La puerta de la cabaña no demoró en abrirse y Regina salió con rostro serio y presurosa. Un escalofrío recorrió la columna de William. Si ella había escuchado a Jack, las cosas no pintaban nada bien y eso le ocasionó un sentimiento desolador.—Señora, buenas tardes —la saludó Jack.—Jack, ¿qué ha sucedido? William, ¿algo le pasó a mi hijo? —preguntó ella, acercándose hacia ambos hombres.El alma le volvió al cuerpo al príncipe, la cara de Regina era de preocupación por su hijo y no por haberlos escuchado hablar. Eso le daba más tiempo para saber cómo iba a manejar las cosas de su compromiso, confrontar a sus padres y decirle la verdad a Regina.—Nada le ha pasado a Dash, puedes estar tranquila —contestó William y no le importó lo que Jack pensara, pues la agarró por la cintura y la atrajo hacia su cuerpo, como un intento de calmarla.—Un trabajador tuvo un grave accidente, ya lo han llevado al pueblo para que sea atendido por el médico del valle. Yo solo vine a avisarle a William —dij
El cuerpo de Regina se sacudió, mientras las primeras arcadas le hicieron vomitar. Sus ojos se llenaron de lágrimas, su rostro demacrado solo era el resultado de su estado. Estaba embarazada, esperaba un hijo de Henry. Un traidor del reino de Astor y que estaba muerto.Regina quería morirse, estaba deshonrada para cualquier hombre, su padre apenas le dirigía la palabra y la tenía encerrada en las cuatro paredes de su habitación para que nadie pudiera ver su lamentable estado.Desde que volvieron del castillo real, todo cambió. Su padre no dejaba de recordarle en cada oportunidad que tenía, lo que había hecho. De cómo él había mentido para salvarla; de cómo por su culpa, se había comportado de manera desleal a su Rey.Haciéndole recordar que Henry y ella…—No, no, no —se lamentó cuando fue presa de una nueva arcada, su garganta ardía, llevaba dos días así y esa misma mañana el médico le había confirmado sus temores. Su padre había pagado una generosa cantidad de dinero para que el médi
El cuerpo de Regina temblaba como una hoja mecida por el bravo viento, no podía evitarlo mientras miraba su imagen en el espejo. Estaba vestida de novia, en unos pocos minutos iba a convertirse en la esposa de Lucio, dejaría de ser la hija del Conde de Norwood y se convertiría en Regina MacKay. Tenía un cúmulo de emociones atoradas en la garganta, quería gritar y renegar su suerte, pero sabía que nada podía hacer para evitar lo que estaba por venir.Las lágrimas se derramaron por sus mejillas, cerró los ojos y recordó lo que había sucedido tres días atrás.«—Tienes que afrontar las consecuencias de tus actos, hija. Este es el precio de la traición, Regina. —Norwood liberó los brazos de Regina y se alejó de ella, posó sus manos sobre la columna, su cabeza cayó hacia adelante, cualquiera que lo viera desde el jardín, pensaría que estaba sufriendo una gran tristeza y así era. El Conde sufría igual o más que Regina, pero nada podía cambiar el destino que ellos mismos eligieron.—Ve, Luc
Para la desventura de Regina, la situación de su noche de bodas se repitió cada noche, Lucio le susurraba de manera lasciva lo mucho que disfrutaba de hacerla suya, mientras ella sentía que moría un poco cada noche y así continuó durante las siguientes semanas, hasta el día que Lucio hizo venir a un médico para confirmar su embarazo. Ese día, Lucio bebió hasta la saciedad y Regina creyó que esa noche, por fin se libraría de dormir con él; sin embargo, esa noche fue la peor de todas.Regina cerró con fuerza los ojos, cuando sintió la mano de Lucio acariciar su brazo.—Tienes que levantarte, Regina, tu padre llega hoy —dijo, besando su hombro desnudo. Ella tembló y no fue de gusto, sino de miedo y de asco —. Ayer le hice llegar un mensaje para recibirlo, tenemos que hacerle partícipe de nuestras buenas nuevas. Estoy seguro de que mi suegro estará muy feliz de saber que su primer nieto está de camino —susurró con regocijo. Regina estuvo a punto de gritarle que ese hijo no era suyo, sol
