Capítulo 4 “No somos Familiia"
CAMIL DE LA FUENTE
No sé si era el interés de Melissa de seguir contemplando a Farid, o que el ortopédico estaba disponible, pero en menos de tres minutos el especialista estaba junto a nosotros. Cosa que agradecí bastante, mientras más rápido lo atendieran, más rápido se iría, ya Marta había descubierto mi secreto, no podía permitir que Farid hiciera lo mismo.
En definitiva tanto Farid como Marta tenían razón, y él tenía una pierna rota. Un Rayos X lo confirmó, y él médico valorando la posible evolución, solo decidió inmovilizar la pierna.
Ya amanecía cuando por fin Farid estuvo listo para volver a su hotel.
Lo guié a la salida, empujando el sillón de ruedas en que iba sentado. Se le veía cansado, adolorido, y sin dudas los golpes que recibió durante el accidente ya habían comenzado a pasarle factura.
—¿Estas bien?— pregunté en un susurro. Yo también estaba agotada, y la presencia de Farid esta noche, no había hecho más que catalizar todos mis miedos.
—Un poco cansado, pero estaré bien—comunico y guardo silencio durante unos segundos, para volver a hablar—Me gusto verte, a pesar de las circunstancias tan atroces.
—Si… un poco raro encontrarte aquí— tuve que admitir— Los hombres como tú, no andan en un coche cualquiera en medio de una avenida atestada en tráfico…. ¡Y mucho menos solos!
—¿Coche cualquiera? —preguntó dramatizando cierto grado de exasperación— ¿Bromeas no? Esta noche destrocé un Lamborgini— siseó con diversión.
—Si llega haber sido un Ferrari… yo misma te cortaba la cabeza— dije tratando de seguir con un poco de broma para aliviar la tensión que se instauraba entre nosotros, como un incendio de terribles proporciones que amenazaba con calcinarme el alma.
—Tenías una debilidad por la velocidad— recordó él mordiendo su labio inferior. —Y por los Ferraris.
«Y por ti» me recordé, y me dolió el corazón en recordar ese tiempo en que solo yo amaba por los dos. Ese tiempo en que entregaba cuerpo y alma por los dos.—¡No tiene caso recordar el pasado Farid! Fue bueno verte, pero es hora de despedirnos— articulé ofreciendo mi mano, para despedirme con un educado apretón.
—¡Vaya! La última vez que me dejaste… fuiste menos educada…—observó y volteé la cara evitando seguir con el tema. —Sin dudas ser doctora te ha cambiado en todos los sentidos.
Dave apareció por el otro extremo del pasillo, y como yo, aún venía manchado de sangre, era evidente que recién había salido del quirófano. Se detuvo a hablas con unas personas que asumí que eran los familiares del hombre que acababa de operar. La noche había sido demasiado intensa, y al entrega de guardia comenzaría en poco menos de veinte minutos.
—¿Puedo invitarte a un café?— pegunto Farid obligando a voltearme a mirarlo.— ¿!Por los viejos tiempos!?
—Mejor no, Farid. Estarás poco tiempo en la Ciudad, y las cosas entre nosotros nunca fueron sencillas. ¡Mejor no complicarlas!
—Camil, por favor… ¡Solo era un café!— murmuró como si le hubiera matado a un gato.
— ¿Qué haces en Atlanta?— no pude evitar preguntarle. — Lo último que supe de ti, es que te negabas abandonar Arabia Saudí, y que estabas distanciado de tu tío y de el reto de la familia. ¿Qué cambió para que estés en Atlanta?
— A veces yo también necesito escapar de mi realidad Camil— confesó— Así que si me preguntas si fue por negocio que viaje hasta aquí, la respuesta es no.
Se me heló la sangre. Cerré los ojos y me atreví a preguntar.
—¿Viniste a Atlanta por mi Farid?— la pregunta sonó extraña en mis labios, pero aún así levante la barbilla y lo mire. Mejor enfrentar la verdad de una buena vez.
