38. Lo siento

—¿Qué está sucediendo? —preguntó Jack, que llegó corriendo hacia William y que acababa de cruzarse con Regina por el camino y había sido inevitable ver las lágrimas que bajaban por sus mejillas.

—Esta mujer ha maltratado a Regina, seguro que a Serafina también y no sé cuánto tiempo lleva prohibiéndoles una buena alimentación —informó William y la ira se reflejó en los ojos de Jack.

—¿Qué? Eran ciertas mis dudas… —afirmó y el príncipe asintió con su mandíbula tensa.

—Acompáñala a la casa y que saque todas sus cosas de inmediato, ¡no la quiero más en Saint Bartolomé!

—Su Alteza, no me puede sacar —se lamentó la señora Poms, con un llanto atacado, sin embargo, William la hizo callar con un movimiento de mano.

—Si alguno más de los sirvientes se opone a que esta mujer se vaya, no dudes en hacer que la acompañe, porque no quiero traidores en mis predios —demandó William y Jack asintió—. Toma las decisiones que creas pertinentes, porque tienes todo mi aval.

—Así será, Su Alteza —respo
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