Inhala…Exhala!» me obligue. Él notaría mi nerviosismo… como bien dijo, me conocía demasiado bien en casi todo.
«Farid no sospechaba que teníamos una hija», me repetí una y otra vez.
—¿Cómo que no te puedes ir?— pregunté palideciendo visiblemente.
—Creo que tengo una pierna rota— anunció un poco confundido, y maldije en arábe…«eso se lo había aprendido a él».
La verdad es que llegó cojeando y yo solo me había centrado en la herida de la cabeza con tal de no mirarle a la cara. Es que él tampoco había emitido un solo sonido de sentir dolor, o molestias.
Fue Marta quien se agachó frente a Farid para examinarlo, mirándolo impactada, por la belleza física que recién acababa de descubrir en mi paciente; antes mi cuerpo había servido de barreara entre ellas y el rostro del hombre al que le suturaba la piel.
Ahora los rasgos árabes de Farid Aray estaban a la vista, y eran demasiado difíciles de pasar por alto.
Farid estaba demasiado acostumbrado al éxito con las mujeres, aunque nunca había tomado a nadie en serio. Tal vez en otros hombres como él, se podía decir que un mal amor marcó su vida y por eso no quieren a nadie más… pero ese no era su caso. Él sencillamente tomaba lo que le ofrecían y se recusaba al compromiso. No había un amor pasado, ni un mal recuerdo, era así y punto. No repetía mujer... así está fuera quien fuera.
Siendo uno de los jeques más ricos de Dubai, con grandes negocios mineros, y dueño del doce por ciento de la reserva de petróleo del Medio Oriente, a Farid Aray le sobraba el carácter, el dinero y obviamente las mujeres.
—Si tiene rota la pierna— informó Marta aún mirando a Farid como una mosca a la Nutella. — ¡Ve por un ortopédico, Melissa!— pidió y la otra enfermera negó con la cabeza también idiotizada por el efecto del arábe sobre ellas.
Odiaba ver el efecto que causaba Farid sobre las mujeres… y lo odiaba porque a mi solía pasarme lo mismo. Tanto así que Emira es la mejor prueba de ello.
—Ok, yo iré por el Especialista en Ortipedia— farfullé y Farid me detuvo, a toda velocidad y aún sentado se apropió de una de mis manos.
—!No te vayas!— pidió con una expresión indescifrable en el rostro—. ¡Si estas aquí me siento más tranquilo!
Le hice una seña a Melissa y a esta no le quedó más remedio que ir por el doctor, Mientras que Marta analizaba aún agazapada en el piso, las facciones del hombre que seguía sentado entre nosotros.
Él tan fuerte como siempre… una pierna rota, y parecía que estaba en un Domingo de golf.
Capte el momento exacto en que la mirada de Marta se volvió acusadora. La mano de Farid aferrada a la mía… y esos rasgos inconfundibles.
¡Si! Mi mejor amiga acababa de descubrir que ese no era un paciente más, y que no era otro que el padre de mi hija. Él era el hombre del que tanto yo me negaba hablar, él único culpable de haber dejado tan altos los estándares, como para que yo no hubiera podido rehacer mi vida con nadie más, y aún continuará siendo una madre soltera.
