Cap. 4.1

     Rosa trataba de consolar a su hermana, Renata no quería aceptar que su amado Nefilim estuviese muerto, Youlin miraba desde la parte superior del taller, por la ventana, las calles ni tan desoladas, en espera por alguna señal del Nefilim, solo algunas personas o lo que una vez fueron se comenzaron a aglomerar, caminando en dirección al Coliseo. ─ Chicas, esto no pinta nada bien ─. Comenta Youlin en voz baja. ─ ¿Qué pasa ahora?, ¿No ves lo destrozada que está mi hermana? ─ Eso lo entiendo, y de verdad no sé qué decir al respecto, pero esto me inquieta más ─.

     Youlin traga saliva con fuerza. ─ Que no huelan tu miedo, que no huelan tu miedo, que no huelan tu miedo ─. Se repetía mentalmente la arqueóloga una y otra vez, una pequeña gota de sudor corrió su sien pasando por su mejilla, alguien o algo olfateó el aire y giró rápidamente en dirección a Youlin, ésta se oculta detrás de una pared, la cosa muestra sus dientes amarillos y pútridos, y desvía su caminar para ir directo al taller. ─ Chicas, creo que nos descubrieron ─. Comenta Youlin empalidecida y tensa contra la pared.

     El estallar de un cristal causó el susto de sus vidas, no solo por el destrozo de millones de trocitos que volaron por todas partes, sino la cosa aberrante y flaca hasta los huesos saltase de una gran altura y entrara al taller, Renata se acurruca tapándose con sus brazos llamando como loca al Nefilim, Rosa, como pudo, tomó valor para enfrentarla, en cambio Youlin estaba paralizada en pánico al ver como aquella cosa la escrutaba entre olfatos, abriendo su boca babeante, mostrando unos dientes amarillos, de su boca emanaba olores de mil cadáveres, sus ojos fríos y vacuos dieron a entender que en esa cosa no había vida alguna que se pudiera rescatar.

     Rosa comenzó a golpear con su espada los tubos de aquel taller, la bestia gruñó como un cerdo y saltó de la parte superior hasta Rosa, cayendo con una agilidad felina. ─ ¿Renata?, Renata te necesito ─. Suplicaba Rosa con voz temblorosa mientras trataba de no dejar que aquella aberración la rodeara, en cambio Renata no dejaba de temblar y sollozar en su rincón, ella quería a su Nefilim, a su Darién.

     La bestia lanza un zarpazo hacia la cabeza de Rosa, ésta trastabilla para esquivar el golpe, por un instante consideró en usar el arma, pero el ruido llamaría más la atención de las otras aberraciones y poseídos, por otra parte, el escándalo ya hecho por enfrentar a aquella cosa ya era más que suficiente, solo rogó en su mente que no aparecieran más. ─ ¡Renata! ─. Volvió a gritar Rosa para que ésta reaccionara sin despegar ojos de la aberración, en cambio la aberración chilló en respuesta.

     El pánico no la abandonaba, ver aquella cosa no era algo que se veía tan seguido y más cuando no tenían a nadie para darle una mano o equilibrara la balanza a su favor, Youlin respira profundamente armándose de valor y asistir a Rosa. ─ Si ella puede yo también ─. Saca su daga, baja las escaleras lo más rápido que pudo y rodeó la bestia en silencio para darle una estocada por la espalda, al estar prácticamente al frente o mejor dicho a espaldas de la aberración pudo ver lo alto que era, casi el doble de ella, aunque su cuerpo se mostraba flaco, demacrado, totalmente famélico, su fuerza decía lo contrario, un solo dudar en el golpe y su vida acabaría en un parpadeo.

     Sin pensarlo más Youlin se lanza al ataque antes de que el miedo la consumiera acertando en su objetivo, la cosa aúlla en dolor, se gira rápidamente y golpea con el dorso de su mano a la arqueóloga, mandándola a volar, cayendo por suerte en un montón de cajas vacías, aprovechando el descuido de la bestia, Rosa ataca blandiendo su katana, buscando de cortar sus piernas, pero la bestia se gira y golpea la espada con tanta fuerza que se la tumba de las manos, cuando levantó su mano con sus garras mortíferas listas para matar, Rosa vio toda su vida pasar delante de ella en ese latido.

     La bestia sale disparada impactando contra una viga, escuchándose por el impacto el crujir de los huesos romperse y el sonar del metal por el golpe, como el tañer de una campana, tanto Youlin como Rosa se quedaron confundidas, asombradas a partes iguales, aunque la arqueóloga no sabía si atribuírselo a lo aturdida que estaba por el golpe o si pasó de verdad, una voz corta el llanto y todo temor de Renata. ─ Eso no fue lo que te enseñé, Rena, ¡levántate y pelea! ─.

     Renata levanta su cabeza mirando a todas partes, ¿acaso había oído mal?, Darién hace acto de presencia delante de ella, frío, inescrutable en su expresión, solo furia desprendía su mirar, un hilo pequeño de sangre brotaba de la comisura de su tenso labio. ─ Darién ─. Fue lo único que logró pronunciar, acompañado de un gimoteo.

