─ Lorenzo Mijares, detective privado ─. Dijo Renata leyendo el nombre en voz alta. ─ Ese soy yo ─. Afirmó el hombre con una mueca, destacando su triste aceptación de lo que una vez fue. ─ Y bien, señor Mijares, ¿Qué tiene que ver con ella? ─. Preguntó Renata revisando más a fondo la identificación. ─ Hace dos año y medio, más o menos, fui contratado por una mujer, una peluquera, se llamaba Beatriz Gonzáles por el caso de un acosador ─. Renata comparte miradas interrogantes con el Nefilim, el detective repara en ello. ─ ¿La conocen? ─. Preguntó entornando la mirada con cautela sobre Renata. ─ No estás en condiciones de preguntar ─. Advirtió Darién dando toques con el cañón de su arma en el hombro del detective. ─ ¿Cómo la conoció? ─. Preguntó Renata prosiguiendo el interrogatorio. ─ ¿Te refieres a la señorita Gonzáles o a la señorita Mercedes? ─ A ambas ─ Como le dije antes, a la señorita Gonzáles la conocí una mañana cuando vino a mi despacho para solicitar de mis servicios
Un camión de helados zigzagueaba por los barrios bajos de Nueva York, todo parecía haber salido de una película de terror, autos incendiados, calles desoladas, barricadas destruidas y un cuerpo pudriéndose aleatoriamente en las calles, dichos cuerpos siendo el festín de alimañas carroñeras, casas y apartamentos abandonados u otros llenos de personas aterradas tratando de alargar sus miserables vidas un poco más de un crudo final, otros ocultos entre los callejones como ratas, devorando la inmundicia, acechando en la oscuridad por algún incauto, las luces apagadas de aquel camión invitaba a una dulce trampa, dentro de aquel camión, una aberración encadenada iba de pasajero junto con tres demonios en la parte trasera, y dos le sonreían, ¿Por qué le sonreían? Llegando a un hospital abandonado, fueron preparando a la aberración, “Bob”, le había llamado Thirael, sus compañeros protestaron por haberle puesto ese nombre, en cambio su respuesta como argumento fue. ─ Si la mujer de
José detuvo su explicar, escrutando a ambas mujeres que lo veían de forma expectante. ─ Espero que no tenga que explicarles que es Shambala ─. Mónica y Lenaya niegan al mismo tiempo, José sopesó sus respuestas aprensivamente con una mirada inquisitiva, luego prosiguió ─ Bien… como venía diciendo, (segundos meditabundo), ¿Por donde iba?, (chasquido), ¡ah, si!, ¿Los poseídos?, ¿Las aberraciones?, son lo que los humanos albergan en sus corazones, sus conciencias, son sus pensamientos y sus deseos más oscuros encarnados en ellos, Shambala se encarga de que el humano se corrompa a si mismo creando lo que ven, haciendo que co-evolucionen y vuelvan a la naturaleza que fueron al principio, solo necesitan un pequeño empujón, y esos son los demonios parásitos, que hurgan en sus conciencias, son las armas perfectas otorgadas para que el infierno los maneje a su antojo ─ ¿Qué hay de los bendecidos? ─. Pregunta Mónica, que aun no había dado ni un sorbo de su bebida. ─ Los bendecidos son los m
Mónica y Lenaya compartieron una mirada llena de intrigas y dudas, solo para terminar de escuchar a José en su última frase para culminar la conversación. ─ Admiro el sacrificio que hiciste por proteger a tu gente, eso habla muy bien de ti, por eso te doy mi mano para una alianza contra un enemigo en común, y si quieres después de todo esto, te puedes ir, no me interpondré, y sé que si te llevas una gran cantidad de humanos, será un fuerte golpe para él ─ ¿Piensas ayudarme a cruzar? ─ Tu ida de este universo será de gran ayuda, debilitarás tanto a Demiurgo que el sentido de esta guerra cambiará como no tienes idea ─. Ambas monarcas se cruzan de miradas, entablando esa conversación muda que solo se podía mantener entre hermanas, sin contar el montón de cosas que decían a través de la mente, se levantaron dando las gracias por su asesoría, José se levanta asintiendo, demostrando que podrían contar con él cuando quisieran. ─ Ahora entiendo porqué Judas me reprochó el haberme a
