─ ¿De qué estarás relleno, pequeñín? ─. Pregunta el Nefilim, Rosa y Renata llegan para detener una posible tragedia, aunque sus gritos y el esfuerzo por evitarlo no fueron suficiente, los llamados y las suplicas se vieron opacados por el estruendo de un detonar, la cabeza de aquel pequeño dejó de serlo al verse sin la mitad de su cráneo, para sorpresa de las muchachas, lo que parecía ser sangre era un fluido negro y viscoso y por sesos una masa negra latente y asquerosa, algo muy similar a la carne podrida y olía tal cual, Youlin se va en vomito mientras que las gemelas empalidecen, Rosa con la boca abierta, sintiéndola reseca y llena de arena al presenciar tal ejecución, Renata se tapó los ojos con el hombro de su hermana.
─ Como lo pensé, era un diablillo ─. Comenta Darién más para si mismo con una sonrisa traviesa, Youlin trata de reponerse ante el comentario del Nefilim, pero al ver aquella cosa tan asquerosa esparcida por el lugar se volvía a seguir vomitando.
─ ¿Cómo que un diablillo? ─. Pregunta Renata acercándose a pasos lentos aun empalidecida sin despegar la mirada del cuerpo, solo del cuello para abajo, de lo que parecía ser un niño muerto, no se atrevía a mirar el resto, cada paso que daba era como pisar gelatina o eran sus piernas temblorosas que estaban a punto de fallarle. ─ En realidad era un niño, pero un demonio menor tomó su cuerpo y terminó formando a esa cosita traviesa ─.
Youlin se apoya del hombro de Darién aun tragando con dificultad, tratando de recordar como respirar y recomponerse después de haber soltado todo lo que se había comido desde el desayuno, apoya su frente en la mano posada en aquel hombro y respirando varias veces de forma pesada y con voz áspera, formula su primera pregunta. ─ ¿Sabías lo que era? ─ No, pero tenía mis sospechas, un niño de esa edad con un cuchillo de ese tamaño no era precisamente un inocente y… si no te hubieras hecho la superhéroe nada de esto hubiera pasado y no estarías vomitando ─ (Youlin traga con fuerza). Eres un hijo de puta, ¿Lo sabías? ─ De nada. Vámonos, éste lugar apesta y no tardarán en llegar más ─.
Deambulando por las calles de Italia, discutían sobre la forma de romper los sellos, el primer lugar obviamente era el coliseo, los acertijos mostrados en el diario eran más sencillos que lo que tuvo que descifrar la arqueóloga para recuperar el cuerpo de Lenaya, para sorpresa de todos el Coliseo se hallaba custodiado por bendecidos, usado para refugiar gente partidarias de su causa. ─ ¿Y bien?, ¿Cómo entramos? ─. Pregunta Rosa asomando su cabeza por una esquina a varias cuadras de distancia del lugar, luego se asoma Renata. ─ Hijole, está cañón ─ Debe haber alguna forma… ¿Y si nos hacemos pasar por bendecidos? ─. Propone Youlin siendo la tercera en asomarse. ─ Quizás ustedes podrían, pero ¿Dónde quedo yo? ─ Eres un Nefilim, podrías mantenerte escondido mientras resolvemos el asunto sin sangre ─. Propone Youlin. ─ Y… ¿Qué pasa si se dan cuenta?, son muchos, no quiero arriesgarlas ─. Pregunta el Nefilim cruzado de brazos, recostado de la pared despreocupadamente. ─ ¿Tu?, ¿Cuidando de nosotras? ─ Te acabo de salvar el culo ─.
Youlin, al no tener nada con que refutar, prefirió guardar silencio, pero no dejó de fulminarlo con la mirada y seguir pensando en cómo hacer para entrar, y por más que intentó y buscó de darle vueltas al asunto no encontró solución, el lugar estaba bien custodiado. ─ No hay forma de entrar ─. Comenta Rosa en un suspiro de derrota. ─ ¿Darién?, Darién. Cielo ─. Llamó Renata al no dar con él por ninguna parte, ni tampoco sentir su respiración, el Nefilim no se encontraba por ningún lado,
Renata vuelve a posar los ojos en el Coliseo de Roma, solo fue cuestión de unos pocos minutos cuando una mano se posa en su hombro causándole un gran susto, Rosa y Youlin se sobresaltan dando un pequeño gritillo que inmediatamente fue acallado por otra mano, era Darién indicando guardar silencio.
