De camino a casa, Adara tomó al pequeño Cerbero en brazos, durante un buen tiempo se mantuvieron en silencio, ella quería preguntarle un montón de cosas, su mente rebosaba de preguntas, entre una de ellas era el por qué no había ido en su ayuda la noche que intentaron secuestrarla y el por qué no ayudó a sus padres, pero…. ─ Adara ─. Dijo Cerbero para romper el silencio, su voz decía que lo que tenía que contar era delicado y muy serio. ─ Según dijiste que para ver a la Reina se tenía que pedir una audiencia ─ Así es ─ Verás, no solo estoy aquí para hacer solo una visita familiar ─. La niña se detiene, ¿le había mentido?, ¿quería hacerle daño a la Reina?, si era así ella no lo permitiría. ─ Antes de que hagas algo estúpido déjame explicar, no estoy aquí para nada malo, estoy aquí para advertirle, necesito hablar con ella ─ ¿Qué le vas a advertir? ─. La expresión de Adara era fría e impasible, ahora que era más fuerte, quizás podría hacerle frente al chucho. ─ Es un tema que
José duró un par de segundos en silencio, buscando las palabras apropiadas, y para ganar tiempo, pidió dos cafés, durante la espera José sintió ese momento incómodo, en que se quiere decir tantas cosas y todas se aglomeran en la mente y en la boca, todas desordenadas que dejan la mente en blanco, sin encontrar pie ni cabeza, como comenzar o terminar, al estar delante de Caroline y ver lo hermosa que era, su mundo se ponía patas arriba. Los cafés fueron servidos, luego de un par de sorbos…. ─ Está bueno el café ─. Comenta José. ─ Me alegro que te agrade, es uno de los mejores de la ciudad ─. Otro prolongado silencio, Caroline termina su café, trató de que José no detallara mucho sus manos temblorosas al momento de colocar la taza sobre la mesa, para ser una demonio se sentía patética, intimidada por un humano y por primera vez no hallaban tema alguno de que hablar. ─ José, si no vas a decir nada más entonces me voy ─. José toma la mano de Caroline en el instante en que ella se
De vuelta al camino, el día se mostraba soleado con cielos despejados, Rosa y Youlin prosiguieron su recuperar durmiendo en el asiento trasero del auto, una apoyada de la otra, ambas roncando sonoramente como un concierto de cerdos, concierto que les sacó risas cómplices a Renata y a Darién, media hora de camino después, Renata dormitaba en el asiento del copiloto. ─ Te dije que debías dormir ─ Si, pero no quería ─ Para la próxima hazme caso ─. Renata asiente con un ligero gruñido, a veces sentía que su novio se pasaba de paternalista, Darién le dedica una mirada de soslayo, Renata estaba más dormida que despierta, tomó su mano apretándola generosamente, un susurro se coló en la mente de Renata causándole una sonrisa, arrellanándose en el asiento. ─ Yo, también te amo ─. Contestó ella con voz somnolienta, de pronto abre los ojos como platos, observa como Darién la tenía tomada de la mano y la miraba con una sonrisa traviesa, ésta estuvo a punto de decir algo, pero Darién le detuv
La gran ciudad de Venecia, el grupo de aventureros se enfilaron a dicha ciudad para tomar un avión con rumbo a China, o por lo menos robar uno. Durante el trayecto, Darién estuvo enseñándole cómo usar el vínculo, Youlin y Rosa dormitaron todo el camino, comieron en algunos restaurantes vacíos, sacando de ellos provisiones para el viaje, durante la travesía, Rosa dedicaba miradas inquisitivas a la parejita, ver como siempre se cruzaban de miradas, Darién asintiendo mientras que Renata apretaba sus manos en puños con fuerza, dejando sus nudillos en blanco, a veces ella reía, a veces él reía o solo negaba, como corrigiendo detalles, eso le causaba cierta inquietud, pero no sabía cómo entrar en el tema, no fuera a ser que le dijeran loca por estar imaginando cosas. El gran error del día fue surcar un distribuidor en las afueras de la ciudad, se podía apreciar que estaba envuelta en llamas y un gran caos, una guerra en su apogeo, inesperadamente tuvieron que saltar prácticamente