Cerbero, lentamente suelta su brazo, Darlen se pone en pie frotándolo, su mirada decía que esto aun no había terminado, Youlin ni siquiera se movió de su lugar, en cambio Cerbero recogió su morral y se lo entregó con una mueca de disculpas. ─ A veces los Nefilim se dejan llevar por su temperamento ─. Dijo el demonio parándose al lado de la arqueóloga, aunque su argumento sonó extraño para los oídos de Youlin, un demonio hablando acerca de lo inútil que es la violencia, con manos temblorosas buscó entre sus cosas, farfulló improperios por su torpeza a causa de los nervios, Cerbero palmeó su hombro, ella lo miró y sonrió, sacó el diario y releyó otra vez las líneas, todo lo referente al juramento expresaba ciertas palabras en otro idioma que no pudo comprender. ─ ¿Qué es Cruor? ─. Preguntó con el ceño fruncido. ─ Sangre en latín ─. Aclaró el demonio, Youlin asintió comprensivamente enarcando las cejas, volvió a posar sus ojos en el diario. ─ ¿Y pignus? ─ Juramento ─ Hm ─. Darl
─ ¿Saben donde vive? ─. Preguntó Darién a las gemelas, pero fue Rosa quien asintió en respuesta. ─ Nos vamos ─. Anunció el Nefilim. Estaba hecho, el juramento se había realizado, Caroline y Darlen se habían cortado sus palmas con una de las dagas de Youlin y las colocaron en la piedra, dijeron el juramento, y de sus frentes brilló un sello, el sello de los Renatzeres, ambas se quedaron como estatuas delante de la roca con sus rostros inexpresivos, la piedra comenzó a agrietarse, emitiendo una extraña luz azul blanquecina, todo el recinto temblaba, mas, no se derrumbaba nada a su alrededor, solo arena y polvo, ignorando todas las posibles cosas que estarían pasando fuera de la enorme montaña, trozos de la roca ovoidal comenzaron a caer, revelando una especie de capsula de cristal, ésta también comenzó a agrietarse, de las grietas siseó saliendo vapor, dicho vapor inundó el recinto, los cristales comenzaron a caer y de lo que una vez fue una enorme roca de cristal, salió algu
Surcando las calles en auto en algún lugar de Italia, Youlin mantenía una fuerte diatriba en el puesto del copiloto con Darién por haber puesto en peligro una vez más su vida, en cambio Darién solo sonreía mientras que Rosa y Renata trataban de calmar la situación, solo que a Youlin no le era suficiente en desahogar tal frustración, haber sentido que su vida corría por el filo de la muerte su sangre hirvió a puntos que llagó casi a la histeria. ─ Creo que estás exagerando, come libros ─ ¿Exagerando?, ¡¿Exagerando?!, (bufido), ¡casi muero! Y mi nombre es Youlin, ¡coño!, apréndetelo, es ¡Youlin! ─ Todo estaba calculado ─ ¡Calculado nada, Nefilim de mierda! ─ Oye, You, de verdad bájale, relájate, Darién tiene razón, eres parte importante del grupo, él no dejaría que nada te pasara ─ ¡Tu no te metas!, no justifiques lo que hace tu novio, y lo que sé, es que quiso experimentar con Mi vida ─ Youlin… de verdad creo que exageras ─ ¡Casi muero, Rosa!, ¿No lo ves?, por lo menos podría
─ ¿De qué estarás relleno, pequeñín? ─. Pregunta el Nefilim, Rosa y Renata llegan para detener una posible tragedia, aunque sus gritos y el esfuerzo por evitarlo no fueron suficiente, los llamados y las suplicas se vieron opacados por el estruendo de un detonar, la cabeza de aquel pequeño dejó de serlo al verse sin la mitad de su cráneo, para sorpresa de las muchachas, lo que parecía ser sangre era un fluido negro y viscoso y por sesos una masa negra latente y asquerosa, algo muy similar a la carne podrida y olía tal cual, Youlin se va en vomito mientras que las gemelas empalidecen, Rosa con la boca abierta, sintiéndola reseca y llena de arena al presenciar tal ejecución, Renata se tapó los ojos con el hombro de su hermana. ─ Como lo pensé, era un diablillo ─. Comenta Darién más para si mismo con una sonrisa traviesa, Youlin trata de reponerse ante el comentario del Nefilim, pero al ver aquella cosa tan asquerosa esparcida por el lugar se volvía a seguir vomitando. ─ ¿