"Te espere seis largos años"
En una escala del cero al diez, donde cero es nada y diez es el máximo, está guardia podía calificarla con un doce sin dudas, esta noche fue el servicio más estresante de mi vida. No murió nadie, excepto mi escondite ante el único hombre con el que no debía cruzarme jamás. Traté de no pensar, de nada valía martirizarme ahora. Aún tenía que pasar un buen rato con Farid, así que solo necesitaba el vehículo de mi amiga, para tratar de hallar una salida fácil a todo esto. «Farid se iría muy pronto » murmuré tratando de tranquilizarme. A él no le gustaban los Estados Unidos, en un abrir y cerrar de ojos estaría de regreso a Arabia Saudí, o a cualquier lugar de los Emiratos en el cual estuviera residiendo, pero lejos. Era solo cuestión de ser cordial unas horas y él desaparecería de mi vida, así como una vez ya lo hizo.
Camine al sitio donde estaba casi segura que estaría Marta a esta hora.
Encontrar a Marta fue sencillo, tratar de quitarle su coche… no tanto. Estaba furiosa conmigo. Parecía que ella era el padre ofendido al que le había escondido a Emira, y no mi mejor amiga.
—¡Dame las llaves tu coche!— le pedí sin mucho protocolo entrando en el pequeño despacho de la jefa de las enfermeras del área quirúrgica. Me miró con incredulidad, de que llegara solo así, sin explicar, o sin tratar de excusarme. Es que la verdad es que si debía excusas, no era a ella. Era mi amiga si... pero Farid era mi pasado, y en el pasado debería quedarse.
—¡No! ¡No te daré mi coche!— respondió secamente y rodé los ojos. Era obvio que si se había dado cuenta de mi “pequeño” secreto.—¡Eres increíble! ¡Nunca imagine que tuvieras la sangre tan fría Camil! ¡Ahora no me sorprende tanto que seas cirujana!
—¡Por favor!, hablamos más tarde— pedí con tono cansado.—Ahora solo necesito salir de esta situación lo antes posible— debía dejado a la "situación" solo, y con golpes que ya debían estarle doliendo bastante.
—No sabía que el padre de tu hija era una “situación”— farfulló haciendo comillas en el aire. —¡Es un hombre normal!
—Marta, no es lo que piensas…—intenté excusarme y ella me interrumpió.—¡Y claro que es un hombre normal! ¿!Acaso creíste que me había embarazado de un extraterrestre!?
—¡Camil yo no soy un marido cornudo que te acaba de sorprender in franganti!¡A mi no me digas que no es lo que estoy pensando, porque ¡siiii! ¡Si es lo que estoy pensando! ¡Ese hombre es!... ¡Ese hombre no sabe!
—¡Está bien! ¡Pero no grites!— le pedí también alzando la voz y plantando mis llaves sobre el escritorio. Lo último que necesitaba era pelear con mi mejor amiga por culpa de Farid Aray, que a todas estas seguía esperándome en el salón de espera del hospital. —¿Por que estás tan molesta?—pregunté entonces.
—¿¡Cómo que por qué!? —preguntó y enarque una ceja animándola a que hablara de una buena vez— ¡Camil siempre creí que la historia con el padre de Emira era demasiado triste y por eso no hablabas del padre de la niña!, pero…
Me mordí los labios para evitar sonreír, Marta se veía desencajada, y con una expresión perdida en el rostro.
—Cariño, el hecho de que el padre de Emira sea sexy, y esté bueno… pues eso no quita que la historia sea triste y demasiado intensa. ¡No te dejes llevar por la primera impresión¡— le expliqué recuperando la compostura—. ¡Todo fue y es demasiado complicado entre nosotros!
—Si fuera tan complicado…. No hubieran estado hablando como dos viejos conocidos, con tan fría cordialidad. Tienen una hija... ¡Dios! ¿Cómo mierd@ pudiste curarle las heridas, sabiendo que le ocultas semejante verdad?
—¿Qué querías que hiciera amiga?— inquirí con sarcasmo— ¿Dejarlo con una herida abierta en la cabeza?¿Negarme a ofrecerle atención médica?— la interrogué con retórica—Bien sabes que mi juramento con la vida, pues no me lo permite.
