Narrador Omnisciente.
En el departamento está el comandante con problemas. El ministro se enteró que pensaba asistir al evento y aunque le prohibió ir, él tiene una corazonada que debe estar en el lugar por lo que se da un baño llamando a Kelly para que se prepare de todos modos. —¿Estás loco? —se ríe la pelirroja que está sentada frente al televisor con un tazón repleto de palomitas y una soda que pensaba degustar, pero el que su jefe la llame le echa a perder los planes . —Solo prepárate , iremos solo los dos. Nadie me puede prohibir que vaya a un lugar a apostar mi dinero. —Te juro que te odio , Evans —Kelly se levanta de mala gana acatando la orden ya que le deja claro que no es un favor lo que hará. —Igual tienes que venir. Así que, date prisa. Refunfuñando se mete a la ducha a empezar a prepararse. Bennett continúa en lo que estaba. No va usar corbata porque no le gusta. Opta por ir completamente de negro, le gusta el estilo. Por su parte, Zarya ya está con el humor arruinado. La molestia hace que su estómago duela. Casi dos horas y el jefe del clan que esperaba ver, aún no se asoma en el casino que se dijo estaría. Solo fue a ese sitio a perder el tiempo, se dice. —Me voy, acaba tú con esto —la paciencia nunca ha sido el fuerte de Zarya y menos cuando no tiene como divertirse. Ni siquiera su novio está cerca para quitarse el aburrimiento. —Solo porque tengo una presa nueva aquí —se ríe su hermano viendo de nuevo a la chiquilla que intenta alejar a un viejo borracho que la molesta, su padre no está por ningún lado. —Que no te muerdan esta vez. —lo molesta la hermana debido a un incidente reciente. —Porque necesitará placa cuando acabe con ella. Se ríe en silencio sabiendo que si es capaz de hacerlo. Bennett está llegando. Aparca su auto y sale ganando las miradas de varias chicas que se sienten atraídas por el hombre con cuerpo de gladiador que arregla su saco esperando a que su compañía llegue, lo cual está muy lejos de lograr atravesar el tráfico que se extiende a cientos de metros. La lluvia comienza a caer y eso complica aún más las cosas. Ve su celular timbrar sabiendo quién es. —No sé si llegue —se excusa —Hay tantos autos que parece la carrera de rápidos y furiosos donde Bryan y Roman piden ayuda a ese otro sujeto que no sé cómo... —Kelly, déjate de datos que no quiero saber y busca la forma de llegar en diez minutos. —Estás alucinando si crees que saldré corriendo en medio de una llovizna. —Solo apresúrate que me veo como imbécil parado en la entrada de esta mierd@. —espeta viendo a la mujer que ve asomar. —Te ves como imbécil en cualquier lado, Evans. Ni siquiera escucha lo que dice Kelly cuando ve de nuevo a la chica que se da la vuelta confirmando que sí es quien sospechó. No puede ser. Es ella. La insolente. Aunque en ese momento no sabe si agradecer o despreciar la idea de encontrarla justo ahí. Por inercia camina hacia donde se encuentra, de pie en una de las esquinas del edificio siendo admirada por varios sujetos de todos los puntos, siente un magnetismo que no puede evitar. Algo lo llama y no sabe por qué demonios hace lo que hace, pero lo achaca a un golpe de suerte que no dejará pasar. Su salvación está parada con un celular en la oreja y no piensa dejar pasar la oportunidad. Cree que es su salvación pero es la perdición misma. El diablo envía a sus demonios en paquetes agradables a la vista para que el golpe no lo esperen. Los labios rojos y los ojos azules que vio en su sueño están ahí. Ambos se detallan y parece que es una lucha que ninguno piensa ceder. Zarya no puede creer que el sujeto esté de nuevo frente a ella. La voz de su padre a través del teléfono la saca del aura tan pesado y adictivo en el que estaba. —Te hablo después. Corta la llamada guardando el teléfono. —Comandante —saborea la palabra y Bennett se estremece con solo recordar cómo escuchó esa palabra, cada detalle que vio en sus sueños quiere probarlos, a la vez borrarlos de su cabeza. Es tan jodidamente hermosa que la boca la siente seca pero sabe que debe dejar esa tontería para después. Con alguien que no sea tan altanera e irrespetuosa. —No soy de pedir favores pero