Estruendos y derrumbes nuevamente comenzaron a estremecer todo el coliseo, ésta vez con más fuerza, dando a entender que la lucha comenzó nuevamente, Rosa, Renata y Youlin nunca supieron que tanto habían corrido, solo querían estar lo más lejos posible de aquel caos, como pudieron, se ocultaron dentro de un taller a unas cuantas cuadras.
─ Al fin a salvo─. Comenta Youlin después de haber revisado los alrededores, y haber sellado toda posible entrada. ─ Dime que ese no fue Darién ─. Masculló por fin Renata entristecida, acurrucándose en un rincón abrazando sus rodillas. ─ Hey, no es para tanto ─. Consolaba Rosa.
Rosa había consolado en varias ocasiones a su hermana por las rupturas de sus relaciones, hombres sin corazón jugando con el de su hermana, Renata era la que más buscaban por ser tan inocente y llena de esperanza en encontrar un verdadero amor, siempre con la fe de saber que en algún lugar había un hombre honesto y bueno que aceptara su amor, pero debido a los enormes giros de su vida Rosa ya no sabía cómo animar a su hermana, no con esto. ─ (sollozo), ¿No?, él no me había gritado así antes ─. Espetó Renata con su voz quebrada. ─ ¿Qué esperabas?, es Darién, quizá solo quería ésta pelea para él solo, no sé, protegerte tal vez ─. Refutaba Rosa tratando de alentar a su hermana.
Acercándose a ella se acuclilló y frotó su brazo, Renata coloca una mano sobre la de su hermana, en la misma mano que frotaba su hombro. ─ Así son los hombres ─. Opina Youlin. ─ Quieren lucirse en todo momento ─. Agregó, los ojos de Rosa se desvían hacia la arqueóloga con la intención de decirle con la mirada que mantuviera la boca cerrada, luego vuelve a prestar atención en su hermana con una sonrisa compasiva humedeciéndose los labios. ─ O quizá solo quería ganar tiempo ─ ¿Tiempo para qué? ─. Renata se limpia las lágrimas con el dorso de su mano sorbiendo por la nariz. ─ No lo sé ─ Pero… ─. Las dudas de Renata fueron interrumpidas por Youlin. ─ ¡Chicas!, ¡chicas!, cállense y miren ─. Youlin hizo un gesto desesperado para que se acercaran y vieran, la brújula había dejado de señalar en dirección al Coliseo, ahora apuntaba hacia a varios lugares, decidiendo que sitio nuevo señalar, Renata se tapa la boca horrorizada, era imposible que su Nefilim hubiera muerto, su Darién, Renata cae al suelo de rodillas en shock.
Una sonrisa se curva en los labios de Lenaya. ─ ¿Ocurre algo, su alteza? ─. Pregunta Darlen frunciendo ligeramente el ceño, intrigada, toda la corte se encontraba en la sala de juntas discutiendo nuevos puntos sobre las defensas y los avances de Nuevo Éxodo. ─ No, no es nada, no me hagas caso. Wyatt, ¿Qué me decías al respecto del proyecto Nuevo Éxodo? ─ Wyatt se aclara la garganta. ─ Su majestad, debido al caos que enfrenta el mundo, estamos enviando diversas tropas por todo el mundo acompañados de algunos capitanes tanto Nefilim como Eternas, para la escolta y supervivencia de los refugiados restantes de regreso, recuerde… ─. La mano de Lenaya se levanta para acallarlo un momento, se inclina hacia adelante apoyando un codo y un brazo sobre la mesa mostrándose muy pensativa, levanta un dedo agitándolo ligeramente al aire con los ojos algo entornados en un puesto vacío.
─ Perdona que te interrumpa, pero… ¿Dónde coño está Caroline?, ella debería estar aquí ─. Todos quedaron en silencio, meditabundos, nadie lo sabía, luego de soltar su pregunta, enarca una delineada ceja como considerando algo al respecto, nuevamente entorna la mirada en el puesto de Caroline, se encoge ligeramente de hombros. ─ Prosigue, Wyatt ─ Gracias, su majestad. Como le venía diciendo, recuerde que la supervivencia de su pueblo… ─.