—Si hubiera sabido que estabas… ¡Si!, tú hubieras sido la causa, pero no fue el caso. Vine a Atlanta porque fue el primer destino disponible cuando llegue al areopuerto. Solo quería escapar de mi vida… y el destino me metió en ese maldito accidente… aunque a fin de cuentas… solo así pude saber de ti.
— Creo que necesitas irte. Comienzas a Delirar— lo corte.
Dave se acercó a nosotros, y solo se hizo más evidente el incómodo silencio que había quedado entre nosotros.
—Marta me dijo que estabas despidiendo a un amigo— comentó y le ofreció su mano al arábe, que la tomó sin dudas de mal modo.
—El es Dave Brown, el jefe de cirugía del hospital— presente a mi jefe con Farid, y me dispuse a hacer lo mismo con Farid. — Dave, él es Farid Aray, el sobrino del primer esposo de mi madre.
—¿Es tu primo entonces?— preguntó Dave con una sonrisa sincera en los labios y tanto Farid como yo, respondimos a prisa, y casi al unísono .
—¡No!— aseguró Farid con más vehemencia de la que me hubiera gustado.
—¡No! Es primo de mi hermano… no mío.
—¡Vaya! no importa— aseguró Dave. — A final de cuentas son de la misma Familia.
Farid hizo una mueca amarga, y su rostro se mudó a uno que yo conocía muy bien. Él podía ser tan duro y insensible como quisiera serlo.
—Camil, tu primo no puede irse solo en esas condiciones. ¡Mejor si lo llevas! ¿No crees?—ofreció Dave y yo deseando que la tierra se abriera. Lo último que quería era estar dentro de un coche con Farid. Estaba exhausta, y la presencia del jeque allí, solo empeoraba todo.—Ve tranquila y asegúrate que tu familiar esté bien, yo me haré cargo de la entrega de guardia. ¡Y por primera vez no discuta, doctora De la Fuente!
La expresión de Farid, antes demasiado huraña desapareció como por arte de magia, dándole paso a una que me parecía más falsa que las caídas por las escaleras de la Rosa de Guadalupe.
—¿Siempre es así?¿Es tan dura en el ambiente familiar?— interrogó Dave a Farid, quien sin a penas mirarlo y con la vista posada en mi solo expreso.
—¡Mucho más! Créeme cuando te digo que puede ser peor.
{***}
Cuando Dave se marchó, más resignada a llevar a Farid a su hotel, pensé que ir por mi coche era mejor que llamar a un taxi. Solo que mi coche estaba hecho un desastre. Estaba completamente minado de juguetes, crayones, y todo tipo de objetos que delatarían la presencia de un niño en mi vida. Definitivamente la opción de llevar a Farid en mi coche a su hotel quedaba descartada.
—¿Nos vamos?— preguntó él, otra vez con el semblante serio.
—Voy por mis cosas. ¡Solo espera aquí!— ordene dándole la espalda. Ahora la única solución era usar el coche de Marta , y que ella se hiciera cargo del mío.
Comencé a caminar apurada por los pasillos, en búsqueda de mi mejor amiga, para arrebatarle las llaves de su vehículo.
Las palabras de Dave, rondaban aún en mi cabeza. Esas eran las mismas palabras que escuché tantas veces, las que tantas lágrimas me habían hecho derramar, las mismas que me robaron una posibilidad real de ser tenida en cuenta por Farid. «...Son...Familia»Y no... ¡No lo éramos!
Aún así la opinión d ela gente fue suficiente para no enfrentar al mundo.
