Bennett.
“Mis manos aprietan sus caderas ensartando a la mujer con mi p0lla que palpita dentro suyo, el éxtasis recorre cada músculo y ella comienza a balancearse dificultando mi respiración con la intensidad que su interior me provee. Me aprieta y mi miembro quiere explotar pero la dejo inmóvil. Nunca había sentido el placer que estoy sintiendo y no quiero parar. Su abdomen tiene gotas de sudor y comienzo a recorrer los ojos por su piel marfileña hasta que en su costado veo esa marca en forma de serpiente, en lugar de quitarla por ser la posible asesina de un agente infiltrado, más me aferro a sus caderas, sus manos me acarician los pectorales sosteniéndose de ahí para brincar descontrolada sobre mí. Abrazo su cintura con una mano y la risa que baila en sus labios me pone más. Es jodidamente delicioso sentir como sus paredes me quieren ahogar la p0lla pero resisto. No la voy a dejar ir tan fácil. —Mierd@— siseo inhalando aire para llenar mis pulmones. Hebras de su cabello caen cubriendo sus pechos y lo huelo antes de quitarlo y prenderme de estos, chupo, pellizco y muerdo la piel que se torna roja pero me siento insaciable. Me levanto con ella poniéndola contra la pared, entierro mis dedos en sus caderas estampando su espalda contra la fría superficie, que suena con cada golpe que solo me empeora las ganas de follarla en todos lados, pues sus gritos son de placer y no lloriqueos de dolor como todas las anteriores. —Joder... Salivo mis dedos con el descaro que la ponen peor, como si los jugos que suelta no me mojaran lo suficiente ya. Se arquea y muerdo su cuello, encajando los dientes con tal fuerza que creo sentir la sangre en mi boca, pero solo recibo más gemidos que me descontrolan. La marca roja queda en su cuello y sus manos se pasean por mi espalda sudorosa. —Mi comandante. —Musita y me detengo de golpe. La dejo caer y miro su rostro. Esos ojos azules... sus labios se estiran en una risa cínica y burlona que me llena de ira. La marca en su abdomen desaparece y la que dejé en su cuello sangra pero ella no deja de reír cual maniática.” Me levanto de golpe cuando la alarma suena despertando del sueño tan estupido que tuve. Mi pecho sube y baja con una velocidad bestial en tanto las imágenes no desaparecen. Me paso las manos por la cara pero esa imagen no sale de mi cabeza. Bruja infeliz, hasta en mis sueños mojados se cuela. El azul maldit0 me persigue. Me levanto de mal humor, con la polla adolorida, la cabeza palpitando y hambre. Las dos de la tarde. Preparo café y me meto a bañar para quitarme el sinsabor. Ni para pajearme tengo ánimos. Paso la camiseta por mi cabeza y tomo la taza que bebo con calma revisando los correos que llegaron mientras estaba dormido. Son del ministro, de Adam, el técnico del comando Alfa y uno de Giasintti, el abogado que quiere vaya por la cenizas de no sé qué familiar lejano que apenas conocí, así que me vale tres quintales de m****a de quien se trata. —Tiralas a la basura o quedatelas —respondo cuando llama para insistir. —Es de un primo de su padre, merece... —Daselas a quien quiera. No me traigas cosas que no me son de utilidad. No lo dejo contestar y corto subiendo al vehículo pero vuelve a sonar. —Ya te dije que... —Dejó una cuantiosa herencia para el único familiar vivo que conocen. —me interrumpe el abogado de nuevo. —Ya sabes donde depositar el dinero y como poner las propiedades a mi nombre así que tome sus honorarios y haga su