esta vez está fuera de mi alcance el tomar más opciones. —comienza. —Necesito compañía para entrar a ese lugar y ella está atascada en un embotellamiento. —¿Y su mejor opción es decirle a alguien que quería arrestar hace unos días? —¿Sabe que? Olvídelo. Zarya ve a la entrada, el jefe del clan está entrando junto a sus dos escoltas. Sí llegó después de todo. Maldit@ suerte. —No camino sino me toma el brazo —se adelanta sobrepasando al comandante que se sorprende. Después de todo si podrá entrar en el dichoso evento. Acerca su brazo y cuando Zarya lo toma siente una cálida, suave y delicada piel que roza su mano. El aura que desprenden juntos deslumbran a todos y algunas cámaras capturan la imagen tan imponente que denotan. Ninguno sonríe porque ni siquiera se conocen. Al menos uno de ellos no conoce al otro. Pasan la multitud entrando al gran salón donde todas las miradas se dirigen a su puesto. —Al menos hágame ver bien, no me gusta asistir a ningún lugar con alguien que no sonríe —reprocha Zarya con el cosquilleo que siente en las manos. —Entonces busque un payaso que no estoy para sonreír. Cualquiera que los vea supone que su charla es sobre todo menos en una pelea que disimulan muy bien. Caminan hasta el centro tomando una copa que les ofrecen , Zarya ve a su hermano enfrascado en una conversación con una rubia delgada que parece que le quiere sacar los ojos. Finge que nada pasa pero Bennett ya lo notó y no disimula su mala cara. —¿Exnovio? —su burla no se hace esperar. —Quizá —responde Zarya. —Si va a armar shows aquí aléjese que no vengo por ello. Actúe como una compañía común y no me haga ver como el reemplazo. —Soñar es gratis, mi comandante —afianza más su agarre en el brazo de Bennett y este sonríe por primera vez en la noche —Cae más fácil un bocón que un cojo dice mi madre. —Sabia —unos sujetos se acercan y Bennett lo nota. —No sabe cuanto, ¿su nombre? O quiere que lo llame comandante en un lugar donde posiblemente le pueden meter una bala —se apresura a decir conociendo a quienes están a pocos metros de ellos —Llámame Zarya. —Bennett Evans. ¿Cómo sabes que aquí pueden meterme una bala? —cuestiona con interés y por primera vez hay un titubeo en Zarya. __ Un gusto que nos acompañen esta noche - saluda el dueño del casino, llegando justo a tiempo. - Soy Alessio y espero que el lugar sea de su agrado. Mira a Bennett pero este ni se inmuta. No fue para congeniar con nadie y solo se dedica a observar sin que lo noten. —Yo soy Zarya y este de aquí... - se arrima más a Bennett y el comandante se tensa al sentir la cercanía. Alessio había visto a la chica, pero no con él, por lo que la desconfianza llega. —Bennett soberbievans. El comandante la mira molesto y el dueño del casino casi se ríe. —Digo Evans. La costumbre de decirle así en privado —justifica actuando como si tuvieran una relación. Después de todo, ese es un requisito para estar ahí. Que los presentes tengan de una u otra manera una relación. —Tienes mucha suerte, amigo. No hay muchas mujeres que sean así de juguetonas hoy en día. Ahora se supone que debe agradecer eso. —Lo mismo le digo yo pero ... hay pocos hombres que valoran eso —Zarya hace un puchero y el comandante tensa los dientes. Jodida suerte. Irrespetuosa, caprichosa. Manipuladora. Los pensamientos de Bennett lo mantienen en silencio. —¿Seguro que son pareja? —Alessio ve detalles que le llaman la atención, como la renuencia de hablar del sujeto. Sabe que si estuviera en su lugar no dejaría de ver a la mujer magníficamente hermosa que está frente a él. No sabe que Bennett está teniendo el dilema más grande de su vida. Romperle los dientes e irse, haciendo que todo sea en vano o seguir soportando la palabrería barata de un tipo que le coquetea a una mujer que tiene compañía. No sabe ni de dónde salen los celos absurdos por que no respeten su presencia. Tal vez por el hecho de que no le gusta ser ignorado. —¿Tienes que vernos cogiendo para saber si somos o no pareja? —aferra su brazo a la cintura de Zarya que sonríe fingiendo que no tiene ganas de cortarle los dedos por ese atrevimiento. —Que disfruten el lugar —Alessio se aleja sabiendo que