Capítulo 4 “No somos Familiia"CAMIL DE LA FUENTENo sé si era el interés de Melissa de seguir contemplando a Farid, o que el ortopédico estaba disponible, pero en menos de tres minutos el especialista estaba junto a nosotros. Cosa que agradecí bastante, mientras más rápido lo atendieran, más rápido se iría, ya Marta había descubierto mi secreto, no podía permitir que Farid hiciera lo mismo. En definitiva tanto Farid como Marta tenían razón, y él tenía una pierna rota. Un Rayos X lo confirmó, y él médico valorando la posible evolución, solo decidió inmovilizar la pierna. Ya amanecía cuando por fin Farid estuvo listo para volver a su hotel.Lo guié a la salida, empujando el sillón de ruedas en que iba sentado. Se le veía cansado, adolorido, y sin dudas los golpes que recibió durante el accidente ya habían comenzado a pasarle factura.—¿Estas bien?— pregunté en un susurro. Yo también estaba agotada, y la presencia de Farid esta noche, no había hecho más que catalizar todos mis miedos
"Te espere seis largos años" En una escala del cero al diez, donde cero es nada y diez es el máximo, está guardia podía calificarla con un doce sin dudas, esta noche fue el servicio más estresante de mi vida. No murió nadie, excepto mi escondite ante el único hombre con el que no debía cruzarme jamás. Traté de no pensar, de nada valía martirizarme ahora. Aún tenía que pasar un buen rato con Farid, así que solo necesitaba el vehículo de mi amiga, para tratar de hallar una salida fácil a todo esto. «Farid se iría muy pronto » murmuré tratando de tranquilizarme. A él no le gustaban los Estados Unidos, en un abrir y cerrar de ojos estaría de regreso a Arabia Saudí, o a cualquier lugar de los Emiratos en el cual estuviera residiendo, pero lejos. Era solo cuestión de ser cordial unas horas y él desaparecería de mi vida, así como una vez ya lo hizo. Camine al sitio donde estaba casi segura que estaría Marta a esta hora. Encontrar a Marta fue sencillo, tratar de quitarle su coche… no
6. "Tiempo" FARID ARAY No sabía exactamente que pasaba por la cabeza de Camil, para mi también había sido una sorpresa encontrarla pero aún así me mostraba un poco más amable que ella. Ella parecía haber masticado a una mosca, por la expresión de su rostro no se le notaba nada feliz. Siempre había sido como una tormenta en el mar, y parecía que los años habían aumentado su efecto devastador. Estaba linda, más hermosa de lo que la recordaba. Y aunque se esforzaba por mantener ese frío silencio al que me había condenado, sus ojos verdes gritaban furia contenida, de esa ira que es capaz de hacer arder al mundo. Empujó el sillón por la pasarela diseñada en el piso para ese fin encaminadonos a la salida de emergencias, que se dirigía al parqueo de los médicos. La vi dudar buscando su coche. Se detuvo y sentí sin voltearme como se paraba de puntillas para alcanzar localizar el vehículo. —¿Olvidaste dónde aparcaste tu coche?—pregunté en tono burlesco. Necesitaba concentrarme en
7. «Mía» FARID ARAY Ni aunque pasaran mil años encontraría las palabras precisas para describir lo que sentí en aquel momento. Mis sentimientos, esos que tanto me escondía a mi mismo, aprovecharon la ocasión para desencadenar una tormenta de grandes magnitudes en mi interior. Su olvido me ardía, me ardía a flor de piel, me quemaba tanto como me hirió su partida hacía ya más de un lustro. La vi meterse en el coche sin mirar atrás, sin voltearse a observar sobre su hombro ni una sola vez. «¡Pasado!». «¡Camil De la Fuente me había dejado atrás!». ¡Yo convertido en historia! Me parecía totalmente loco, que yo aún con la cabeza herida y con una pierna rota siguiera bajo el pórtico de la entrada del hotel, de pie y observando cómo se perdía el coche en el tránsito. ¿¡Me había borrado¡? Si… era evidente. ¿Se lo pensaba permitir? La pregunta rondo mi mente por unos instantes. A decir verdad… no podría llegar a imponerme. Ni siquiera sabía si había encontrado otro amor, que p
