Cuarto Reino Renatzeres
Cuarto Reino Renatzeres
Por: Yakazama
Cap. 1.1

     Surcando las calles en auto en algún lugar de Italia, Youlin mantenía una fuerte diatriba en el puesto del copiloto con Darién por haber puesto en peligro una vez más su vida, en cambio Darién solo sonreía mientras que Rosa y Renata trataban de calmar la situación, solo que a Youlin no le era suficiente en desahogar tal frustración, haber sentido que su vida corría por el filo de la muerte su sangre hirvió a puntos que llagó casi a la histeria.

─ Creo que estás exagerando, come libros ─ ¿Exagerando?, ¡¿Exagerando?!, (bufido), ¡casi muero! Y mi nombre es Youlin, ¡coño!, apréndetelo, es ¡Youlin! ─ Todo estaba calculado ─ ¡Calculado nada, Nefilim de m****a! ─ Oye, You, de verdad bájale, relájate, Darién tiene razón, eres parte importante del grupo, él no dejaría que nada te pasara ─ ¡Tu no te metas!, no justifiques lo que hace tu novio, y lo que sé, es que quiso experimentar con Mi vida ─ Youlin… de verdad creo que exageras ─ ¡Casi muero, Rosa!, ¿No lo ves?, por lo menos podrías mostrar algo de apoyo, aunque sea moral ─ Solo digo que intentar probar la comida que prepara Darién, no sea tan peligroso ─ ¿No?, ¿Y por qué no la probaste tu de primera?, es tu cuñado ─ Relájate, come libros, solo fue lasaña con tres tipos de queso ─ refutó Darién con una gran sonrisa girando el volante, tomando una desviación hacia el centro. ─ (sonrisa irónica) No me digas, pero creo que uno rancio se te pasó ─ Rosa rueda la mirada dejándola en blanco. ─ Youlin, ya cálmate, no estaba rancio, el queso es así ─ A mi me pareció delicioso ─ ¿Ves?, a ellas les gustó, tu eres la única que te quejas… ─. Ampliando su sonrisa, tamborilea en el volante agregando. ─ Y en comparación con Turquía… ─.

     El simple recuerdo de haber comido vísceras en otro país le produjeron arcadas, Darién levanta un dedo en advertencia mirando de soslayo a una pálida Youlin. ─ ¡Eh!, si vas a vomitar, que no sea dentro del auto, ¿Okay? ─.

     Olvidándose de la discusión y las maneras creativas de Youlin para insultar a Darién, Rosa miraba por la ventana, contemplando el caos de las calles, autos prendidos, otros volcados, basura desperdigada por las calles, barricadas destruidas y muchos cuerpos en todas partes, mostrando las miles de formas en que murieron, apestando las calles, cuanto habían pagado éstas personas por una guerra, más que una guerra, era una cacería, cazaban a partidarios de Lenaya y a ella misma.

     El día encapotado hacía que las calles lucieran un tanto… sombrías, tristes. Muertas. La sonrisa de Darién desaparece recomendando seguir a pie, ya que entrar a la ciudad en auto llamaría demasiada la atención. ─ ¿Y entrar a pie llamaríamos menos la atención? ─ pregunta Rosa objetando. ─ Si, pero no tanto en auto, en auto seríamos blanco fácil por dos razones, uno el ruido del motor y dos estamos todos juntos dentro como comida enlatada ─ Que patética comparación, sinceramente ─ Venga, come libros, dame un respiro, verás que no soy tan malo ─ No, cada vez que abres la boca o haces algo… ─. Las protestas de Youlin se vieron cortadas, apagando su voz al ver a un niño huir de un pequeño grupo de personas, un niño que no pasaba de doce años, Darién le previene sujetando su muñeca, negando con la cabeza en silencio, manteniendo su expresión impasible, el simple acto de negarle ayuda a alguien parecía ser un tanto egoísta y mezquino, por lo menos eso fue lo que pensó Youlin cuando él la contuvo.

     Aparcando el auto cerca de un cartelón donde se anunciaba un producto nuevo en el mercado, Youlin quiso protestar en no haber hecho nada por ayudar al niño, Rosa y Renata estuvieron de acuerdo en querer haber hecho algo, Darién se peina su cabello con los dedos en busca de cómo exponer su punto. ─ ¿De qué sirve ser los paladines de una reina si no podemos ayudar a estas personas? ─ Que no se te suba a la cabeza, come libros, solo vinimos a romper sellos, no hacer obras de caridad ─ ¡Por Dios!, ¡es un niño! ─ Y por Dios lo quieren matar ─.