sobrepasó los límites. Zarya se aparta quitando con disimulo las manos que la aprisionan más de lo normal. —Ya entraste, te dieron luz verde ahora ve por tu lado que tengo unas apuestas que hacer —exclama con molestia. No le gusta que la toquen más de lo que ella permite y este tipo se pasó demasiado para su gusto. Lo sorprendente es que aún sigue respirando.Narrador Omnisciente.Zarya se levanta dejando anonadado al tipo por el que vino, ganó cada racha que jugó y su mirada la recorre al ver el monumento que lo deja escéptico. Es una mujer única, hermosa, buena para el juego y tan sensual que pone a todos a alucinar con tenerla. La sigue cuando nota a dónde se dirige, haciendo justo lo que Zarya quiere; yendo al lugar donde antes esperaba a que llegara, ahora segura de que sí está ahí. Al topo le espera la mejor de sus alianzas o la muerte. Aunque con el comandante ahí, deberá ser cuidadosa. Se para frente a la misma ventana de cristal, esperando a que abra la puerta. Cuando lo hace la chica que les sirve un trago se va, dándole privacidad. —¿Te conozco? —El leve coqueteo no pasa desapercibido para Zarya, pero ninguno le interesa. Nadie tiene lo que ella busca o casi nadie. Menos El topo. __ Deja las tonterías para el resto de mujeres y dime si aceptas la unión que se te propuso hace días. —bebe de su copa con la delicadeza que
Narrador Omnisciente. .—¿Qué tiene que ver una marca tonta a que nos puedan matar? —le cuestiona Zarya cerrando los dedos en el anillo de la hoja filosa que carga consigo. —No evadas. Contesta. —el pensamiento tiene falencias, pero no puede descartar nada cuando sabe lo sigiloso que puede ser el engaño. Lo ha visto tantas veces que una vez más no es de sorprender. Aunque…—¿Discutimos eso, mi comandante? —la rusa alza la mirada, sus pestañas se mueven como un hechizo creado para destruir mentalidades fuertes y para el comandante no es la excepción. —Deja de hacer eso. —presiona su cuello. —¿Hacer qué cosa? —se ríe sin dejar de verlo. —Lo único que quiero es que me deje respirar porque me está ahogando. Su pecho se mueve con tanta fuerza que el aroma que desprende su piel lo hace apretar la mandíbula. ¿Qué demonios tiene esa mujer para hacerlo trastabillar? —Puedo dispararle en la cabeza. —le avisa Damien a su hermana con el ojo puesto en el hombre que sostiene a su hermana.
Damien —¿Qué carajos fue eso, Zarya? —veo todo el desorden en el mueble al solo entrar a su habitación.—El topo...—Sabes que no me refiero a eso—, digo recostando mi espalda en el mueble. Tengo la corbata floja y la camisa desaliñada. Desde que llegamos, ella subió a su dormitorio y yo estacioné el auto, esperando casi cuatro horas en las que la escuché moviendo todo en lugar de dormir. Preferí darle su espacio antes de hacer la pregunta que tuve todo el camino de regreso, e iba a esperar, pero al verla tan ofuscada sé que algo la atormenta. En verdad necesito paciencia para interrogar a mi hermana por cada cosa que pasó en ese casino. Se suponía que estábamos para concretar una unión de ser posible. No me molesta en lo absoluto que lo haya matado. Nunca me cayó bien. Lo que me causa intriga es que le diera una ruta de salida a alguien que está buscando información nuestra. Estando en un sitio repleto de criminales y políticos era fácil que alguien lo liquidara de una buena vez
Damien. —Cómo varios de mis colegas, fui invitado y acepté, pero jamás creí que iba a presenciar algo así. —se endereza el ministro Jones con la respuesta que culmina. —Eso me impulsó aún más para tomar cartas en el asunto. La entrevista continúa y yo me canso de escuchar. El ministro pretende esconder sus relaciones con algunos de los que estaban en el casino, pero no entiende que no se puede ocultar algo a menos que se elimine a quien tiene hasta la última parte del rompecabezas. Cada pieza puede llevar a todos a darse cuenta de las cosas. —No sé que se ve más patético. —escucho a Zarya. —Si el viejo ese diciendo que nos va apresar o que haya acabado la entrevista porque dieron datos que lo comprometen. —apaga el televisor y se sienta frente a mi escritorio. —Es su forma de ganar popularidad. —digo siguiendo en lo que estaba antes de que llegara. —Y su comando Alfa es lo que usará como campaña para decir que lucha contra “el mal”. Debiste dejarme matarlo. —Bueno, yo me voy a