trabajo. —Está bien señor, le pasaré el informe de todo a su... Arranco el auto hacia la central donde debo estar buscando más información sobre la bendita marca que me puso hasta a tener sueños eróticos con una desconocida. Sopeso la idea de irme y dejar esta mierd@ porque aún no tengo nada y paciencia es lo que menos poseo. Recibo la notificación con la confirmación de la dichosa herencia. Solo leo el correo y no contesto. Lo revisaré a fondo después. Me enfoco en contestar la pendejada de Aarón que también tiene harto a Giordano. Los tres comandantes nos hicimos de un nombre, pero uno de ellos no madura del todo y el otro me harta con su m*****a costumbre de joderme la existencia. "Vete al diablo", es lo que envío viendo que ambos están en una discusión tonta sobre los integrantes de sus comandos que por una apuesta deben intercambiar. Abren la puerta cuando llego, entrando a la sala donde ya está el resto del equipo. Mientras Kelly trabaja, Adam y George están leyendo un periódico. —Jefe —me siento, sigo en lo que estaba. Ponen una carpeta frente a cada uno de los cuatro. Medio la miro y leo el nombre de mafia rusa en el encabezado por lo que guardo el celular. Ver la marca me regresa a mi pesadilla reciente y más cuando un azul me hace recordar la m@ldición que se carga en los ojos. —Algo negro, contrario a la luz del día —dice George mientras leo la información. —El alma del comandante —volteo a ver la estupidez y ellos estallan en risas, que se apagan cuando ven que no estoy de humor para soportarlos. Kelly se remueve incomoda y yo quiero romper dos cuellos que me están jodiendo ahora mismo. —Póngase a trabajar, bola de inútiles —espeto y se enderezan dejando el crucigrama que estaba resolviendo. —Comencemos. Es el teniente encargado el que empieza a leer el informe y pasar las diapositivas en la pantalla frente a nosotros. :Podemos infiltrarnos en ese evento pero llevará tiempo elegir quienes irán, porque solo aceptan parejas, es como una condición. —explica Kelly —Bueno también que estén dispuestos a gastar suficiente dinero como para sacar de la pobreza a una ciudad. —trata de bromear pero no me causa gracia por lo que los demás se callan —Llevará trabajo ponerlos al tanto de quien es cada quien y que actúen tal cual la gente que asiste. Además tendremos que solicitar un presupuesto más amplio por si tenemos que hacer apuestas. Me quedo analizando lo que Kelly dice. —Me ofrezco como tributo —se mete Adam —Siempre he querido saber qué se siente apostar más de 100 libras. —Apostaste 500 la última vez —empieza George. —Pero en montos de 25 cada uno —contesta el otro idiota. —Aquí no venimos por experiencias, si quieren gasten su sueldo en eso. Venimos a trabajar, atenganse a eso. —me fastidia ver que no cogen seriedad ni estando en el trabajo. Son eficientes pero el parloteo que agarran siempre me harta. —Mandaré la solicitud. Estoy segura que sabiendo que es para recaudar más información, el ministro no se va a oponer —se levanta Kelly —Deja eso. Iré yo. Las tres miradas de mi equipo y hasta la del teniente se clavan en mí —Preparen lo que tengo que llevar, las reglas no impiden que vaya a un evento en un casino. Es mi dinero y me hace falta una salida. Kelly vienes conmigo. —De todos modos me hacía falta tomar un trago y ver viejos tontos perder su dinero tratando de impresionar —responde la pelirroja. —Pendejo, a mí no me invitas ni un trago —reclama Adam mientras George