Capítulo 4.

Narrador Omnisciente.

En el departamento está el comandante con problemas. El ministro se enteró que pensaba asistir al evento y aunque le prohibió ir, él tiene una corazonada que debe estar en el lugar por lo que se da un baño llamando a Kelly para que se prepare de todos modos.

—¿Estás loco? —se ríe la pelirroja que está sentada frente al televisor con un tazón repleto de palomitas y una soda que pensaba degustar, pero el que su jefe la llame le echa a perder los planes .

—Solo prepárate , iremos solo los dos. Nadie me puede prohibir que vaya a un lugar a apostar mi dinero.

—Te juro que te odio , Evans —Kelly se levanta de mala gana acatando la orden ya que le deja claro que no es un favor lo que hará.

—Igual tienes que venir. Así que, date prisa.

Refunfuñando se mete a la ducha a empezar a prepararse.

Bennett continúa en lo que estaba. No va usar corbata porque no le gusta. Opta por ir completamente de negro, le gusta el estilo.

Por su parte, Zarya ya está con el humor arruinado. La molestia hace que su estómago duela. Casi dos horas y el jefe del clan que esperaba ver, aún no se asoma en el casino que se dijo estaría.

Solo fue a ese sitio a perder el tiempo, se dice.

—Me voy, acaba tú con esto —la paciencia nunca ha sido el fuerte de Zarya y menos cuando no tiene como divertirse. Ni siquiera su novio está cerca para quitarse el aburrimiento.

—Solo porque tengo una presa nueva aquí —se ríe su hermano viendo de nuevo a la chiquilla que intenta alejar a un viejo borracho que la molesta, su padre no está por ningún lado.

—Que no te muerdan esta vez. —lo molesta la hermana debido a un incidente reciente. —Porque necesitará placa cuando acabe con ella.

Se ríe en silencio sabiendo que si es capaz de hacerlo.

Bennett está llegando. Aparca su auto y sale ganando las miradas de varias chicas que se sienten atraídas por el hombre con cuerpo de gladiador que arregla su saco esperando a que su compañía llegue, lo cual está muy lejos de lograr atravesar el tráfico que se extiende a cientos de metros. La lluvia comienza a caer y eso complica aún más las cosas.

Ve su celular timbrar sabiendo quién es.

—No sé si llegue —se excusa —Hay tantos autos que parece la carrera de rápidos y furiosos donde Bryan y Roman piden ayuda a ese otro sujeto que no sé cómo...

—Kelly, déjate de datos que no quiero saber y busca la forma de llegar en diez minutos.

—Estás alucinando si crees que saldré corriendo en medio de una llovizna.

—Solo apresúrate que me veo como imbécil parado en la entrada de esta mierd@. —espeta viendo a la mujer que ve asomar.

—Te ves como imbécil en cualquier lado, Evans.

Ni siquiera escucha lo que dice Kelly cuando ve de nuevo a la chica que se da la vuelta confirmando que sí es quien sospechó.

No puede ser. Es ella.

La insolente. Aunque en ese momento no sabe si agradecer o despreciar la idea de encontrarla justo ahí.

Por inercia camina hacia donde se encuentra, de pie en una de las esquinas del edificio siendo admirada por varios sujetos de todos los puntos, siente un magnetismo que no puede evitar. Algo lo llama y no sabe por qué demonios hace lo que hace, pero lo achaca a un golpe de suerte que no dejará pasar. Su salvación está parada con un celular en la oreja y no piensa dejar pasar la oportunidad.

Cree que es su salvación pero es la perdición misma. El diablo envía a sus demonios en paquetes agradables a la vista para que el golpe no lo esperen.

Los labios rojos y los ojos azules que vio en su sueño están ahí. Ambos se detallan y parece que es una lucha que ninguno piensa ceder. Zarya no puede creer que el sujeto esté de nuevo frente a ella.

La voz de su padre a través del teléfono la saca del aura tan pesado y adictivo en el que estaba.

—Te hablo después.

Corta la llamada guardando el teléfono.

—Comandante —saborea la palabra y Bennett se estremece con solo recordar cómo escuchó esa palabra, cada detalle que vio en sus sueños quiere probarlos, a la vez borrarlos de su cabeza.

Es tan jodidamente hermosa que la boca la siente seca pero sabe que debe dejar esa tontería para después. Con alguien que no sea tan altanera e irrespetuosa.

—No soy de pedir favores pero esta vez está fuera de mi alcance el tomar más opciones. —comienza. —Necesito compañía para entrar a ese lugar y ella está atascada en un embotellamiento.

—¿Y su mejor opción es decirle a alguien que quería arrestar hace unos días?