"Te espere seis largos años" En una escala del cero al diez, donde cero es nada y diez es el máximo, está guardia podía calificarla con un doce sin dudas, esta noche fue el servicio más estresante de mi vida. No murió nadie, excepto mi escondite ante el único hombre con el que no debía cruzarme jamás. Traté de no pensar, de nada valía martirizarme ahora. Aún tenía que pasar un buen rato con Farid, así que solo necesitaba el vehículo de mi amiga, para tratar de hallar una salida fácil a todo esto. «Farid se iría muy pronto » murmuré tratando de tranquilizarme. A él no le gustaban los Estados Unidos, en un abrir y cerrar de ojos estaría de regreso a Arabia Saudí, o a cualquier lugar de los Emiratos en el cual estuviera residiendo, pero lejos. Era solo cuestión de ser cordial unas horas y él desaparecería de mi vida, así como una vez ya lo hizo. Camine al sitio donde estaba casi segura que estaría Marta a esta hora. Encontrar a Marta fue sencillo, tratar de quitarle su coche… no
6. "Tiempo" FARID ARAY No sabía exactamente que pasaba por la cabeza de Camil, para mi también había sido una sorpresa encontrarla pero aún así me mostraba un poco más amable que ella. Ella parecía haber masticado a una mosca, por la expresión de su rostro no se le notaba nada feliz. Siempre había sido como una tormenta en el mar, y parecía que los años habían aumentado su efecto devastador. Estaba linda, más hermosa de lo que la recordaba. Y aunque se esforzaba por mantener ese frío silencio al que me había condenado, sus ojos verdes gritaban furia contenida, de esa ira que es capaz de hacer arder al mundo. Empujó el sillón por la pasarela diseñada en el piso para ese fin encaminadonos a la salida de emergencias, que se dirigía al parqueo de los médicos. La vi dudar buscando su coche. Se detuvo y sentí sin voltearme como se paraba de puntillas para alcanzar localizar el vehículo. —¿Olvidaste dónde aparcaste tu coche?—pregunté en tono burlesco. Necesitaba concentrarme en
7. «Mía» FARID ARAY Ni aunque pasaran mil años encontraría las palabras precisas para describir lo que sentí en aquel momento. Mis sentimientos, esos que tanto me escondía a mi mismo, aprovecharon la ocasión para desencadenar una tormenta de grandes magnitudes en mi interior. Su olvido me ardía, me ardía a flor de piel, me quemaba tanto como me hirió su partida hacía ya más de un lustro. La vi meterse en el coche sin mirar atrás, sin voltearse a observar sobre su hombro ni una sola vez. «¡Pasado!». «¡Camil De la Fuente me había dejado atrás!». ¡Yo convertido en historia! Me parecía totalmente loco, que yo aún con la cabeza herida y con una pierna rota siguiera bajo el pórtico de la entrada del hotel, de pie y observando cómo se perdía el coche en el tránsito. ¿¡Me había borrado¡? Si… era evidente. ¿Se lo pensaba permitir? La pregunta rondo mi mente por unos instantes. A decir verdad… no podría llegar a imponerme. Ni siquiera sabía si había encontrado otro amor, que p
CAMIL DE LA FUENTE 8. " La hija de un Jeque Arabe". Aún no sé cómo llegué con vida a casa. Me temblaban las manos y la mente me daba vueltas viajando desde el pasado al presente; se me ponían los vellos de punta de solamente pensar en un futuro cercano, sobre todo las consecuencias de que Farid se llegase a enterar de la existencia de Emira. Mi bebé, mi niña linda… mi precioso tesoro. No quiero ni pensar que pasaría si descubrira que su padre estaba cerca, y yo era el único impedimento en que se encontraran. No es que quisiera justificar todo… pero no era por egoísmo que no le había dicho a Farid que tenía una hija. Era más bien por sentido común. Uno no se encuentra con un hombre herido en emergencias, y le suelta de pronto tanta información. Se imaginan si uno hiciera ese tipo de cosas… «Hola Farid, mientras te atiendo estos cortes, te actualizaré que ha sido de mi vida… tenemos una niña de casi seis años y que no tiene la más mínima idea quien es su padre…» Pensánd