—¡Estabas en un hospital!, ¡en una sala llena, rodeada de doctores y enfermeras! Cualquiera se pudo haber hecho cargo…
—¡Lo dijiste muy bien Marta! ¡Una sala llena! ¡Atestada de pacientes y de doctores con las manos demasiado ocupadas! ¡No hay nada de malo en que le haya curado sus heridas!
Ella se quedó pensativa, y se giró de pronto a alcanzar su escritorio. Saco de la gaveta las llaves del coche y las deposito también sobre la mesa junto a las mías.
—Y él no sabe que tiene una hija, por lo que veo— siseó tocando el tema más sensible de todos.
—No, no lo sabe… ni lo sabrá Marta. ¡Emira es solo mía!— le deje claro sin alzar la voz, pero con una expresión de que no quería discutir de ese tema.
—pero… ¿Te estás oyendo mujer? Él tiene derechos… ¡la niña! ¡la niña tiene derechos a saber quien es su padre!
Odiaba que alguien me dijera que Farid tenía derechos. Yo lo sabía… pero me negaba a reconocerlo o aceptarlo. «No se tiene derechos sobre alguien que ni siquiera sabes que existe»
— Farid se irá en dos o tres dias… regresará a su país—« del que nunca debió salir»— ¡No es Justo que cambie la vida de la niña! ¡Él no pidió ser padre… y no iba a ser yo quien se lo impusiera!
—¡Mejor ¿sabes qué?! — me instó arrastrando sus llaves por encima del cristal del escritorio para pasármelas — ¡Vete con el caramelo Arábe! ¡Déjalo en su hotel o en donde quiera que se esté quedando!— me ordeno recuperando la compostura. —¡Ah! ¡Eso si! ¡Regresa a casa!…¡Hornea galletas! Esta tarde paso por tu casa para que me cuentes… cómo fue que rechazaste ser la madre del hijo de ese Arabe de películas — informó y miró hacia la puerta para invitarme nada sutilmente a salir de su despacho. —¡Vete de una vez! ¡Voy tarde para la entrega de guardia!
Salí a paso apurado, me cambie de ropa rápidamente y tome mi bolso. Me dispuse a ir a recoger a Farid, que con rostro cansado seguía en el mismo sitio en donde lo había dejado. Me conmovió delo allí abandonado, ya casi todos los pacientes de la madrugada habían abandonado el hospital, por primera vez creí que él podía ser vulnerable.
En el fondo y a fin de cuentas…cuando se acababa la «fiesta», Farid siempre estaba solo, tal y como ahora.
Era huérfano, sus padres murieron en un accidente de tránsito cuando él era un niño pequeño. Amiel Aray, como si fuera su padre se hizo cargo de él, y como único hermano de su difunto padre se convirtió en su albacea hasta que alcanzara la mayoría de edad. Su tío lo crió como otro hijo, pero por esa época Amiel estaba casado con la peor víbora de todas, mi madre.
Mara hizo de la vida del niño un total infierno. Lo odiaba por el simple hecho de respirar. Sabía que cuando Farid alcanzara los dieciocho años sería el dueño de la mitad del Imperio petrolero de los Aray, y pues Mara creía que el grueso de la fortuna le debía corresponder a su hijo mayor.
Caminé en silencio por el piso encerado, acercándome a Farid que continuaba con la mirada perdida en algún punto de la pared de enfrente.
—¿Me demoré mucho?— le pregunté con tono casual al acercarme.
—Seis largos años—su respuesta le desarmó, pero me hice la desentendida. Un nudo se instauró en mi garganta, mientras él me reparaba de pies a cabezas.
Ya yo no era la misma, mi cuerpo había sufrido la transformación más asombrosa de todas: la maternidad.
Ahora sin la protección de la pijama quirúrgica, la bata y la sobrebata, pues los jeans y la sencilla camisa blanca que usaba, daban una vista panorámica bien clara de mis nuevas curvas.
Saliendo de su escrutinio, me puse detrás de él, para empujar el sillón de ruedas.
—¡Voy a llevarte a tu hotel!—anuncié tratando de romper el incómodo silencio que se instauró entre nosotros.
—¡Al menos deberías tratar de conquistarme antes, Peligro!—propuso él en tono de broma, llamándome por el sobrenombre con que me apodaron cuando tenía dieciocho años…«peligro». Tengo que reconocer que muy tranquila no era. —Ya deberías saber que no soy un hombre fácil… aunque bueno…¡Contigo siempre fue muy fácil!
