Estuvimos cerca de cinco meses, si no fue más tiempo, planificando hasta el más mínimo detalle para que este último viaje sea lo que todos queríamos: Una loca aventura.Lo primero y principal en la lista de "Cosas Para Hacer" o la "To Do List", como le decía Rose, fue con quién dejar a nuestros hijos. En el caso de Rose, Chester y de mi familia no había mucho problema, ya que nuestros hijos y las de Rose estaban mayores y podían de cuidarse solos, y los hijos de Chester estaban afuera; además que Gaeil me había prometido que iría todos los días a ver cómo se encontraba Dante, pero dos de los hijos de Armin eran aún menores, así que se solucionó de manera muy efectiva: Los padres de los gemelos cuidarían de sus nietos mientras que Luz vería por la seguridad de la casa de sus abuelos.Lo siguiente fue encontrar los vehículos adecuados para transportar por toda América a once personas: Obviamente, mi camioneta entró sin discusiones a la flota imperial, dónde iban a viajar cuatro personas
Luego de una semana de viaje por tierra, pasamos por Chivay, Puno, Cuzco, Chalhuanca y Nasca... Y finalmente llegamos a Lima, y pese a que extrañaba mucho a mi amiga, agradecía que Rose se haya tomado el vuelo directo hasta la capital del Perú, pues habría tenido que escuchar sus quejas cuando no conseguimos hospedaje en Chalhuanca y tuvimos que acampar en el patio trasero de la casa de una familia, que muy amablemente nos ofreció esa opción mientras hablábamos en una gasolinera, intentado encontrar un lugar dónde nos reciban a todos; pero en todos lados pasaba lo mismo: No había habitaciones para todos nosotros. La otra opción había sido que nos separemos en distintos hostales pero nos salía mucho más caro que quedarnos todos en un sólo lugar.Pero por suerte, los Quispe nos ayudaron y nos ofrecieron un baño limpio, agua caliente y comida. Aunque... No todo lo que brilla es oro, y cuando la limosna es demasiado grande, hasta el santo desconfía: Chalhuanca no me gustó para nada, y men
Nuestra estancia en Cartagena fue realmente hermosa: La gente colombiana, tan cálida y amable, nos recibió en su ciudad con los brazos abiertos e hicimos muy buenos amigos, amigos que duran hasta el día de hoy. Los Murcia estaban empecinados en que dejemos nuestra estancia en el hotel y nos hospedemos en su casa, pero tuvimos que negarnos ya que Chester había gastado sus puntos de viajero frecuente para hacernos ese costoso regalo a todos nosotros.Además de disfrutar del hotel y sus comodidades también nos permitimos recorrer a fondo la Ciudad Amurallada, disfrutando de sus colores, aromas y sabores.Nos quedamos enamorados de las casitas pintadas de colores tan vivos (nuevamente me volví loca con los balcones coloniales), las artesanías y cuadros pintados por artistas locales (Lila alabó al artista y adquirió varios cuadros para su casa).Sin lugar a duda, mis sitios favoritos fueron la Torre del Reloj, la Ciudad Vieja y las murallas; me sentía como Fermina Daza en el Amor en los Ti
Finalmente, llegamos a La Libertad la tarde del veintinueve de julio, para hacer noche allí y dirigirnos rápidamente hacia Guatemala. No hay mucho para comentar de esta parte del viaje, puesto que apenas estuvimos un par de horas y el tiempo que pasamos allí lo aprovechamos para comer y descansar; sin embargo, descubrimos que era un pueblito realmente bello, pintoresco y tranquilo.Nos pareció bastante justo darnos una cena como Dios manda, pues hacía bastante que necesitábamos con urgencia comida de verdad; habíamos estado sobreviviendo a base de pizzas, hamburguesas, pollo frito y comida enlatada (verduras variadas en el caso de Lila) así que lo que nos ahorramos alojándonos en un hotelito pequeño, barato y de mala muerte lo gastamos comprando arroz, mariscos y pescado fresco, todo tipo de verduras, frutas y cereales y nos armamos una comilona digna de los dioses del Olimpo; como La Libertad era un pueblito de pescadores había muchísima oferta de carnes marinas a buen precio y bien