Con la misma frialdad y severidad en su mirar, le ofrece la mano para ayudarla a levantarse. ─ Hablaremos luego, matemos ésta cosa primero ─. Renata asiente ligeramente. ─ ¡DARIÉN CUIDADO! ─. Pese a la advertencia de Rosa al Nefilim, solo le dio chance de apenas cubrirse con su espada y evitar que aquellas asquerosas garras destrozaran su pecho, Darién se mantuvo firme al recibir el golpe. Que el efecto logrado fue deslizarlo, la bestia se vuelve a lanzar al ataque contra el Nefilim, Rosa aprovecha la distracción y recupera su espada. Blandiendo su sable, Renata arremete contra la aberración haciendo ligeros cortes por la espalda, de aquellas heridas emanaba humo negro, como quemaduras, la bestia se retuerce de dolor y repara en Renata y avanza lentamente hacia ella, Renata comienza a retroceder con su espada en alto conforme la bestia avanzaba, un rodamiento impacta en un costado de la bestia, éste se detiene pero la bestia mantuvo toda su atención en Renata, ignorando por completo a quien había lanzado tal objeto, que al verse ignorada la arqueóloga se sintió indignada. ─ ¡Eh, tu!, ¡pedazo de m****a! ─. Le lanza otro rodamiento, logrando dar en su objetivo, en la cabeza.

     Error, cuando la bestia reparó en ella, Youlin sintió sus piernas derretirse, la bestia se lanza al ataque a una velocidad vertiginosa, un neumático golpea sus pies, logrando que éste perdiera el equilibrio y cayera al suelo estrepitosamente, quedando a los pies de la arqueóloga, a todas les parecía extraño que el Nefilim no sonriera durante la pelea.

     A pasos lentos y espada en hombro, comenzó a avanzar hacia la aberración, éste se cuadra en cuatro patas engrifado como un gato, listo para atacar con sus uñas traqueteando en el duro cemento. ─ Basta de juegos ─. La bestia ataca, Darién se agacha empalando a la bestia por el pecho, aprovechando la inercia del ataque de la aberración, el Nefilim la guía con su espada Dragnan, logrando que impactara contra el suelo, Darién blande otra espada, la bestia se incorpora en un parpadeo y vuelve atacar, los dientes de la aberración se extienden creando una especie de hocico, iba directo a su garganta. Usando su espada, la inserta en la boca del animal, saliendo la hoja por la nuca, la bestia se quedó inmóvil en la espada del Nefilim, con sus dientes a pocos centímetros de la empuñadura.

     Con un movimiento grácil y ágil, saca la espada de la boca de aquella aberración, y con un giro y su espada Dragnan, termina decapitando aquella bestia antes de que tocara el suelo.

     Todo terminó, Darién cae de rodillas dejando caer ambas espadas al suelo. ─ ¡Darién! ─. Gritaron todas casi al mismo tiempo y fueron en su ayuda, Darién tose un poco escupiendo en el suelo algo de su sangre, era evidente que estaba mal herido. ─ Estoy bien… solo…, (tose), solo necesito descansar un poco ─. Ambas hablaban al mismo tiempo demostrando su preocupación por él, Darién solo esbozó una sonrisa cerrando los ojos, Renata lo abrazó con fuerza, éste siseó de dolor correspondiéndole al abrazo. ─ No lo abraces tan duro que lo vas a matar ─. Protesta Youlin, cruzándose de brazos apoyando su peso en una pierna, mostrando una sonrisa de alivio al ver que su amigo, el pesado, el odioso e irónico amigo, estaba vivo, en cambio Renata no escuchaba nada de lo que le decía Youlin, ella solo quería abrazarlo y dejar brotar su llanto de su pecho.

     ─ Creí… (sollozo), creí que habías muerto, (sorbe por la nariz) ─ ¿Creíste? ─ Creíamos ─. Corrigió Rosa, el Nefilim protesta con su voz ronca, demostrando que su pelea con Gabriel no fue nada fácil. ─ ¿Cómo pudieron creer semejante estupidez? ─ Es evidente, ridículo, estás herido ─. Espeta Youlin. ─ (sonrisa arrogante), Pero no muerto. Sabía que te preocupabas por mí, come libros─ ¡JA!, no te lo creas mucho, me sigues cayendo mal ─. Dijo la arqueóloga dándole la espalda, Renata le da un golpe en el pecho apartándose de él para mirarle a la cara y confrontarlo, pero antes de que Darién protestara por el dolor del golpe Renata se disculpa, sin embargo…. ─ ¡¿Por qué no me dejaste que te ayudara?!, eres un idiota, un idiota y un… ─. Las protestas de Renata se acallaron por los motivos de Darién. ─ Ya estarías muerta, incluso antes de apretar el gatillo ─ Pero yo… ─ Y no me perdonaría si algo te pasara ─ ¡¿Y yo que?!... ¡me enfrenté a esa cosa! ─ Y me enorgulleces, y como eres mi cuñada, también tengo que cuidar de ti; y antes de que abras la boca, eres parte del grupo, come libros ─ (resoplido), Ya decía yo, siempre la última, las sobras para Youlin ─.

     Darién ríe por lo bajo. Con un gruñido de dolor, las muchachas lo ayudan a levantarse y lo llevan entre Youlin y Renata hasta una oficina; al llegar lo recuestan sobre unas mantas o lo que parecían ser mantas, Darién sisea por el esfuerzo de acomodarse, su cuerpo dolía hasta en lugares que ni él mismo sabía que tenía.

     Las muchachas, muy dudosas estuvieron atentas por si otro demonio o aberración decide atacar. ─ Pueden estar tranquilas, éste lugar huele a muerte y las aberraciones o los poseídos no se acercarán ─. Las muchachas ayudaron al Nefilim a quitarse la ropa rasgada, mostrando una gran cantidad de magulladuras y cortadas profundas por todo el pecho, espalda y brazos, Darién ahoga un gemido de dolor apretando los dientes ante el esfuerzo no solo de quitarse la ropa, sino también en recostarse, las muchachas se horrorizan al ver lo maltrecho que se encontraba, Renata busca un trapo y algo de agua para atenderle las heridas, se sienta a su lado.

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