Capítulo 2.

Zarya.

Intento mantenerme serena mientras me toman del brazo para ponerme en pie casi por la fuerza.

—Cuidado, imbécil. Es una chica no emplees más fuerza de la autorizada. ¡George, controla a ese idiota! —el agarre en mi mano se suaviza cuando con voz autoritaria lo reprende una chica que ya me cayó bien solo por mantener en regla a su compañero, porque la jefa se ve claramente que no es.

Miro al que ella mencionó y evito torcer los ojos al ver al tipo con traje militar oscuro.

Me hacen caminar saliendo de la sala bajando al primer piso donde algunos tipos de seguridad están en un mismo lugar separados de los meseros, las chicas de compañía y los que pudieron atrapar. Con una mirada les indico que se deben abstener de hablar.

—¡Jefe! — otro de los sujetos llama a un hombre que habla a gritos con no sé quién por teléfono.

Claramente se ve que lo es, por el porte, los músculos aunque esté cubierto casi en su totalidad. La máscara que le esconde el rostro me impide saber si lo conozco o no. Se acerca a nosotros y podría asegurar que está rabioso por su manera de caminar y mover las manos.

Miro de nuevo a mis espaldas y doy claramente con la información que tengo.

—Ella parece ser algún cliente o de los que manejan el lugar —dice la chica con cabello rojo.

Sin imaginarlo me dio una salida porque mi coartada sería ser una chica de compañía si no me creían lo primero.

Levanto la cara porque con la altura del sujeto que fácilmente me saca tres cabeza, me siento muy pequeña. Se quita la máscara dejando ver su mandíbula definida, labios delgados pero de un color que hace pasar saliva cuando siento que la boca se me llena de ésta. Se quita los lentes y esos ojos negros me sumen en la más asombrosa oscuridad que me ha seducido. No sé cómo describir el mar de sensaciones que me hunden en un remolino justo ahora.

Sus ojos atraviesan hasta mi ser y se clavan en mí como si hubiera escuchado mis pensamientos. Eso es imposible, ¿no?

Sí, lo era.

No lo había visto de cerca pero...

Me sigue observando y al final tengo que apartar la mirada. De ninguna manera puedo competir con el nivel de intensidad que se carga, o con lo que demonios sea eso que llega hasta mí desde donde él se planta. Siento de inmediato la necesidad de huir, como si tuviera un fuego que arrasará con mi alma y de verdad no entiendo como puede causar eso.

Nunca he sentido necesidad de correr, pero su mirada me hace saber que debo hacerlo.

—¿Cómo es que el líder se escapa y ustedes me traen a alguien tan insignificante como ella? —su tono despectivo de voz me molesta de sobremanera quitándole puntos... o sumándole.

En realidad ya no sé qué carajos estoy sintiendo.

—No ¿Qué le pasa? Insignificante su vida, imbécil— respondo con el mismo nivel de altanería que él empleó.

—Señorita...

El tipo levanta la mano para que guarde silencio y el soldado que iba a hablar obedece.

¿Así que le gusta mantener el control?

Me gusta eso.

Me repara de arriba abajo con una mirada que me eriza la piel, pero simuló toser para evitar hacer el ridículo. Viéndome como una tonta para luego hacer lo mismo con él, formando una guerra en el que el negro choca con el azul que a este le saca más el genio y a mí me divierte porque resiste y devuelve la misma intensidad.

—Si no quiere cargos, retractese y pida una disculpa - dice con voz suave pero autoritaria y hasta temeraria.

__ Si no tiene cargos en mi contra, me voy —como él lo dejó ver, no tiene porqué mantenerme aquí sino tiene con qué justificarlo.

Me abro paso entre los dos tipos que se hacen a un lado cuando paso en medio.

—Yo no he dicho que se puede ir —la voz ronca y de mal genio detiene mis pasos. —Regrese a su lugar.

Giro en mi eje caminando hacia él de nuevo, con elegancia, como si fuera un evento de gala y estuviera frente a cámaras, como si no fuera el enemigo que se debe eliminar.

—¿Algún cargo que se me impute?

Lo desafío con la mirada que lanzo y él devuelve.

—Trabajar en un lugar como este, puede tener información que nos sirva. Insulto a la autoridad y...

—No se equivoque. —sonrío soportando la ganas de romperle la cara que fácilmente podría hacerlo. —Vine a divertirme con algunas amigas que claramente usted ahuyentó con su circo. Cosa que no veo el caso de haber hecho, fin.

No me deja de ver y me termino cansando.

—Ultimadamente no es ningún delito estar en un sitio que está destinado para ello, ¿lo ve? —increpo. —Me topé con algunas de las chicas que trabajan conmigo en la agencia, que no venían conmigo y me puse a charlar tranquila, hasta que usted llegó disparando a todo mundo sin un motivo aparente ¿me equivoco?—puedo ver la rabia en sus ojos, pero no me intimida —No tienen a nadie detenido lo que indica que son demasiado estúpidos o les vieron la cara de tontos para atraerlos a un lugar como este.

Ladeo una sonrisa, su respiración se hace intensa, tanto que choca contra mi rostro por la cercanía en que estamos. Quema y me gusta saber que está ardiendo en rabia.

—Insolente. —espeta el tipo.

Mi rostro ha de denotar la burla que dejo ver y eso lo enoja más. Y yo, lo disfruto.

—Mi comandante, no se encontró a nadie. El sonido del helicóptero de hace un rato, no es más que una atracción en la azotea, no hay señales de nada.

El soldado que llegó se va rápido al notar el humor de su jefe. Sabia decisión. Está por estallar en ríos de lava y yo en una carcajada que me termino guardando para mí.

—Ve como si es estupido... mi comandante. —le dedico un guiño, mirando de nuevo ese color curioso que carga en los ojos, arde en furia y a mí me gusta ver que en parte es porque no me dejé amedrentar por un cargo como el suyo.

Puede ser el mismo presidente de la nación y no está sobre el cargo que yo poseo.

—Para que aprenda que a mí no se me habla con esa confianza pendej@. Arrestenla. —espeta en mi espalda.

La orden del maldit0 hace frenar mis pasos cuando pienso que escuché mal, pero no es así cuando me encuentro con su mirada, ejecutándome en su cabeza de imbécil seguramente.

—Que la procesen por desacato a la autoridad, como también podría estar involucrada en actividades criminales o tener información relevante para la investigación. —la sonrisa que me dedica se la devuelvo—¿Tiene algo que decir en su defensa?

—Sí, es usted un imbécil, mi comandante. —pongo las manos al frente con serenidad, a lo que este se nota que no era lo que esperaba. —Suelo hablar mucho. Fastidio el doble y les digo lo que pienso a los soberbios tipos como usted. Pero estaremos muy cerca para que lo averigüe por sí mismo.

Sus ojos se encienden más. Odia hasta el aire que lo toca por lo que puedo ver.

—Sáquenla de aquí. —ordena y hundo los hombros, dándole poca importancia. —Gente desquiciada ya tengo suficiente a mi alrededor como para echarme otra encima.

—No se incluyó usted mismo. –su vista se ensombrece cuando los fija en mí y solo sonrío dejando que largue al mismo infierno si le da la gana.

Salgo con una sonrisa en el rostro porque a pesar de quedarme sin defensas pude salir ilesa de las manos del ejército del comandante soberbio.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo