Surcando las calles en auto en algún lugar de Italia, Youlin mantenía una fuerte diatriba en el puesto del copiloto con Darién por haber puesto en peligro una vez más su vida, en cambio Darién solo sonreía mientras que Rosa y Renata trataban de calmar la situación, solo que a Youlin no le era suficiente en desahogar tal frustración, haber sentido que su vida corría por el filo de la muerte su sangre hirvió a puntos que llagó casi a la histeria.
─ Creo que estás exagerando, come libros ─ ¿Exagerando?, ¡¿Exagerando?!, (bufido), ¡casi muero! Y mi nombre es Youlin, ¡coño!, apréndetelo, es ¡Youlin! ─ Todo estaba calculado ─ ¡Calculado nada, Nefilim de m****a! ─ Oye, You, de verdad bájale, relájate, Darién tiene razón, eres parte importante del grupo, él no dejaría que nada te pasara ─ ¡Tu no te metas!, no justifiques lo que hace tu novio, y lo que sé, es que quiso experimentar con Mi vida ─ Youlin… de verdad creo que exageras ─ ¡Casi muero, Rosa!, ¿No lo ves?, por lo menos podrías mostrar algo de apoyo, aunque sea moral ─ Solo digo que intentar probar la comida que prepara Darién, no sea tan peligroso ─ ¿No?, ¿Y por qué no la probaste tu de primera?, es tu cuñado ─ Relájate, come libros, solo fue lasaña con tres tipos de queso ─ refutó Darién con una gran sonrisa girando el volante, tomando una desviación hacia el centro. ─ (sonrisa irónica) No me digas, pero creo que uno rancio se te pasó ─ Rosa rueda la mirada dejándola en blanco. ─ Youlin, ya cálmate, no estaba rancio, el queso es así ─ A mi me pareció delicioso ─ ¿Ves?, a ellas les gustó, tu eres la única que te quejas… ─. Ampliando su sonrisa, tamborilea en el volante agregando. ─ Y en comparación con Turquía… ─.
El simple recuerdo de haber comido vísceras en otro país le produjeron arcadas, Darién levanta un dedo en advertencia mirando de soslayo a una pálida Youlin. ─ ¡Eh!, si vas a vomitar, que no sea dentro del auto, ¿Okay? ─.
Olvidándose de la discusión y las maneras creativas de Youlin para insultar a Darién, Rosa miraba por la ventana, contemplando el caos de las calles, autos prendidos, otros volcados, basura desperdigada por las calles, barricadas destruidas y muchos cuerpos en todas partes, mostrando las miles de formas en que murieron, apestando las calles, cuanto habían pagado éstas personas por una guerra, más que una guerra, era una cacería, cazaban a partidarios de Lenaya y a ella misma.
El día encapotado hacía que las calles lucieran un tanto… sombrías, tristes. Muertas. La sonrisa de Darién desaparece recomendando seguir a pie, ya que entrar a la ciudad en auto llamaría demasiada la atención. ─ ¿Y entrar a pie llamaríamos menos la atención? ─ pregunta Rosa objetando. ─ Si, pero no tanto en auto, en auto seríamos blanco fácil por dos razones, uno el ruido del motor y dos estamos todos juntos dentro como comida enlatada ─ Que patética comparación, sinceramente ─ Venga, come libros, dame un respiro, verás que no soy tan malo ─ No, cada vez que abres la boca o haces algo… ─. Las protestas de Youlin se vieron cortadas, apagando su voz al ver a un niño huir de un pequeño grupo de personas, un niño que no pasaba de doce años, Darién le previene sujetando su muñeca, negando con la cabeza en silencio, manteniendo su expresión impasible, el simple acto de negarle ayuda a alguien parecía ser un tanto egoísta y mezquino, por lo menos eso fue lo que pensó Youlin cuando él la contuvo.
Aparcando el auto cerca de un cartelón donde se anunciaba un producto nuevo en el mercado, Youlin quiso protestar en no haber hecho nada por ayudar al niño, Rosa y Renata estuvieron de acuerdo en querer haber hecho algo, Darién se peina su cabello con los dedos en busca de cómo exponer su punto. ─ ¿De qué sirve ser los paladines de una reina si no podemos ayudar a estas personas? ─ Que no se te suba a la cabeza, come libros, solo vinimos a romper sellos, no hacer obras de caridad ─ ¡Por Dios!, ¡es un niño! ─ Y por Dios lo quieren matar ─.