Con un gesto de su cabeza señala en que debían seguirlo, las muchachas se miran a las caras llenas de interrogantes, Rosa se encoge de hombros y todas lo siguen.
Llegaron a un callejón sin salida, botes de basuras volteadas, dibujos con palabras obscenas en las paredes y una posible vía para entrar al Coliseo. ─ Ni sueñes, ni por el coño voy a entrar allí ─. Protesta Youlin de brazos cruzados, mirando con el ceño fruncido el camino ofrecido por Darién como opción. ─ ¿No hay otra forma? ─. Pregunta Rosa dudando tal propuesta con una mueca. ─ No le temo el bajar, le temo a lo que nos vayamos a encontrar allí ─. Agregó, Darién se peina el cabello con los dedos respirando profundamente. ─ Es la única vía que veo posible, ¿Alguna de ustedes sabe volar?, ¿No verdad?, y si así pudieran ellos no dudarían en dispararles ─ Insisto, mi idea en hacernos pasar por uno de ellos me gusta más ─ No pienso arriesgarlas, come libros ─ ¡Es una alcantarilla por Dios! ─. Señaló Youlin totalmente indignada, Darién olfateó superficialmente por encima del agujero. ─ No, no creo que Dios esté allí ─ No pienso bajar ─ ¡Dijiste que querías una solución sin sangre! ─. Protesta Darién, pero la arqueóloga no tardó en replicar. ─ ¡No pienso bajar, dije! ─.
Rosa trata de razonar con la arqueóloga, buscando de exponer su punto, solo que ésta es interrumpida antes de exponerlos, dejando su expresión en blanco por el asombro de su determinación. ─ Youlin, creo que Darién… ─ Ya dije ─ (suspiro profundo), Escucha, come libros… ─ ¿Sabes la cantidad de… alimañas y bichos y… cosas…? no, no, no y no ─ Youlin ─ No, Rosa, no insistan. Renata, convence a tu novio de que no hay… ¿Renata? ─.
Todos se vieron a las caras, perplejos por la osadía de Renata en bajar a semejante agujero, no supieron en que punto de la discusión descuidaron a Renata. ─ ¡¿Van a bajar o no?! ─.
Rosa siguió a Renata y Darién detrás de Rosa, dejando a Youlin como la única en, para su pesar, ser la sensata.
Los nervios y el miedo al verse sola ante el silencio y las solitarias calles de Italia, le produjeron un cierto escalofrío, farfullando lo ilógico y la mala idea de entrar al Coliseo por un alcantarillado, giraba sobre sus talones, buscando un no sé qué, y a la final no le quedó más remedio que seguirlos lanzando un gruñido de frustración.
El calor en las alcantarillas era insoportable, el olor ni hablar, las tres chicas trataban de taparse la nariz lo más que podían, escrutando el oscuro túnel delante en ambas direcciones, Darién recomienda equiparse antes de continuar, Rosa con su katana, Renata con su sable, ambas de hojas negras pulidas y brillantes. ─ Recuerden lo que les he enseñado ─. Ambas asienten, Youlin mira sus equipos. ─ ¿Y cómo coño me defiendo yo? ─. Darién medita la pregunta en cuestión frotándose la barbilla. ─ El conocimiento es una buena arma, úsala ─. Contesta el Nefilim con ínfulas de filósofo exponiendo un dedo al aire, Youlin le da de golpes con su morral recalcando lo mucho lo mal que le caía, en cambio Darién solo reía escudándose de ella con sus brazos.
─ ¿Y ahora?, ¿Hacia dónde?─. Pregunta Rosa, Youlin detiene su diatriba y la sonrisa de Darién desaparece mirando a todas las opciones ofrecidas por la red de intersecciones del alcantarillado. ─ Por aquí ─. Indica Darién haciendo un gesto con su mano, instando para que lo sigan.
José caminaba por las calles de la ciudad subterránea, tratando de distraer su mente, pero por más que intentaba no podía, la preocupación por sus amigos, excepto Darién, le invadían la mayor parte de sus pensamientos, se detiene en una tienda a admirar los tipos de productos artesanales en venta, productos de todas las épocas, bien talladas y ornamentadas de todas las culturas del mundo, lo extraño del anacronismo del lugar era que al mirar los locales comerciales parecían ser tiendas antiguas, pero ofreciendo productos actuales de primera mano, desde celulares hasta equipos de sonido y televisores de última generación.