El conde Norwood no se movió de la habitación hasta que el médico terminó de examinar a Regina.—¿Puedo hablar con usted? —le preguntó cuando el hombre estaba a punto de retirarse.—Por supuesto, lo estaré esperando en el gran salón, no puedo marcharme sin hablar con el señor Lucio —dijo, mirando con disimulo a Regina. La muchacha tembló, pues sabía que engañar a un hombre profesional y con experiencia era difícil de conseguir.—En seguida estoy con usted —respondió el Conde. El hombre asintió, tomó su bolso médico y salió de la habitación. Debatiéndose entre decirle a Lucio que le parecía extraño el abultamiento exagerado del vientre de su esposa, puesto que dudaba mucho que estuviera embarazada de gemelos, aunque… cabía la posibilidad.Entretanto, Regina miró a su padre.—¿Qué es lo que harás? —le preguntó.—Hablaré con él, despejaré todas sus dudas —dijo, sin mencionar lo que estaba dispuesto a hacer.—No creo que podamos engañarlo, papá. Ese hombre es un profesional y este no es e
Regina miró a su padre y supo pronto que había vuelto a mentir por ella. El rostro del Conde lucía sereno, pero en sus ojos estaba la angustia que sus labios no había pronunciado.—No vas a entrevistarte con Frederick, ¿verdad? —preguntó, sintiendo un nudo en la garganta.El Conde negó.—No debí pedirte que aceptaras llevar compañía, Lucio va a descubrirnos.—No, no lo hará, hija, no te preocupes por mí, lo que tienes que hacer es retener al bebé todo el tiempo que puedas en tu interior, así no habrá manera de que alguien pueda sospechar. Iré a casa por el dinero, para pagarle al doctor —dijo.—Papá.—Te quiero, Regina, perdóname si no supe ser un buen padre. En verdad, lo siento, hija mía —pronunció Norwood, abrazando a la joven.Regina se quedó sin palabras, hacía mucho tiempo que su padre no la abrazaba, tanto, que parecía haber olvidado su calor alrededor de su cuerpo; por primera vez desde que todo este infierno comenzó, volvió a sentirse protegida. Su padre siempre había sido s
Regina miró a su hijo y no pudo evitar que un nudo se le hiciera en su garganta, las lágrimas se agolparon en su ojos y su pecho se oprimió. Su embarazo había estado lleno de sufrimiento y dolor, además de incertidumbre, por lo que, era tanta su angustia, que había intentado mantener sus sentimientos por el bebé al margen, apenas los necesario para mantenerlo vivo en su vientre, pero ahora, teniéndolo en sus brazos, tan pequeño, indefenso y frágil, sintió algo extraño, que jamás había sentido, pero supo que era amor, un amor que nunca había experimentado y por el que estaba dispuesta a todo. Su pequeño Dash, era lo único que la mantendría con vida y con ganas de continuar… Nada más. Ella miró cada parte del cuerpo de su hijo, agradeció que estuviera aparentemente sano y bien, pero lo que fue una alegría, también fue una desdicha. El pequeño era hermoso, con sus ojitos vivaces, aunque prefería mantenerlos cerrados, su cabello oscuro, pero no tanto como el suyo o el de Lucio… Era inneg
La noche fue demasiado corta para Regina, luego de la visita del médico y de las pocas palabras que intercambiaron, ella no había podido pegar el ojo. La muerte de su padre, el nacimiento de Dash y el chantaje del médico, eran una gran carga mental. Regina no pudo contener las lágrimas. Mientras el sol se alzaba en el horizonte, se puso de pie para tomar al niño entre sus brazos, vestirlo y alimentarlo antes de que Lucio llegara, porque estaba segura de que lo haría.Mientras se ocupaba del niño, el recuerdo de su conversación con el médico llegó a su mente para atormentarla.«—Su padre, El Conde y yo habíamos llegado a un acuerdo económico que nos beneficiaba a todos. Supongo que, sin él, las cosas van a cambiar para usted si alguien llega a descubrir su secreto.Regina lo miró con reserva.—¿Qué es lo que quiere decir?—No pretendo incomodarla, Señora, pero necesito que usted cumpla con lo pactado con su difunto padre.—¿Y si no lo hago? —preguntó, apretando los dientes, cuando el