Renata juega con un mechón de blanco cabello, en cambio Youlin protesta con una mueca de grima en no hacer eso delante de todos por lo asqueroso que se veían actuando tan cariñosamente. ─ Darién, cielo, creo que Youlin ésta vez tiene razón, es un niño ─ Por favor no hagan eso delante de todos, dan asco. Rosa di algo ─ ¿Qué puedo hacer?, es el novio de mi hermana ─ ¿Qué dices, cielo?, ¿Lo ayudamos? ─ No sabemos si es humano, Renata ─ ¿Y qué?, nosotras somos humanas y estamos aquí ─. Objeta Rosa, pero Darién sonríe sarcásticamente. ─ Es cierto, cuñadita, pero no saben si es una trampa ─ No lo sabremos si nos quedamos aquí ─. dijo Youlin, y sin dar tiempo de nada y haciendo caso omiso del llamado, no solo de Darién, sino de Rosa y Renata, Youlin sale del auto en busca del niño, Darién suelta improperios en voz baja golpeando el volante y con dientes apretados por lo tonta y descuidada que fue la decisión de Youlin, Renata sale del auto llamándola para seguir discutiendo el punto de si debían intervenir en salvar al niño o no, pero resopla en frustración al no poder hacerla entrar en razón y es ignorada por la arqueóloga.
La arqueóloga corre en dirección donde habían visto al niño huyendo por última vez, para cuando se detiene se da cuenta de que fue un error, Youlin, al verse sola sin sus amigos y sentir lo silencioso de las calles le hizo recorrer un escalofrío por la espina dorsal, mira a un lado, luego al otro, ni un alma, solo papeles y polvo siendo removidos tristemente por un suave viento.
Caminando a pasos lentos, la arqueóloga se abraza a si misma farfullando improperios a Darién por no haberla seguido, claro, como ella no era Renata. Algo nerviosa, Youlin camina más lentamente mirando a todas direcciones y girando sobre sus talones, detallando lo angosto de los callejones solitarios, en éste punto tuvo que darle la razón al Nefilim, éste lugar se prestaba para una muy buena emboscada y ella, posiblemente, había caído.
─ M****a, ¿Dónde están los Nefilim cuando los necesitas?─. Pensó en voz baja. El sonido de una lata al caer le causó un respingo, delante de ella había algunos botes de basura prendidos en fuego haciendo un intento banal de ser una barricada, ¿Dónde estaban todos?
Llegando a un callejón oscuro escucha un gimoteo. ─ ¿Hola? ─. Llama Youlin tentativamente, el gimoteo seguía, Youlin afina sus oídos, atenta por si alguna amenaza se encontraba cerca. ─ Hola─. Repitió con más firmeza, adentrándose aun más al callejón, Youlin entorna la mirada, en un rincón entre las sombras, cerca de la basura se encontraba el niño acurrucado, indefenso, frágil, era el niño que escapaba de la pequeña turba, Youlin corre para ver si el niño estaba bien.
─ ¿Estás bien?─. Pregunta acuclillándose frente al niño, éste la mira algo temeroso, Youlin tiende la mano para calmarle, éste se sobresalta un poco. ─ Tranquilo, todo está bien. Estás a salvo. Nadie te hará daño ─.
El niño levanta la cara para exponer unos rasguños y moretones en brazos y cara, la arqueóloga se horroriza al ver lo lastimado que se encontraba aquel pequeño infante, el niño le dice algo en italiano que Youlin no pudo entender, levantándose un poco más, el niño va cambiando su expresión de gimoteo a algo más que, para Youlin, le heló la sangre, una mirada sombría y una sonrisa demencial se le cruzó en lo que una vez pudo haber sido un inocente rostro, el niño repite otra vez las mismas palabras en italiano.
El niño se levanta en toda su altura con un cuchillo de carnicero en mano, Youlin cae sobre su trasero aterrorizada con su rostro drenado de todo color, y en un parpadear, el niño se abalanza al ataque balanceando su cuchillo al aire con toda la intención de usarlo.
El pequeño agresor se detiene en el acto mirando sobre la cabeza de Youlin, asombrado. Un clic se sintió, causándole un respingo a la arqueóloga. ─ Ni siquiera respires ─. Al reconocer la voz, ésta se gira rápidamente agradecida y aliviada por llegar prácticamente en el momento casi oportuno, Darién asoma una sonrisa en labios sin dejar de mirar al pequeño psicópata. ─ ¿Encontraste lo que buscabas, come libros? ─. Youlin frunce el ceño fulminándolo la mirada. ─ ¿Por qué tardaste? ─ Solo tenía curiosidad ─. Contesta Darién desapareciendo la sonrisa, sin despegar la mirada de aquel niño, Youlin se arrastra desesperadamente hasta quedar escudada por Darién, el niño se mantuvo quieto donde estaba. Allí se mantuvieron ambos, mirándose el uno al otro a los ojos por un largo tiempo, de pronto la sonrisa de Darién se ensancha, casi demencialmente.
