Cap. 1.2

     ─ ¿De qué estarás relleno, pequeñín? ─. Pregunta el Nefilim, Rosa y Renata llegan para detener una posible tragedia, aunque sus gritos y el esfuerzo por evitarlo no fueron suficiente, los llamados y las suplicas se vieron opacados por el estruendo de un detonar, la cabeza de aquel pequeño dejó de serlo al verse sin la mitad de su cráneo, para sorpresa de las muchachas, lo que parecía ser sangre era un fluido negro y viscoso y por sesos una masa negra latente y asquerosa, algo muy similar a la carne podrida y olía tal cual, Youlin se va en vomito mientras que las gemelas empalidecen, Rosa con la boca abierta, sintiéndola reseca y llena de arena al presenciar tal ejecución, Renata se  tapó los ojos con el hombro de su hermana.

     ─ Como lo pensé, era un diablillo ─. Comenta Darién más para si mismo con una sonrisa traviesa, Youlin trata de reponerse ante el comentario del Nefilim, pero al ver aquella cosa tan asquerosa esparcida por el lugar se volvía a seguir vomitando.

     ─ ¿Cómo que un diablillo? ─. Pregunta Renata acercándose a pasos lentos aun empalidecida sin despegar la mirada del cuerpo, solo del cuello para abajo, de lo que parecía ser un niño muerto, no se atrevía a mirar el resto, cada paso que daba era como pisar gelatina o eran sus piernas temblorosas que estaban a punto de fallarle. ─ En realidad era un niño, pero un demonio menor tomó su cuerpo y terminó formando a esa cosita traviesa ─.

     Youlin se apoya del hombro de Darién aun tragando con dificultad, tratando de recordar como respirar y recomponerse después de haber soltado todo lo que se había comido desde el desayuno, apoya su frente en la mano posada en aquel hombro y respirando varias veces de forma pesada y con voz áspera, formula su primera pregunta. ─ ¿Sabías lo que era? ─ No, pero tenía mis sospechas, un niño de esa edad con un cuchillo de ese tamaño no era precisamente un inocente y… si no te hubieras hecho la superhéroe nada de esto hubiera pasado y no estarías vomitando ─ (Youlin traga con fuerza). Eres un hijo de puta, ¿Lo sabías? ─ De nada. Vámonos, éste lugar apesta y no tardarán en llegar más ─.

     Deambulando por las calles de Italia, discutían sobre la forma de romper los sellos, el primer lugar obviamente era el coliseo, los acertijos mostrados en el diario eran más sencillos que lo que tuvo que descifrar la arqueóloga para recuperar el cuerpo de Lenaya, para sorpresa de todos el Coliseo se hallaba custodiado por bendecidos, usado para refugiar gente partidarias de su causa. ─ ¿Y bien?, ¿Cómo entramos? ─. Pregunta Rosa asomando su cabeza por una esquina a varias cuadras de distancia del lugar, luego se asoma Renata. ─ Hijole, está cañón ─ Debe haber alguna forma… ¿Y si nos hacemos pasar por bendecidos? ─. Propone Youlin siendo la tercera en asomarse. ─ Quizás ustedes podrían, pero ¿Dónde quedo yo? ─ Eres un Nefilim, podrías mantenerte escondido mientras resolvemos el asunto sin sangre ─. Propone Youlin. ─ Y… ¿Qué pasa si se dan cuenta?, son muchos, no quiero arriesgarlas ─. Pregunta el Nefilim cruzado de brazos, recostado de la pared despreocupadamente. ─ ¿Tu?, ¿Cuidando de nosotras? ─ Te acabo de salvar el culo ─.

     Youlin, al no tener nada con que refutar, prefirió guardar silencio, pero no dejó de fulminarlo con la mirada y seguir pensando en cómo hacer para entrar, y por más que intentó y buscó de darle vueltas al asunto no encontró solución, el lugar estaba bien custodiado. ─ No hay forma de entrar ─. Comenta Rosa en un suspiro de derrota. ─ ¿Darién?, Darién. Cielo ─. Llamó  Renata al no dar con él por ninguna parte, ni tampoco sentir su respiración, el Nefilim no se encontraba por ningún lado,

     Renata vuelve a posar los ojos en el Coliseo de Roma, solo fue cuestión de unos pocos minutos cuando una mano se posa en su hombro causándole un gran susto, Rosa y Youlin se sobresaltan dando un pequeño gritillo que inmediatamente fue acallado por otra mano, era Darién indicando guardar silencio.

