CAMIL ARAYMi corazón me latía dentro del pecho a punto de estallar, la que estaba a punto de tener fibrilaciones era yo. Me estremecí completamente, y no perdí un segundo más para verle directamente a los ojos verde esmeralda que me miraban con expresión soñolienta.Es el hombre de mi vida, es el amor de todas mis heridas, es al único hombre que recuerdo haber amado en todos mis años, y así será para siempre.Los rotos sollozos se me escapan, a pesar de saber que debería mantenerme fuerte para él.—¡Por Allah! —musitó y cero los ojos, al parecer la luz brillante de la UCI le estaba ocasionando un poco de molestias.Mire a mi alrededor y la médico intensivista que estaba monitoreando a Farid me señalo una jarra de agua, para que le ofreciera. Los pacientes que llevan días sedados habitualmente despiertan con mucha sed.El jeque abrió los ojos de nuevo, y se encontró con un vaso de agua y un sorbete, despacio comenzó a beber muy despacio.—¡Cásate conmigo… ya! — fue la siguiente frase
FARID ARAYQuisiera decir que fue fácil, que fui fuerte y me recuperé de forma rápida, pero no… no fue así. Estuve tres semanas enteras en el hospital, luchando por recuperarme de la complicada cirugía que me habían practicado después del disparo. El saber que había estado a punto de morir había despertado mis miedos. Ahora temía que la vida no me durará lo suficiente para recuperar todo el tiempo que había perdido con Camil; para ver crecer mis hijos. Para entregarle a mi familia todo ese amor inmenso que tenía para ellos, así que si algo me había enseñado lo sucedido era a no dar nada por sentado y amar aún con más fuerza, con menos frenos, con más pasión.Camil no se me despego ni un momento, cosa que agradecía bastante, por no sentirme nunca solo en lo que salía de ese penoso proceso. Aunque pareciera difícil de creer cada vez que la miraba, veía en ella a esa mujer que me conquistó desde la primera vez que toqué a esa chiquilla malcriada en Dubai por orden de Liam, y todo se
CAMIL ARAYEntramos en la penitenciaria de mujeres del estado de Georgia, y no pude evitar que la piel se me pusiera de gallina de la fuerte impresión que me causo. El árabe bruto lo notó de inmediato, y reforzo su agarre alrededor de mi cuerpo, no fuera a ser cosa de que cayera desmayada en cualquier momento. Farid me había convencido que el venir a visitar a Mara antes del juicio, seria lo mejor, ahora estando aquí… pues ciertamente tenía mis dudas al respecto.No era sencillo para mí, pues los sentimientos de culpa y desprecio que evocaban el saber que mi madre estaba en la cárcel gracias a la denuncia que yo misma había formulado, me impedían respirar con normalidad.Es que tampoco era fácil para mi saber, que el objetivo primordial de mi madre con su plan inicial, y con lo que hizo, era que yo lo perdiera todo, porque ella sabía que si Farid se llevaba a Emira indefinidamente… yo lo perdía todo. A veces me desvelaba, preguntándome que tipo de madre había sido Mara, pues yo a Emi
FARID ARAY —No le hagas caso Farid… ¡Esta mintiendo! ¿No ves su rostro? ¡Solo busca hacerte más daño¡— repuso Camil mirando a Mara con desprecio, y olvidándose por completo que ese ser de mente enferma y retorcida, había sido quien le dio la vida… «para tratar de arruinársela después, vale destacar»—No te basto el daño que Dave Brown nos causo por tu culpa, ni tampoco que estuve a punto de perder al amor de mi vida…, y también a mi bebé. —Claro que no me importa lo que pierdas… y menos si este bastardo está incluido en la lista de pérdidas reparable. ¡No seas débil Camil!¡Ho no te hice así! ¡Ya deberías saber que no hay nadie irremplazable, ni imprescindible — escupió esa m@ldita víbora mirándome con asco de pies a cabezas como si me tratara de un gusano al que no le importa aplastar por salirse con la suya. —¿Es eso lo que te duele, Mara? — pregunté sin dejarme provocar aun más «aunque con Mara había que ser experto en paz mental para no dejarse llevar por la ira que esa «señora»