CAMIL DE LA FUENTE 8. " La hija de un Jeque Arabe". Aún no sé cómo llegué con vida a casa. Me temblaban las manos y la mente me daba vueltas viajando desde el pasado al presente; se me ponían los vellos de punta de solamente pensar en un futuro cercano, sobre todo las consecuencias de que Farid se llegase a enterar de la existencia de Emira. Mi bebé, mi niña linda… mi precioso tesoro. No quiero ni pensar que pasaría si descubrira que su padre estaba cerca, y yo era el único impedimento en que se encontraran. No es que quisiera justificar todo… pero no era por egoísmo que no le había dicho a Farid que tenía una hija. Era más bien por sentido común. Uno no se encuentra con un hombre herido en emergencias, y le suelta de pronto tanta información. Se imaginan si uno hiciera ese tipo de cosas… «Hola Farid, mientras te atiendo estos cortes, te actualizaré que ha sido de mi vida… tenemos una niña de casi seis años y que no tiene la más mínima idea quien es su padre…» Pensánd
CAMIL DE LA FUENTE 9.“Confesión ”Ciertamente no preví que no hubiese colegio, y mucho menos que Marta llegara tan pronto.La señora Madelein se fue a su casa, llevándose a Emira con ella para darle el sabroso almuerzo que tenía listo para ella.Yo limpié el desastre de la cocina, coloqué las galletas listas en un tarro de cristal; para luego cortar algunos vegetales para cocinarlos al vapor para la cena. Definitivamente la cocina no era uno de mis dones, y habían cosas que no cambiarían nunca, ni aunque pasaran mil años… como Farid. Él era otro ejemplo.El timbre de la puerta sonó, arisca y asustada como me sentía, casi se me sale el corazón del pecho. «Aunque médicamente no fuera posible».Al abrir me sorprendí de encontrarme con Dave Brown en mi puerta. —¿Dave?— pregunté abriendo los ojos como platos. —¿Qué haces aquí?—inqueri mirando al corredor para ver si de casualidad había venido a acompañar a Marta… ¡pero no! Marta no se veía por todo el pasillo.—Olvidaste tu teléfono e
10. “No quiso que lo encontrara”Mi cara de absoluta sorpresa le avisó a Dave que yo no tenía idea de esos sentimientos que decía sentir hacia mi. —¡No me mires así—demando mirándome a los ojos—¡No es como si te estuviera pidiendo matrimonio!…No aún… Pensé bien que le diría, analizando las posibles respuestas que podría ofrecerle antes de rechazarlo definitivamente, pero es que no tenía una respuesta adecuada, no tenía una excusa lo suficientemente buena. No me venía nada a la mente en absoluto. —Dave, yo… yo…—repetí buscando algo que me ayudara a salir del tema. —Tú no estás lista para una relación —terminó respondiendo él por mí y yo solo asentí con la cabeza. —¿Y que te parece si empezamos conociéndonos mejor? Si que ninguno de los dos invada el espacio del otro—sugirió poniéndose de pie para sentarse junto a mí en el sofá—Mi nombre es David Brown, soy médico cirujano— se presentó con una expresión pícara en los ojos que le iluminó el rostro. No pude hacer otra cosa que reír— M
11 “El Señor Árabe” CAMIL DE LA FUENTE Después de que Marta se fue, me quede pensativa y distraída. Aunque estaba clara que no me podía dar ese lujo. Mi hija estaba en casa y me abordaba con una pregunta nueva cada día segundos. Emira definitivamente era una niña demasiado despierta. —Mami…— llamó desde su habitación y le respondí enseguida. —Si bebé… —¿Puedes venir, por favor?—insistió y fui por ella. Me recosté al umbral de la puerta y la mire con todo el amor del mundo. Emira era la mejor parte de mi vida, la mejor parte de mi. —¿Pasa algo bebé?— pregunté suavemente. —Estaba pensando mami… — casi balbuceó, y Emira no solía ser tímida ni recatada para decir nada así que me extraño bastante. Entré en la habitación y me senté junto a ella en la cama. —¿Acerca de que estuviste pensando bebé?— insistí y ella me desarmó observándome con esos ojos profundos capaces de cruzarme el alma de lado a lado. —Acerca de lo que dijo la señora Madelein, mami…—respondió por fin— Yo