Cap. 1.3

     José suspira en melancolía, dejando que sus pensamientos lo llevaran nuevamente a sus viejas vidas juntos en el apartamento, cuantas risas, cuantas vivencias. Cuantos recuerdos. Ahora todo era parte del pasado, un pasado desmoronado; con las manos en los bolsillos prosigue su melancólico andar cruzando una avenida con la mirada perdida sumido en sus pensamientos, ¿Qué debería hacer de ahora en adelante?, ¿Qué estarán haciendo sus amigos?, ¿Darién las estará cuidando bien?, lo más seguro es que si, Darién y Renata están juntos, y hasta donde él había visto, Darién cuidaría de ellas muy bien.

     ─ ¿Por qué tan pensativo?─. La pregunta de una voz femenina muy familiar lo trajo de su ensimismamiento espabilando entre parpadeos. ─ Caroline, hm, hola… eh… linda sorpresa, ¿Qué haces por aquí? ─ Esa es mi pregunta─. José se encoge ligeramente de hombros al no tener una respuesta apropiada, Caroline esboza una sonrisa casual. ─ ¿De paseo? ─ Si, algo así, ¿Y tú? ─. Caroline agacha la mirada ampliando su sonrisa, una sonrisa algo tímida, se acomoda un mechón de cabello detrás del oído y vuelve a cruzarse de miradas con José sin dejar de sonreír. ─ De paseo ─. Contestó al fin.

     Una propuesta de José le hizo ampliar aun más su sonrisa, mostrando sus hermosos y blancos dientes. ─ Nos podemos hacer compañía mientras paseamos, claro si estás de acuerdo ─ Me gusta la idea ─ ¿A dónde quieres ir? ─ ¿A dónde tenías pensado? ─. Por un segundo José quería responder algún sitio en particular, pero debido a que no conocía muy bien la ciudad decidió ser honesto. ─ A decir verdad tenía la mente en blanco, pero… ─. Miró a varias direcciones. ─ ¿Me aceptarías un helado? ─. Preguntó algo apenado por no tener un mejor plan en mente.

     Caroline se prende del brazo de José con una sonrisa entusiasmada, respuesta más que suficiente y la que tanto esperaba, ambos se enfilan en busca de un lugar donde comer helados.

     Para José no se cansaba de admirar todo a su alrededor caminando silencioso entre las bulliciosas calles subterráneas, nunca había visto algo tan… vivo bajo tierra, era un nuevo mundo para él o era debido que ahora contaba con la mejor compañía del mundo y Caroline se dio cuenta de ello porque lo miraba fijamente durante un buen trayecto del paseo.

     ─ ¿Qué? ─. Pregunta José cuando repara en Caroline que lo miraba con curiosa picardía. ─ Nada ─. Contesta ella apartando la mirada, después de allí solo hubo un par de segundos para que José comentara algo que quería decirle hace tiempo. ─ Quiero darte las gracias ─. Dijo José posando su vista sobre sus pasos, Caroline se detiene pensativa ante el comentario. ─ ¿Agradecerme?, ¿Por qué? ─ Por, (carraspeo), cuidar de Harley, a Lenaya quiero decir ─ Es mi deber, es normal que cuide de ella, es parte de mi juramento y porque le debo mucho a ella ─.

     Por un segundo la mirada de José se entristece, aunque trató de disimularlo, no pasó desapercibida ante la mirada perspicaz de Caroline; ladeando la cabeza con curiosidad le formula una pregunta. ─ ¿Ella significa mucho para ti? ─ Es… una gran amiga ─ Es más que eso para ti… ¿Verdad? ─ No, ya no. El lugar donde ella está… no es un lugar donde se pueda llegar, mucho menos alguien como yo, y dime… ¿Qué papel tienes al lado de Lenaya? ─ ¿Por qué preguntas? ─. José se encoge ligeramente de hombros con un mohín, dando a entender que su pregunta era algo sin importancia. ─ Solo curiosidad ─ ¿Es todo? ─ ¿Qué otra razón puede haber? ─ (sonrisa apenada), Disculpa es que… ─ Es porque soy un bendecido ─ Perdona yo no… de verdad ─.

     José enarca las cejas prosiguiendo su camino con una expresión de no haberle sorprendido en lo más mínimo sus conclusiones, total, él era un bendecido que se encontraba en un lugar que no le correspondía, y ella… era, era alguien que debía cuidar los intereses de Lenaya.

   

     Caroline acelera el paso para alcanzarle, disculpándose por su desconfianza, José sin mirarla acepta sus disculpas sin muchas ganas. ─ ¿No me perdonas?, ¿Así son todos los bendecidos? ─.

     Ya José no le gustaba la situación, mostrándose algo incómodo que lo llamasen bendecido, que lo estereotiparan. Suspira profundamente para aclarar las cosas, pero Caroline se le adelanta cortando su protesta. ─ Perdona no fue mi intención, creo que empezamos con el pie equivocado ─. José se mantuvo inexpresivo por unos segundos hasta que por fin asintió en estar de acuerdo en empezar de nuevo. ─ Te puedo decir donde queda una buena heladería por aquí cerca ─ Te sigo ─Yo invito, quiero decir, en gesto de disculpas ─ No tienes porque pedir disculpas, yo fui quien te invitó así que yo pago ─ ¿Sabes cuál es la moneda que usamos aquí? ─.

     José deja su expresión en blanco al no tener ni idea, Caroline ríe por lo bajo con travesura. ─ Es broma, aun usamos la moneda común, pero no te niego que si tenemos nuestra propia moneda, pero la usaremos cuando partamos de éste mundo ─ Así que es verdad que se van ─.

     Caroline se vuelve a detener apoyando su peso en una pierna colocando sus manos en sus caderas, deja la mirada en blanco con una sonrisa plasmada en su rostro. ─ ¿Cuántas veces te lo diremos?, Lenaya no esta interesada en lo más mínimo en éste mundo ─ ¿Y para dónde irán? ─ Ella ya tiene algo más en otro lugar muy lejos de aquí y ya todo está listo, solo falta algo ─ ¿Qué? ─ Que su esposo, nuestro rey, regrese, ella no quiere irse sin él ─.

     Caroline prosigue su andar tirando de la mano de José, al sentir el contacto con la piel de José al tomar de su mano, se sintió algo intimo, cercano y eso le gustaba, José sintió la calidez de sus suaves manos y la cercanía de ella preguntándose si se cuidaba demasiado bien las manos para ser alguien que posiblemente a matado a cientos de enemigos. ─ Ven ya estamos cerca ─. Dijo dando zancadas, José se dejó llevar por ella.

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