Caroline caminaba prendida del brazo de José, conversando de todo un poco, otra salida más, la cuarta en lo que iba de semana, y por más que no querían admitir, la pasaban bien juntos, nunca dejaban de hablar, siempre tenían cualquier tema que debatir o anécdotas que compartir, para José, Caroline estaba bellísima, unos Jeans negros ajustados, una playera azul oscura con motivos de hojas otoñales cayendo, chaqueta negra de tela aterciopelada muy a la moda que solo cubría la mitad de su espalda, y unos zapatos deportivos a juego, pero su conversación tornó un giro brusco por una pregunta de José que hizo que se detuviera en seco con el ceño fruncido. ─ ¿No crees que deberías estar con Lenaya? ─ Bueno… hm… si, pero… ─ Te traerá problemas si no participas en sus juntas ─ Pero es que… ─ Eres su consejera de alta confianza, su mano derecha ─ Si claro, pero… ─ Deben ser de suma importancia sus juntas y tu… ─.
Los sermones de José se apagaron colocando Caroline un dedo en sus labios con una media sonrisa, reprendiéndolo con la mirada. ─ ¿Y tu no deberías también estar allí?, eres el embajador de la Corte Celestial ─ Pues claro, pero… ─ No te preocupes, ella me pondrá al tanto luego y asistiremos a la próxima junta ─ Eso lo entiendo pero…─. Caroline vuelve a colocar un dedo en los labios volviéndolo a callar, por un latido, Caroline, por la suavidad de los labios de José, no solo tuvo la tentación de acallarlo con su dedo, sino con un beso, parpadea sacando de su mente esas ideas. ─ Sin peros, además, puedes ver ésta salida como una… ─. Caroline se queda unos segundos pensativa, mirando hacia arriba, buscando las palabras apropiadas. ─ Una… una… una reunión extraoficial, diplomática entre benditos y Renatzeres ─ ¿Renat… Qué? ─ (ligera carcajada), Renatzeres, es lo que nos caracteriza, es… es… ¿Cómo te lo diría?, es todo lo que somos, es el reino de Lenaya, su gentilicio, su pueblo, nosotros, y es parte de lo que llamamos en nuestra lengua común, o proto-lenguaje si lo prefieres llamar así ─ No tiene sentido ─ Por eso, para los demás no tiene sentido, pero para nosotros si ─.
Caroline abre sus brazos en ademán de demostrar la envergadura del significado de su explicación, José asiente en comprensión. ─ Ahora, ¿En que estábamos? ─. Una sonrisa traviesa se cruza en los labios de José. ─ En que si no cumple con sus deberes, señorita Lidell habrá castigo ─.
Colocando sus manos en sus caderas, Caroline levanta su barbilla y amplía su sonrisa en gesto desafiante, esperando cuál será su castigo. ─ Te haré comer pizza de la nevera recalentada del microondas ─. Caroline levanta un dedo en advertencia. ─ No, José, ni se te ocurra, eso es asqueroso ─ Asqueroso y eres una Succubus ─. Caroline señala con un dedo acusador. ─ Eso es otra cosa, así que… ─ Te voy a amarrar y te comerás toda la pizza ─. José comienza a dar pasos lentos hacia Caroline con una sonrisa traviesa y maliciosa, Caroline retrocedía advirtiendo, ampliando aún más su sonrisa, José le advierte que si corre será peor, aun así Caroline hizo caso omiso y se enfiló a la carrera, José la persigue por todo el parque, rodeando una fuente, ambos parecían dos niños pequeños jugueteando a perseguir, y se sentía de maravilla, ambos se sentían… vivos, el mundo eran ellos y nada más.
Corrieron por un largo rato, risas y más risas, Caroline esquivando los intentos de José de atraparla, en la persecución, José la toma por la cintura y ambos caen rodando por el césped, riendo a carcajadas, Caroline queda debajo de José, con unas cuantas hojas secas enredadas en su cabello, ambos con la respiración agitada, sus risas van desapareciendo, dejando que un silencio reconfortante y cómodo los abrumase y sus miradas se fundieran con el silencio, José le aparta unos mechones de su cara y le acomoda unos flequillos de su frente, Caroline acaricia la mejilla de José, y lentamente sin decir una palabra y sin que ellos se dieran cuenta se sumergen en un tierno beso que les hizo olvidar el tiempo y el lugar, solo eran ellos en un mundo aparte, aquellas sensaciones fueron nuevas para Caroline.
Algo explotó en su pecho, haciendo que su corazón se acelerara, una electricidad que le recorrió todo el cuerpo, no era una mala sensación, era excitante, emocionante, casi adictivo, tanto que apartó a José bruscamente, ella se sienta con la respiración agitada, se colocó una mano en el pecho, su corazón galopaba como un colibrí, no podía decir una palabra, ni siquiera pensar, su mirada perdida reflejaba su confusión.
─ De… debo, debo irme ─. Fue todo lo que dijo entre tartamudeos al momento de levantarse, sacudiendo las hojas de su trasero y cabello, José se mostraba algo confundido, ¿Qué había pasado?, para cuando José intentó decir algo, Caroline desapareció en una nube negra y cenizas.