    

     Con un gesto de su cabeza señala en que debían seguirlo, las muchachas se miran a las caras llenas de interrogantes, Rosa se encoge de hombros y todas lo siguen.

     Llegaron a un callejón sin salida, botes de basuras volteadas, dibujos con palabras obscenas en las paredes y una posible vía para entrar al Coliseo. ─ Ni sueñes, ni por el coño voy a entrar allí ─. Protesta Youlin de brazos cruzados, mirando con el ceño fruncido el camino ofrecido por Darién como opción. ─ ¿No hay otra forma? ─. Pregunta Rosa dudando tal propuesta con una mueca. ─ No le temo el bajar, le temo a lo que nos vayamos a encontrar allí ─. Agregó, Darién se peina el cabello con los dedos respirando profundamente. ─ Es la única vía que veo posible, ¿Alguna de ustedes sabe volar?, ¿No verdad?, y si así pudieran ellos no dudarían en dispararles ─ Insisto, mi idea en hacernos pasar por uno de ellos me gusta más ─ No pienso arriesgarlas, come libros ─ ¡Es una alcantarilla por Dios! ─. Señaló Youlin totalmente indignada, Darién olfateó superficialmente por encima del agujero. ─ No, no creo que Dios esté allí ─ No pienso bajar ─ ¡Dijiste que querías una solución sin sangre! ─. Protesta Darién, pero la arqueóloga no tardó en replicar. ─ ¡No pienso bajar, dije! ─.

     Rosa trata de razonar con la arqueóloga, buscando de exponer su punto, solo que ésta es interrumpida antes de exponerlos, dejando su expresión en blanco por el asombro de su determinación. ─ Youlin, creo que Darién… ─ Ya dije ─ (suspiro profundo), Escucha, come libros… ─ ¿Sabes la cantidad de… alimañas y bichos y… cosas…? no, no, no y no ─ Youlin ─ No, Rosa, no insistan. Renata, convence a tu novio de que no hay… ¿Renata? ─.

     Todos se vieron a las caras, perplejos por la osadía de Renata en bajar a semejante agujero, no supieron en que punto de la discusión descuidaron a Renata. ─ ¡¿Van a bajar o no?! ─.

     Rosa siguió a Renata y Darién detrás de Rosa, dejando a Youlin como la única en, para su pesar, ser la sensata.

     Los nervios y el miedo al verse sola ante el silencio y las solitarias calles de Italia, le produjeron un cierto escalofrío, farfullando lo ilógico y la mala idea de entrar al Coliseo por un alcantarillado, giraba sobre sus talones, buscando un no sé qué, y a la final no le quedó más remedio que seguirlos lanzando un gruñido de frustración.

     El calor en las alcantarillas era insoportable, el olor ni hablar, las tres chicas trataban de taparse la nariz lo más que podían, escrutando el oscuro túnel delante en ambas direcciones, Darién recomienda equiparse antes de continuar, Rosa con su katana, Renata con su sable, ambas de hojas negras pulidas y brillantes. ─ Recuerden lo que les he enseñado ─. Ambas asienten, Youlin mira sus equipos. ─ ¿Y cómo coño me defiendo yo? ─. Darién medita la pregunta en cuestión frotándose la barbilla. ─ El conocimiento es una buena arma, úsala ─. Contesta el Nefilim con ínfulas de filósofo exponiendo un dedo al aire, Youlin le da de golpes con su morral recalcando lo mucho lo mal que le caía, en cambio Darién solo reía escudándose de ella con sus brazos.

     ─ ¿Y ahora?, ¿Hacia dónde?─. Pregunta Rosa, Youlin detiene su diatriba y la sonrisa de Darién desaparece mirando a todas las opciones ofrecidas por la red de intersecciones del alcantarillado. ─ Por aquí ─. Indica Darién haciendo un gesto con su mano, instando para que lo sigan.

     José caminaba por las calles de la ciudad subterránea, tratando de distraer su mente, pero por más que intentaba no podía, la preocupación por sus amigos, excepto Darién, le invadían la mayor parte de sus pensamientos, se detiene en una tienda a admirar los tipos de productos artesanales en venta, productos de todas las épocas, bien talladas y ornamentadas de todas las culturas del mundo, lo extraño del anacronismo del lugar era que al mirar los locales comerciales parecían ser tiendas antiguas, pero ofreciendo productos actuales de primera mano, desde celulares hasta equipos de sonido y televisores de última generación.

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