solo se ríe con diversión —Me vestiré de mujer a ver si así puedo sacarte algo, tacaño. —Ponte una tanga y después hablamos —salgo rumbo a mi oficina. —¡No me retes, Bennett! - gritan a mis espaldas. Ser bueno no es lo que quiero. Ser reconocido por tumbar clanes ya lo tengo pero voy por algo más grande. Una organización entera. Así deba pasar por encima de quien sea. Y sobre todo de quitarle la máscara a la dueña de esa marca que me está quitando la paz, y aún no le veo el rostro.Narrador Omnisciente. En el departamento está el comandante con problemas. El ministro se enteró que pensaba asistir al evento y aunque le prohibió ir, él tiene una corazonada que debe estar en el lugar por lo que se da un baño llamando a Kelly para que se prepare de todos modos. —¿Estás loco? —se ríe la pelirroja que está sentada frente al televisor con un tazón repleto de palomitas y una soda que pensaba degustar, pero el que su jefe la llame le echa a perder los planes . —Solo prepárate , iremos solo los dos. Nadie me puede prohibir que vaya a un lugar a apostar mi dinero. —Te juro que te odio , Evans —Kelly se levanta de mala gana acatando la orden ya que le deja claro que no es un favor lo que hará. —Igual tienes que venir. Así que, date prisa. Refunfuñando se mete a la ducha a empezar a prepararse. Bennett continúa en lo que estaba. No va usar corbata porque no le gusta. Opta por ir completamente de negro, le gusta el estilo. Por su parte, Zarya ya está con
Narrador Omnisciente.Zarya se levanta dejando anonadado al tipo por el que vino, ganó cada racha que jugó y su mirada la recorre al ver el monumento que lo deja escéptico. Es una mujer única, hermosa, buena para el juego y tan sensual que pone a todos a alucinar con tenerla. La sigue cuando nota a dónde se dirige, haciendo justo lo que Zarya quiere; yendo al lugar donde antes esperaba a que llegara, ahora segura de que sí está ahí. Al topo le espera la mejor de sus alianzas o la muerte. Aunque con el comandante ahí, deberá ser cuidadosa. Se para frente a la misma ventana de cristal, esperando a que abra la puerta. Cuando lo hace la chica que les sirve un trago se va, dándole privacidad. —¿Te conozco? —El leve coqueteo no pasa desapercibido para Zarya, pero ninguno le interesa. Nadie tiene lo que ella busca o casi nadie. Menos El topo. __ Deja las tonterías para el resto de mujeres y dime si aceptas la unión que se te propuso hace días. —bebe de su copa con la delicadeza que
Narrador Omnisciente. .—¿Qué tiene que ver una marca tonta a que nos puedan matar? —le cuestiona Zarya cerrando los dedos en el anillo de la hoja filosa que carga consigo. —No evadas. Contesta. —el pensamiento tiene falencias, pero no puede descartar nada cuando sabe lo sigiloso que puede ser el engaño. Lo ha visto tantas veces que una vez más no es de sorprender. Aunque…—¿Discutimos eso, mi comandante? —la rusa alza la mirada, sus pestañas se mueven como un hechizo creado para destruir mentalidades fuertes y para el comandante no es la excepción. —Deja de hacer eso. —presiona su cuello. —¿Hacer qué cosa? —se ríe sin dejar de verlo. —Lo único que quiero es que me deje respirar porque me está ahogando. Su pecho se mueve con tanta fuerza que el aroma que desprende su piel lo hace apretar la mandíbula. ¿Qué demonios tiene esa mujer para hacerlo trastabillar? —Puedo dispararle en la cabeza. —le avisa Damien a su hermana con el ojo puesto en el hombre que sostiene a su hermana.