Rosa trataba de consolar a su hermana, Renata no quería aceptar que su amado Nefilim estuviese muerto, Youlin miraba desde la parte superior del taller, por la ventana, las calles ni tan desoladas, en espera por alguna señal del Nefilim, solo algunas personas o lo que una vez fueron se comenzaron a aglomerar, caminando en dirección al Coliseo. ─ Chicas, esto no pinta nada bien ─. Comenta Youlin en voz baja. ─ ¿Qué pasa ahora?, ¿No ves lo destrozada que está mi hermana? ─ Eso lo entiendo, y de verdad no sé qué decir al respecto, pero esto me inquieta más ─. Youlin traga saliva con fuerza. ─ Que no huelan tu miedo, que no huelan tu miedo, que no huelan tu miedo ─. Se repetía mentalmente la arqueóloga una y otra vez, una pequeña gota de sudor corrió su sien pasando por su mejilla, alguien o algo olfateó el aire y giró rápidamente en dirección a Youlin, ésta se oculta detrás de una pared, la cosa muestra sus dientes amarillos y pútridos, y desvía su caminar para ir directo al ta
─ Darién… ─. Comenzó Renata limpiando las heridas con mucho cuidado. ─…¿Qué pasó con el arcángel? ─. Darién trató de dar un bufido, pero sus heridas se quejaron, dejando que éste siseara de dolor. ─ Escapó ─ ¡¿Escapo?!, ¿Cómo que escapó? ─. El tono de voz con que Youlin hizo la pregunta demostró lo indignada que se encontraba, sobre todo lo preocupada sabiendo que Gabriel podría atacar nuevamente en cualquier momento. ─ Lo que escuchaste, come libros, escapó ─ Pero… no entiendo ─ ¿Qué no entiendes? ─ El acertijo ─ ¿Cuál? ─. Pegunta Darién, su cabeza apoyada en el regazo de Renata. ─ Decía algo sobre un derramamiento de sangre y…─. Explicaba Youlin. En ese instante Rosa interrumpe abriendo los ojos como platos. ─ Era como tu decías ─ ¿Qué yo decía? ─ Sobre el Coliseo, ¿Recuerdas?, que romper el sello era derrumbando el Coliseo ─ ¡Ah!, bueno, si ─. Youlin cuadra sus hombros, ampliando una sonrisa e hinchando su pecho en orgullo. ─ Siempre lo supe ─. ─ ¿Cuánto tiempo crees
Ver a Lenaya tomar decisiones tan rápido como se le presentaban, era algo de admirar, característico de ella, mente rápida, sagaz, a veces Caroline se sentía como un adorno, ¿para que diantres ella era su consejera?, así que preguntó para hacer olvidar a Lenaya el tema. ─ ¿Y qué pinto yo en todo esto? ─. Lenaya señaló con un dedo de advertencia. ─ Tú te callas y quédate sentada, tenemos un tema de conversación pendiente ─.Caroline trató de refutar. ─ Pero los refugiados, ellos te necesitan ─. Pero Darlen se mete en la conversación, Caroline le lanza miradas para que se calle y se largara. ─ Con el debido respeto, su majestad y perdone que me meta, pero… ¿Qué está pasando? ─ Nada, nada en particular… ─. Dijo Lenaya agitando una mano restando importancia al asunto, Caroline interrumpió levantando las manos mostrando el punto de que su problemática no era importante. ─ Exacto, Lenaya, no es nada importante, así que deberíamos enfocarnos en lo que si lo es… como… ¿Nuevo Éxodo o los r
Darlen le dio alcance a Caroline por el pasillo. ─ Gracias por tu ayuda ─. Masculló Caroline entre dientes mientras caminaba a zancadas por el largo corredor, quería estar lo más lejos posible de allí. ─ Lo siento, no fue… ─. Caroline se detiene colocándose una mano en la cintura y frotarse la frente con sus dedos, necesitaba calmarse o le explotaría la cabeza por el estrés, respiró profundamente un, dos, tres veces, respiraciones muy pausadas. ─ Descuida, no es tu culpa, y si soy honesta, hasta a mí me sorprende, ¿Cómo puede Lenaya poner más atención a algo tan trivial que al proyecto Nuevo Éxodo? ─ Es ella, tu sabes… no es una reina muy… ordinaria que se diga, le preocupamos del mismo modo que se preocupa por su pueblo ─ Y el hecho de que me haya besado con alguien y que esa persona me guste, es tan, tan extraño, es emoción y miedo a la vez, no sé como explicarlo ─ ¿Y quién es?, ¿Lo conozco? ─. Caroline meditó un momento si debía responder o no, pero cuando estuvo a
