¡Se fuerte!

Me senté en el asiento del acompañante, con Dante en mis brazos mientras que Louis rodeaba el automóvil y ocupaba el asiento del conductor. Las luces del interior se iluminaron cuando él abrió la puerta y volvieron a apagarse una vez que la puerta del conductor se cerró. Louis giró la llave y el motor arrancó. Las luces de la ruta y de las estrellas pasaban rápidamente mientras yo miraba a través del cristal. Dante ya se había dormido, reposaba en mis brazos mientras su manito rosada se aferraba con fuerza a mi ropa. Acaricié sus cabellos castaños y le besé la frente.

Nos estábamos acercando al centro de la ciudad. Mi amigo hacía poco que se había mudado de sitio, había elegido uno de los nuevos departamentos que quedaban de vista al mar. Mis ojos subieron por el imponente edificio de veinte pisos, bien iluminado y moderno.

Louis descendió al subsuelo, dónde se encontraba el estacionamiento, buscó un lugar libre y descendimos del auto.

—Por aquí —me indicó mientras me ayudaba con las
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