     Renata juega con un mechón de blanco cabello, en cambio Youlin protesta con una mueca de grima en no hacer eso delante de todos por lo asqueroso que se veían actuando tan cariñosamente. ─ Darién, cielo, creo que Youlin ésta vez tiene razón, es un niño ─ Por favor no hagan eso delante de todos, dan asco. Rosa di algo ─ ¿Qué puedo hacer?, es el novio de mi hermana ─ ¿Qué dices, cielo?, ¿Lo ayudamos? ─ No sabemos si es humano, Renata ─ ¿Y qué?, nosotras somos humanas y estamos aquí ─. Objeta Rosa, pero Darién sonríe sarcásticamente. ─ Es cierto, cuñadita, pero no saben si es una trampa ─ No lo sabremos si nos quedamos aquí ─. dijo Youlin, y sin dar tiempo de nada y haciendo caso omiso del llamado, no solo de Darién, sino de Rosa y Renata, Youlin sale del auto en busca del niño, Darién suelta improperios en voz baja golpeando el volante  y con dientes apretados por lo tonta y descuidada que fue la decisión de Youlin, Renata sale del auto llamándola para seguir discutiendo el punto de si debían intervenir en salvar al niño o no, pero resopla en frustración al no poder hacerla entrar en razón y es ignorada por la arqueóloga.

    

     La arqueóloga corre en dirección donde habían visto al niño huyendo por última vez, para cuando se detiene se da cuenta de que fue un error, Youlin, al verse sola sin sus amigos y sentir lo silencioso de las calles le hizo recorrer un escalofrío por la espina dorsal, mira a un lado, luego al otro, ni un alma, solo papeles y polvo siendo removidos tristemente por un suave viento.

     Caminando a pasos lentos, la arqueóloga se abraza a si misma farfullando improperios a Darién por no haberla seguido, claro, como ella no era Renata. Algo nerviosa, Youlin camina más lentamente mirando a todas direcciones y girando sobre sus talones, detallando lo angosto de los callejones solitarios, en éste punto tuvo que darle la razón al Nefilim, éste lugar se prestaba para una muy buena emboscada y ella, posiblemente, había caído.

─ M****a, ¿Dónde están los Nefilim cuando los necesitas?─. Pensó en voz baja. El sonido de una lata al caer le causó un respingo, delante de ella había algunos botes de basura prendidos en fuego haciendo un intento banal de ser una barricada, ¿Dónde estaban todos?

    Llegando a un callejón oscuro escucha un gimoteo. ─ ¿Hola? ─. Llama Youlin tentativamente, el gimoteo seguía, Youlin afina sus oídos, atenta por si alguna amenaza se encontraba cerca. ─ Hola─. Repitió con más firmeza, adentrándose aun más al callejón, Youlin entorna la mirada, en un rincón entre las sombras, cerca de la basura se encontraba el niño acurrucado, indefenso, frágil, era el niño que escapaba de la pequeña turba, Youlin corre para ver si el niño estaba bien.

     ─ ¿Estás bien?─. Pregunta acuclillándose frente al niño, éste la mira algo temeroso, Youlin tiende la mano para calmarle, éste se sobresalta un poco. ─ Tranquilo, todo está bien. Estás a salvo. Nadie te hará daño ─.

     El niño levanta la cara para exponer unos rasguños y moretones en brazos y cara, la arqueóloga se horroriza al ver lo lastimado que se encontraba aquel pequeño infante, el niño le dice algo en italiano que Youlin no pudo entender, levantándose un poco más, el niño va cambiando su expresión de gimoteo a algo más que, para Youlin, le heló la sangre, una mirada sombría y una sonrisa demencial se le cruzó en lo que una vez pudo haber sido un inocente rostro, el niño repite otra vez las mismas palabras en italiano.

     El niño se levanta en toda su altura con un cuchillo de carnicero en mano, Youlin cae sobre su trasero aterrorizada con su rostro drenado de todo color, y en un parpadear, el niño se abalanza al ataque balanceando su cuchillo al aire con toda la intención de usarlo.

     El pequeño agresor se detiene en el acto mirando sobre la cabeza de Youlin, asombrado. Un clic se sintió, causándole un respingo a la arqueóloga. ─ Ni siquiera respires ─. Al reconocer la voz, ésta se gira rápidamente agradecida y aliviada por llegar prácticamente en el momento casi oportuno, Darién asoma una sonrisa en labios sin dejar de mirar al pequeño psicópata. ─ ¿Encontraste lo que buscabas, come libros? ─. Youlin frunce el ceño fulminándolo la mirada. ─ ¿Por qué tardaste? ─ Solo tenía curiosidad ─. Contesta Darién desapareciendo la sonrisa, sin despegar la mirada de aquel niño, Youlin se arrastra desesperadamente hasta quedar escudada por Darién, el niño se mantuvo quieto donde estaba. Allí  se mantuvieron ambos, mirándose el uno al otro a los ojos por un largo tiempo, de pronto la sonrisa de Darién se ensancha, casi demencialmente.

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