Damien —¿Qué carajos fue eso, Zarya? —veo todo el desorden en el mueble al solo entrar a su habitación.—El topo...—Sabes que no me refiero a eso—, digo recostando mi espalda en el mueble. Tengo la corbata floja y la camisa desaliñada. Desde que llegamos, ella subió a su dormitorio y yo estacioné el auto, esperando casi cuatro horas en las que la escuché moviendo todo en lugar de dormir. Preferí darle su espacio antes de hacer la pregunta que tuve todo el camino de regreso, e iba a esperar, pero al verla tan ofuscada sé que algo la atormenta. En verdad necesito paciencia para interrogar a mi hermana por cada cosa que pasó en ese casino. Se suponía que estábamos para concretar una unión de ser posible. No me molesta en lo absoluto que lo haya matado. Nunca me cayó bien. Lo que me causa intriga es que le diera una ruta de salida a alguien que está buscando información nuestra. Estando en un sitio repleto de criminales y políticos era fácil que alguien lo liquidara de una buena vez
Damien. —Cómo varios de mis colegas, fui invitado y acepté, pero jamás creí que iba a presenciar algo así. —se endereza el ministro Jones con la respuesta que culmina. —Eso me impulsó aún más para tomar cartas en el asunto. La entrevista continúa y yo me canso de escuchar. El ministro pretende esconder sus relaciones con algunos de los que estaban en el casino, pero no entiende que no se puede ocultar algo a menos que se elimine a quien tiene hasta la última parte del rompecabezas. Cada pieza puede llevar a todos a darse cuenta de las cosas. —No sé que se ve más patético. —escucho a Zarya. —Si el viejo ese diciendo que nos va apresar o que haya acabado la entrevista porque dieron datos que lo comprometen. —apaga el televisor y se sienta frente a mi escritorio. —Es su forma de ganar popularidad. —digo siguiendo en lo que estaba antes de que llegara. —Y su comando Alfa es lo que usará como campaña para decir que lucha contra “el mal”. Debiste dejarme matarlo. —Bueno, yo me voy a
Bennett Lanzo la carpeta con fuerza. Me hartan estas cosas. —Esta investigación está bajo mi mando. —establezco frente a la máxima autoridad. — Nadie debería tener acceso a la información sin que se hable conmigo primero, pero parece que se pasan mi autoridad por el culo. El ministro se remueve y el general Rinna se levanta molesto. —¡La información es del gabinete, comandante! ¡Y ni usted ni nadie tiene autorización para mantener información escondida! —Cuando haga mi trabajo, hable. Mientras tanto, siéntese. —se enoja más pero no me interesa en lo absoluto. —Usted y usted. —señalo al sargento Maddox y al teniente Ávila. —Salgan, que esto es información clasificada. Me miran, luego al ministro quien solo observa todo en silencio. —¡Dije que salgan! —me exaspera su lentitud y falta de entendimiento. Se levantan y espero que cierren la puerta para poder continuar. —No está autorizado para mandar sobre nuestras tropas, comandante. — me dice el general Rinna. —El que estén en
Bennett. .Duermo unas horas siendo ya de madrugada para activarme de nuevo en la mañana haciendo flexiones y lagartijas en el suelo. Levanto las pesas y golpeo el saco de arena durante 30 minutos. Tengo rabia retenida, y la imagen de cierta impertinente la empeora. Aumento el peso y sigo levantandolas hasta que siento la necesidad de hidratarme. Adam aparece por la un lado y bufo, recupero el aliento y me limpio la cara con la camisa que tengo puesta Las cadetes que pasan a un lado se me quedan viendo y me interesa poco, porque inocentes son las que menos me gustan. Cuando van lo suficientemente lejos se giran sonrojadas. Justo por eso prefiero a quienes no se intimidan con nada, y que sean experimentadas mucho mejor. —Yo era así de musculoso, pero me corté el pelo y ya no pude seguir haciendo ejercicio. —argumenta Adam. —Ajá. —digo tomando más agua. —Vas a dejar sin novia a todos en la central si sigues haciendo ejercicio aquí afuera. —Yo no las mando a ver. Si les van a ser
ZaryaEn mi papel como líder de la empresa de moda silenciosa, me encuentro inmersa en un torbellino de responsabilidades. No es fácil como se ve desde el exterior. Cada paso requiere un cambio y cada cambio un argumento..Los diseñadores, con sus miradas agudas y manos creativas, me rodean como si fueran las musas de mi destino. Sus nombres resuenan en mi mente ya que debo recordar todo. Linda Spolano, con su estilo vanguardista y predilección por los tejidos orgánicos; Bella, cuyas creaciones evocan la nostalgia de épocas pasadas; y Kenda, la enigmática genio detrás de los vestidos que parecen tejidos con hilos de luna.Paso de ellos al siguiente grupo dos horas después. Los distribuidores, en sus trajes impecables, me saludan con reverencia. Saben quien soy. No debo explicar nada. Me hablan de mercados internacionales, acuerdos exclusivos y cifras que giran como engranajes en una maquinaria perfectamente aceitada. Escucha atentamente a cada uno, en mi mente procesando cada detall