42. Como siempre debió ser

William caminó con decisión hacia Regina, que inmóvil lo esperaba. No tocarla era un esfuerzo demasiado alto, así que, con firmeza la agarró por la cintura y la atrajo contra su cuerpo. Ya no estaba la gran falda que no les permitía sentirse, ahora Regina pudo sentir cómo la entrepierna de William reaccionaba y presionaba su vientre bajo. Soltó un gemido, que murió ahogado ante el nuevo beso fiero.

Regina con timidez y un poco de torpeza, llevó sus manos hacia la camisa de William y con lentitud empezó a desabotonarla. Él disfrutó de su tacto, verla inexperta fue algo que llamó su atención, pero no dijo nada, pues quería que ella se sintiera a gusto, como, posiblemente, nunca lo había hecho. Los dedos de la joven recorrieron el torso desnudo de su guapo acompañante, los músculos abdominales no solo se veían bien, sino que se sentían firmes y tersos ante su tacto y, como hipnotizada siguió el movimiento de sus dedos.

William estaba mirándola, ella estaba absorta disfrutando de lo que v
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