─ ¿De qué estarás relleno, pequeñín? ─. Pregunta el Nefilim, Rosa y Renata llegan para detener una posible tragedia, aunque sus gritos y el esfuerzo por evitarlo no fueron suficiente, los llamados y las suplicas se vieron opacados por el estruendo de un detonar, la cabeza de aquel pequeño dejó de serlo al verse sin la mitad de su cráneo, para sorpresa de las muchachas, lo que parecía ser sangre era un fluido negro y viscoso y por sesos una masa negra latente y asquerosa, algo muy similar a la carne podrida y olía tal cual, Youlin se va en vomito mientras que las gemelas empalidecen, Rosa con la boca abierta, sintiéndola reseca y llena de arena al presenciar tal ejecución, Renata se tapó los ojos con el hombro de su hermana. ─ Como lo pensé, era un diablillo ─. Comenta Darién más para si mismo con una sonrisa traviesa, Youlin trata de reponerse ante el comentario del Nefilim, pero al ver aquella cosa tan asquerosa esparcida por el lugar se volvía a seguir vomitando. ─ ¿
José suspira en melancolía, dejando que sus pensamientos lo llevaran nuevamente a sus viejas vidas juntos en el apartamento, cuantas risas, cuantas vivencias. Cuantos recuerdos. Ahora todo era parte del pasado, un pasado desmoronado; con las manos en los bolsillos prosigue su melancólico andar cruzando una avenida con la mirada perdida sumido en sus pensamientos, ¿Qué debería hacer de ahora en adelante?, ¿Qué estarán haciendo sus amigos?, ¿Darién las estará cuidando bien?, lo más seguro es que si, Darién y Renata están juntos, y hasta donde él había visto, Darién cuidaría de ellas muy bien. ─ ¿Por qué tan pensativo?─. La pregunta de una voz femenina muy familiar lo trajo de su ensimismamiento espabilando entre parpadeos. ─ Caroline, hm, hola… eh… linda sorpresa, ¿Qué haces por aquí? ─ Esa es mi pregunta─. José se encoge ligeramente de hombros al no tener una respuesta apropiada, Caroline esboza una sonrisa casual. ─ ¿De paseo? ─ Si, algo así, ¿Y tú? ─. Caroline agacha la mir
Una vez en el lugar, José queda impresionado por lo sencillo del lugar, nada que envidiarle a la superficie, un suelo de baldosas pulidas del color del mármol, mesas para cuatro, dos y seis personas, una barra con mostrador de cristal mostrando los diferentes sabores de helados, lámparas actuales funcionando con electricidad con una tonalidad de luz acogedora, dándole un aire cálido y familiar, llevando el ambiente a la época de los noventa. ─ Al final no me has dicho que cargo ocupas ─. Comenta José iniciando una conversación en voz baja estando ya en la cola en espera del turno para ordenar, Caroline se acerca a su oído. ─ Soy consejera y escolta real ─. Susurró para que nadie la oyera, quería pasar desapercibida, José queda asombrado ante tal cargo que se quedó sin palabras, espabila un par de veces y agrega. ─ Sabía que tenías un puesto alto, pero no sabía que Tan alto era tu cargo ─. Caroline ríe por lo bajo. ─ Es una gran responsabilidad ─ No se puede esperar menos de
─ Si te paras así para pelear, declárate muerta ─ Pero así lo vi en una película ─ Esos idiotas no saben lo que hacen, solo idioteces y exhibicionismo, párate como te enseñé ─. Renata cambia su postura, una postura básica, su mano izquierda tendida hacia el frente con la mano abierta y relajada, el sable a la altura de su cadera, un pie delante del otro, sus rodillas ligeramente flexionadas y firmes, Darién se colocó delante de ella con espada en mano. ─ ¿Preparada? ─. Renata asiente. Luego otro recuerdo se coló en su mente. ─ Solo ten en cuenta Rena, los enemigos no avisan, así que tienes que estar preparada y atenta en todo momento ─. Por un segundó pensó. ─ ¿Desde cuándo pasé de ser una simple peluquera a una guerrera? ─. Escuchando aquella aterradora batalla no le importaba tanto esa pregunta, ya no; solo podía sentir aquellas cosas volar y morir bajo el asedio de Darién. Solo quedó un poseído y Darién aparece delante de aquel ser con una sonrisa sádica, llena de diversi