—¿Sabe que? Olvídelo.

Zarya ve a la entrada, el jefe del clan está entrando junto a sus dos escoltas. Sí llegó después de todo. Maldit@ suerte.

—No camino sino me toma el brazo —se adelanta sobrepasando al comandante que se sorprende. Después de todo si podrá entrar en el dichoso evento.

Acerca su brazo y cuando Zarya lo toma siente una cálida, suave y delicada piel que roza su mano.

El aura que desprenden juntos deslumbran a todos y algunas cámaras capturan la imagen tan imponente que denotan. Ninguno sonríe porque ni siquiera se conocen. Al menos uno de ellos no conoce al otro. Pasan la multitud entrando al gran salón donde todas las miradas se dirigen a su puesto.

—Al menos hágame ver bien, no me gusta asistir a ningún lugar con alguien que no sonríe —reprocha Zarya con el cosquilleo que siente en las manos.

—Entonces busque un payaso que no estoy para sonreír.

Cualquiera que los vea supone que su charla es sobre todo menos en una pelea que disimulan muy bien.

Caminan hasta el centro tomando una copa que les ofrecen , Zarya ve a su hermano enfrascado en una conversación con una rubia delgada que parece que le quiere sacar los ojos. Finge que nada pasa pero Bennett ya lo notó y no disimula su mala cara.

—¿Exnovio? —su burla no se hace esperar.

—Quizá —responde Zarya.

—Si va a armar shows aquí aléjese que no vengo por ello. Actúe como una compañía común y no me haga ver como el reemplazo.

—Soñar es gratis, mi comandante —afianza más su agarre en el brazo de Bennett y este sonríe por primera vez en la noche —Cae más fácil un bocón que un cojo dice mi madre.

—Sabia —unos sujetos se acercan y Bennett lo nota.

—No sabe cuanto, ¿su nombre? O quiere que lo llame comandante en un lugar donde posiblemente le pueden meter una bala —se apresura a decir conociendo a quienes están a pocos metros de ellos —Llámame Zarya.

—Bennett Evans. ¿Cómo sabes que aquí pueden meterme una bala? —cuestiona con interés y por primera vez hay un titubeo en Zarya.

__ Un gusto que nos acompañen esta noche - saluda el dueño del casino, llegando justo a tiempo. - Soy Alessio y espero que el lugar sea de su agrado.

Mira a Bennett pero este ni se inmuta. No fue para congeniar con nadie y solo se dedica a observar sin que lo noten.

—Yo soy Zarya y este de aquí... - se arrima más a Bennett y el comandante se tensa al sentir la cercanía. Alessio había visto a la chica, pero no con él, por lo que la desconfianza llega. —Bennett soberbievans.

El comandante la mira molesto y el dueño del casino casi se ríe.

—Digo Evans. La costumbre de decirle así en privado —justifica actuando como si tuvieran una relación. Después de todo, ese es un requisito para estar ahí. Que los presentes tengan de una u otra manera una relación.

—Tienes mucha suerte, amigo. No hay muchas mujeres que sean así de juguetonas hoy en día.

Ahora se supone que debe agradecer eso.

—Lo mismo le digo yo pero ... hay pocos hombres que valoran eso —Zarya hace un puchero y el comandante tensa los dientes.

Jodida suerte.

Irrespetuosa, caprichosa. Manipuladora.

Los pensamientos de Bennett lo mantienen en silencio.

—¿Seguro que son pareja? —Alessio ve detalles que le llaman la atención, como la renuencia de hablar del sujeto.

Sabe que si estuviera en su lugar no dejaría de ver a la mujer magníficamente hermosa que está frente a él.

No sabe que Bennett está teniendo el dilema más grande de su vida. Romperle los dientes e irse, haciendo que todo sea en vano o seguir soportando la palabrería barata de un tipo que le coquetea a una mujer que tiene compañía.

No sabe ni de dónde salen los celos absurdos por que no respeten su presencia. Tal vez por el hecho de que no le gusta ser ignorado.

—¿Tienes que vernos cogiendo para saber si somos o no pareja? —aferra su brazo a la cintura de Zarya que sonríe fingiendo que no tiene ganas de cortarle los dedos por ese atrevimiento.

—Que disfruten el lugar —Alessio se aleja sabiendo que sobrepasó los límites.

Zarya se aparta quitando con disimulo las manos que la aprisionan más de lo normal.

—Ya entraste, te dieron luz verde ahora ve por tu lado que tengo unas apuestas que hacer —exclama con molestia. No le gusta que la toquen más de lo que ella permite y este tipo se pasó demasiado para su gusto.

Lo sorprendente es que aún sigue respirando.

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