CAMIL ARAY Esa noche al volver a casa lloré como una niña pequeña. Era demasiado doloroso saber que mi madre hubiera sido capaz de planear un acto tan deliberadamente atroz y mortífero e no contra una joven pareja de esposos, con un niño pequeño. Le tomo tiempo tomar una resolución, pero cuando no fue capaz de soportar más el rechazo del padre de Farid, sencillamente decidió asesinarlos. No pensé que su personalidad frívola le permitiera ser la autora intelectual de un asesinato, pero ella misma lo había confesado; así que no quedaba más por hacer que creerle y vivir con el dolor que su confesión había causado en nosotros « y si… ciertamente era demasido doloroso». Salimos de la institución carcelaria, Farid me apretaba la mano mientras que me guiaba hacia el parqueo a paso apurado. El cielo estaba totalmente cubierto por nubes oscuras, enormes y centelleantes, y ya había comenzado a lloviznar en Atlanta. Lo que empezó como una inocente visita a la Cárcel estatal del mujeres para
CAMIL ARAYCreí que la boda se atrasaría, pues tontamente pensaba que no era lo correcto casarnos en medio de lo que estábamos viviendo. Sin dudas pasábamos por una de las pruebas más duras a la que se enfrentaría nuestra relación.Y era de esperarse que algo entre nosotros cambiara, después de la visita a la penitenciaria de mujeres… y de todo lo que escuchamos allí; de los problemas y de la impunidad que disfrutaría Mara a pesar de haber sido la autora intelectual y confesa de un horrible asesinato.Todo eso hizo que, mi arabillo hermoso tuviera un humor raro. Lo sentía distraído, dolido, y profundamente afectado. ¿Y cómo no? Si era lo más doloroso que mi madre pudo haber hecho en nuestra contra…Eso sí, cuando le planteé la posibilidad a él, se negó rotundamente. —¿Atrasar la boda? — preguntó enarcando una de sus tupidas cejas negras— ¿Con qué motivo? — demandó cómo si lo que acabara de decirle fuera la cosa más descabellada del mundo. Lo miré con dudas, con miedos, pero con to
FARID ARAY Al fin había llegado el día, hoy por fin sería un hombre casado… hoy por fin podría llamar a mi Habiba como mi esposa. Mía… mía hasta el final de mis días. Si eso no era la dicha… pues no sabía yo cómo se sentía. El sentimiento atroz de la desesperación si lo conocía, las mariposas negras las había sentido en mi interior cuando Camil me dejó la primera vez, y luego cuando la supe en peligro a manos de ese medicucho de quinta. Mas hoy, era un día de suma felicidad. Hoy se cumplía mi razón para estar vivo.La iglesia estaba decorada con ramos de rosas rojas y lirios blancos, y el aroma a incienso se mezclaba con el de las flores. Era un espectáculo digno de ver. Solo esperaba que para Camil resultara tan perfecto como para mí.Los invitados empezaron a llegar, vestidos con sus mejores trajes y vestidos de gala, todos ansiosos de ver a la pareja del día. Todos los asistentes me miraban emocionados, me hacía sentir aún más orgulloso de lograr casarme con la mujer de mis
EPÍLOGO 10 años después CAMIL ARAY —Doctora Aray, su esposo pregunta al Teléfono… ¿si puede venir por usted?— me comunica una de las residentes de cirugía a la que estoy entrenando tan pronto hecho a mi oficina como jefa de cirugía. Reviso los bolsillos de mi bata y no me sorprendo, puesto que otra vez dejé mi teléfono celular olvidado en algún sitio. Tan propio en mi… —Puedes decirle que en diez minutos estaré lista. Solo termino las rondas y estaré cien por ciento disponible para él— le respondo y salgo, camino a paso apurado para regresar al trabajo. El árabe bruto me mataría si sospecha que en esos diez minutos pienso correr una maratón para terminar todo lo que aún tengo pendiente antes de irnos de vacaciones. Una segunda y merecida Luna de Miel. Por qué si… esta es mi vida: Soy Camil Aray, Doctora Cirujana, treinta y seis años de edad, madre de cuatro hijos y feliz… muy felizmente casada con el amor de mi vida. Puedo decir que ha sido un viaje emocionante desde que me reen