Youlin nunca se había sentido tan limpia en su vida, el baño le sentó de maravilla, ¿después de cuánto?, ¿cuatro horas?, si, claro, después de haber pasado casi cuatro horas bañándose, las chicas no se acordaban de cuándo fue la última vez que habían tomado un baño así de agradable, así que decidieron disfrutarlo a sus anchas, ¿y la comida?, ni hablar, Youlin sintió la gloria en cada bocado, no más intentos arriesgados de probar una extraña comida preparada por Darién. Rosa y Renata se encargaron de arreglar sus cabellos después del baño, desde luego los peinados no quedaron de revista, pero se podían apreciar, un trenzado sencillo; aun el pequeño grupo no había sido entrevistado por quien mandaba en el lugar y fueron atendidos por Luciano y otras personas más que Luciano presentó al grupo. Por otra parte, las chicas no hallaron forma de cómo buscar o encontrar indicio alguno del sello, así que decidieron quedarse un poco más, a Darién no le gustó en lo más mínimo la
Bruno y Darién se van conversando sobre las diversas tareas en las que podría ayudar, Rosa y Youlin halan por un brazo a Renata, reclamándole lo lenta en captar las señas, Renata protesta por el fuerte tirón, segundos después entran en cuenta…. ─ ¿Crees que sea buena idea que Darién…? ─. La pregunta de Rosa queda al aire al ver la expresión de Renata, definitivamente dejar solo a Darién era un desastre seguro, aunque la palabra desastre sonaría leve, como para darle un sentido decente a sus resultados, y más si ya sospechaban que sea un Nefilim. ─ Será mejor que busquemos ese sello rápidamente y salgamos corriendo de aquí ─. Propone Youlin abriendo el diario de Lenaya. ─ Yo iré a asegurarme que Darién no se meta en problemas ─. Propuso Renata enfilándose sin esperar opinión por parte de su hermana o de la arqueóloga. Por más que intentaron darle vueltas al acertijo, Youlin no pudo entenderlo o no quería ya que para ella le resultaba algo inquietante. ─ *El circulo guerrero
Volutas de calor emanan del cuerpo de Bruno, formando en éste una armadura romana bruñida en oro, rasgando su ropa y brotando de él una alas que parecían ser metálicas, la gente se va apartando, no solo con algunas expresiones de miedo y perplejidad, sino en adoración en servir a un emisario de Dios. Un cuchillo se posa en el cuello de Youlin, la arqueóloga empalidecida se estremece ante el contacto frío de la hoja y se percata de que no era nada más y nada menos que Luciano, ésta vez sin su expresión amable o alegre, otros hombres las despojan de sus armas, Bruno o mejor dicho Gabriel, como lo había llamado Darién, comienza a pasearse por el cuadrilátero, saboreando el triunfo, la venganza de haber sido burlado por el Nefilim varios siglos atrás, en varios encuentros debido a las misiones del Nefilim, humillando la moral del arcángel. Recordó haber llevado a un testigo para la corte del concilio para ser interrogado, Darién tenía la orden de ejecutarlo antes de llegar a di
Estruendos y derrumbes nuevamente comenzaron a estremecer todo el coliseo, ésta vez con más fuerza, dando a entender que la lucha comenzó nuevamente, Rosa, Renata y Youlin nunca supieron que tanto habían corrido, solo querían estar lo más lejos posible de aquel caos, como pudieron, se ocultaron dentro de un taller a unas cuantas cuadras. ─ Al fin a salvo─. Comenta Youlin después de haber revisado los alrededores, y haber sellado toda posible entrada. ─ Dime que ese no fue Darién ─. Masculló por fin Renata entristecida, acurrucándose en un rincón abrazando sus rodillas. ─ Hey, no es para tanto ─. Consolaba Rosa. Rosa había consolado en varias ocasiones a su hermana por las rupturas de sus relaciones, hombres sin corazón jugando con el de su hermana, Renata era la que más buscaban por ser tan inocente y llena de esperanza en encontrar un verdadero amor, siempre con la fe de saber que en algún lugar había un hombre honesto y bueno que aceptara su amor, pero debido a los