CAMIL DE LA FUENTE 9.“Confesión ”Ciertamente no preví que no hubiese colegio, y mucho menos que Marta llegara tan pronto.La señora Madelein se fue a su casa, llevándose a Emira con ella para darle el sabroso almuerzo que tenía listo para ella.Yo limpié el desastre de la cocina, coloqué las galletas listas en un tarro de cristal; para luego cortar algunos vegetales para cocinarlos al vapor para la cena. Definitivamente la cocina no era uno de mis dones, y habían cosas que no cambiarían nunca, ni aunque pasaran mil años… como Farid. Él era otro ejemplo.El timbre de la puerta sonó, arisca y asustada como me sentía, casi se me sale el corazón del pecho. «Aunque médicamente no fuera posible».Al abrir me sorprendí de encontrarme con Dave Brown en mi puerta. —¿Dave?— pregunté abriendo los ojos como platos. —¿Qué haces aquí?—inqueri mirando al corredor para ver si de casualidad había venido a acompañar a Marta… ¡pero no! Marta no se veía por todo el pasillo.—Olvidaste tu teléfono e
10. “No quiso que lo encontrara”Mi cara de absoluta sorpresa le avisó a Dave que yo no tenía idea de esos sentimientos que decía sentir hacia mi. —¡No me mires así—demando mirándome a los ojos—¡No es como si te estuviera pidiendo matrimonio!…No aún… Pensé bien que le diría, analizando las posibles respuestas que podría ofrecerle antes de rechazarlo definitivamente, pero es que no tenía una respuesta adecuada, no tenía una excusa lo suficientemente buena. No me venía nada a la mente en absoluto. —Dave, yo… yo…—repetí buscando algo que me ayudara a salir del tema. —Tú no estás lista para una relación —terminó respondiendo él por mí y yo solo asentí con la cabeza. —¿Y que te parece si empezamos conociéndonos mejor? Si que ninguno de los dos invada el espacio del otro—sugirió poniéndose de pie para sentarse junto a mí en el sofá—Mi nombre es David Brown, soy médico cirujano— se presentó con una expresión pícara en los ojos que le iluminó el rostro. No pude hacer otra cosa que reír— M
11 “El Señor Árabe” CAMIL DE LA FUENTE Después de que Marta se fue, me quede pensativa y distraída. Aunque estaba clara que no me podía dar ese lujo. Mi hija estaba en casa y me abordaba con una pregunta nueva cada día segundos. Emira definitivamente era una niña demasiado despierta. —Mami…— llamó desde su habitación y le respondí enseguida. —Si bebé… —¿Puedes venir, por favor?—insistió y fui por ella. Me recosté al umbral de la puerta y la mire con todo el amor del mundo. Emira era la mejor parte de mi vida, la mejor parte de mi. —¿Pasa algo bebé?— pregunté suavemente. —Estaba pensando mami… — casi balbuceó, y Emira no solía ser tímida ni recatada para decir nada así que me extraño bastante. Entré en la habitación y me senté junto a ella en la cama. —¿Acerca de que estuviste pensando bebé?— insistí y ella me desarmó observándome con esos ojos profundos capaces de cruzarme el alma de lado a lado. —Acerca de lo que dijo la señora Madelein, mami…—respondió por fin— Yo
12. "Una alternativa al Amor"CAMIL DE LA FUENTEMi habitación penumbras me recibe , aún así no me molesto en encender la luz. Suelto el aire que inconscientemente había estado conteniendo hasta ahora, en un suspiro cargado de pena. No cierro la puerta al entrar, pues quiero estar atenta por si Emira despierta y me necesita.Mi corazón ya dañado, creo que acaba de romperse del todo «aunque médicamente sea imposible» con este emotivo y desgarrador momento por el que pase con mi bebita Me siento en la cama con la vista perdida en algún punto de la habitación y las lágrimas que había tratado de contener hasta ese momento por fin salen, quemándome las mejillas a su paso. El peso de la culpa es mucho más grande cuando sentimos que por nuestra causa sufre alguien a quien amamos, alguien totalmente inocente a los errores del pasado. El dolor de Emira es mi consecuencia...consecuencia de las veces que me equivoqué para llegar hasta donde estoy. A veces el dolor reaparece, provocado que