José suspira en melancolía, dejando que sus pensamientos lo llevaran nuevamente a sus viejas vidas juntos en el apartamento, cuantas risas, cuantas vivencias. Cuantos recuerdos. Ahora todo era parte del pasado, un pasado desmoronado; con las manos en los bolsillos prosigue su melancólico andar cruzando una avenida con la mirada perdida sumido en sus pensamientos, ¿Qué debería hacer de ahora en adelante?, ¿Qué estarán haciendo sus amigos?, ¿Darién las estará cuidando bien?, lo más seguro es que si, Darién y Renata están juntos, y hasta donde él había visto, Darién cuidaría de ellas muy bien. ─ ¿Por qué tan pensativo?─. La pregunta de una voz femenina muy familiar lo trajo de su ensimismamiento espabilando entre parpadeos. ─ Caroline, hm, hola… eh… linda sorpresa, ¿Qué haces por aquí? ─ Esa es mi pregunta─. José se encoge ligeramente de hombros al no tener una respuesta apropiada, Caroline esboza una sonrisa casual. ─ ¿De paseo? ─ Si, algo así, ¿Y tú? ─. Caroline agacha la mir
Una vez en el lugar, José queda impresionado por lo sencillo del lugar, nada que envidiarle a la superficie, un suelo de baldosas pulidas del color del mármol, mesas para cuatro, dos y seis personas, una barra con mostrador de cristal mostrando los diferentes sabores de helados, lámparas actuales funcionando con electricidad con una tonalidad de luz acogedora, dándole un aire cálido y familiar, llevando el ambiente a la época de los noventa. ─ Al final no me has dicho que cargo ocupas ─. Comenta José iniciando una conversación en voz baja estando ya en la cola en espera del turno para ordenar, Caroline se acerca a su oído. ─ Soy consejera y escolta real ─. Susurró para que nadie la oyera, quería pasar desapercibida, José queda asombrado ante tal cargo que se quedó sin palabras, espabila un par de veces y agrega. ─ Sabía que tenías un puesto alto, pero no sabía que Tan alto era tu cargo ─. Caroline ríe por lo bajo. ─ Es una gran responsabilidad ─ No se puede esperar menos de
─ Si te paras así para pelear, declárate muerta ─ Pero así lo vi en una película ─ Esos idiotas no saben lo que hacen, solo idioteces y exhibicionismo, párate como te enseñé ─. Renata cambia su postura, una postura básica, su mano izquierda tendida hacia el frente con la mano abierta y relajada, el sable a la altura de su cadera, un pie delante del otro, sus rodillas ligeramente flexionadas y firmes, Darién se colocó delante de ella con espada en mano. ─ ¿Preparada? ─. Renata asiente. Luego otro recuerdo se coló en su mente. ─ Solo ten en cuenta Rena, los enemigos no avisan, así que tienes que estar preparada y atenta en todo momento ─. Por un segundó pensó. ─ ¿Desde cuándo pasé de ser una simple peluquera a una guerrera? ─. Escuchando aquella aterradora batalla no le importaba tanto esa pregunta, ya no; solo podía sentir aquellas cosas volar y morir bajo el asedio de Darién. Solo quedó un poseído y Darién aparece delante de aquel ser con una sonrisa sádica, llena de diversi
Youlin nunca se había sentido tan limpia en su vida, el baño le sentó de maravilla, ¿después de cuánto?, ¿cuatro horas?, si, claro, después de haber pasado casi cuatro horas bañándose, las chicas no se acordaban de cuándo fue la última vez que habían tomado un baño así de agradable, así que decidieron disfrutarlo a sus anchas, ¿y la comida?, ni hablar, Youlin sintió la gloria en cada bocado, no más intentos arriesgados de probar una extraña comida preparada por Darién. Rosa y Renata se encargaron de arreglar sus cabellos después del baño, desde luego los peinados no quedaron de revista, pero se podían apreciar, un trenzado sencillo; aun el pequeño grupo no había sido entrevistado por quien mandaba en el lugar y fueron atendidos por Luciano y otras personas más que Luciano presentó al grupo. Por otra parte, las chicas no hallaron forma de cómo buscar o encontrar indicio alguno del sello, así que decidieron quedarse un poco más, a Darién no le gustó en lo más mínimo la