6. "Tiempo" FARID ARAY No sabía exactamente que pasaba por la cabeza de Camil, para mi también había sido una sorpresa encontrarla pero aún así me mostraba un poco más amable que ella. Ella parecía haber masticado a una mosca, por la expresión de su rostro no se le notaba nada feliz. Siempre había sido como una tormenta en el mar, y parecía que los años habían aumentado su efecto devastador. Estaba linda, más hermosa de lo que la recordaba. Y aunque se esforzaba por mantener ese frío silencio al que me había condenado, sus ojos verdes gritaban furia contenida, de esa ira que es capaz de hacer arder al mundo. Empujó el sillón por la pasarela diseñada en el piso para ese fin encaminadonos a la salida de emergencias, que se dirigía al parqueo de los médicos. La vi dudar buscando su coche. Se detuvo y sentí sin voltearme como se paraba de puntillas para alcanzar localizar el vehículo. —¿Olvidaste dónde aparcaste tu coche?—pregunté en tono burlesco. Necesitaba concentrarme en
7. «Mía» FARID ARAY Ni aunque pasaran mil años encontraría las palabras precisas para describir lo que sentí en aquel momento. Mis sentimientos, esos que tanto me escondía a mi mismo, aprovecharon la ocasión para desencadenar una tormenta de grandes magnitudes en mi interior. Su olvido me ardía, me ardía a flor de piel, me quemaba tanto como me hirió su partida hacía ya más de un lustro. La vi meterse en el coche sin mirar atrás, sin voltearse a observar sobre su hombro ni una sola vez. «¡Pasado!». «¡Camil De la Fuente me había dejado atrás!». ¡Yo convertido en historia! Me parecía totalmente loco, que yo aún con la cabeza herida y con una pierna rota siguiera bajo el pórtico de la entrada del hotel, de pie y observando cómo se perdía el coche en el tránsito. ¿¡Me había borrado¡? Si… era evidente. ¿Se lo pensaba permitir? La pregunta rondo mi mente por unos instantes. A decir verdad… no podría llegar a imponerme. Ni siquiera sabía si había encontrado otro amor, que p
CAMIL DE LA FUENTE 8. " La hija de un Jeque Arabe". Aún no sé cómo llegué con vida a casa. Me temblaban las manos y la mente me daba vueltas viajando desde el pasado al presente; se me ponían los vellos de punta de solamente pensar en un futuro cercano, sobre todo las consecuencias de que Farid se llegase a enterar de la existencia de Emira. Mi bebé, mi niña linda… mi precioso tesoro. No quiero ni pensar que pasaría si descubrira que su padre estaba cerca, y yo era el único impedimento en que se encontraran. No es que quisiera justificar todo… pero no era por egoísmo que no le había dicho a Farid que tenía una hija. Era más bien por sentido común. Uno no se encuentra con un hombre herido en emergencias, y le suelta de pronto tanta información. Se imaginan si uno hiciera ese tipo de cosas… «Hola Farid, mientras te atiendo estos cortes, te actualizaré que ha sido de mi vida… tenemos una niña de casi seis años y que no tiene la más mínima idea quien es su padre…» Pensánd
CAMIL DE LA FUENTE 9.“Confesión ”Ciertamente no preví que no hubiese colegio, y mucho menos que Marta llegara tan pronto.La señora Madelein se fue a su casa, llevándose a Emira con ella para darle el sabroso almuerzo que tenía listo para ella.Yo limpié el desastre de la cocina, coloqué las galletas listas en un tarro de cristal; para luego cortar algunos vegetales para cocinarlos al vapor para la cena. Definitivamente la cocina no era uno de mis dones, y habían cosas que no cambiarían nunca, ni aunque pasaran mil años… como Farid. Él era otro ejemplo.El timbre de la puerta sonó, arisca y asustada como me sentía, casi se me sale el corazón del pecho. «Aunque médicamente no fuera posible».Al abrir me sorprendí de encontrarme con Dave Brown en mi puerta. —¿Dave?— pregunté abriendo los ojos como platos. —¿Qué haces aquí?—inqueri mirando al corredor para ver si de casualidad había venido a acompañar a Marta… ¡pero no! Marta no se veía por todo el pasillo.—Olvidaste tu teléfono e