Bennett Lanzo la carpeta con fuerza. Me hartan estas cosas. —Esta investigación está bajo mi mando. —establezco frente a la máxima autoridad. — Nadie debería tener acceso a la información sin que se hable conmigo primero, pero parece que se pasan mi autoridad por el culo. El ministro se remueve y el general Rinna se levanta molesto. —¡La información es del gabinete, comandante! ¡Y ni usted ni nadie tiene autorización para mantener información escondida! —Cuando haga mi trabajo, hable. Mientras tanto, siéntese. —se enoja más pero no me interesa en lo absoluto. —Usted y usted. —señalo al sargento Maddox y al teniente Ávila. —Salgan, que esto es información clasificada. Me miran, luego al ministro quien solo observa todo en silencio. —¡Dije que salgan! —me exaspera su lentitud y falta de entendimiento. Se levantan y espero que cierren la puerta para poder continuar. —No está autorizado para mandar sobre nuestras tropas, comandante. — me dice el general Rinna. —El que estén en
Bennett. .Duermo unas horas siendo ya de madrugada para activarme de nuevo en la mañana haciendo flexiones y lagartijas en el suelo. Levanto las pesas y golpeo el saco de arena durante 30 minutos. Tengo rabia retenida, y la imagen de cierta impertinente la empeora. Aumento el peso y sigo levantandolas hasta que siento la necesidad de hidratarme. Adam aparece por la un lado y bufo, recupero el aliento y me limpio la cara con la camisa que tengo puesta Las cadetes que pasan a un lado se me quedan viendo y me interesa poco, porque inocentes son las que menos me gustan. Cuando van lo suficientemente lejos se giran sonrojadas. Justo por eso prefiero a quienes no se intimidan con nada, y que sean experimentadas mucho mejor. —Yo era así de musculoso, pero me corté el pelo y ya no pude seguir haciendo ejercicio. —argumenta Adam. —Ajá. —digo tomando más agua. —Vas a dejar sin novia a todos en la central si sigues haciendo ejercicio aquí afuera. —Yo no las mando a ver. Si les van a ser
ZaryaEn mi papel como líder de la empresa de moda silenciosa, me encuentro inmersa en un torbellino de responsabilidades. No es fácil como se ve desde el exterior. Cada paso requiere un cambio y cada cambio un argumento..Los diseñadores, con sus miradas agudas y manos creativas, me rodean como si fueran las musas de mi destino. Sus nombres resuenan en mi mente ya que debo recordar todo. Linda Spolano, con su estilo vanguardista y predilección por los tejidos orgánicos; Bella, cuyas creaciones evocan la nostalgia de épocas pasadas; y Kenda, la enigmática genio detrás de los vestidos que parecen tejidos con hilos de luna.Paso de ellos al siguiente grupo dos horas después. Los distribuidores, en sus trajes impecables, me saludan con reverencia. Saben quien soy. No debo explicar nada. Me hablan de mercados internacionales, acuerdos exclusivos y cifras que giran como engranajes en una maquinaria perfectamente aceitada. Escucha atentamente a cada uno, en mi mente procesando cada detall
Zarya. .La presencia del comandante en el club me zumba en la cabeza desde que me avisaron que fue visto en ese sitio y pude verlo en las cámaras. Puedo reconocer a alguien que va solo por tragos y él no la tenía. Miraba a todos y a todos lados. Si se convierte en una molestia tendré que recurrir al acuerdo de "no atacamos a la ley sin motivos" porque este sujeto me está dando demasiados. Duermo unas horas para recuperar las que perdí en la noche pero el trabajo llama. Tengo que reunirme con el diseñador que espera en la empresa por lo que me dirijo allí con Markov y Damien. —No había planeado pasar el día entre telas. —se queja Mark con una sonrisa. —Pero mi madre siempre dice que tengo que llevar sus negocios, es un buen comienzo. Sonrío. —Ya te veo con una bufanda en el cuello color rosa, lentes en forma de estrella y el pelo de color. —le sigue Damien con el humor que con su amigo sí le nace. —Te faltó el cinturón con hebilla de brillantes. —continúa Mark siguiendo con