Darién por fin posó sus ojos en el general, éste le correspondió sin vacilar, ambos, dos cazadores, dos predadores, Darién comprendió, si intentaba socavar su autoridad, aunque él los podría eliminar a todos con facilidad, las muchachas no sobrevivirían. ─ Debía protegerlas. Debo protegerlas ─ Entiendo ─. El general asintió desviando la mirada muy pensativo. ─ ¿Por qué quieren entrar a la ciudad? ─ Necesitamos llegar al aeropuerto, señor ─ ¿Por qué quieren salir del país, señoritas? ─ Si me lo permite, general, ellas no hablan el idioma ─ Podría traducirles para mi ─. Darién asintió. ─ El general quiere saber porque quieren salir del país ─ contéstale ─. Instó Youlin con los ojos abiertos como platos, mostrando sus manos, impulsando a contestar, Darién tensó los músculos de su mentón. ─ Están trabajando como mensajeras y yo soy su escolta, señor ─. El general discurrió su vista entre las muchachas y el Nefilim. ─ Dijiste mucho para lo que ella habló ─ Ella solo me autorizo a cont
Solo que el transporte que se había implementado era el menos esperado por todos, un camión Fiat de agua, los soldados daban tumbos dentro de la tolva sosteniéndose como podían mientras que las chicas viajaban con Darién, arrollando cuanto se le atravesaba. ─ ¡Definitivamente está loco! ─. Opinó uno de los soldados resollando ante aquel ajetreo. ─ ¡Dijiste que serías discreto! ─. Reprende Youlin fulminándolo con la mirada, las tres se sostenían con todas sus fuerzas para no salir disparadas de aquel camión, la manera de conducir del Nefilim se podría decir que era algo… temeraria, para no decir que estaba frenético y loco por demás. ─ ¡Si, lo dije, pero para que los soldados pasaran y ellos…¡ ─. Señaló con la barbilla a los poseídos y aberraciones que volaban por los aires vueltos trizas. ─ ¡..se fijaran en mi mientras les abro camino¡ ─ ¡Los matarán! ─. Replica Rosa. ─ ¡De todos modos ya están muertos, el asunto es que aun no lo saben! ─ ¡Ya decía yo, tanta amabilidad de tu
Una voz la llamaba, una voz muy familiar y querida por ella, ¿Quién era?, todo se escuchaba lejano y ajeno a ella, ¿Darién?, ¿Rosa?, ¿Harley?, ¿Quién era?, el mundo se le volvió negro otra vez, para cuando recobró la conciencia ya todo había pasado, ¿Cuánto tiempo pasó?, Youlin le daba de chateaditas para reanimarla, Rosa también había perdido la conciencia, un circulo de caras difusas pudo notar a su alrededor alumbradas por una linterna. ─ ¿Qué pasó? ─. Preguntó Renata con voz ronca, sujetándose la cabeza sintió algo húmedo y caliente empapando su cabello, no era solo agua, era algo más, miró su mano, ¡sangre!, se había roto la cabeza, ¡Rosa!, aturdida con el mundo dándole vueltas Renata se para a ver a su hermana, una punzada de dolor en el tobillo le sacudió el cuerpo impidiéndole levantarse, arrastrándose como pudo llegó hasta Rosa, por suerte, hasta donde pudo ver, solo tenía magulladuras, muchos cardenales en la cara, brazos, costillas y los labios partidos. ─ Creo qu
José se mezcló con la gente, Sofía, Wyatt, Darlen junto a una cierta cantidad de guardias, se encontraban delante de lo que sería el estrado donde se pararía Lenaya a dar su mensaje, Lenaya se para en dicho lugar, la gente aplaude y grita salves a la Reina, Flora se encontraba en la parte baja con sus muchachas, muy quietas, vestidas con las túnicas blancas y negras. ─ Insisto, te ves gorda con esa túnica, Jessica, y los tacones no combinan, ¿No tuviste otra idea mejor? ─. Opinó Ana en un susurro con una sonrisa traviesa con su capucha tapando parte de su rostro, Adara y Carla suspiran dejando la mirada en blanco, Jessica frunce el ceño y le saca la lengua. ─ ¡A callar! ─. Reprendió Flora en voz baja, las chicas se tensan, Adara y Carla reprimen un risa burlona con todas sus fuerzas, en cambio Flora, como estaba delante de sus chicas, y para dar ejemplo, no dio la cara, ella también estaba reprimiendo una sonrisa, reconociendo que sus chicas en conducta eran una causa perdid