Bruno y Darién se van conversando sobre las diversas tareas en las que podría ayudar, Rosa y Youlin halan por un brazo a Renata, reclamándole lo lenta en captar las señas, Renata protesta por el fuerte tirón, segundos después entran en cuenta…. ─ ¿Crees que sea buena idea que Darién…? ─. La pregunta de Rosa queda al aire al ver la expresión de Renata, definitivamente dejar solo a Darién era un desastre seguro, aunque la palabra desastre sonaría leve, como para darle un sentido decente a sus resultados, y más si ya sospechaban que sea un Nefilim. ─ Será mejor que busquemos ese sello rápidamente y salgamos corriendo de aquí ─. Propone Youlin abriendo el diario de Lenaya. ─ Yo iré a asegurarme que Darién no se meta en problemas ─. Propuso Renata enfilándose sin esperar opinión por parte de su hermana o de la arqueóloga. Por más que intentaron darle vueltas al acertijo, Youlin no pudo entenderlo o no quería ya que para ella le resultaba algo inquietante. ─ *El circulo guerrero
Volutas de calor emanan del cuerpo de Bruno, formando en éste una armadura romana bruñida en oro, rasgando su ropa y brotando de él una alas que parecían ser metálicas, la gente se va apartando, no solo con algunas expresiones de miedo y perplejidad, sino en adoración en servir a un emisario de Dios. Un cuchillo se posa en el cuello de Youlin, la arqueóloga empalidecida se estremece ante el contacto frío de la hoja y se percata de que no era nada más y nada menos que Luciano, ésta vez sin su expresión amable o alegre, otros hombres las despojan de sus armas, Bruno o mejor dicho Gabriel, como lo había llamado Darién, comienza a pasearse por el cuadrilátero, saboreando el triunfo, la venganza de haber sido burlado por el Nefilim varios siglos atrás, en varios encuentros debido a las misiones del Nefilim, humillando la moral del arcángel. Recordó haber llevado a un testigo para la corte del concilio para ser interrogado, Darién tenía la orden de ejecutarlo antes de llegar a di
Estruendos y derrumbes nuevamente comenzaron a estremecer todo el coliseo, ésta vez con más fuerza, dando a entender que la lucha comenzó nuevamente, Rosa, Renata y Youlin nunca supieron que tanto habían corrido, solo querían estar lo más lejos posible de aquel caos, como pudieron, se ocultaron dentro de un taller a unas cuantas cuadras. ─ Al fin a salvo─. Comenta Youlin después de haber revisado los alrededores, y haber sellado toda posible entrada. ─ Dime que ese no fue Darién ─. Masculló por fin Renata entristecida, acurrucándose en un rincón abrazando sus rodillas. ─ Hey, no es para tanto ─. Consolaba Rosa. Rosa había consolado en varias ocasiones a su hermana por las rupturas de sus relaciones, hombres sin corazón jugando con el de su hermana, Renata era la que más buscaban por ser tan inocente y llena de esperanza en encontrar un verdadero amor, siempre con la fe de saber que en algún lugar había un hombre honesto y bueno que aceptara su amor, pero debido a los
Rosa trataba de consolar a su hermana, Renata no quería aceptar que su amado Nefilim estuviese muerto, Youlin miraba desde la parte superior del taller, por la ventana, las calles ni tan desoladas, en espera por alguna señal del Nefilim, solo algunas personas o lo que una vez fueron se comenzaron a aglomerar, caminando en dirección al Coliseo. ─ Chicas, esto no pinta nada bien ─. Comenta Youlin en voz baja. ─ ¿Qué pasa ahora?, ¿No ves lo destrozada que está mi hermana? ─ Eso lo entiendo, y de verdad no sé qué decir al respecto, pero esto me inquieta más ─. Youlin traga saliva con fuerza. ─ Que no huelan tu miedo, que no huelan tu miedo, que no huelan tu miedo ─. Se repetía mentalmente la arqueóloga una y otra vez, una pequeña gota de sudor corrió su sien pasando por su mejilla, alguien o algo olfateó el aire y giró rápidamente en dirección a Youlin, ésta se oculta detrás de una pared, la cosa muestra sus dientes amarillos y pútridos, y desvía su caminar para ir directo al ta