Terminé de hacerle el nudo de la corbata a mi esposo antes de entrar a la casa de los O'Connor. No habíamos tenido tiempo de buscar un hotel dónde alojarnos, pero eso ahora no era lo importante.—Ya estas listo —anuncié, Kentin hizo una sonrisa forzada, y tomados de la mano entramos a la casa, había mucha gente, seguramente esta noticia no había pasado desapercibida, menos en Brai. El que nos recibió fue Gaeil, por primera vez en los años que nos conocíamos, estaba usando traje, y la situación lo ameritaba.—Hola, Gaeil —saludé. Me abrazó y yo a él. Luego se dirigió a Kentin. Mi esposo y su medio hermano mayor se fundieron en un cálido abrazo. No se dijeron nada, pero en este momento las palabras sobraban.—¿La abuela? —preguntó Kentin con la voz hecha un nudo. Gaeil le sonrió y nos guio hasta el estudio de Rick. Varias coronas y flores decoraban el salón, quizás para disimular un poco el ataúd dónde descansaba Mae.Nos acercamos con cuidado y la miramos. Parecía estar durmiendo, su r
Salí corriendo del recinto universitario siendo perseguida por mis compañeros y amigos. Mi mamá lloraba emocionada, igual que mi padre. Kentin me perseguía con un huevo en la mano, Chester sostenía una botella de cerveza con la intención de vaciármela encima, Ámber correteaba con unas tijeras en la mano, Ayaka tenía las palmas de ambas manos llenas de pintura y pretendía estampármelas en mi ropa nueva mientras Rosa sacaba fotos con una mano y con la otra sostenía su panza de embarazada.—¡Te graduasteeeee! —gritó Chester mientras corría detrás de mí. No quería que me llenen de harina, huevos y pintura, incluso habían traído arroz, sémola, champagne y sidra, así que debía correr, pero Gaeil se interpuso en mi camino y me atraparon.Lo que siguió a continuación fue la vergüenza más grande de mi vida. Allison vino con las tijeras, me cortó un mechón de cabello y luego tajeó mi pantalón nuevo en las nalgas, dejando mi trasero al aire en una tanga de jean. Ayaka estampó sus palmas a la alt
Me levanté esa mañana con algo de malestar físico y mareos, debió haber sido la comida de anoche. Kentin había preparado tacos y había comido demasiados, últimamente tenía un hambre voraz. Entré al baño de nuestra habitación y encendí la luz; Kentin ya se había ido al ejército y había dejado el baño hecho un desastre, como siempre.Suspiré resignada mientras recogía las toallas mojadas del piso, corría la cortina de la ducha, acomodaba el cepillo de dientes de mi esposo de nuevo en su sitio y guardaba los shampoo en sus lugares. Cuando me casé con un militar imaginaba que la casa iba a estar mucho más acomodada, a juzgar por como se había comportado mi esposo durante nuestra etapa de convivencia imaginaba que iba a ser así, pero no. Por donde pasaba Kentin dejaba a su espalda un rastro de destrucción y desmadre, y yo por atrás recogiendo todo lo que él dejaba regado.Cuando el baño volvió a estar decente me concentré en acomodar mi rostro de nuevo a su lugar original. Me sentía terrib
Me desperté casi por inercia. Todos los días era lo mismo. Eran las seis de la mañana y debía preparar el desayuno para mis hijos y mi marido. Me senté en la cama y estiré mis brazos sobre mi cabeza para que la sangre fluya. Todavía seguía oscuro afuera, con cuidado tomé mi panza de embarazada de siete meses y me levanté de la cama.Un nuevo hijo venía en camino, algo que no habíamos planificado con Kentin, mientras caminaba en puntas de pie para ir al baño, recordaba cómo había ocurrido. Mi período estaba bastante atrasado, pensé que se debía a un desarreglo hormonal, por culpa del trabajo y mi último embarazo había engordado más de veinte kilos y mi endocrinóloga me dijo que era normal, pero antes de recetarme nada necesitaba saber si estaba embarazada o no. Imaginen mi sorpresa cuando vi que en el test se dibujaba un signo positivo.Otro hijo... Ya tenía suficiente con dos. Liam y Catrina se peleaban todo el tiempo. Mamá decía siempre que había sido un error haberlos tenido con sól