Solo fue cuestión de varios intentos, hasta que Darién pudo ver, ella embarazada y Darién acariciando su gran barriga redonda con ternura, Darién parpadea varias veces jadeando con asombro hasta enfocar toda su atención en Renata con la misma cara llena de perplejidad. ─ ¿Lo logré? ─. Darién no sabía si sonreír o asustarse, fue tan vívido lo que vio que se sintió casi real. ─ Más que eso ─ Que viste ─ Una familia ─ ¿Solo eso? ─. Renata vuelve a dejar caer los hombros. ─ Pero no cualquier familia, éramos… éramos nosotros, (jadeo), una familia, y te vi, nos vimos, sentí tu felicidad, sentí (jadeo), tu angustia, fue casi real, maravilloso ─. A decir verdad, Renata le quería mostrar más cosas, pero esa fue la imagen que logró colar, claro, ella lo deseaba, pero ella quería mostrarle las cosas que quería hacer con él antes de dar ese paso, pero las palabras de Darién le hicieron olvidar todo aquello, ¿portar el hijo de un Nefilim?, ¿de Su Nefilim en su vientre? Suena el timb
La joven no paraba de señalar con un dedo tembloroso mientas recorría con la mirada a Adara y al perro varias veces, el perro se rasca la oreja, miró a la joven y se rascó con sus dientes una de sus patas traseras, vuelve a reparar en la joven diciendo. ─ ¿Acaso es anormal que alguien hable? ─ ¡Eres un perro! ─ Tranquila, lo mismo le pasó a mi sobrina ─ ¿Sobrina? ─. La joven miró horrorizada a la niña, esto debía ser una locura, su madre le había prometido una vida nueva, nueva e interesante, llena de sorpresas, con muchos amigos, no creyó que se lo tomara tan en serio. ─ Si, él es mi tío, o dice serlo ─ Claro que lo soy ─. Replicó el perro algo bruscamente, sintiéndose indignado. ─ Espera…─. Meditó Adara un segundo. ─¿Acaso dijiste Cerbero? ─ ¿Esperabas algún otro nombre? ─ ¿Tío Cerbero?, no… no te recuerdo, pero papá hablaba mucho de ti y mamá se molestaba porque decía que tú eras una “mala influencia “ para él ─. El perro suelta una carcajada. ─ ¿En serio tu mamá decía es
De camino a casa, Adara tomó al pequeño Cerbero en brazos, durante un buen tiempo se mantuvieron en silencio, ella quería preguntarle un montón de cosas, su mente rebosaba de preguntas, entre una de ellas era el por qué no había ido en su ayuda la noche que intentaron secuestrarla y el por qué no ayudó a sus padres, pero…. ─ Adara ─. Dijo Cerbero para romper el silencio, su voz decía que lo que tenía que contar era delicado y muy serio. ─ Según dijiste que para ver a la Reina se tenía que pedir una audiencia ─ Así es ─ Verás, no solo estoy aquí para hacer solo una visita familiar ─. La niña se detiene, ¿le había mentido?, ¿quería hacerle daño a la Reina?, si era así ella no lo permitiría. ─ Antes de que hagas algo estúpido déjame explicar, no estoy aquí para nada malo, estoy aquí para advertirle, necesito hablar con ella ─ ¿Qué le vas a advertir? ─. La expresión de Adara era fría e impasible, ahora que era más fuerte, quizás podría hacerle frente al chucho. ─ Es un tema que
José duró un par de segundos en silencio, buscando las palabras apropiadas, y para ganar tiempo, pidió dos cafés, durante la espera José sintió ese momento incómodo, en que se quiere decir tantas cosas y todas se aglomeran en la mente y en la boca, todas desordenadas que dejan la mente en blanco, sin encontrar pie ni cabeza, como comenzar o terminar, al estar delante de Caroline y ver lo hermosa que era, su mundo se ponía patas arriba. Los cafés fueron servidos, luego de un par de sorbos…. ─ Está bueno el café ─. Comenta José. ─ Me alegro que te agrade, es uno de los mejores de la ciudad ─. Otro prolongado silencio, Caroline termina su café, trató de que José no detallara mucho sus manos temblorosas al momento de colocar la taza sobre la mesa, para ser una demonio se sentía patética, intimidada por un humano y por primera vez no hallaban tema alguno de que hablar. ─ José, si no vas a decir nada más entonces me voy ─. José toma la mano de Caroline en el instante en que ella se