10. “No quiso que lo encontrara”Mi cara de absoluta sorpresa le avisó a Dave que yo no tenía idea de esos sentimientos que decía sentir hacia mi. —¡No me mires así—demando mirándome a los ojos—¡No es como si te estuviera pidiendo matrimonio!…No aún… Pensé bien que le diría, analizando las posibles respuestas que podría ofrecerle antes de rechazarlo definitivamente, pero es que no tenía una respuesta adecuada, no tenía una excusa lo suficientemente buena. No me venía nada a la mente en absoluto. —Dave, yo… yo…—repetí buscando algo que me ayudara a salir del tema. —Tú no estás lista para una relación —terminó respondiendo él por mí y yo solo asentí con la cabeza. —¿Y que te parece si empezamos conociéndonos mejor? Si que ninguno de los dos invada el espacio del otro—sugirió poniéndose de pie para sentarse junto a mí en el sofá—Mi nombre es David Brown, soy médico cirujano— se presentó con una expresión pícara en los ojos que le iluminó el rostro. No pude hacer otra cosa que reír— M
11 “El Señor Árabe” CAMIL DE LA FUENTE Después de que Marta se fue, me quede pensativa y distraída. Aunque estaba clara que no me podía dar ese lujo. Mi hija estaba en casa y me abordaba con una pregunta nueva cada día segundos. Emira definitivamente era una niña demasiado despierta. —Mami…— llamó desde su habitación y le respondí enseguida. —Si bebé… —¿Puedes venir, por favor?—insistió y fui por ella. Me recosté al umbral de la puerta y la mire con todo el amor del mundo. Emira era la mejor parte de mi vida, la mejor parte de mi. —¿Pasa algo bebé?— pregunté suavemente. —Estaba pensando mami… — casi balbuceó, y Emira no solía ser tímida ni recatada para decir nada así que me extraño bastante. Entré en la habitación y me senté junto a ella en la cama. —¿Acerca de que estuviste pensando bebé?— insistí y ella me desarmó observándome con esos ojos profundos capaces de cruzarme el alma de lado a lado. —Acerca de lo que dijo la señora Madelein, mami…—respondió por fin— Yo
12. "Una alternativa al Amor"CAMIL DE LA FUENTEMi habitación penumbras me recibe , aún así no me molesto en encender la luz. Suelto el aire que inconscientemente había estado conteniendo hasta ahora, en un suspiro cargado de pena. No cierro la puerta al entrar, pues quiero estar atenta por si Emira despierta y me necesita.Mi corazón ya dañado, creo que acaba de romperse del todo «aunque médicamente sea imposible» con este emotivo y desgarrador momento por el que pase con mi bebita Me siento en la cama con la vista perdida en algún punto de la habitación y las lágrimas que había tratado de contener hasta ese momento por fin salen, quemándome las mejillas a su paso. El peso de la culpa es mucho más grande cuando sentimos que por nuestra causa sufre alguien a quien amamos, alguien totalmente inocente a los errores del pasado. El dolor de Emira es mi consecuencia...consecuencia de las veces que me equivoqué para llegar hasta donde estoy. A veces el dolor reaparece, provocado que
13 “La misma Mentirosa”FARID ARAY«Camil... mi Camil peligrosa y malvada».Aún recuerdo la primera vez que la vi desnuda en el lobby del hotel Burj Al Arab en Dubai. Allí estaba ella paseándose como Dios la trajo al mundo dejando en rídiculo el nombre de la familia Aray, pero haciendo babear a todos los hombres que la veían pasar contoneando las caderas.Los hombres de seguridad no se atrevían a acercársele, por ser la hermana de uno de los accionistas; así que me tocó a mi controlar su pequeña demostración de poder. Esa era su descarada manera de revelarse a que su hermano la hubiera sacado a rastras de Miami. Solo que en su irresponsable acto de rebelión me llevo a mi enredado entre sus piernas. «Literalmente entre sus piernas»Después de ese día, Camil me atrajo a ella como un cuerpo celeste con una gravedad. Por más que huí, por más que me aleje, la dejaron en mi casa... bajo mi techo, y con las hormonas revueltas propias de su edad. Éramos como dinamita en medio de un volcán.